octubre 25, 2012

CUANDO LOS DIOSES DEJARON LA TIERRA..(2)



De hecho, en Los Reinos Perdidos he sugerido que era Adad/Teshub.
Figura 106

La Puerta del Sol está ubicada de manera que forma una unidad de observación astronómica con la tercera estructura prominente en Tiwanaco, llamada la Kalasasaya. Es una gran estructura rectangular con un patio hundido y rodeado de cuatro pilares de piedra.

La sugerencia de Posnansky que el Kalasasaya servía como un observatorio ha sido confirmada por exploradores subsecuentes; su conclusión, basada en las guías arqueoastronómicas de Sir Norman Lockyer, que los alineamientos astronómicos de la Kalasasaya muestran que fue construida miles de años antes a los Incas era tan increíble que las instituciones astronómicas alemanas enviaron equipos para averiguar tal cosa. Su reporte, y posteriores verificaciones adicionales (revista científica Baesseler Archiv, volumen 14) afirman que la orientación de Kalasasaya sin duda encaja con la inclinación terrestre en 10000 a.C., o 4000 a.C.

Cualquier fecha, escribí el Los Reinos Perdidos, va bien conmigo—la primera poco después de Diluvio, cuando comenzaron ahí las operaciones para obtener oro, o la última fecha, cuando la visita de Anu; ambas fechas encajan con las actividades anunakis allí, y la evidencia para la presencia de los dioses enlilitas está por todas partes.

Las investigaciones arqueológicas, geológicas y mineralógicas del sitio y el área confirmaron que Tiwanaku además sirvió como centro metalúrgico. Basado en varios hallazgos y las imágenes de la Puerta del Sol (Fig. 107a) y su similitud con representaciones en antiguos sitios hititas en Turquía (Fig. 107b), he sugerido que las operaciones para obtener oro (¡y estaño!) fueron ahí supervisadas por Ishkur/Adad, el hijo más joven de Enlil.
Figura 107a
 

Figura 107b

Su dominio en el Viejo Mundo fue Anatolia, donde fue venerado por los hititas como Teshub, el ‘dios del clima’ cuyo símbolo era la vara de rayos; tal enorme símbolo, enigmáticamente tallado en una empinada ladera de montaña (Fig. 108), puede ser vista desde el aire o desde fuera en el mar en la bahía de Paracas, Perú, un puerto natural cuesta abajo desde Tiwanaku.

Figura 108
 
Apodado el candelabro, el símbolo tiene unos 140 metros de largo por 80 de ancho, y sus líneas, de entre 2 a 5 metros de ancho, han sido grabadas en rocas duras a una profundidad de medio metro—y no hay modo de saber por quienes y cuándo o cómo, a menos que Adad mismo quisiera declarar su presencia.
 
Al norte de la bahía, tierra adentro en el desierto entre los ríos Ingenio y Nazca, los exploradores han encontrado uno de los más misteriosos enigmas de la antigüedad, las así llamadas Líneas de Nazca.

Llamada por algunos ‘las piezas artísticas más grandes del mundo,’ una vasta área (unos 300 kilómetros cuadrados) que se extiende hacia el oriente desde la pampa (desierto plano) hasta las rugosas montañas fue empleado por ‘alguien’ como una tela para dibujar en ella imágenes delineadas; los dibujos son tan grandes que no tienen sentido a ras de piso—pero cuando se ven desde el aire, representan con claridad animales y aves conocidos e imaginarios (Fig. 109).
Figura 109

Los dibujos fueron hechos removiendo la superficie del terreno hasta una profundidad de varios centímetros, y se ejecutaron con una línea monocursiva—una línea continua que dobla y se tuerce sin cruzarse sobre sí misma.

Cualquiera que vuele sobre el área (hay ahí un servicio de avionetas para el turismo) invariablemente concluye que ‘alguien’ aerotransportado empleó un aparato rompe-terreno para garabatear el terreno de abajo.

Sin embargo, directamente relevante al tema de la Partida, hay otro trabajo aún más misterioso en las Líneas de Nazca—verdaderas ‘líneas que semejan anchas pistas (Fig. 110).
Figura 110

Rectas sin error, esos tramos planos—a veces angostos, a veces anchos, a veces cortos, a veces largos—corren a lo largo de colinas y valles, sin importar la textura del terreno. Hay unas 740 ‘líneas’ rectas, combinadas en ocasiones con ‘trapezoides’ triangulares (Fig. 111).

Con frecuencia se entrecruzan unas a otras sin ton ni son, a veces corriendo sobre los dibujos animales, revelando que las líneas fueron hechas en diferentes fechas.
Figura 111

Varios intentos para resolver el misterio de las Líneas, incluyendo aquellos por la reciente María Reiche, que las convirtió en su proyecto de vida, fracasaron cada vez que una explicación fue vista en términos de ‘fueron hechas por los nativos peruanos’—gente de la ‘cultura Nazca’ o una ‘civilización Paraca’ o similares.

Estudios (incluyendo algunos de la Sociedad National Geographic) que apuntan a orientaciones astronómicas encubiertas de las líneas—alineamientos con solsticios, equinoccios, esta o esa estrella—han conducido a ninguna parte. Para aquellos que dejan fuera una solución de ‘Antiguos Astronautas’, el enigma permanece sin resolver.

