Desde hace muchos años la atención de los científicos de todo el mundo se encuentra concentrada sobre el pueblo que habita la isla de Pascua. Las bizarras estatuas de piedra (Moai), los enigmáticos jeroglíficos de las "tabletas parlantes" Y el idioma de los isleños exigían un estudio más profundo. Muchos libros han sido publicados sobre este apasionante tema y seguirán apareciendo otros nuevos. Es demasiado distinta la cultura de estos isleños, al ser comparada con otras culturas primitivas.
El sacerdote Padre Sebastián Englert, que desde hace muchos años es el jefe espiritual de los isleños, es una de las personas mejor informadas en el mundo sobre las costumbres, tradiciones Y mitos de este pequeño pueblo que vive alegremente sobre un islote pedregoso en el Océano Pacífico, separado por miles de kilómetros del continente americano como de los demás archipiélagos e islas. Este sacerdote ha tenido ocasión de investigar las características de este grupo étnico, por ser el cura párroco de la población. Basado sobre estos estudios publicó su libro, magníficamente documentado, bajo el título de La Tierra de Hotu Matúa (Imprenta y Editorial San Francisco, Padre las Casas), que abre nuevos horizontes a los estudiosos interesados en este tema.
El Padre Englert tuvo la suerte de conocer muchos detalles referentes al pasado de los isleños de Rapa Nui (Isla de Pascua), debido a los lazos de amistad que lo unen a la mayoría de ellos, pudiendo así esclarecer puntos que parecían dudosos o sinceramente eran desconocidos. Los isleños contaban la llegada de sus antepasados a Rapa Nui con un cúmulo de detalles, entre los que destacaban el hecho de que éstos habían abandonado su país de origen por haber desaparecido debajo de las aguas. Las historias de los pascuenses fueron ignoradas o se las puso en duda. Es probable que solamente haya desaparecido una isla aislada. Pero lo que sorprende es que aún existan científicos que no quieran dar importancia a las leyendas y a las tradiciones antiguas, ya que ha quedado demostrado innumerables veces que éstas están basadas sobre hechos concretos, que por haber sucedido hace muchos años, adquieren ese viso de leyenda. Cuando las historias se transmiten a través de generaciones de padre a hija, aunque. las mismas estén a veces entreveradas con noticias ciertamente inverosímiles o con aspectos religiosos inesperados, siempre vale la pena investigarlas seriamente y tratar de entresacar aquellas noticias dignas de fe, ya que muchas veces contienen un mensaje de importancia para las generaciones futuras.
Si se ha podido comprobar la verdad del contenido de las antiguas escrituras encontradas en Babilonia y en Egipto y de los rollos hebreos del Mar Muerto, como se desprende de la lectura del libro Y la Biblia tenía razón, de Werner Keller (Egon-Verlag G m. b. H., Düsseldorf) y si la leyenda troyana también resultó verídica, no debemos dudar de la veracidad de los relatos de los isleños de Rapa Nui, conociendo así una catástrofe prehistórica que ya no estamos en situación de comprobar, salvo que las "tablillas parlantes" entreguen su secreto mensaje, ahora que el Profesor Barthel, de la Universidad de Hamburgo, ha podido descifrar algunos de los pictogramas de Pascua. Para mí no existe duda alguna acerca de que esa isla realmente desapareció. Dónde estuvo localizada Hiva, no lo sabemos, pero el relato da una idea acerca de la dirección, desde la cual llegaron las embarcaciones. Dejemos contar a los isleños. El continente Rapa Nui antes era muy grande, pero ahora se redujo, desde que el Dios Uoke (Dios de los mares) levantó las tierras con una barreta y después las hundió. Motivado por los pecados de los habitantes de Te Pito Henua (El ombligo de la tierra como era el nombre antiguo de Rapa Nui), el Dios los castigó levantando las tierras para reducirlas después. Es de suponer, por el relato que fuerzas volcánicas levantaron las tierras, agrandando así la isla, para hundirlos después, dejando solamente las más altas cumbres sobre el nivel de las aguas. La isla da en realidad la impresión de la cima de un cerro, azotada innecesariamente por los vientos y las tempestades, el cual posteriormente fue adquiriendo una capa de tierra vegetal en ciertas partes, mientras que los volcanes apagados mantuvieron sus características. La isla está virtualmente cubierta de piedras.
