Sucedió en el último cuarto del siglo antepasado. Se supone que fue en 1885 cuando el marqués Alejandro Saint-Yves d’Alveydre, 1842-1909?, recibió la visita del príncipe afgano Hardij Schripf, acompañado de dos misteriosos personajes, enviados-decían- por el Gobierno Universal Oculto de la presente Humanidad, los cuales le revelaron la existencia del Agartha y su organización espiritual y política....”
Este ocultista francés escribió un libro, Misión de la India en Europa, donde revelaba la naturaleza de Agartha, y mandó a imprimir doscientos ejemplares para ser publicados. Pero ante amenazas provenientes de la India, el autor decidió destruir cualquier rastro del manuscrito.
Un solo ejemplar sobrevivió y fue conservado por el hijo de Saint-Yves, que más tarde regaló al místico Papus. Saint-Yves dijo además que Agharta, que en idioma sáncristo significa Comunidad o Comarca Suprema, se encontraba ubicada en el Desierto del Gobi, o sea en pleno corazón del Asía.
Este nombre, el Agarttha, significa inalcanzable a la violencia, inaccesible a la Anarquía.
Este hierograma solo, podría dar la clave de la respuesta de la Sinarquía trinitaria del Cordero y del Carnero, al triunfo del Gobierno general de la fuerza bruta, ya se llame conquista militar, tiranía política, intolerancia sectaria o rapacidad colonial.
¿Dónde está el Agarttha? ¿En qué lugar preciso se encuentra? ¿Por qué caminos hay que andar, y qué pueblos hay que atravesar para llegar hasta allí?
A esta pregunta, que se harán con toda seguridad los diplomáticos y las gentes de armas, no conviene contestar más de lo que yo lo haré, en tanto no se realice o por lo menos se firme el entendimiento sinárquico.
Pero como sé que en sus mutuas competencias en todo el Asia, algunas potencias rozan sin darse cuenta, este territorio sagrado, como sé, que en caso de un posible conflicto, sus ejércitos pasarán por él, junto a él, por humanidad para con estos pueblos y el propio Agarttha, no dudo en proseguir la divulgación que he comenzado.
En la superficie y en las entrañas de la tierra la extensión real del Agarttha desafía la opresión y la coacción de la profanación y de la violencia.
Si hablar de América, cuyo subsuelo ignorado le ha pertenecido desde la más alta antigüedad, tan sólo en Asia, cerca de quinientos millones de hombres conocen más o menos su existencia y su extensión.
Pero no se encontrará ni un solo traidor entre ellos, para indicar la situación precisa en que se encuentran su Consejo de Dios y su Consejo de los Dioses, su cabeza pontificial y su corazón jurídico.
Si pese a todo esto ocurriera, si pese a sus numerosos y terribles defensores fuese invadida, cualquier ejército invasor, aunque estuviese compuesto por un millón de hombres, vería renovarse la atronadora respuesta del templo de Delfos a las incontables hordas de los sátrapa s persas.
Pidiendo ayuda a las Potencias cósmicas de la Tierra y del Cielo, incluso vencidos, los Templarios y los confederados del Agarttha, podrían, si fuese necesario, hacer estallar parte del Planeta, y tritura con un cataclismo y los profanadores, y su patria de origen.
Por estas causas científicas la parte central de esta tierra santa nunca ha sido profanada pese al flujo y reflujo, a los choques y engullimientos mutuos de los imperios militares, desde Babilonia hasta el reino turanio de la Alta Tartaria, desde Susa hasta Pella, desde Alejandría hasta Roma.
Antes de la expedición de Ram y el dominio de la Raza blanca en Asia, la Metrópolis manávica tenía por centro Ayodhya, la Ciudad solar.
Decidiendo con buena vista el verdadero límite de Europa con Asia, nuestro Gran Antepasado céltico, situó, en los lugares más espléndidos de la Tierra, el Sagrado Colegio a cuya cabeza lo había llevado su iniciación.
Las bibliotecas anteriores permanecieron intactas, gracias a su propia ciencia, pese a todas las reformas intelectuales y sociales que su luminosa iniciativa llevó a cabo.
Más de tres mil años después de Ram, y a partir del cisma de Irshou, el centro universitario de la Sinarquía del Cordero y del Camero sufrió un primer traslado, que no me conviene aclarar más.
Finalmente, casi catorce siglos después de Irshou, poco tiempo después de Çakya Mouni, se decidió otro cambio de lugar.
Baste saber a mis lectores que, en algunas regiones del Himalaya, entre veintidós templos que representan los veintidós Arcanos de Hermes y las veintidós letras de ciertos alfabetos sagrados, el Agarttha forma el Zero místico, el que no puede ser encontrado.
El Zero, es decir Todo o Nada, todo mediante la Unidad armónica, nada sin ella, todo mediante la Sinarquía, nada mediante la Anarquía.
El territorio sagrado del Agarttha es independiente, organizado sinárquicamente y compuesto por una población que se eleva a una cifra de casi veinte millones de almas.
