octubre 19, 2012

EL DÍA EN QUE EL SOL SE DETUVO..(2)



Afortunadamente, por increíbles que puedan sonar, nuestras conclusiones se pueden demostrar.


La primera prueba de la veracidad de los acontecimientos y las cronologías recopiladas por Montesinos ya se ha dado.

Un elemento clave en la presentación de Montesinos es la existencia de un antiguo imperio, de un linaje de reyes en Cuzco que finalmente se vieron obligados a dejar la capital y a buscar refugio en Un apartado lugar de las montañas llamado Tampu-Tocco. Este interregno duró un millar de años; por fin, se eligió a un joven de noble estirpe para que llevara al pueblo de vuelta a Cuzco y fundara la dinastía inca.

¿Existió un Tampu-Tocco, y sería un lugar identificable a partir de las señales que diera Montesinos? Esta pregunta ha intrigado a muchos. En 1911, Hiram Bingham, de la Universidad de Yale, buscando las ciudades perdidas de los incas, encontró el lugar; en la actualidad, se le llama Machu Picchu.

Bingham no estaba buscando Tampu-Tocco cuando puso en marcha ésta su primera expedición; pero después de volver una y otra vez y de las exhaustivas excavaciones que se realizaron durante más de dos décadas, llegó a la conclusión de que Machu Picchu era en realidad la perdida capital provisional del Antiguo Imperio. Sus descripciones del lugar, que siguen siendo las más completas, se encuentran en sus libros Machu Picchu, a Citadel of the Incas y The Lost City of the Incas.

La razón principal para creer que Machu Picchu es la legendaria Tampu-Tocco es la pista de las Tres Ventanas. Montesinos anotó que «en el lugar de su nacimiento, el Inca Rocca ordenó que se hicieran unas obras consistentes en un muro de albañilería con tres ventanas, que eran el emblema de la casa de sus padres, de los cuales descendía». El nombre del lugar al cual la casa real había ido desde la afligida capital, Cuzco, significaba «refugio de las tres ventanas».

No debería de sorprender que un lugar se llegara a reconocer por sus ventanas, dado que ninguna casa en Cuzco, desde la más humilde hasta la más grandiosa, tenía ventanas. Que un lugar se reconociera por un número concreto de ventanas -tres- sólo podía ser como consecuencia de su singularidad, antigüedad o santidad de tal construcción. Esto es lo que sucedía con Tampu-Tocco, en donde, según las leyendas, había una construcción con tres ventanas que jugó un importante papel en la aparición de las tribus y en el inicio del antiguo imperio en Perú, una construcción que debía de ser, por tanto, «el emblema de la casa de sus padres, de los que [el Inca Rocca] descendía».



La leyenda y el legendario lugar aparecen en el relato de los hermanos Ayar. Según lo cuenta Pedro Sarmiento de Gamboa (Historia general llamada Yndica) y otros de los primeros cronistas, los cuatro hermanos Ayar y sus cuatro hermanas, después de que los creara el dios Viracocha en el lago Titicaca, llegaron o fueron llevados por el dios a Tampu-Tocco, en donde «salieron de dicha ventana por orden de Tici-Viracocha, declarando que Viracocha los creó para que fueran señores».

El mayor de los hermanos, Manco Capac, llevaba un emblema sagrado con la imagen de un halcón, y llevaba también una varilla de oro que el dios le había dado para que localizara el lugar exacto de la futura capital, Cuzco. El viaje de las cuatro parejas de hermanos-hermanas comenzó pacíficamente; pero no tardaron en aparecer los celos. Con el pretexto de haber olvidado ciertos tesoros en una cueva en Tampu-Tocco, se envió al segundo hermano, Ayar Cachi, para que los recuperara. Sin embargo, esto no fue mas que un ardid de los otros tres hermanos para encerrarlo en la cueva, en donde se convirtió en piedra.

Por tanto, según estos relatos, Tampu-Tocco data de tiempos muy antiguos:

«El mito de los Ayar -escribía H. B. Alexander en Latín American Mythology-, nos remonta a la época megalítica y a las cosmogonías relacionadas con el Titicaca».
Cuando los exiliados abandonaron Cuzco, fueron a un lugar que ya existía, un lugar en donde una construcción con tres ventanas había jugado ya un importante papel en acontecimientos aún más antiguos. Sabiendo esto es como podemos pasar ahora a hablar de Machu Picchu, pues es allí donde se encontró una construcción con tres ventanas en una de sus paredes, detalle que no se ha visto en ninguna otra parte del antiguo Perú.
«Machu Picchu, o Gran Picchu, es el nombre quechua de un agudo pico que se eleva a más de tres mil metros sobre el nivel del mar y a más de mil doscientos metros sobre los rugientes rápidos del río Uru-bamba, cerca de la sierra de San Miguel, a dos días de duro viaje hacia el norte de Cuzco -escribió Bingham-.

l noroeste del Machu Picchu existe otro hermoso pico, rodeado de magníficos precipicios, llamado Huayna Picchu, o Pequeño Picchu. En la estrecha cresta que se extiende entre los dos picos se encuentran las ruinas de una ciudad inca cuyo nombre se ha perdido entre las sombras del pasado... Es posible que representen a dos antiguos lugares, Tampu-Tocco, el lugar de nacimiento del primer Inca, y Vilcabamba Viejo.»
En la actualidad, el viaje de Cuzco a Machu Picchu, que se encuentra a una distancia de 120 kilómetros en línea recta, no precisa de dos días de duro viaje, como necesitó Bingham para llegar aquí. Un tren que traquetea montañas arriba y abajo, atravesando túneles y cruzando puentes, y ciñéndose a las laderas que flanquean el río Urubamba, llega allí en menos de cuatro horas. En otra media hora, un aterrador autobús lleva desde la estación del tren hasta la ciudad. La sobrecogedora panorámica es tal como la describió Bingham.

