
Las momias en el cementerio de Río Pequeño son, hasta ahora, las más antiguas descubiertas en la cuenca del Tarim. Pruebas de carbono realizadas en la Universidad de Beijing muestran que la parte más antigua data de 3.980 años atrás. Un equipo de genetistas de China ha analizado el ADN de las momias.
A Pesar de las tensiones políticas sobre el origen de las momias, el genetista chino dijo en un informe publicado el mes pasado en la revista BMC Biology que la gente era de ascendencia mixta, con algunos marcadores genéticos europeos y de Siberia, y probablemente, procedían de fuera de China. El equipo fue dirigido por Hui Zhou de la Universidad de Jilin en Changchun, con el Dr. Jin como co-autor.
A medida que el grupo de arqueólogos chinos ha excavado través de las cinco capas de enterramientos, se encontraron cerca de 200 postes, cada uno de 13 pies de altura. En muchos de ellos
había hojas planas, pintadas de negro y rojo, como los remos de alguna galera grande que se hubiera hundido bajo las olas de arena, relató el Dr. Mair.
Al pie de cada poste se encontraron los barcos, colocados al revés y cubiertos con cuero de vaca. Los cuerpos estaban dentro de los barcos todavía con la ropa que habían sido enterrados, tenían gorros de fieltro con plumas, sujetas al borde, con un parecido asombroso a los sombreros de las montañas tirolesas. Llevaban grandes capas de lana con flecos y botas de cuero. La ropa interior parece haber sido suministrada por una vendedora de "Victoria's" de la Edad de Bronce, apenas un suficiente taparrabos de lana para los hombres, y faldas hechas con hilos de cuerda para las Mujeres.Los modernos estudios no comenzaron en realidad hasta tiempos muy recientes. Las rivalidades entre China y la antigua URSS en una zona, como la del lago salado de Lop Nor, donde el régimen comunista chino realizó sus primeras pruebas con armas nucleares y en áreas vedadas a los occidentales desde 1949, impedían un análisis en profundidad de los restos existentes. Además el gobierno chino no tenía la más mínima intención de apoyar las investigaciones sobre las momias de la cuenca del Tarim, a fin de cuentas setrata de restos de europeos y las disputas con Rusia en los años sesenta fueron demasiado serias como para que se admitiera sin más que los primeros pobladores de la región se parecían más a un ciudadano de Moscú que a uno de Beijing. Tras el incidente fronterizo del río Ussuri en 1968, que estuvo a punto de provocar una guerra nuclear entre la URSS y China, las investigaciones fueron cortadas de raíz. Los arqueólogos soviéticos habían realizado grandes trabajos en la región siberiana de Afanasev, en Minusinsk y los montes Altaï, llegando a la conclusión que pueblos de origen indoeuropeo de raza báltica y nórdica y lengua irania, se habían adentrado profundamente en el norte y centro de Asia en tiempos remotos, pueblos de los que los rusos modernos se sentían en parte parientes y herederos, un buen argumento para su presencia en Siberia y Asia Oriental.Había por lo tanto pocas razones para que a los chinos les alegrase la aparición en su territorio (1) de momias de tipos muertos hace miles de años que medían de media más de un metro ochenta y se parecían sospechosamente a sus incómodos vecinos del norte. Hubo que esperar al fin del comunismo en Rusia y a la apertura comercial de China para que por en los años 90 del pasado siglo comenzaran las primeras expediciones a una zona que sigue siendo problemática. Los chinos llegaron por primera vez a la región en torno al siglo III a.C., buscando caballos y contactos comerciales directos con Persia. Allí se encontraron con pueblos que en sus crónicas aparecen con el nombre de Wu-Sun o Yue-Chi, descritos como altos, feos, de grandes narizotas, peludos, de pelo claro y ojos azules. Los actuales habitantes de la región no son sólo chinos han, sino también turcos, que llegaron en oleadas sucesivas desde el este de Mongolia a partir del siglo VII y absorbieron a los habitantes de los oasis del desierto. A partir de 1950 China intentó colonizar la región y borrar todo rastro de nacionalismo turcómano, pero no ha tenido un éxito absoluto. Hoy los turcómanos y uigures siguen siendo musulmanes y están gravemente enfrentados con las autoridades de Beijing.
