agosto 06, 2013

ATLÁNTIDA: ACOMODANDO EL ESCENARIO PARA ENTENDER



El punto principal de este libro es que ya no podemos negar que una civilización muy avanzada existió por lo menos hace 12,500 años, y posiblemente mucho más lejos dentro de las nieblas de la antigüedad remota. La prueba inequívoca para este caso está surgiendo ahora simultáneamente de tantas direcciones diferentes que para dar una breve apreciación global de toda la evidencia física /arqueológica más importante, llenaría por lo menos otro libro entero.

Para aquéllos que están interesados en buscar este conocimiento e investigar más, aquí hay una lista de libros contemporáneos que son una breve prueba de algunos de aquéllos que han demostrado ser bastante estudiosos, honestos e iluminadores:
• Los Misterios de Atlántida Revisados por Edgar Evans Cayce 
• Huellas digitales de los Dioses (Fingerprints of the Gods) por Graham Hancock 
• Cuando el Cielo se Cayó por Rand y Rose Flem-Ath 
• El Misterio de Orion por Robert Bauval y Adrian Gilbert
• El Mensaje de la Esfinge por Graham Hancock y Robert Bauval
• Desde la Atlántida hasta la Esfinge por Colin Wilson


EL DESGASTE POR AGUA DE LA ESFINGE 
El argumento más común que uno encontrará al leer los libros arriba mencionados y otros como ellos, normalmente han sido apodados como el “arma detonante” del caso para la Atlántida. Aquí estamos refiriéndonos al hecho notable que la Gran Esfinge de Egipto, situada directamente al lado de las tres principales pirámides en la meseta de Gizeh, muestran señales inequívocas de haber sido afectadas por el agua.

Y puesto que todos sabemos que Egipto es ahora un desierto, la Esfinge simplemente se debe de haber construido en un momento cuando estaba en existencia allí un clima de lujuriante selva verde, con abundante lluvia. Y aun los más conservadores cálculos geológicos para estas condiciones existentes en Egipto, datan la fecha por lo menos unos 7,000 A.C., y estarían también de acuerdo en que 9,000 AC pudiera ser una fecha más realista - y ése es simplemente el tiempo más reciente en el que pudo haber lluvia alguna en esa zona.

Usted debe factorizar entonces también cuánto tiempo tomaría para que ocurra tal desgaste de agua – lo cual, ciertamente no sería unos cuantos cientos de años sino que potencialmente muchos miles. 

Este hecho intrigante fue señalado originalmente por R.A. Schwaller de Lubicz, un brillante estudioso y minucioso investigador, quien completamente redefinió las comprensiones de la humanidad del Antiguo Egipto y La Atlántida a mitades del siglo 20. La mayor parte de su trabajo se enfoca en la importancia de entender cómo los Antiguos usaron el simbolismo para transmitir ideas y filosofías, a través de jeroglíficos y creaciones arquitectónicas. Y aunque su trabajo no es ampliamente conocido, sus efectos aún continúan filtrándose a la sociedad moderna.

El escritor contemporáneo John Anthony West re-descubrió esta información, la cual fue casualmente mencionada en el libro de Lubicz, “El Templo de Hombre”, y comprendió que era claramente algo que era el palpable y comprobable, y que había sido casi milagrosamente ignorado en el pasado. Y después de muchos, pero muchos esfuerzos para ganar el apoyo de innumerables geólogos, West pudo encontrar cooperación por parte de Robert Schoch, un joven pero muy respetado experto en el campo, después de haber escrito y publicado cuatro libros sobre arqueología en sus veinte y tantos años.

Schoch era renuente a investigar la materia hasta que estuvo seguro que había afianzado la tenencia a su organización académica, pero a principios de 1990, estaba listo para proceder. West y Schoch viajaron, entonces, finalmente a Egipto y comprendieron que el caso era aun más poderoso de lo que previamente se había pensado - había señales abrumadoramente redundantes de desgaste por agua por todas las partes que revisaron, tanto en la Esfinge como en los templos cercanos, hechos de bloques de piedra grandes.

