noviembre 27, 2012

CUANDO SE DIVIDIÓ LA TIERRA


«Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet... estos fueron los tres hijos de Noé de los cuales se pobló toda la Tierra».
Así, al relato bíblico del Diluvio le sigue el recital de la Tabla de las Naciones (Génesis 10), un documento singular del cual dudaron los expertos en un principio, debido a que en él había una relación de naciones desconocidas; más tarde, se le desmenuzó críticamente y, por último, después de un siglo y medio de descubrimientos arqueológicos, provocó la sorpresa por su precisión.

Es un documento que conserva gran cantidad de información histórica, geográfica y política en lo referente a la elevación de una exigua humanidad que, desde el lodo y la desolación que siguió al Diluvio, llegó a levantar civilizaciones e imperios.

Dejando para el final al importantísimo linaje de Sem, la Tabla de las Naciones comienza con los descendientes de Jafet («El Hermoso»):
«Y los hijos de Jafet: Gomer, Magog y Madai, Yaván, Túbal, Mések y Tiras. Y los hijos de Gomer: Askanaz, Rifat y Togarmá; los hijos de Yaván: Elisa, Tarsis, los Kittim y los Dodanim. De ellos surgieron las naciones isleñas».
Mientras que las últimas generaciones se difundieron, pues, por las regiones costeras y las islas, lo que pasó desapercibido fue que las primeras siete naciones/hijos se corresponden con las tierras altas de las regiones de Asia Menor, el Mar Negro y el Mar Caspio, zonas que fueron habitables poco después del Diluvio, a diferencia de las bajas regiones costeras y las islas, que no se pudieron habitar hasta mucho después.

Los descendientes de Cam («El Que es Caliente», o también «El de Tono Oscuro»), en primer lugar, «Kus, Misráyim, Put y Canaán», y después todo un ejército de naciones-estado, se corresponden con a las naciones africanas de Nubia, Etiopía, Egipto y Libia, como núcleo central de la repoblación africana, comenzando de nuevo en las zonas topográficamente más elevadas, para difundirse más tarde por las tierras bajas.
«Y Sem, padre de todos los que descienden de Héber, también tuvo descendientes; él era el hermano mayor de Jafet».
Las primeras naciones-hijos de Sem fueron «Elam y Assur, Arpaksad, Lud y Aram», naciones-estado que cubrían las tierras altas del arco que va desde el Golfo Pérsico, por el sur, hasta el Mar Mediterráneo, por el noroeste, bordeando la gran Región-Entre-los-Ríos, que aún no era habitable.

A estas tierras se les podría llamar Tierras Espaciopuerto:
  • Mesopotamia, donde había estado el espaciopuerto de antes del Diluvio
  • la Montaña de los Cedros, donde seguía funcionando el Lugar de Aterrizaje
  • el País de Salem, donde se estableció el Centro de Control de Misiones después del Diluvio
  • la adyacente península del Sinaí, lugar del futuro espaciopuerto
El nombre del antepasado de todas estas naciones, Shem -que significa «Cámara Celeste»-resulta, así pues, bastante elocuente.

Esta división general de la humanidad en tres ramas, tal como se nos cuenta en la Biblia, no sólo estaba en función de la geografía y la topografía de las regiones por las que se distribuyó el hombre, sino también de la división de la Tierra entre los descendientes de Enlil y los descendientes de Enki. A Sem y a Jafet se les muestra en la Biblia como buenos hermanos, mientras que la actitud hacia el linaje de Cam -y especialmente de Canaán- es más bien la de un amargo recuerdo. En toda esta saga nos encontramos con relatos dignos de contar, relatos de dioses y hombres, y relatos de sus guerras...

La leyenda de la división del mundo antiguo en tres ramas coincide también con lo que sabemos acerca del auge de las civilizaciones.

Los expertos han reconocido que hubo un cambio abrupto en la cultura humana hacia el 11000 a.C, momento del Diluvio según nuestros descubrimientos, y han dado en llamar a esa era de domesticación Mesolítico (Edad de Piedra Media). Hacia el 7400 a.C. -exactamente 3.600 años después- se ha reconocido otro avance repentino. Los expertos le han llamado Neolítico (Nueva Edad de Piedra), pero el rasgo principal fue el del cambio de la piedra por la arcilla, además de la aparición de la alfarería.