Uoke) es la fuerza de las olas y del mar, como lo era Poseidón para los griegos. La leyenda cuenta que el cacique Hotu Matúa se encontraba en viaje con dos naves, cuando fue testigo de que las tierras desaparecían y con ellas todos sus habitantes, hombres, mujeres y niños. Advirtió que de todo el Continente solamente quedaba sobre las olas Te Pito O Te Henúa, el ombligo de la tierra, Y por esa se radicó en esta isla. Hotu Matú'a era oriundo de un país que se llamaba Maorí y que era una parte del continente llamado Hiva. La partida de Hotu Matúa de su patria se debió a conflictos familiares. Para obviarlos, preparó dos grandes barcos, los tripuló con centenares de hombres, mujeres y niños. Pero antes de abandonar su patria, había mandado una expedición de exploradores a Rapa Nui para establecer si existía base para una colonización. Todas las tradiciones de los isleños coinciden en este punto, como también en los nombres de estos expedicionarios, e igualmente en los de dos personas que se salvaron durante el hundimiento de Hiva. Estos llevaban los nombres de Ngata Vake Y Te Ohiro. Todos los isleños que relataron sus viejas tradiciones separadamente y en forma individual, coincidieron en nombrar a los dos sobrevivientes de Hiva, como también en dar los nombres de los expedicionario y que eran Ira, Raparenga, Ku'uku'u A'Huatava, Ringi-Ringi. A'Huatava, Nonoma A'Huatava, Uhre A'Huatava y Mako'i Ringi-Ringi.
A'Huatava, Ira y Raparenga habían traído consigo una gran imagen de piedra y la habían escondido. Esta estaba adornada con un valioso collar de madreperlas. Al reproducir los relatos de los indígenas, lo hago en forma resumida para no tener que entrar en detalles cansadores. Algunos de los demás expedicionarios quisieron robar el collar, lo que no les resultó. Cinco de los primeros expedicionarios regresaron en dirección a su patria cuando llegó Hotu Matú'a a Rapa Nui. En cambio, Ira trató de convencer a Hotu Matú'a de que no desembarcara, porque la isla carecía de vegetación. El rey contestó que la patria de ellos tampoco había tenido vegetación, antes de que sus antepasados la hubiesen labrado. "Yo traigo muchas plantas y semillas que van a bastar para nuestra alimentación", exclamó, e hizo plantar y cultivar estas nuevas especies por sus súbditos lo mismo que las variedades ya existentes.
El relato deja expresa constancia de que los barcos provenían del oeste. Incluso se mencionan los puntos de la costa, desde los cuales fueron avistadas las naves por los primeros expedicionarios, lo mismo que los desembarcaderos.
De los componentes de la dinastía que los isleños se saben de memoria, se desprende que Hotu Matú'a debe de haber llegado a Rapa Nui alrededor del siglo XIII de nuestra era. Por consiguiente, debe suponerse que la desaparición de la Isla Hiva puede haberse producido en aquella época. Pero podría existir un error de cálculo de parte de los investigadores, ya que algunos cuentan 23 y otros 57 reyes, a contar desde la llegada de Hotu Matú'a a la Isla. Cada uno de los primeros visitantes de la isla que se dio el trabajo de anotar !os nombres de los reyes, indica una cantidad distinta, Así, la genealogía más larga es la que menciona los nombres de 57 reyes. Si esta lista estuviera correcta, el hundimiento de Hiva sería mucho más antiguo.
Creo que la lista indicada por Thompson a fines del siglo pasado, debería ser considerada la correcta. La suposición de los investigadores de que el reinado de cada gobernante debla calcularse en diez años la considero completamente increíble. Para poder efectuar una comparación, he estudiado las genealogías de los reyes del Níger (Yoruba) descritas por Frobenius en su libro Y África habló. Frobenius da una lista de 43 gobernantes, que reinaron en total 1.271 años, lo que daría un promedio aproximado de 30 anos por gobernante. Si consideramos que Rapa Nui se encuentra en una posición mucho más protegida, o sea, con menos peligro de invasión y guerras exteriores, podemos tomar el mismo promedio de 30 años Si consideramos la lista más corta de los reyes o sea de 31 gobernantes, la isla Hiva habría desaparecido hace unos 930 años, o sea, alrededor del año 1029 de nuestra era. Esta fecha podría ser considerada como aproximadamente correcta para la llegada de Hotu Matú'a a Te Pito O Te Henúa.
