junio 18, 2012

ENIGMAS...SÁBANA SANTA......

Durante las Cruzadas y los años inmediatamente posteriores, los monjes mendicantes recorrían Europa vendiendo objetos que, según decían, provenían de Tierra Santa, supuestas reliquias procedentes de la Iglesia primitiva. Entre las que han quedado registradas figuran los nudillos de San Pedro, las flechas que mataron a San Sebastián, retazos del manto de la Virgen y migas resecas de la última Cena. La misma ubicuidad de algunos de estos objetos convirtió a la Iglesia en un hazmerreír y proporcionó argumentos a Martín Lutero y a Calvino. Se dice que, repartidas por las iglesias de Italia, España y el sur de Francia, aún quedan las suficientes astillas de la Cruz como para formar un bosque bastante grande.La imagen fantasmal del sudario de Turín ha sido un enigma durante siglos. Investigaciones recientes han revelado algunos de sus sorprendentes secretos, pero el misterio sigue. Durante milenios los hombres habían observado la Sábana Santa, a ojo desnudo. Las manchas de sangre, identificadas a veces como tales, indicaban que el Hombre de la Sábana había sido azotado y maltratado de pies a cabeza, sus manos y su costado derecho habían sido perforados. Algunos decían que era una "pintura" de Cristo. Las implicaciones del descubrimiento no pasaron inadvertidas al doctor Yves Delage, reputado médico, zoólogo y miembro destacado de la Academia de Ciencias francesa, que se propuso descubrir cómo se había formado la imagen tantos siglos antes de la invención de la fotografía. Pero sus razones no eran desinteresadas, pues el doctor Delage era un agnóstico y militante anticatólico, y no pensaba permitir que la Iglesia atribuyera propiedades sobrenaturales al sudario.En París, Yves Delage, eminente médico de fama internacional, estuvo estudiando el negativo de la Sábana Santa, copia del tomado por Secondo Pia. Le ayudaba Paul Vignon, un biólogo también muy competente. Trabajaban con ayuda de una lupa y, a veces, con un microscopio. Después de año y medio, habían avanzado mucho y el doctor Delage pudo dar una conferencia, el 2 de abril de 1902 en la Academia de Ciencias. Siendo librepensador, reconocido agnóstico, si no ateo, tuvo la enorme osadía de presentar ante la Academia de Ciencias una ponencia en la que identificaba al "hombre de la Sábana" con Jesús de Nazaret. El título de la Comunicación que Delage presentó ante la Academia fue : " L’Image du Christ visible sur le Saint Suaire de Turin ".La descripción de la sesión del 21 de abril de 1902 en la Academia de Ciencias en París, durante el que el informe de las investigaciones realizadas con Paul Vignon y Colson fue presentado por el mismo Delage, no tiene "desperdicio":Un silencio respetuoso acompañó el inicio de la esperada conferencia de Delage. Sin embargo, al pronunciar con certeza el nombre de Jesús de Nazaret comenzaron los murmullos que a continuación de su tesis dieron lugar a gritos, pateos y agresivos insultos. Para evitar alguna agresión personal Paul Vignon ayudante de Delage le implora:"Doctor, está en peligro. Salga deprisa por la puerta de atrás".Miró el científico estupefacto la agresiva, congestionada y vociferante multitud de sus correligionarios en el ideal ateo y en el progresismo científico. Le acusaban de traición y numerosos puños empezaron a levantarse amenazadores.El Secretario de la Academia, con voz alterada le habla: "Monsieur Delage, asumo la responsabilidad personal de que en las Actas de esta Ilustrísimo Academia no quede constancia del nombre que usted ha pronunciado relacionándolo con la tela de Turín".Después de su fracaso en la Academia de Ciencias de París, al presentar las conclusiones de su trabajo sobre la Sábana Santa, escribió a uno de sus colegas y a los directores de la "Revista Scientifique " (31/05/1902):"Se ha inyectado una cuestión religiosa donde no había más problema que uno de carácter meramente científico; y el resultado ha sido que se han enardecido los ánimos y se ha enturbiado la razón. Si en vez de tratarse de Cristo se hubiera planteado algo referente a otra persona, como a Sargón, a Aquiles, o a alguno de los Faraones, a nadie se le habría ocurrido poner objeciones. Yo por mi parte he sido fiel al verdadero espíritu de la Ciencia al tratar este asunto, manteniéndome solamente atento a la verdad, sin preocuparme en absoluto de sí ello afectaba o no los intereses de partido religioso alguno. Yo reconozco a Cristo como un personaje histórico, y no veo razón alguna para que nadie se escandalice de que existan todavía huellas tangibles de su vida terrena. ".La pregunta que hizo Yves Delage en 1902 a los miembros de la Academia de Ciencias: «Si no es el sudario de Cristo, ¿De quién es?........
EL ENIGMA DE LA SÁBANA SANTA
Los autores de El enigma de la sábana santa asumieron, a principios de los años 90, que todo lo contado en El enigma sagrado (1982) es cierto. Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln decían en su libro, un bestseller esotérico de la época que ha sido la principal fuente de Brown, qu