Y después, «de repente e inexplicablemente», pero exactamente 3.600 años más tarde, tuvo lugar el florecimiento (hacia el 3800 a.C.) de la alta civilización deSumer, en la llanura entre los ríos Tigris y Eufrates. A ésta, le siguió, hacia el 3100 a.C, la civilización del río Nilo; y hacia el 2800 a.C, hizo su aparición la tercera civilización de la antigüedad, la del río Indo.

Estas fueron las tres regiones que se le asignaron a la humanidad; en ellas evolucionaron las naciones de Oriente Próximo, África e Indo-Europa, una división que se reflejó fielmente en la Tabla de las Naciones del Antiguo Testamento.

Éste fue, según las crónicas sumerias, el resultado de unas decisiones deliberadas de los anunnaki:
Los anunnaki que decretan los destinos ,
se sentaron a intercambiar impresiones en cuanto a la Tierra.
Las cuatro regiones crearon.
Con estas sencillas palabras, reflejadas en varios textos sumerios, se decidió el destino de la Tierra y de sus habitantes después del Diluvio. A las tres civilizaciones de la humanidad se les asignaron tres regiones, reteniendo una cuarta los anunnaki para su propio uso. A ésta, se le dio el nombre de TIL.MUN, «Tierra de los Proyectiles». En Escalera al Cielo ofrecimos las evidencias que nos permitían identificar a Tilmun con la península del Sinaí.

En lo referente a la habitación humana, fueron los descendientes de Sem -los «Moradores de las Arenas» de las escrituras egipcias-los que podían residir en las zonas no prohibidas de la península; pero, cuando llegó el momento de asignar el territorio a los anunnaki, surgieron profundas diferencias.

Controlar el lugar del espaciopuerto postdiluviano era lo mismo que controlar las comunicaciones entre la Tierra y Nibiru, como habían demostrado claramente las experiencias con Kumarbi y Zu. De manera que, ante la reavivada rivalidad entre los clanes de Enlil y Enki, se buscó una autoridad neutral para la Tierra de los Proyectiles.

La solución fue ingeniosa. Del mismo linaje que ellos era su hermana Sud. Como hija de Anu, tenía el título de NIN.MAH («Gran Dama»). Ella era una del grupo original de los Grandes Anunnaki que fueron los pioneros en la Tierra, uno de los miembros del Panteón de Doce. Dio un hijo a Enlil, una hija a Enki, y la llamaban cariñosamente Mammi («Madre de los Dioses»). También ayudó a crear al Hombre.

Con sus conocimientos médicos había salvado muchas vidas, y también se la conocía como NIN.TI («Dama de la Vida»), "ero nunca había tenido sus propios dominios, de manera que darle filman como dominio fue una idea a la que nadie se opuso.

La península del Sinaí es un lugar estéril, con altas montañas graníticas en el sur, una meseta montañosa en el centro y una llanura de duro suelo en el tercio norte, rodeada por bajas cadenas montañosas y colmas. Después, hay una franja de dunas de arena que se deslizan hasta la costa del Mediterráneo. Pero donde se puede retener el agua, como en los diversos oasis o lechos de río que se llenan durante las breves lluvias del invierno, manteniendo la humedad por debajo de la superficie, crece una lujuriosa vegetación de palmeras datileras y frutales, donde pastan los rebaños de ovejas y cabras.

Esta región debió de estar tan prohibida hace milenios como lo está ahora. Pero, aunque se le hizo una morada en uno de los lugares reconstruidos de Mesopotamia, Sud decidió tomar posesión personalmente de aquella región montañosa. Aun con todos sus atributos de estatus y de conocimientos, ella siempre jugó un papel secundario.