Si se comparan las cuatro primeras dinastías egipcias en relación con el promedio de gobierno de sus reyes se llega al resultado de que éste es de 22 años por gobernante, habíendo gobernado 42 faraones en el tiempo comprendido entre 3440 a 2475 a. C., o sea, en un período comprendido en 925 años. Pero insisto en que las condiciones deben ser más favorables en una isla por lo que se puede suponer que muchos reinantes habrían gobernado más de 30 años. Por consiguiente, la suposición de una dinastía que durara 930 años debe considerarse como la más aproximada. Como ya lo ha dado a conocer el profesor señor Barthel de la Universidad de Hamburgo, los Jeroglíficos de Rapa Nui tienen cierto parecido con la escritura japonesa. Es de suponer que Hotu Matú'a trajo consigo las primeras "tablillas parlantes", lo que demuestra que los habitantes de Hiva ya disponían de una escritura propia. Gracias a la labor de pionero del profesor Barthel, es de esperar que muy pronto sabremos más acerca de la misteriosa civilización de los habitantes de Rapa Nui.
Un hecho que demuestra que 400 años d. de C. ya se construyeron fortalezas de piedra en la isla de Pascua, lo comenta Thor Heyerdahl en su libro Aku Aku (Ruskín House Georg Allen & Unwin Ltd., p. 112, Cap. V). Las excavaciones efectuadas en una depresión de terreno que hasta entonces se había considerado natural, demostró el hecho sorprendente de que dentro del mismo se encontraban restos de huesos calcinados Y de ramas quemadas. Estos hallazgos confirmaron la antigua leyenda pascuense, de que en aquella parte de la isla se había producido la lucha final entre los orejas largas y los orejas cortas, terminando con el exterminio casi total de los orejas largas, de los cuales quedó un solo sobreviviente. Los estudios a base de Carbono 14 permitieron establecer que las fortificaciones de piedra eran del año 400 d. de C, mientras que el exterminio de los orejas largas (tal vez invasores desde el continente americano) se efectuó hace unos 300 años. Al considerar estas evidencias, puede suponerse que los orejas largas llegaron con posterioridad a los orejas cortas y que éstos construyeron las fortificaciones. Los. orejas cortas probablemente han sido los habitantes primitivos de la isla, a pesar de que las leyendas no hablan de esta circunstancia Pero indudablemente uno de los dos pueblos deben de haber construido las fortalezas de piedra. Las tradiciones de los isleños hablan de ese foso como del foso de fortificación del Iko. Los orejas largas habían dominado a los orejas cortas, y éstos tenían que erigir las grandes estatuas de piedra (moai), las que eran esculpidas por los primeros. Los primeros hablan convertido la península de Poike en una fortaleza y vivían en ella con sus familias. Desde allí dominaron la isla hasta que se produjo la batalla final. Por una estratagema, los orejas cortas supieron atacar, a los orejas largas por la espalda, mientras estos se sentían seguros detrás del foso que se encontraban lleno de ramas secas, que habían sido encendidas, Y así estos fueron obligados a caer dentro de su propio fuego de protección, donde encontraron horrorosa muerte. De los pocos orejas largas que lograron cruzar el fuego, solamente sobrevivió uno solo, que se llamaba Ororoine y que es el tronco de los descendientes de los orejas largas que aun viven en la Isla y se consideran de la aristocracia. Es realmente interesante constatar que por lo general los descendientes de los orejas largas son de pelo rojo, Es curioso igualmente que los moai, o sea, las grandes estatuas de piedra existentes en la isla de Pascua, primitivamente llevaban en la parte superior una piedra roja que debía representar el pelo rojo, que era característico en esa raza misteriosa.
Habiendo podido establecer Thor Heyerdahl y su expedición que en el foso de la península de Poike no sólo se encontraban restos de ramas carbonizadas, sino que también de seres humanos, ésta es nuevamente una demostración elocuente de que las leyendas son, por lo general, dignas de considerarse y que siempre esconden un hecho histórico en la maraña de relatos, a veces fantásticos. Este caso, naturalmente, está aún fresco en la memoria de los isleños, por haberse producido hace alrededor de 300 años. Pero, como se ha podido verificar la veracidad de este mito, también debe creerse en la autenticidad de los hechos relatados en relación con la desaparición del Continente maorí y de la isla de Hiva.
