marzo 09, 2011

ANTOINE D´ABBADIE ....EL MISTERIO



Situado sobre la cornisa vasca, en Hendaya, en el departamento de los Pirineos atlánticos, el castillo de Antoine d' Abbadie ha sido construido según los planos del arquitecto Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc en un estilo gótico entre 1860 y 1870. El castillo es hoy propiedad de la Academia de las ciencias a la que Antoine d' Abbadie lo había legado en 1895, a condición de que el observatorio fuera dirigido por un sacerdote. Explorador, astrónomo y mecenas de la cultura vasca, Antoine d’Abbadie destacó también en otras disciplinas menos ortodoxas. A un paso de la frontera española, desde la bahía de Txingudi puede contemplarse la silueta de su legado pétreo: un fascinante y misterioso castillo, síntesis de sus profundos conocimientos esotéricos.Antoine d´Abbadie nació en Dublín el 3 de enero de 1810. Sin embargo, desde 1820 y durante la mayor parte de su vida –a excepción de sus prolongados viajes por Europa, América y África– vivió en el Pais Vasco francés- La Enciclopedia Británica lo define como geógrafo, topógrafo, antropólogo, lingüista, numismático, astrónomo y astrólogo. A este espectacular curriculo hay que añadir también su faceta de viajero, que le llevó a recorrer buena parte del mundo, en buena medida para satisfacer su pasión por el estudio de los eclipses.Entre los lugares que mejor conoció destaca Egipto. Allí pasó doce años junto a su hermano Arnaud, realizando un trabajo científico que contemplaba las más diversas disciplinas y que quedó recogido en su obra escrita.Algunos autores sospechan que el auténtico objetivo de su búsqueda era encontrar restos de la civilización Lemur, cuyos orígenes han sido situados en esa región por algunos autores de la tradición esotérica. D’Abbadie también dedicó gran parte de sus esfuerzos a localizar la fuente del Nilo, e incluso creyó haberlo logrado, a pesar de que poco después de su muerte se supiera que estaba equivocado. Sin embargo, su vida encierra aspectos que sus biógrafos oficiales no han alcanzado a ver. Como su habitual presencia en los círculos esotéricos del París de la época. Esto no impidió que se ganara el respeto de la comunidad científica, llegando a ser, en 1882, presidente de la Academia de las Ciencias, de la que era miembro desde 1867 y corresponsal desde 1852.A pesar de toda esta rica y fascinante actividad, y de sus viajes hasta los confines más recónditos del África más profunda, Antoine d’Abbadie también buscó la paz y la tranquilidad. Fue así como se hizo construir un magnífico castillo a orillas del mar, a imagen y medida de sus deseos. En este fascinante edificio reunió todos los conocimientos adquiridos a lo largo de su intensa vida. María Jesús Azkue –presidenta de la Asociación de Astrología de Bizkaia– y su equipo son sin duda quienes mejor conocen la faceta oculta de este personaje irrepetible.En sus trabajos, este grupo ha difundido aspectos ignorados de la vida de este aventurero y esoterista vasco del siglo XIX, un hombre absolutamente adelantado a su tiempo, y ha investigado también el significado de la numerosa simbología que dejó plasmada en su castillo. Según nos relató María Jesús, Antoine d´Abbadie comenzó a construir este castillo –situado en el País Vasco francés–, hacia el año 1860, aunque las obras se prolongaron hasta 1878. De estilo neogótico, el edificio está inspirado en modelos medievales y sus planos son obra del célebre arquitecto y hermetista Viollet-le-Duc.Pero quizá lo más interesante sea el rico y abundante simbolismo recogido tanto en el exterior como en el interior del edificio. La investigadora bilbaína nos explicó que, cuando llegó el momento de realizar la ornamentación del edificio, se colocaron unas gárgolas catedralicias del mismo tipo utilizado en la reconstrucción de Nôtre-Dame de París.Al igual que los misteriosos constructores del medievo, dejó una herencia de piedras cargadas de susurros y fragmentos de historia, que hoy siguen fascinando a los numerosos visitantes de este templo de sabiduría situado junto a la inmensa playa de Hendaya. Son numerosos los detalles decorativos que llaman nuestra atención. Entre ellos destacan 18 conchas de peregrino –símbolo de la elevación espiritual–, situadas en la chimenea del salón y que coinciden en número con las 18 sillas del comedor.El cinco también es una clave presente en otros muchos lugares. Aparece bajo la forma de estrellas de cinco puntas, en el número de los pétalos de las abundantes flores pintadas y en otros detalles………………………….

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