Las líneas de Nazca (Perú) es uno de los lugares más misteriosos del mundo. Desde su descubrimiento a comienzos del siglo XX han sido foco de un intenso estudio, generando un sinfín de teorías intentando explicar su origen. Igual de fascinantes, aunque menos conocidas, es una enorme red de líneas situadas en la meseta boliviana, en la región llamada Sajama, al sur de La Paz.Según las primeras observaciones, estas líneas fueron realizadas utilizando el mismo método que el usado en las líneas de Nazca, donde el material oscuro de la superficie, tierra y piedras, ha sido removido y alejado para dejar a la luz la capa de tierra más clara. Hasta el momento, los invest
igadores han contabilizado 436 rutas (se cree que la cantidad es mucho mayor) que van en diferentes direcciones. Estas líneas tienen entre uno y tres metros de ancho y en algunos casos más de 20 kilómetros de longitud, y aunque hasta el momento no se ha podido identificar la civilización que las construyó, estas podrían estar vinculadas a la cosmología andina. Los arqueólogos aún no han podido determinar la fecha aproximada en la que fueron realizados estos geoglifos.
A primeros de año y durante un curso-seminario de un semestre, un grupo de 18 estudiantes y cuatro profesores del Departamento de Antropología de la Universidad de Pensilvania con Alexis Vranich al frente, realizó un estudio "remoto y virtual" por ordenador, mediante planos topográficos y fotografías aéreas de satélite. Los resultados de este estudio virtual fue el siguiente:
Las líneas abarcan un área de 22 mil kilómetros cuadrados, 16 veces más que las famosas líneas de Nazca, en Perú, y constató la existencia de más de 400 rutas. Los científicos estadounidenses de la Universidad de Pensilvania nunca visitaron el Sajama durante la investigación. Todo el trabajo se realizó desde EEUU y mediante imágenes obtenidas por satélite. Según Alexis Vranich, "en el Sajama existe un sistema de geoglifos con forma de líneas o carreteras, las cuales parecen mantener una rectitud notable a pesar de la topografía rugosa y los obstáculos naturales de la zona, que podrían conducir a lugares sagrados o de veneración, aunque en realidad, la finalidad de estos "caminos", que los incas llamaban "ceques", todavía sigue siendo un misterio.
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