Aunque las líneas más anchas semejan carriles de aeropuerto, sobre los cuales naves aéreas ruedan para despegar (o aterrizar), no es este el caso aquí, no más sea porque las ‘líneas’ no están niveladas horizontalmente—corren derechas sobre terreno desigual, ignorando colinas, barrancos, y quebradas.

Ciertamente, más que haber estado ahí para posibilitar un despegue, parecen ser resultado de barrido por el despegue de naves dejando en el terreno debajo ‘líneas’ creadas por los tubos de escape de sus máquinas. Que las ‘cámaras celestiales’ de los Anunnaki emitían tales residuos queda indicado por la pictografía sumeria (se lee DIN.GIR) para las naves espaciales de los dioses (Fig. 112).
Figura 112

Esta, sugiero, es la solución del puzzle de las ‘Líneas de Nazca’: Nazca fue el último puerto espacial de los Anunnaki.

Les sirvió cuando el otro en el Sinaí fue destruido, y después les sirvió para la Partida final.

No hay reportes de testigos en relación a máquinas aerotransportadas y vuelos en Nazca; hay, como sabemos, textos de Harán y Babilonia referentes a los vuelos que indudablemente usaban el Sitio de Aterrizaje en Líbano. Los reportes de testigos relacionados con esos vuelos y las naves Anunnaki incluyen el testimonio del Profeta Ezequiel y las inscripciones de Adda-Guppi y Nabuna’id.

La conclusión inevitable debe ser que al menos desde 610 a.C. hasta 560 a.C. los dioses Anunnaki fueron abandonando la Tierra de manera metódica

¿A dónde iban cuando dejaban la Tierra? Tuvo que ser, por supuesto, un sitio desde donde Sin pudo retornar relativamente pronto una vez que cambió su decisión. Ese lugar era la antigua Estación en Marte, desde donde las naves de larga distancia volaban para interceptar y aterrizar en Nibiru.

Como fue detallado en El Duodécimo Planeta, el conocimiento sumerio de nuestro sistema solar incluía referencias al empleo de Marte por los Anunnaki como una Estación de paso.

Es evidenciado por una notable representación en un sello cilíndrico de 4500 años de antigüedad ahora en el Museo Hermitage en San Petersburgo, Rusia (Fig. 113) que muestra un astronauta en Marte (el sexto planeta) comunicándose con uno en la Tierra (el séptimo planeta, contando desde afuera), con una nave aérea en los cielos entre ellos.
Figura 113

Beneficiándose de la menor gravedad marciana comparada con la terrestre, los Anunnaki habían encontrado más fácil y lógico primero transportarse ellos mismos y su carga en transbordadores espaciales desde la Tierra a Marte, y ahí transferir hasta Nibiru (y viceversa).

En 1976, cuando todo fue primeramente presentado en EL Duodécimo Planeta, Marte era aún tenido por un planeta sin aire, sin agua, sin vida, y hostil, y la sugerencia que una base espacial existió alguna vez ahí fue considerada por los académicos del ‘establishment’ como aun más lejana que la noción de ‘Astronautas Antiguos.’

En la época del Génesis Revisado en 1990, había suficientes hallazgos propios de NASA además de fotografías de Marte para llenar un capítulo completo titulado ‘Una Base Espacial en Marte.’ La evidencia mostró que Marte alguna vez tuvo agua, e incluía fotografías de estructuras amuralladas, caminos, una estructura cúbica (la Fig. 114 muestra dos de tales fotografías) —y la famosa Cara (Fig. 115).

Tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética (hoy Rusia) hicieron grandes esfuerzos para llegar y explorar Marte con navíos espaciales no tripulados; diferente de otros intentos espaciales, las misiones a Marte—desde que fueron aumentadas por la Unión Europea—se han encontrado con una inusual, molesta y confusa serie de errores y fracasos, incluyendo desconcertantes desapariciones inexplicables de astronaves.

Pero debido a la persistencia en los esfuerzos, bastantes máquinas norteamericanas, soviéticas, y Europeas se las han arreglado para llegar y explorar Marte en las última dos décadas, y ahora las revistas científicas—de los mismos "Tomases Dubitativos" de los 70s—se han llenado de reportes, estudios, y fotografías anunciando:
  • que Marte tuvo una atmósfera considerable y que aún tiene una delgada pero presente capa de aire que lo rodea
  • que alguna vez tuvo ríos, lagos, océanos y todavía tiene agua, en algunos sitos apenas bajo la superficie y en otras instancias incluso visible como pequeños lagos congelados—como muestra un popurrí de titulares (Fig. 116).
Figura 114
 

Figura 115
 

Figura 116
 

Figura 117

En 2005 los Rovers de NASA en Marte enviaron evidencia química y fotográfica que llevaron a esas conclusiones;
junto con algunas de las sorprendentes fotografías de los Rovers que muestran remanentes estructurales—como un muro cubierto de arena con esquinas definidamente en ángulo recto (Fig. 117)—lo que debería ser suficiente aquí para demostrar el punto: Marte pudo, y lo hizo, servir como una Estación de Viaje para los Anunnaki.
Fue el primer destino cercano de los dioses que se iban, como confirma el relativamente pronto retorno de sin. ¿Quién más se fue, quién se quedó, quién puede regresar?

Sorprendentemente, algunas de las respuestas también vienen de Marte.
 
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