El doctor Walter Knoche- establece en su libro La Isla de Pascua, algunos hechos de gran interés: "es curioso que en la Polinesia, que en su unidad posee un eje transversal que llega desde 'I'onga hasta la isla de Pascua y que en su longitud equivaldría a un eje que se extendiera desde Berlín hasta la China central, o sea hasta la curva del río Hoang-h.o, y un eje longitudinal que abarca desde las islas Sandwich hasta Nueva Zelandia, o sea, desde Berlín hasta la antigua colonia alemana de Africa Sud-Ocidental, que en todo este enorme espacio solamente existan dialectos de una sola lengua, lo que demuestra en forma elocuente de cuán relacionador de pueblos es el mar". Al hacerse la comparación con el pequeño espacio de los Alpes, que en realidad no pueden considerarse como un caso extraordinario de reunión de distintas lenguas o idiomas, vemos que allí se hablan los siguientes: alemán, francés, italiano, latino y esloveno. Que en el enorme espacio polinésico no se haya producido una mayor diferenciación idiomática, fuera de algunos dialectos, hace pensar al doctor Knoche que la población polinésica no está radicada en aquel archipiélago desde hace mucho tiempo. Insinúa también que es -probable que el idioma polinésico no se preste para modificaciones sustanciales. Supongo que el doctor Knoche no ha tenido antecedentes acerca del hundimiento de la isla Hiva, ya que de lo contrario habría mencionado este hecho en su tan bien documentado libro. Así no consideró la probabilidad de que el pueblo o la raza polinésica haya vivido sobre un continente unido y que, al hundirse el mismo en forma parcial, haya tenido que buscar refugio en un área más extendida, conservando su idioma.
Como menciono en otros capítulos, se puede encontrar la huella de palabras de los más variados idiomas a distancias inverosímiles de sus supuestas fuentes de origen. Esto demuestra dos hechos: primero, que la navegación de las civilizaciones anteriores y ya desvanecidas, era verdaderamente digna de consideración. Segundo, que por intermedio de esta navegación o por otros medios que desconocemos, siempre ha habido un contacto entre pueblos distantes entre sí, aunque entre ellos se extendieran grandes océanos y medio globo terráqueo. Este segundo hecho lo explico por la razón de que los pueblos han debido emigrar, obligados por las más diversas causas, en busca de regiones más propicias, las que muchas veces pueden haber estado en otro continente o en otros archipiélagos o islas.
Indudablemente América fue colonizada por tribus asiáticas a través del estrecho de Behring, como lo han demostrado investigaciones antropológicas, filológicas y culturales. Igualmente coinciden costumbres y folklore entre pueblos asiáticos y americanos. Pero quisiera dejar constancia de la convicción que me he podido formar después de estudiar durante años las leyendas y tradiciones americanas, de que no todos los pueblos americanos son de procedencia asiática. Estoy convencido de que América contaba con una población autóctona, cuando se produjeron las invasiones asiáticas, atlánticas y europeas. Para ello basta considerar la leyenda de los indios norteamericanos conocidos bajo el nombre de "Sioux". Esta cuenta que Manitou, el gran Dios, quiso crear al hombre. Formó a un hombre en arcilla, lo introdujo dentro de un horno y lo expuso al calor con el objeto; de endurecerlo. Cuando lo sacó al rato, notó que se habla quemado y estaba totalmente negro. Manitou se enojó, lo tomó y lo lanzó despectivamente al suelo. Este primer hombre cayó de narices y se la aplanó. Así fueron creados los negros con sus narices anchas. Después, Manitou formo a un segundo hombre de arcilla y lo volvió a exponer al calor del horno, dejándolo menos tiempo en el mismo. Cuando lo sacó demasiado rápido aún estaba blanco. Así creó a la raza blanca; Manitou: no contento con esta segunda experiencia, volvió a formar otro hombre que, expuesto en forma precisa al calor del horno, dio como, resultado el hombre cobrizo, el más perfecto de la creación.
Los continentes perdidos y su conexión con América
Débora Goldstern
cronicasubterranea.blogspot
No hay comentarios:
Publicar un comentario