agosto 08, 2012

REGISTROS ANCESTRALES....(1)


El panteón sumerio estaba encabezado por un Círculo Olímpico de doce dioses. Y cada uno de estos dioses supremos debía tener como contrapartida celeste cada uno de los doce planetas del Sistema Solar. En realidad, los nombres de los dioses y los planetas se confundían. Encabezando el panteón, estaba el soberano de Nibiru, ANU, cuyo nombre era sinónimo de «Cielo», pues residía en Nibiru. Su esposa, miembro también de los Doce, se llamaba ANTU. En este grupo estaban los dos hijos más importantes de ANU: E.A («cuya casa es agua»), el primogénito de Anu, pero no de Antu; y EN.LIL («Señor del mandato»), que era el heredero legítimo porque su madre era Antu, hermanastra de Anu. A Ea se le llamaba también en los textos sumerios EN.KI («Señor Tierra»), pues había liderado la primera misión de los anunnaki desde Nibiru a la Tierra, y había fundado en la Tierra sus primeras colonias en el E.DIN («hogar de los justos»), el bíblico Edén.

Parece que su misión era obtener oro, para lo cual la Tierra era una fuente privilegiada. No por motivos ornamentales, sino parece que para salvar la atmósfera de Nibiru, suspendiendo oro en polvo en la estratosfera del planeta. Tal como se explica en los textos sumeriosse envió a Enlil a la Tierra para que asumiera el mando cuando los métodos de extracción inicial utilizados por Enki se demostraron insatisfactorios. Con esto, se sentaron las bases para una desavenencia continua entre los dos hermanastros y sus descendientes, una desavenencia que llevó a las guerras de los dioses y terminó con un tratado de paz elaborado por la hermana de ambos, Ninti, a partir de entonces, llamada Ninharsag.
La Tierra habitada se dividió entre los contendientes. A los tres hijos de Enlil: Ninurta, Sin y Adad, junto con los hijos gemelos de Sin: Shamash (el Sol) e Ishtar (Venus), se les dieron las tierras de Sem y de Jafet, las tierras de los semitas y de los indoeuropeos: a Sin (la Luna), las tierras bajas de Mesopotamia; a Ninurta (el «guerrero de Enlil»), las tierras altas de Elam y Asiría; a Adad («El atronador»), Asia Menor, el país de los hititas, y Líbano. A Ishtar se le concedió el dominio del Valle del Indo; y a Shamash se le dio el mando del puerto espacial en la península del Sinaí.
Esta división daba a Enki y a sus hijos las tierras de Cam: la civilización del Valle del Nilo y las minas de oro del sur y el oeste de África. Enki, gran científico y metalúrgico, recibió en Egipto el nombre de Ptah «el constructor», un título que se tradujo en Hefesto para los griegos y enVulcano para los romanos. Éste compartía el continente con sus hijos, entre los que estaba el primogénito MAR.DUK «hijo del montículo brillante», al cual los egipcios llamaron Ra, y NIN.GISH.ZI.DA «Señor del Árbol de la Vida», al cual los egipcios llamaron Thot, el Hermes de los griegos, dios de los conocimientos secretos, entre los que estaban la astronomía, las matemáticas y la construcción de pirámides.
Los conocimientos impartidos por este panteón de dioses, las necesidades de los dioses que habían llegado a la Tierra y el liderazgo de Thot fueron los que llevaron a los olmecas africanos y a los barbados de Oriente Próximo hasta el otro lado del mundo. Y, después de llegar a Mesoamérica por la costa del Golfo de México, del mismo modo que los españoles y ayudados por las mismas corrientes, pero milenios antes, cruzaron el istmo de Mesoamérica y, del mismo modo que los españoles, viajaron hasta las tierras de América Central y más allá. Pues allí era donde estaba el oro.
Hace más de 100.000 años, según lasTablillas Sumerias, Kaín mató a su hermano Abael. En castigo, fue desterrado por los Dioses a las Tierras de Más Allá del Océano. Según Sitchin, esta tierra era América, y más precisamente, Norteamérica. La «Marca de Kaín» citada en el Génesis, era una pequeña modificación genética que convirtió a los descendientes de Kaín en una raza lampiña, y de piel roja o morena. Desde Norteamérica, Kaín y sus descendientes fueron desplazándose por el resto del Continente.