e Leonardo fue uno de los grandes maestres del Priorato de Sión, guardianes del secreto de la estirpe de Jesús y María Magdalena. Picknett y Prince se apoyaron sobre esos cimientos para levantar su edificio argumental, que cobró vuelo gracias a un comunicante misterioso, un tal Giovanni que seguramente nunca ha existido y que en una serie de cartas les habría informado de la participación del genio en el montaje del sudario de Turín.Pero la auténtica revelación no fue la de Giovanni, sino que se produjo de una manera mucho más acorde con los tiempos actuales, en los que una modelo o un futbolista pueden ser líderes de opinión y un país paralizarse por la agonía y muerte de una folclórica. Picknett se sorprendió en una tienda de Londres al darse de bruces con una postal con un retrato de Leonardo que al final no era tal, sino una reproducción del rostro del hombre de la sábana santa. ¡Y se hizo la luz! La escritora corrió a ver a su socio, quien inmediatamente comprendió la trascendencia del hallazgo. Ambos fueron conscientes de que precisaban de una confirmación independiente y autorizada. "Necesitábamos alguna corroboración por parte de alguna persona desconectada por completo y sin ninguna preocupación por el mundo del sudario", dicen en el libro.La fortuna quiso que, por aquella época, Picknett colaborara en una revista femenina. No, no sean mal pensados: no fue a la redacción a preguntar a las periodistas quién era el hombre de la postal. Lo que hizo fue mucho más inteligente. ¿Que por qué digo que fue más inteligente? Porque muy posiblemente ninguna redactora -ni redactor, que en la ineptitud tampoco somos distintos un sexo de otro- de una revista femenina hubiera identificado a principios de los años 90 a Leonardo da Vinci en uno de sus autorretratos. Picknett cogió la postal del hombre de la sábana y un retrato de Leonardo, y se metió ¡en el vestuario de las modelos que preparaban una sesión fotográfica! "La respuesta fue instantánea y gratificante en extremo", recuerda en El enigma de la sábana santa. De las quince interrogadas, trece respondieron que las dos imágenes correspondían al mismo hombre, una pasaba del tema y otra reconocía al personaje de la sábana porque era católica.Picknett y Prince ya tenían la prueba definitiva: ¡el dictamen de un grupo de modelos confirmaba que el hombre de la sábana santa es en realidad Leonardo da Vinci! Coincidirán con ellos y conmigo en que, si algún gremio sabe de trapos, es el de las modelos. A partir de ese momento, intentaron explicar cómo y por qué fabricó Leonardo la reliquia. Y demostraron, a su manera, que el artista pudo hacerla recurriendo a algo que hoy nos es muy familiar y en lo que es un maestro Mauricio-José Schwarz, coordinador de esta mesa redonda. Sí; me refiero a la fotografía. Leonardo, argumentan, describió algo muy parecido a la cámara oscura en uno de sus escritos reunidos en el Codex Atlanticus y pudo identificar y aprender a usar las sustancias químicas sensibles a la luz necesarias para fijar imágenes en un soporte. Pudo o no pudo.Los motivos del genio¿Y por qué hizo la sábana? "Puede haber una razón sencilla: Giovanni dijo que Leonardo había sido encargado por el propio papa para que preparase otro santo sudario mejor, con el que atraer a las multitudes. También dijo, sin embargo, que no fue Leonardo el primer elegido para ello y que otros, como Miguel Ángel (1475-1564), habían declinado el encargo. No sabemos si esa historia es o no cierta; pero por aquel tiempo las historias de corrupción de la Iglesia eran un lugar común", argumentan los autores. Falazmente, porque la existencia de corrupción en el Vaticano no confirma en sí misma la historia del santo sudario. De todo esto, concluyen que Leonardo hizo la sábana y que, encima, al autorretratarse consiguió que millones de personas -incluido el papa Juan Pablo II- acabaran venerando su imagen como la de un dios durante siglos. Picknett y Prince presentan en su libro una réplica de la sábana santa hecha a partir de material de la época de Leonardo y mediante la impresión fotográfica, pero eso no demuestra nada. También podían haber construido un planeador de madera, hacerlo volar y decir que Leonado consiguió tal logro, cuando los primeros que lo hicieron fueron los hermanos Wilbur y Orville Wright hace poco más de cien años.El descubrimiento de Picknett y Prince se basa en pruebas circunstanciales, tal como ellos mismos admiten en el último número de Fortean Times, donde, sin embargo, se mantienen en sus trece. Siguen sosteniendo que Leonardo fabricó la sábana santa y, para ello, presentan una nueva prueba: se trata de la comparación del rostro del hombre de la sábana con el del Salvator Mundi, un Jesús pintado por el artista en 1513. Casan perfectamente, sostienen. Y añaden que eso, unido a que el Jesús de Leonardo también encaja con otro pintado en 1935 por Ariel Aggemian inspirándose en el rostro de la sábana, confirma que el genio del Renacimiento está detrás del sudario de Turín. Ustedes seguro que sospechan ya otra cosa, que es posible que Leonardo -como Aggemian- se inspirara en la falsa reliquia, ya famosa en su época, a la hora de pintar un retrato de Jesús. Nuestros agudos investigadores dan carpetazo a esa posibilidad diciendo que, si Leonardo hubiera visitado la sábana, habría constancia de ello. ¿Desde cuándo la ausencia de prueba es prueba de ausencia?

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