Cuando llegó a la Tierra, era joven y hermosa (Fig. 36 a); ahora era vieja y la apodaban «La Vaca» (Fig. 36 b) a sus espaldas. De modo que, ya que le habían dado su propio dominio, decidió irse allí. Con orgullo, declaró:
«¡Ahora soy Señora! ¡Permaneceré allí sola, reinando para siempre!».
Fig. 36
Sin poder disuadirla, Ninurta puso en práctica su experiencia en la construcción de represas y en la canalización del agua para hacer habitable la nueva región montañosa de su madre. Se nos habla de estas acciones en la Tablilla IX de «Las Hazañas y Proezas de Ninurta», cuando éste le dice a su madre:
Ya que tú, noble dama,
habías ido sola a la Tierra de Desembarco,
ya que a la Tierra Descorazonadora
sin temor fuiste-una presa levanté para ti,
para que esta tierra pudiera tener una señora.
Completando las obras de irrigación, y llevando gente para que realizara las tareas requeridas, Ninurta le aseguró a su madre que tendría abundante vegetación, maderas y minerales en su morada de las montañas:
Sus valles serán verdes de vegetación,
sus laderas producirán miel y vino para ti,
producirán... árboles zabalum y madera de boj;
sus bancales se adornarán con frutos como en un jardín;
el Harsag te dará la fragancia de los dioses,
te dará brillantes cursos de agua;
sus minas te darán, como tributo, cobre y estaño;
en sus montañas se multiplicará el ganado, grande y pequeño;
El Harsag engendrará criaturas de cuatro patas.
Ciertamente, ésta es una descripción adecuada de la península del Sinaí: una tierra de minas, la principal fuente de cobre, turquesas y otros minerales en la antigüedad; fuente de madera de acacia, que se utilizaba para el mobiliario de los templos; un lugar verde donde se podía conseguir agua; un lugar donde pudieran pastar los rebaños. ¿Será casualidad que el principal río de invierno de la península se siga llamando Arish -«El Labrador»-, siendo éste (Urash) el apodo de Ninurta?

Al hacerle un hogar a su madre en la región de picos graníticos del sur del Sinaí, Ninurta le dio un nuevo título: NIN.HAR.SAG («Dama de la Montaña Prominente»); y aquél fue el título por el que se llamaría a Sud a partir de entonces.

El término «montaña prominente» indica que aquél era el pico más alto de la región. Ésta es la montaña que conocemos en la actualidad como Monte Santa Catalina, un pico reverenciado desde la antigüedad, desde milenios antes de que se construyera el cercano monasterio.

En sus proximidades, se eleva una montaña ligeramente mas baja, la que los monjes llaman Monte Moisés, dando a entender que se trata del Monte Sinaí del Éxodo. Aunque resulta dudoso, S1gue dándose el hecho de que los picos gemelos se tienen por sagrados desde la antigüedad, y creemos que esto se debe a que jugaron un papel de eje en la planificación del espaciopuerto postdiluviano y del corredor de aterrizaje que llevaba hasta él.

Los nuevos planos siguieron los antiguos principios, y para comprender el grandioso diseño postdiluviano tendremos que recordar primero la forma en la que se desarrollaron el espaciopuerto y el corredor de aterrizaje antediluvianos. En aquel entonces, los anunnaki eligieron en primer lugar, como punto focal, los picos gemelos del Monte Ararat, el monte más alto del occidente de Asia y, por tanto, el punto de referencia natural más visible desde el cielo. Los siguientes rasgos naturales y visibles eran el río Eufrates y el Golfo Pérsico.

Trazando una línea imaginaria norte-sur desde el Ararat, los anunnaki determinaron que el espaciopuerto estaría donde la línea corta el río. Después, en diagonal a éste desde la dirección del Golfo Pérsico, en un ángulo exacto de 45°, trazaron el curso de aproximación. Más tarde, establecerían sus poblaciones de forma que marcaran el corredor de aterrizaje, a ambos lados del curso de aproximación. En el punto central, se construyó Nippur como Centro de Control de Misiones; todas las demás poblaciones eran equidistantes de él (Fig. 25).

Las instalaciones espaciales postdiluvianas se planificaron sobre los mismos principios. El Monte Ararat siguió sirviendo como principal punto focal; una línea de 45° señalaba el curso de aproximación, y una combinación de puntos de referencia artificiales esbozaba un corredor de aterrizaje en forma de flecha. Sin embargo, la diferencia estribaba en que, esta vez, los anunnaki tenían a su disposición una plataforma a la medida, la de la Montaña de los Cedros (Baalbek), y la incorporaron en la nueva rejilla de aterrizaje.