De hecho, cada vez que han surgido "hipótesis nulificadoras" o denuncias escépticas del argumento del desgaste por agua éstas han sido contundentemente descartadas por West y Schoch. Uno simplemente no puede discutir con la naturaleza. La Esfinge fue tallada en piedra caliza, que es un conglomerado de partículas arenosas fusionadas en un bloque sólido.

La corrosión del viento produce superficies estratificadas, horizontalmente limadas en la caliza que se miran como las páginas de lado de un libro viejo, ya que ciertas capas de piedra son más delgadas y frágiles, y otras capas son más espesas y más fuertes. Las áreas más espesas de la piedra caliza resistirán más fuertemente el poder del viento por lo que erosionan menos, y las capas más delgadas desaparecerán más rápidamente, produciendo así una superficie desigual. 

Por otra parte, la corrosión por agua produce curvas lisas, sensuales, cortadas directamente en la piedra, sin tener en cuenta su espesor, formando esquinas redondeadas, grietas y riachuelos que asemejan serpientes. Las señales de esta corrosión son tan obvias que cuando el West disfrazó la Esfinge separándola fuera de las fotos con una cinta y las mostró, todos los geólogos a quienes les mostró las imágenes estuvieron de acuerdo con que era un cuadro de un afloramiento de piedra con corrosión por agua.

Sin embargo, una vez West quitó la cinta y les mostró de donde era el cuadro, inmediatamente se agitaron y se negaron a discutirlo más allá, por simple miedo a perder su reputación. Schoch fue el primer geólogo que enfrentó hechos, arriesgando su propia reputación ante lo obvio. 

Y aún así, si se tiraran muchas evidencias sólidas que existen para apoyar el hecho de que existió una antigua civilización avanzada, todavía podemos regresar a la Esfinge. Una vez sepamos lo que estamos buscando, comprenderemos que esto es solamente uno de los medios más obvios que demuestran que la "histórica cultura Atlante" tenía de hecho, un precedente - y recogeremos cada vez más y más pistas en el transcurso del libro.



ROBERT BAUVAL Y LA " ALINEACIÓN " DE GIZA 
El próximo argumento mayor de historia reciente, que es invariablemente discutido en el tema de “La Atlántida”, viene de Robert Bauval. Las tres Pirámides principales de Egipto en Giza están colocadas en una cercana proximidad entre ellas, y a Bauval le dio curiosidad acerca de la falta aparente de simetría o geometría en su diseño.

Él sabía que allí tenía que existir alguna razón para el alineamiento de la manera en que se ven ahora. Sin embargo, aunque aunque intentó dibujar diferentes diagramas, o conectarlos a través de líneas rectas, nada parecía encajar. Finalmente, tuvo un golpe de inspiración cuando buscó a la constelación de Orion, que tiene tres principales estrellas formando la sección central llamado el "cinturón”. Se dio cuenta que las Pirámides de Giza fueron, precisamente, configuradas de la misma manera que el "cinturón de Orion", y rápidamente demostró su punto, recubriendo los mapas del sitio de las Pirámides y los mapas estelares del cinturón de Orion cobre cada una de ellas.

No sólo estaba cada Pirámide en la posición apropiada, sino que incluso los tamaños y los colores de las Pirámides eran relativos y directamente proporcionales a las magnitudes y colores de las estrellas en el cinturón de Orion. (Las pirámides de Keops y Khefren estaban ambas originalmente cubiertas de caliza blanca y son aproximadamente del mismo tamaño, como las dos estrellas principales del el cinturón, considerando que la pirámide de Menkaure es significativamente más pequeña y fue encajonada originalmente en granito rojo, como la tercera estrella más oscura y más roja.) 

Cuando Bauval continuó investigando la materia, él comprendió que los arquitectos de Giza habían creado una duplicación perfecta de los cielos estrellados en la Tierra - una idea que encajó perfectamente en con su concepto de la conexión entre el mundo físico y el Duat, o mundo espiritual.

Toda la tierra, incluso el cercano Río Nilo, parecía haber sido factorizado armoniosamente en el plan. En otros términos, la posición relativa del Río Nilo a las Pirámides era idéntica a la posición de la Vía Láctea con relación al cinturón de Orion en el cielo nocturno estrellado. Otras Pirámides cerca de Giza parecían sugerir que varias otras estrellas significativas de Orion y cerca de la constelación de Hyades fueron también inmortalizadas en piedra en la Tierra.
in embargo, el aspecto más importante del argumento entero de Bauval es que el complejo de Giza fue construido obviamente para ser codificado en el tiempo, utilizando el movimiento natural y lento de la Tierra, conocido como precesión.