La constitución de la Familia, con la igualdad de sexos en el hogar, la organización de la Comuna, del Cantón y de las circunscripciones que van desde la Provincia al Gobierno central, conservan aún en toda su pureza la huella del genio celta de Ram injertado en la divina sabiduría de las instituciones de Manou.
No entraré aquí en detalles que aparecen abundantemente expuestos en otros lugares.
En todas las Sociedades humanas, la estadística de los crímenes, la miseria y la prostitución, constituye la prueba de sus vicios orgánicos.
En el Agarttha no se conoce ninguno de nuestros horribles sistemas judiciales ni penitenciarios: no existen prisiones.
La pena de muerte no se aplica.
La policía está constituida por los padres de familia.
Los delitos se encomiendan a los iniciados, a los pundits de servicio. Su arbitraje de paz, espontáneamente solicitado por las mismas partes en litigio, evita en casi la totalidad de los casos recurrir a las diferentes cortes de Justicia, pues la reparación voluntaria sigue inmediatamente a todo perjuicio.
Creo innecesario decir que todas las vergüenza y todas las plagas sociales de las civilizaciones no sinárquicas, miseria de las masas, prostitución, alcoholismo, individualismo feroz en las clases altas, espíritu subversivo en las bajas, e incurias de todo tipo, son desconocidas en esta antigua Sinarquía.
Los rajahs independientes, encargados de las diferentes circunscripciones del suelo sagrado, son iniciados de alto grado.
Estos reyes presiden la Corte suprema de Justicia, y su arbitraje situado por encima de las repúblicas cantonales, conserva aún el carácter magistral que tanto he analizado en La Misión de los Judíos.
En torno al territorio sagrado y su población ya tan considerable, se extiende una confederación sinárquica de pueblos, cuyo total se eleva a más de cuarenta millones de almas.
Los conquistadores europeos que reclamaran por la fuerza lo que sólo una leal alianza podría otorgarles, se enfrentarían en un primer lugar con este escudo.
y si consiguieran romper esta muralla viva, se hallarían frente a frente, como ya he dicho, con trágicas sorpresas, mucho más colosales que las del Templo de Delfos, y con soldados que reviven una y otra vez, ligados entre ellos como los de las Termópilas, seguros como ellos de volver desde el seno mismo de lo Invisible, después de morir, a combatir de nuevo a los profanadores.
Las castas, tal y como las critican justamente los europeos, son desconocidas en el Agarttha. El hijo del último de los parias hindúes puede ser admitido en la Universidad sagrada, y, según sus méritos salir de ella o permanecer en cualquier grado de la jerarquía.
La presentación se hace del modo siguiente.
En el momento ¿el nacimiento, la madre promete por voto a su hijo: es el Nazareno de todos los templos del Ciclo del Cordero.Agartha - Alexander Saint Yves d' Alveydre
Débora Goldstern
Este ocultista francés escribió un libro, Misión de la India en Europa, donde revelaba la naturaleza de Agartha, y mandó a imprimir doscientos ejemplares para ser publicados. Pero ante amenazas provenientes de la India, el autor decidió destruir cualquier rastro del manuscrito.
Un solo ejemplar sobrevivió y fue conservado por el hijo de Saint-Yves, que más tarde regaló al místico Papus. Saint-Yves dijo además que Agharta, que en idioma sáncristo significa Comunidad o Comarca Suprema, se encontraba ubicada en el Desierto del Gobi, o sea en pleno corazón del Asía.
Este nombre, el Agarttha, significa inalcanzable a la violencia, inaccesible a la Anarquía.
Este hierograma solo, podría dar la clave de la respuesta de la Sinarquía trinitaria del Cordero y del Carnero, al triunfo del Gobierno general de la fuerza bruta, ya se llame conquista militar, tiranía política, intolerancia sectaria o rapacidad colonial.
¿Dónde está el Agarttha? ¿En qué lugar preciso se encuentra? ¿Por qué caminos hay que andar, y qué pueblos hay que atravesar para llegar hasta allí?
A esta pregunta, que se harán con toda seguridad los diplomáticos y las gentes de armas, no conviene contestar más de lo que yo lo haré, en tanto no se realice o por lo menos se firme el entendimiento sinárquico.
Pero como sé que en sus mutuas competencias en todo el Asia, algunas potencias rozan sin darse cuenta, este territorio sagrado, como sé, que en caso de un posible conflicto, sus ejércitos pasarán por él, junto a él, por humanidad para con estos pueblos y el propio Agarttha, no dudo en proseguir la divulgación que he comenzado.
En la superficie y en las entrañas de la tierra la extensión real del Agarttha desafía la opresión y la coacción de la profanación y de la violencia.
Si hablar de América, cuyo subsuelo ignorado le ha pertenecido desde la más alta antigüedad, tan sólo en Asia, cerca de quinientos millones de hombres conocen más o menos su existencia y su extensión.
Pero no se encontrará ni un solo traidor entre ellos, para indicar la situación precisa en que se encuentran su Consejo de Dios y su Consejo de los Dioses, su cabeza pontificial y su corazón jurídico.