Hace unos 52.000 años, el Anunnaki Ninurta, hijo mayor de Enlil, fue asignado al Perú para establecer un Centro de Control de Misión al pie de los Andes. Bajo su dirección, Kaín construyó en Centroamérica la Ciudad de Enoch, en el mismo lugar donde muchos milenios después, los aztecas construirían Tenochtitlán y, finalmente, los mexicanos Ciudad de México.
Tras el Gran Diluvio, hace unos 12.000 años, los Anunnaki construyeron Tiahuanaco, que los indios Hopi de Norteamérica recuerdan con el nombre de Tahoma. Según las Tradiciones Hopi, ellos vivían en un Continente en el Pacífico Sur, que ellos recuerdan con el nombre de Kasskara. Un grupo de sobrevivientes al Gran Diluvio que sumergió Kasskara, llegó a las costas de Sudamérica, y con el correr de los milenios, se fue desplazando hacia el Norte, hasta su actual ubicación.
El Tridente de Paracas (símbolo del Anunnaki Ishkur), y los Geoglifos de Nazca, en Perú, también serían obra de los Anunnaki, según Sitchin. La Planicie de Nazca habría sido usada a modo de Espaciopuerto improvisado durante la partida de los Líderes Anunnaki hace 2.500 años. Las misteriosas Líneas de Nazca podrían corresponder al despegue y aterrizaje de Naves con las últimas cargas de Oro para el Planeta Nibiru. Y las figuras pudieron haber sido hechas por los Anunnaki, en conjunto con los habitantes del lugar, como pasatiempo (quizá los lugareños hicieron los dibujos en papel, y los Anunnaki los plasmaron en la superficie desde lo alto).
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Antes que los incas, los chimús y los mochicas, una cultura que los expertos llaman chavín,floreció en las montañas que hay al norte de Perú, entre la costa y la cuenca del Amazonas. Uno de los primeros exploradores, Julio C. Tello la llamó matriz de la civilización andina. Se remonta, al menos, hasta el 1500 a.C, y, al igual que la civilización olmeca en México, y por la misma época, surgió de repente.
La cultura chavín, que abarcaba una vasta región cuyas dimensiones se siguen expandiendo a medida que se hacen nuevos descubrimientos, parecía estar centrada en un lugar llamado Chavín de Huantar, cerca del pueblo de Chavín, al que debe su nombre. Está situado a 3.000 metros de altitud, en la Cordillera Blanca del noroeste de los Andes. Allí, en un valle de montaña donde los afluentes del río Marañón forman un triángulo, se allanó una extensión de casi 30.000 metros cuadrados que se adecuó para la construcción de estructuras diseñadas según un plan preconcebido. Los edificios y las plazas no sólo forman rectángulos y cuadrados, sino que también se les alineó de forma precisa con los puntos cardinales, con un eje principal este-oeste. Los tres edificios principales se yerguen sobre terrazas que los elevan y los apoyan contra la muralla externa occidental, que discurre a lo largo de 150 metros. La muralla, que al parecer rodeaba el complejo por tres de sus lados, tenía unos doce metros de altura.
El edificio más grande era el de la esquina sudoeste. Estaba construido con bloques de piedra bien moldeados, dispuestos en hileras regulares y niveladas. Por los restos que aún quedan, se deduce que las paredes estaban recubiertas en la parte exterior con losas de piedra parecidas al mármol y algunas aún conservan las incisiones para sus motivos decorativos. Desde una terraza de la parte este, una monumental escalinata llevaba a través de un pórtico imponente hacia el edificio principal. El pórtico estaba flanqueado por dos columnas cilíndricas, algo de lo más inusual en América del Sur, que, junto con unos bloques de piedra verticales, daban soporte a un dintel horizontal de más de 9 metros, hecho con un solo bloque. Más arriba, otra monumental escalinata doble llevaba a la parte superior del edificio. Estaba construida con piedras perfectamente talladas y moldeadas, que recuerdan a las de las grandes pirámides de Egipto. Las dos escalinatas llevaban a la parte superior del edificio, donde los arqueólogos han descubierto los restos de dos torres.