Más adelante en el libro, estaremos discutiendo muy extensivamente el fenómeno de la precesión de la Tierra, que finalmente no es otra cosa más que un tambaleo a largo plazo en el eje norte-sur de la Tierra que toma 25,920 años para completarse. La precesión es observable aquí en la Tierra como un cambio aparente de las posiciones de las estrellas en el cielo, de un grado cada setenta y dos años.

Lo que esto significa es que si usted puede escoger una noche fija cada año, como el Equinoccio, cuando el Sol se alinea perfectamente con el ecuador de la Tierra, y mide las posiciones de todas las estrellas en el cielo durante esa noche. Después de 72 años ellos habrán flotado un grado fuera de alineación. Sobre un período más largo de tiempo, esto crea un movimiento aparentemente circular en los cielos, lo cual cambiará gradualmente la ubicación de la Estrella Norte, así como todas las otras constelaciones.

Usando un programa conocido como Skyglobe, Bauval realizó que el único tiempo “reciente” en el cual la Vía Láctea estuvo perfectamente alineada con el Río Nilo fue aproximadamente hace 12,500 años. En ese momento, y sólo en ese momento, (a menos que usted estuviera deseoso de remontarse a más de 30,000 años atrás), uno podría estar de pie sobre la Tierra y observar las Pirámides y el Río Nilo a cierta distancia, y ver al Nilo conectarse directa y perfectamente con la Vía Láctea y ver las estrellas del cinturón de Orion reflejar las posiciones de las pirámides terrestres.

Para Bauval estaba claro que había encontrado una cápsula de tiempo, una matriz codificada de información diseñada para mostrar el tiempo exacto en que el complejo entero fue diseñado y planeado.



TÉCNICAS SUPER-AVANZADAS DE PERFORACIÓN 
Otro reciente descubrimiento en el argumento para una civilización perdida con alta tecnología viene de Christopher Dunn, cuya especialización principal es la perforación. Él ha demostrado definitivamente que ciertos artefactos, incluso el ataúd vacío o "Cofre de granito" que está destacado en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide, muestra señales de técnicas excelentes de perforación muy avanzadas que superan cualquier artefacto actual en posesión nuestra.

Dunn analizó el Cofre de Granito y encontró evidencia inequívoca, indicando que había sido ahuecado con alguna especie de taladro en forma de tubo que cavaría un buen trozo de una vez. Todavía más increíbles son los patrones de espiral que quedaron grabados en el granito, demostrando que este taladro era capaz de perforar de una vez 1/10 de pulgada de piedra por segundo. Sin embargo, el granito es una piedra tan dura que nuestros más modernos sistemas de puntas de diamante no logran perforar más de 1/100 de pulgada por segundo. 

Otra área de investigación de Dunn que también fue mencionada por Graham Hancock es la presencia de jarrones tallados y estatuas de diorita, que son de color oscuro y es considerado ser una de las formas más duras de piedra en la tierra. Estos jarrones tienen cuellos muy largos y delgados, y están tallados de un solo pedazo de diorita. Las aperturas en algunos jarrones ni siquiera son lo suficientemente grandes para que encaje adentro de ella el dedo de un niño, y sin embargo sus interiores fueron perfectamente ahuecados.

Así, ahora no sólo debemos visualizar un taladro que avergüenza nuestros diseños actuales, sino que un taladro que debió tener también la flexibilidad suficiente para producir un agujero diminuto y entonces moverse dentro en todo su alrededor. La conclusión de Dunn es que los Antiguos deben de haber estado en la posesión de técnicas de perforación que dejan muy atrás cualquier artefacto que poseemos ahora.

Él prosigue más allá, sugiriendo que estos antiguos taladros podrían haber utilizado de algún modo el ultrasonido, trabajando así en un modo similar a cómo la vibración repetitiva de un taladrado cincela las aceras y calles de concreto. Pero incluso entonces, está perdido para explicar cómo pudieron ellos cincelar los jarrones de diorita.

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