A Pesar de las tensiones políticas sobre el origen de las momias, el genetista chino dijo en un informe publicado el mes pasado en la revista BMC Biology que la gente era de ascendencia mixta, con algunos marcadores genéticos europeos y de Siberia, y probablemente, procedían de fuera de China. El equipo fue dirigido por Hui Zhou de la Universidad de Jilin en Changchun, con el Dr. Jin como co-autor.
A medida que el grupo de arqueólogos chinos ha excavado través de las cinco capas de enterramientos, se encontraron cerca de 200 postes, cada uno de 13 pies de altura. En muchos de ellos

Al pie de cada poste se encontraron los barcos, colocados al revés y cubiertos con cuero de vaca. Los cuerpos estaban dentro de los barcos todavía con la ropa que habían sido enterrados, tenían gorros de fieltro con plumas, sujetas al borde, con un parecido asombroso a los sombreros de las montañas tirolesas. Llevaban grandes capas de lana con flecos y botas de cuero. La ropa interior parece haber sido suministrada por una vendedora de "Victoria's" de la Edad de Bronce, apenas un suficiente taparrabos de lana para los hombres, y faldas hechas con hilos de cuerda para las Mujeres.Los modernos estudios no comenzaron en realidad hasta tiempos muy recientes. Las rivalidades entre China y la antigua URSS en una zona, como la del lago salado de Lop Nor, donde el régimen comunista chino realizó sus primeras pruebas con armas nucleares y en áreas vedadas a los occidentales desde 1949, impedían un análisis en profundidad de los restos existentes. Además el gobierno chino no tenía la más mínima intención de apoyar las investigaciones sobre las momias de la cuenca del Tarim, a fin de cuentas setrata de restos de europeos y las disputas con Rusia en los años sesenta fueron demasiado serias como para que se admitiera sin más que los primeros pobladores de la región se parecían más a un ciudadano de Moscú que a uno de Beijing. Tras el incidente fronterizo del río Ussuri en 1968, que estuvo a punto de provocar una guerra nuclear entre la URSS y China, las investigaciones fueron cortadas de raíz. Los arqueólogos soviéticos habían realizado grandes trabajos en la región siberiana de Afanasev, en Minusinsk y los montes Altaï, llegando a la conclusión que pueblos de origen indoeuropeo de raza báltica y nórdica y lengua irania, se habían adentrado profundamente en el norte y centro de Asia en tiempos remotos, pueblos de los que los rusos modernos se sentían en parte parientes y herederos, un buen argumento para su presencia en Siberia y Asia Oriental.Había por lo tanto pocas razones para que a los chinos les alegrase la aparición en su territorio (1) de momias de tipos muertos hace miles de años que medían de media más de un metro ochenta y se parecían sospechosamente a sus incómodos vecinos del norte. Hubo que esperar al fin del comunismo en Rusia y a la apertura comercial de China para que por en los años 90 del pasado siglo comenzaran las primeras expediciones a una zona que sigue siendo problemática. Los chinos llegaron por primera vez a la región en torno al siglo III a.C., buscando caballos y contactos comerciales directos con Persia. Allí se encontraron con pueblos que en sus crónicas aparecen con el nombre de Wu-Sun o Yue-Chi, descritos como altos, feos, de grandes narizotas, peludos, de pelo claro y ojos azules. Los actuales habitantes de la región no son sólo chinos han, sino también turcos, que llegaron en oleadas sucesivas desde el este de Mongolia a partir del siglo VII y absorbieron a los habitantes de los oasis del desierto. A partir de 1950 China intentó colonizar la región y borrar todo rastro de nacionalismo turcómano, pero no ha tenido un éxito absoluto. Hoy los turcómanos y uigures siguen siendo musulmanes y están gravemente enfrentados con las autoridades de Beijing.
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