La terraza oriental, que forma parte de la plataforma sobre la que se construyó este edificio, llevaba a una plaza a la que se accedía a través de unos escalones ceremoniales y que estaba rodeada en tres de sus lados por plataformas rectangulares. Justo por la parte externa de la esquina sudoccidental de esta plaza y perfectamente alineado con las escalinatas del edificio principal y su terraza, había un gran peñasco plano, con siete agujeros y una hornacina rectangular.
Por dentro de las tres estructuras discurrían pasillos y pasadizos laberínticos, entremezclados con galerías, habitaciones y escaleras. Algunos de los pasadizos no tenían salida, lo que acrecentaba la sensación laberíntica, y algunas de las paredes de las galerías se recubrieron con losas lisas, delicadamente decoradas. Todos los pasadizos están techados con losas de piedra que se colocaron con tan gran habilidad y que han soportado el paso de los milenios. Hay hornacinas y salientes sin propósito aparente, así como conductos verticales que los arqueólogos creen que podrían haber servido para la ventilación.
¿Para qué se construyó Chavín de Huantar? Sus descubridores creen que fue un centro religioso, una especie de Meca de la antigüedad. Esta idea se vio potenciada por el descubrimiento de tres enigmáticas reliquias. Una de ellas, que desconcierta por sus complejas imágenes, la descubrió Tello en el edificio principal y se le ha dado en llamar el Obelisco de Tello. En sus grabados se puede observar una gran cantidad de cuerpos y rostros humanos, con garras felinas o alas. Hay animales, pájaros, árboles, dioses que emiten rayos que parecen cohetes y gran variedad de diseños geométricos. ¿Sería un tótem que servía para el culto, o la tentativa de un antiguo artista por transmitir los mitos y leyendas? Nadie ha podido dar hasta el momento una respuesta.
Hay una segunda piedra tallada a la que se ha dado en llamar el Monolito de Raimondi, por el arqueólogo que lo descubrió en un terreno cercano. Se cree que en un principio se elevaba en la parte superior del peñasco del extremo suroccidental de la plaza, en línea con la monumental escalinata. En la actualidad, se exhibe en el museo de Lima.
El artista grabó sobre esta columna de granito de casi dos metros y medio de altura la imagen de una deidad que sostiene un arma, que algunos creen que es un rayo. Aunque el cuerpo y las extremidades de esta deidad son esencialmente antropomórficos, el rostro no lo es. El rostro desconcierta a los expertos porque no representa a ninguna criatura de la región, sino que parece ser la idea del artista de lo que los expertos han dado en llamar un animal mitológico. Sin embargo hay quienes opinan que el rostro de la deidad es el de un toro, animal completamente desconocido en Sudamérica, pero que aparece mucho en la tradición y en la iconografía del Oriente Próximo de la antigüedad. Curiosamente el toro era el animal de culto del dios Adad y la cordillera que atraviesa sus dominios en Asia Menor todavía recibe el nombre de Montes de Tauro.
El tercer descubrimiento consiste en una extraña y enigmática columna de piedra grabada en Chavín de Huantar, que recibe el nombre de El Lanzón. Se descubrió en el edificio del medio y ha permanecido allí porque su altura excede los tres metros de altura de la galería en donde se eleva. Así, el extremo superior del monolito sobresale del suelo en el nivel superior a través de una abertura cuadrada cuidadosamente tallada. La imagen que aparece en este monolito ha sido objeto de muchas especulaciones, ya que también parece representar el rostro de un toro. ¿Quiere esto decir que quien erigió este monumento adoraba al dios Tauro?