Si pese a todo esto ocurriera, si pese a sus numerosos y terribles defensores fuese invadida, cualquier ejército invasor, aunque estuviese compuesto por un millón de hombres, vería renovarse la atronadora respuesta del templo de Delfos a las incontables hordas de los sátrapa s persas.
Pidiendo ayuda a las Potencias cósmicas de la Tierra y del Cielo, incluso vencidos, los Templarios y los confederados del Agarttha, podrían, si fuese necesario, hacer estallar parte del Planeta, y tritura con un cataclismo y los profanadores, y su patria de origen.
Por estas causas científicas la parte central de esta tierra santa nunca ha sido profanada pese al flujo y reflujo, a los choques y engullimientos mutuos de los imperios militares, desde Babilonia hasta el reino turanio de la Alta Tartaria, desde Susa hasta Pella, desde Alejandría hasta Roma.
Antes de la expedición de Ram y el dominio de la Raza blanca en Asia, la Metrópolis manávica tenía por centro Ayodhya, la Ciudad solar.
Decidiendo con buena vista el verdadero límite de Europa con Asia, nuestro Gran Antepasado céltico, situó, en los lugares más espléndidos de la Tierra, el Sagrado Colegio a cuya cabeza lo había llevado su iniciación.
Las bibliotecas anteriores permanecieron intactas, gracias a su propia ciencia, pese a todas las reformas intelectuales y sociales que su luminosa iniciativa llevó a cabo.
Más de tres mil años después de Ram, y a partir del cisma de Irshou, el centro universitario de la Sinarquía del Cordero y del Camero sufrió un primer traslado, que no me conviene aclarar más.
Finalmente, casi catorce siglos después de Irshou, poco tiempo después de Çakya Mouni, se decidió otro cambio de lugar.
Baste saber a mis lectores que, en algunas regiones del Himalaya, entre veintidós templos que representan los veintidós Arcanos de Hermes y las veintidós letras de ciertos alfabetos sagrados, el Agarttha forma el Zero místico, el que no puede ser encontrado.
El Zero, es decir Todo o Nada, todo mediante la Unidad armónica, nada sin ella, todo mediante la Sinarquía, nada mediante la Anarquía.
El territorio sagrado del Agarttha es independiente, organizado sinárquicamente y compuesto por una población que se eleva a una cifra de casi veinte millones de almas.
La constitución de la Familia, con la igualdad de sexos en el hogar, la organización de la Comuna, del Cantón y de las circunscripciones que van desde la Provincia al Gobierno central, conservan aún en toda su pureza la huella del genio celta de Ram injertado en la divina sabiduría de las instituciones de Manou.
No entraré aquí en detalles que aparecen abundantemente expuestos en otros lugares.
En todas las Sociedades humanas, la estadística de los crímenes, la miseria y la prostitución, constituye la prueba de sus vicios orgánicos.
En el Agarttha no se conoce ninguno de nuestros horribles sistemas judiciales ni penitenciarios: no existen prisiones.
La pena de muerte no se aplica.
La policía está constituida por los padres de familia.
Los delitos se encomiendan a los iniciados, a los pundits de servicio. Su arbitraje de paz, espontáneamente solicitado por las mismas partes en litigio, evita en casi la totalidad de los casos recurrir a las diferentes cortes de Justicia, pues la reparación voluntaria sigue inmediatamente a todo perjuicio.
Creo innecesario decir que todas las vergüenza y todas las plagas sociales de las civilizaciones no sinárquicas, miseria de las masas, prostitución, alcoholismo, individualismo feroz en las clases altas, espíritu subversivo en las bajas, e incurias de todo tipo, son desconocidas en esta antigua Sinarquía.
Los rajahs independientes, encargados de las diferentes circunscripciones del suelo sagrado, son iniciados de alto grado.
Estos reyes presiden la Corte suprema de Justicia, y su arbitraje situado por encima de las repúblicas cantonales, conserva aún el carácter magistral que tanto he analizado en La Misión de los Judíos.
En torno al territorio sagrado y su población ya tan considerable, se extiende una confederación sinárquica de pueblos, cuyo total se eleva a más de cuarenta millones de almas.
Los conquistadores europeos que reclamaran por la fuerza lo que sólo una leal alianza podría otorgarles, se enfrentarían en un primer lugar con este escudo.
y si consiguieran romper esta muralla viva, se hallarían frente a frente, como ya he dicho, con trágicas sorpresas, mucho más colosales que las del Templo de Delfos, y con soldados que reviven una y otra vez, ligados entre ellos como los de las Termópilas, seguros como ellos de volver desde el seno mismo de lo Invisible, después de morir, a combatir de nuevo a los profanadores.
Las castas, tal y como las critican justamente los europeos, son desconocidas en el Agarttha. El hijo del último de los parias hindúes puede ser admitido en la Universidad sagrada, y, según sus méritos salir de ella o permanecer en cualquier grado de la jerarquía.
La presentación se hace del modo siguiente.
En el momento ¿el nacimiento, la madre promete por voto a su hijo: es el Nazareno de todos los templos del Ciclo del Cordero.Agartha - Alexander Saint Yves d' Alveydre
Débora Goldstern
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