Como antes del Diluvio, el doble pico del Ararat sirvió de nuevo como punto de referencia septentrional, anclando el corredor de aterrizaje y el curso de aproximación en su centro (Fig. 37). La línea sur del corredor de aterrizaje conectaba el Ararat con el pico más alto de la península del Sinaí, el Harsag (Monte Santa Catalina), y su gemelo, el Monte Moisés.

La línea norte del corredor de aterrizaje era la línea que se extendía desde el Ararat y, pasando por la plataforma de aterrizaje de Baalbek, proseguía hasta Egipto. Allí, el terreno era demasiado llano para ofrecer un punto de referencia natural, y fue por este motivo, estamos seguros, por lo que los anunnakiconstruyeron los picos gemelos artificiales de las dos grandes pirámides de Gizeh. Pero, ¿dónde había que erigir este punto de anclaje?
Fig. 37
 
Aquí entra en juego una línea imaginaria este-oeste que los anunnaki concibieron arbitrariamente en sus ciencias espaciales. Ellos dividieron arbitrariamente los cielos que circundan la Tierra en tres bandas o «caminos». El septentrional fue el «Camino de Enlil», el meridional era el «Camino de Enki», y el central era el «Camino de Anu». Como separación, estaban las líneas que conocemos como Paralelo 30 norte y paralelo 30 sur.

El paralelo 30 norte parece haber sido particularmente importante -«sagrado». Las ciudades santas, desde la antigüedad, desde Egipto hasta el Tíbet, se han situado sobre él. Se eligió este paralelo como la línea sobre la cual (en la intersección con la línea Ararat-Baalbek) construir las grandes pirámides; y también como la línea que indicaría, en la llanura central del Sinaí, el lugar del espaciopuerto (EP). Una línea, en la mitad exacta del corredor de aterrizaje, el curso de aproximación, tenía que llevar a la situación exacta del espaciopuerto en el paralelo 30.

Creemos que así es como se estableció la rejilla de aterrizaje y se marcó el lugar del espaciopuerto, y que así es como se estableció la localización de las grandes pirámides de Gizeh.

Al sugerir que las grandes pirámides de Gizeh no fueron construidas por los faraones sino, milenios antes, por los anunnaki, es evidente que estamos contradiciendo las teorías oficiales sobre estos monumentos. La teoría de los egiptólogos del siglo XIX, que sostenía que las pirámides de Egipto, incluidas las tres singulares pirámides de Gizeh, fueron erigidas por una sucesión de faraones para que les sirvieran de tumbas, hace tiempo que fue refutada: en ninguna de ellas se han encontrado los cuerpos de los faraones que, supuestamente, las habían construido.

Así, se suponía que la Gran Pirámide de Gizeh la había construido Khufu (Keops), que la pirámide gemela la había hecho un sucesor llamado Chefra (Kefrén), y que la tercera y más pequeña la había construido un tercer sucesor, Menkara (Micerino), todos ellos reyes de la VI Dinastía. Los mismos egiptólogos sugerían que la Esfinge debió ser construida por Kefrén, debido a que estaba situada junto a la calzada que lleva a la segunda pirámide.

Por un tiempo se creyó que se había encontrado la prueba en la más pequeña de las tres pirámides de Gizeh, y la identidad del faraón que la había construido quedó establecida. El mérito de esto se le atribuyó al coronel Howard Vyse y a sus dos ayudantes, que afirmaban haber descubierto dentro de la pirámide el ataúd y los restos momificados del faraón Menkara.

Sin embargo, el hecho -sabido por los expertos desde hace algún tiempo pero, por algún motivo, poco publicitado- es que ni el ataúd de madera ni los restos eran auténticos. Alguien indudablemente, el coronel Vyse y sus amigotes- llevo a la pirámide un ataúd de alrededor de 2.000 años después de que viviera Menkara, así como unos restos humanos de época cristiana, y los puso juntos para montar el más vergonzoso fraude arqueológico

Las teorías actuales en lo referente a los constructores de las pirámides se basan en gran medida en el descubrimiento del nombre de Khufu inscrito en jeroglíficos dentro de un compartimiento de la Gran Pirámide sellado desde antiguo y, así, aparentemente veraz. Lo que ha pasado inadvertido es que el descubridor de esa inscripción fue el mismo coronel Vyse junto con sus ayudantes (en 1837). En Escalera al Cielo hemos reunido evidencias sustanciales que demuestran que esa inscripción fue una falsificación perpetrada por sus «descubridores».