En general, fue el alto nivel artístico de los objetos lo que más impresionó a los expertos y les llevó a considerar la cultura chavín como la cultura matriz del Perú norte y central, y a creer que aquel lugar era un centro religioso. Pero recientes descubrimientos en Chavín de Huantar hacen pensar que su fin no era religioso, sino funcional. En las últimas excavaciones apareció toda una red de túneles subterráneos tallados en la roca viva que formaban una especie de panal por todo el emplazamiento, tanto debajo de las zonas construidas como de las no construidas, y servía para conectar varias series de compartimientos subterráneos dispuestos en cadena.
De hecho, fue el trabajo con la piedra de los objetos artísticos el que parece proporcionar una respuesta a la pregunta de quiénes fueron los habitantes de Chavín de Huantar. Las habilidades artísticas y los estilos escultóricos de la piedra recuerdan sorprendentemente el arte olmeca de México. Entre otros fascinantes objetos se encuentra un receptáculo con forma de jaguar-gato, un toro-felino, un cóndor-águila, un cuenco con forma de tortuga, gran cantidad de vasijas y otros objetos decorados con jeroglíficos hechos con colmillos entrelazados, un motivo que decora tanto las losas de las paredes como los objetos. Sin embargo, también había losas de piedra decoradas con motivos egipcios, tales como serpientes, pirámides y el sagrado Ojo de Ra. Y también había fragmentos de bloques de piedra grabados que mostraban motivos mesopotámicos, como las deidades dentro de los discos alados o imágenes de dioses que llevan tocados cónicos, que identifican claramente a los dioses en Mesopotamia.
Las deidades que portan tocados cónicos tienen rasgos faciales de aspecto africano, y el hecho de haber sido grabados en huesos indicaría que se trata de las más antiguas representaciones artísticas de este lugar. ¿Es posible que en época tan temprana hubiera africanos en este lugar de Sudamérica? La respuesta es que sí que hubo negros africanos en esta zona, concretamente en un lugar llamado Sechín, en la que dejaron como recuerdo sus retratos. En todos estos lugares hay docenas de piedras grabadas que llevan imágenes de esta gente; en la mayoría de los casos, se les puede ver sosteniendo algún tipo de herramienta y, en muchos casos, se representa al ingeniero relacionado con un símbolo de obras hidráulicas.
En los lugares costeros que llevan a los emplazamientos chavín en las montañas, los arqueólogos han encontrado cabezas esculpidas que debieron de representar a los visitantes semitas. Una de ellas era tan increíblemente similar a las esculturas asirías que su descubridor, H. Ubbelohde-Doering, la apodó el Rey de Asiría. Pero no está claro que estos visitantes hubieran llegado a los emplazamientos de las montañas, al menos no con vida, ya que se han encontrado cabezas de piedra esculpidas con rasgos semitas en Chavín de Huantar, pero la mayor parte de ellas muestran muecas grotescas o mutilaciones y están clavadas como trofeos en las murallas que rodean el lugar.
La edad de Chavín sugiere que la primera oleada de estos emigrantes del Viejo Mundo, tanto olmecas como semitas, llegó allí hacia el 1500 a.C. De hecho, fue durante el reinado del duodécimo monarca del Imperio Antiguo cuando, según cuenta Montesinos, «llegaron a Cuzco noticias del desembarco en la costa de unos hombres de gran estatura… gigantes que se estaban asentando por toda la costa» y que tenían herramientas de metal. Después de un tiempo, se trasladaron hacia el interior, hacia las montañas. El monarca envió emisarios para que le proporcionaran información del avance de los gigantes, no fuera que se acercaran demasiado a la capital. Pero los gigantes provocaron la ira del Gran Dios, y éste los destruyó. Estos acontecimientos tuvieron lugar casi un siglo antes de la detención del Sol que acaeció hacia el el 1500 a.C , momento en el que se construyeron las instalaciones hidráulicas de Chavín.
Pero no se trata de los gigantes que saqueaban el país y violaban a las mujeres, según Garcilaso, algo que sucedió en tiempos de los mochicas hacia el 400 a.C. De hecho, fue entonces, como ya hemos visto, cuando los dos grupos, olmecas y semitas, entremezclados, huían de Mesoamérica. Sin embargo, su destino no fue diferente en el norte de los Andes. Además de las grotescas cabezas de piedra semitas encontradas en Chavín de Huantar, también se han hallado imágenes de cuerpos de negroides mutilados por toda la región, y en especial en Sechín. Y así fue como, después de unos 1.000 años en el norte de los Andes y casi 2.000 en Mesoamérica, la presencia africana-semita llegó a un trágico final.
