octubre 27, 2012

ENIGMAS....DA VINCI



Pietro Marani, codirector del equipo de restauradores de La Ultima Cena, estudió con atención el asunto y descubrió la clave hace sólo seis años: «Parece que Leonardo se inspiró en el Apocalipsis Nova, un texto semiherético escrito por el venerable Joâo Mendes da Silva, también conocido como Amadeo de Portugal», dijo. El tal Amadeo, según Marani, fue un ceutí de dudosa reputación que defendió en sus escritos que la Virgen y el Bautista fueron los verdaderos protagonistas del Nuevo Testamento y, por tanto, los artífices de la fe cristiana. Y no Jesús. Al tomarlo como fuente de inspiración, Leonardo estaba desafiando a sus patrones. Pero, ¿por qué?. Como era de esperar, los frailes de San Francesco el Grande no aceptar

on aquella Virgen de las Rocas y pusieron el asunto en manos de los tribunales. Tras más de una década de agrias disputas, los jueces obligaron a Leonardo a pintar otra tabla para su altar mayor, pero el toscano, testarudo, repitió el tema salvo en los detalles menores. De ahí surgió la segunda versión, que hoy se exhibe en Londres. Pero ¿y la tercera? ¿Cuándo y por qué ejecutó Leonardo esa especie de versión intermedia que pudimos contemplar en Ancona?Hoy esas tres versiones se encuentran dispersas por Europa, esperando que alguna futura exposición las junte por primera vez. Cuando se haga, habrá que fijarse en los halos. En la del Louvre no figuran; en la de Chéramy sólo lo lleva la Virgen, mientras que en la londinense todos los personajes lo lucen. ¿Una clave? ¿Para decir qué?Mientras se resuelve esa duda, bueno será que nos centremos en otra de las fascinantes polémicas que ya acompañan a esas tablas.Y es que, observadas con cuidado, en las versiones del Louvre y de Chéramy, los niños San Juan y Jesús parecen hermanos gemelos.Ambos comparten el mismo pelo, los mismos mofletes y hasta idéntica sonrisa. Y algunos autores, entre los que me incluyo, creemos que eso no se hizo por azar.Paradójicamente, la respuesta a esta incógnita se expuso en la misma muestra de Ancona, a pocos metros de la tabla leonardiana.Allí pudo contemplarse hasta el pasado 8 de enero una obra de un imitador de Leonardo llamado Bernardino De'Conti (1450-1525), titulada Los tres niños santos. Y en ella, admirarse los retratos de San Juan, Jesús y ¡su hermano gemelo! Hasta el catálogo de la muestra lo admite: «Obra sugestiva que afronta el tema, inusual y de naturaleza gnóstica, de Jesús y de su doble».Una vez sobrepuestos a la sorpresa, descubrimos otra increíble coincidencia: los gemelos de De'Conti están representados exactamente con los mismos gestos que los niños de La Virgen de las Rocas.Para los comisarios de la exposición no hay duda: De'Conti se inspiró en cierta creencia cristiana apócrifa, perseguida, que sostenía que Jesús tuvo un hermano gemelo. Y esa historia, por increíble que parezca, resulta hoy muy familiar a los expertos en los primeros siglos del Cristianismo.En efecto. En Egipto, en una de las vitrinas del Museo Copto de El Cairo, se muestra aún un fragmento de un viejo texto piadoso que empieza así: «Éstas son las palabras secretas que Jesús vivo pronunció y que el mellizo, Judas Tomás, anotó». Ese libro, uno de los 52 descubiertos en una tinaja desenterrada en la aldea de Nag Hammadi, cerca de Luxor, en 1945, forman parte de la llamada tradición gnóstica. Fueron éstos una clase singular de cristianos, que consideraban su cuerpo una cárcel de la que debían librarse para alcanzar la verdadera espiritualidad. Sus textos, perseguidos y destruidos por la Iglesia que se formó a partir del siglo IV, desaparecieron de la faz de la Tierra. Hasta 1945 apenas se conocían los fragmentos de sus obras citados por los padres de la Iglesia o por los inquisidores que los combatieron. De hecho, su persecución obedeció en parte a creencias como las del hermano gemelo de Jesús. Según ellos, Tomás, el discípulo incrédulo, no se llamó así, sino Judas. Tomás fue su sobrenombre, que en arameo significa gemelo. El Evangelio de Juan abunda incluso en esa identificación, al llamarlo Tomás Dídimo. Y Dídimo, en griego, también significa gemelo. La duda es ¿cómo llegó esto a oídos de Bernardino de'Conti o de Leonardo? ¿Quiso el genial Da Vinci disfrazar la creencia en el gemelo de Jesús en su ya de por sí herética primera composición de La Virgen de las Rocas? ¿Fue eso lo que lo mantuvo en sus trece al ejecutar la versión de Chéramy? En realidad, nada puede descartarse en este terreno. Giorgio Vasari, pintor contemporáneo del maestro toscano y también su primer biógrafo, dijo de él en 1550 que «Leonardo llegó a tener unas concepciones tan heréticas que no se aproximaba a ninguna religión, pues tenía en mucha más estima el ser filósofo que cristiano». Toda esta información habría permanecido encriptada a lo largo de los siglos en mil códigos secretos estratégicamente esparcidos, fundamentalmente, en catedrales construidas por templarios y en cuadros de pintores famosos. Y los custodios de este secreto habrían sido los caballeros de una misteriosa orden: el Priorato de Sión, del que los templarios no serían más que su brazo armado y administrativo. Leonardo da Vinci habría sido uno de los grandes maestres de esta orden, y en su cuadro La última cena se halla la clave de todo este embrollo: el que está a la derecha de Jesús no es el apóstol Juan, como siempre se ha creído, sino María Magdalena, la esposa de Jesús.Ambos, en los orígenes del cristianismo, habrían formado una pareja divina al estilo de la egipcia Isis – Osiris. De acuerdo con esta tesis, la fe de los primeros cristianos consistía, en realidad, en la adoración de lo “femenino sagrado”, culto que la Iglesia oficial establecida por Constantino – a quien se acusa de haber elevado a Jesús a categoría de Dios, cuando hasta entonces nunca se le había considerado tal – habría perseguido con saña en un intento de hacerlo desaparecer. Pero, por lo visto, no lo consiguió.Fue el mensaje que nos quiso dejar Leonardo sabedor del secreto . Compararlo con algunos cuadros de la ultima cena …....

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