A finales de 1983, un lector de este libro vino a ofrecernos unos registros familiares en donde se demostraba que Vyse pidió ayuda a su bisabuelo, un maestro masón llamado Humphries Brewer, para que se abriera paso al interior de la pirámide a base de pólvora, ¡y que éste fue testigo presencial de la falsificación, y que, al poner objeciones a la acción, fue expulsado del lugar y obligado incluso a abandonar Egipto!

En Escalera al Cielo hemos demostrado que Khufu no pudo ser el constructor de la Gran Pirámide porque él mismo, en una estela que erigió cerca de las pirámides, decía que existía ya en sus tiempos; incluso la Esfinge, erigida supuestamente por un sucesor de Khufu, es mencionada en la inscripción.

Y ahora nos hemos encontrado con que existen evidencias pictóricas de la época de la I Dinastía de faraones mucho antes de Khufu y de sus sucesores- en donde se demuestra conclusivamente que aquellos reyes primitivos ya conocían las maravillas de Gizeh. Podemos ver con toda claridad a la Esfinge, tanto en las representaciones del viaje del rey a la Otra Vida (Fig. 38 a) como en la escena de su investidura a manos de los «Antiguos» que llegaron a Egipto en barco (Fig. 38 b).
Fig.38
 
También presentamos como evidencia la conocida tablilla de la victoria del primer faraón, Menes, que representa su enérgica unificación de Egipto. Por una parte, se le ve llevando la corona blanca del Alto Egipto, derrotando a sus jefes y conquistando sus ciudades. Por la otra, la tablilla le muestra (Fig. 39 a) con la corona roja del Bajo Egipto, avanzando por sus regiones y decapitando a sus jefes.

A la derecha de su cabeza, el artista escribió el epíteto «Nar-Mer» al que se hizo acreedor el rey; a la izquierda, la tablilla representa la estructura más importante de los territorios recién conquistados: la pirámide (Fig. 39 b).
Fig. 39
 
Todos los expertos coinciden en que la tablilla representa realmente los lugares, las fortificaciones y los enemigos con que se encontró Menes en su campaña de unificación del Alto y el Bajo Egipto; sin embargo, el símbolo de la pirámide es el único que parece haber escapado a tan cuidadosa interpretación. Sostenemos que este símbolo, como todos los demás de la tablilla, se dibujó e incluyó de forma tan prominente en la parte del Bajo Egipto porque esa estructura ya existía en aquellos tiempos.

Todo el complejo de Gizeh -pirámides y Esfinge- existía ya, por tanto, cuando se estableció la realeza en Egipto; sus constructores no fueron ni pudieron haber sido los faraones de la VI Dinastía. 
El resto de pirámides de Egipto -más pequeñas y primitivas en comparación con éstas, algunas cayeron incluso antes de ser acabadas, todas desmoronadas- sí que fueron construidas por varios faraones; pero no como tumbas, ni como cenotafios (monumentales tumbas simbólicas), sino como una emulación de los dioses. Pues en la antigüedad se sostenía y se creía que las pirámides de Gizeh y la Esfinge que las acompaña señalaban el camino hacia la Escalera al Cielo -el Espaciopuerto-, que se encontraba en la península del Sinaí.

Al construir pirámides para poder viajar a la Otra Vida, los faraones las adornaban con los símbolos correspondientes, con ilustraciones del viaje, y en varios casos cubrieron las paredes también con citas de El Libro de los Muertos. Las tres pirámides de Gizeh, únicas tanto por su construcción exterior e interior, así como por su tamaño e increíble conservación, se diferenciaban también en que en su interior no había ningún tipo de inscripción ni de decoración. Son estructuras austeras y funcionales que se elevan en la llanura como balizas gemelas, no para servir a los hombres sino a aquéllos «Que Del Cielo a la Tierra Vinieron». 

bibliotecapleyades.net/sitchin

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