Aunque algunos africanos pudieron llegar más al sur, como atestiguan los descubrimientos de Tiahuanacu, la expansión africano-semita en los Andes proveniente de Mesoamérica no parece que fuera más allá de la región de la cultura chavín. Los relatos de gigantes destruidos por la mano divina son algo más que una leyenda, pues es bastante posible que allí, en el norte de los Andes, se encontraran los reinos de dos “dioses”, con una frontera invisible. Decimos esto porque, en aquel lugar ya habían estado presentes otros hombres blancos. Se les retrató en bustos de piedra, con turbantes, con símbolos de autoridad, y decorados con lo que los expertos llaman animales mitológicos.
Estos bustos se han encontrado en su mayor parte en un lugar cercano a Chavín llamado Aija. Sus rasgos faciales, en especial sus rectas narices, los identifican como indoeuropeos. Sólo podían ser originarios de Asia Menor y Elam, en el sureste, y tal vez del valle del Indo. ¿Es posible que gente de tan distantes tierras cruzara el Pacífico y llegara a los Andes en tiempos prehistóricos? El nexo, que evidentemente existió, se confirma en unas representaciones que ilustran las hazañas de un antiguo héroe de Oriente Próximo cuyos relatos se contaban una y otra vez.
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El 11 de agosto de 3114 a.C. comenzó la cuenta regresiva de los mayas hasta el año 2012.
La Calle de los Muertos apuntaba a la posición de las Pléyades.
En Izapa, un lugar cercano a la costa del Pacífico, en la frontera entre México y Guatemala, convivieron olmecas y mayas. Este lugar ha sido reconocido como el yacimiento arqueológico más grande de la costa del Pacífico, en América del Norte y Central. Izapa tiene 2.500 años de ocupación continua, desde el 1500 a.C., fecha confirmada con la datación por radiocarbono, hasta el 1000 d.C. Dispuso de las típicas pirámides y de los juegos de pelota, pero lo que más maravilló a los arqueólogos fueron los grabados en sus monumentos de piedra. El estilo, la imaginación, el contenido mítico y la perfección artística de estas tallas han llevado a hablar de un estilo Izapa y en la actualidad se reconoce que fue desde donde se difundió este estilo a otros lugares de las áreas del Pacífico en México y Guatemala. Fue un arte perteneciente al período preclásico olmeca primitivo y medio, adoptado posteriormente por los mayas
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Los arqueólogos de la Fundación Arqueológica de la Universidad Bringham Young no tienen duda de que estaba orientado hacia los solsticios en el momento de su fundación, y que, incluso, los distintos monumentos estaban alineados deliberadamente con los movimientos planetariosLos temas religiosos, cosmológicos y mitológicos se entremezclan con temas históricos en las tallas de piedra, en las que pueden verse variadas representaciones de deidades aladas. Particularmente interesante es una gran piedra grabada cuyo frontal ocupa 2,78 metros cuadrados, nombrada por los arqueólogos como Estela 5 de Izapa, encontrada juntamente con un importante altar de piedra.
Hay un Árbol de la Vida que crece junto a un río, como un fantástico mito visual relativo a la génesis de la humanidad. Un anciano con barba sentado a la izquierda de la estela es el que cuenta este relato mítico-histórico, mientras un hombre de aspecto maya lo vuelve a contar desde la derecha del observador de la estela. La escena está llena de vegetación, pájaros y peces, así como de figuras humanas. Curiosamente, dos de las figuras centrales representan a hombres que tienen el rostro y los pies de elefante, un animal completamente desconocido en América. El de la izquierda interactúa con un olmeca con casco, lo cual refuerza la opinión de que los Olmecas, representados en enormes cabezas de piedra, eran de origen africano.
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