En la ensilladura que hay entre los dos picos se levantan casas, palacios y templos -ya todos sin techo-, rodeados de bancales que cuelgan sobre las laderas, dispuestos para el cultivo. El pico del Huayna Picchu se eleva en el noroeste como un centinela (Fig. 72); más allá de él y a su alrededor, los picos compiten entre sí hasta donde alcanza la vista. En el fondo, el río Urubamba forma una garganta en forma de herradura que circunda en parte la alta posición de la ciudad, recortando sus abundantes aguas un sendero blanquecino en el verde esmeralda de la selva.


Como le corresponde a una ciudad que, según creemos, sirvió al principio como modelo para Cuzco y después la imitó, Machu Picchu estaba compuesta también por doce distritos o grupos de construcciones. Las agrupaciones reales y sacerdotales están al oeste, y las residenciales y funcionales (ocupadas en su mayor parte por las vírgenes y las jerarquías del clan) al este, separadas por una serie de amplias terrazas.


El pueblo llano, que trabajaba y cultivaba las laderas abancaladas, vivía fuera de la ciudad y en los campos de los alrededores (muchas de estas aldeas se han encontrado desde que Bingham llegara a Machu Picchu).
Figura 72


Los diferentes estilos de construcción, al igual que en Cuzco y en otros emplazamientos arqueológicos, sugieren diferentes fases de ocupación. Las viviendas están construidas en su mayor parte con piedras del campo sujetas con argamasa. Las residencias reales están construidas con sillares colocados en hileras, tan finamente tallados y desbastados como en Cuzco. Después, hay una construcción en donde la obra es tan perfecta que no tiene igual; y también están los bloques megalíticos poligonales. En muchos casos, los restos de la primitiva época megalítica y de los tiempos del Antiguo Imperio han permanecido como estaban; en otros, es obvio que se construyó con posterioridad sobre las primitivas hiladas.


Mientras que los distritos orientales ocupaban cada metro cuadrado disponible de la cima de la montaña y se extendían desde la muralla de la ciudad por el sur hasta el norte, en la medida en que el terreno lo permitía, y hacia el este en bancales agrícolas y de enterramientos, el grupo de distritos occidental, que también comenzaba en la muralla, se extendía hacia el norte sólo hasta los límites de una plaza sagrada, como si una línea invisible demarcara el terreno sagrado que no podía ser invadido.

Más allá de esa línea invisible de demarcación, y frente a la gran plaza aterrazada que hay al este, están las ruinas de lo que Bingham identificó como la Plaza Sagrada, principalmente «porque en dos de sus lados están los templos más grandes», uno de los cuales muestra las tres ventanas cruciales. Es aquí, en la construcción de lo que Bingham llamó el Templo de las Tres Ventanas y, junto a él, en la Plaza Sagrada, el Templo Principal, donde los bloques megalíticos poligonales se utilizaron en Machu Picchu.


La forma en la que se tallaron, se modelaron, se desbastaron y se encajaron, sin argamasa, los sitúa junto con los bloques ciclópeos de piedra y las construcciones megalíticas de Sacsahuamán; y, sobrepasando cualquier poligo-nalidad vista en Cuzco, uno de los bloques de piedra de Machu Picchu tiene 32 ángulos.


El Templo de las Tres Ventanas se levanta en el extremo oriental de la Plaza Sagrada; los ciclópeos bloques de piedra de su muro oriental se elevan muy por encima del nivel de la terraza que hay al oeste (Fig. 73), permitiendo una amplia visión en esta dirección a través de las tres ventanas (Fig. 74). De forma trapezoidal, sus alféizares se recortan en las piedras ciclópeas que forman la pared misma.


Al igual que en Sacsahuamán y en Cuzco, el tallado, el modelado y la angulación de las duras piedras de granito se hizo como si se tratara de suave masilla; también aquí, los bloques de piedra de granito blanco tuvieron que ser traídos desde grandes distancias, a través de terreno escabroso y ríos, bajando valles y subiendo montañas.
Figura 73


El Templo de las Tres Ventanas sólo tiene tres paredes, estando su lado occidental completamente abierto; hay allí un pilar de piedra de algo más de dos metros de alto (véase Fig. 74).

Bingham supuso que podría haber soportado un techo, pero admitió también que habría sido «un dispositivo que no se había encontrado en ningún otro edificio». Según nuestra opinión, aquel pilar, junto con las tres ventanas, cumplía algún fin de orientación astronómica.
Figura 74

Figura 75

Frente a la Plaza Sagrada, por el norte, se encuentra la construcción que Bingham llamó el Templo Principal; tiene también sólo tres paredes, de algo más de 3,5 metros de altura. Descansan sobre bloques de piedra ciclópeos o están construidas con ellos; la pared occidental, por ejemplo, está construida con sólo dos bloques de piedra gigantes, sujetos con una piedra en forma de T. Un enorme monolito, que mide 4,2 por 1,5 por 1 metros, descansa contra la pared central norte, en la cual hay siete hornacinas que imitan ventanas trapezoidales, aunque no lo son (Fig. 75).


Una sinuosa escalinata lleva desde el límite septentrional de la Plaza Sagrada hasta una colina cuya cima se allanó para que sirviera como plataforma delIntihuatana, una piedra tallada con gran precisión para observar y medir los movimientos del Sol (Fig. 76).


El nombre significa «lo que ata al sol», y se supone que ayudaba a determinar los solsticios, cuando el Sol se mueve muy al norte o al sur, momento en el cual se celebraban ritos para «atar al Sol» y hacerlo volver, no fuera que siguiera yéndose y desapareciera, devolviendo a la Tierra a una oscuridad que ya había sufrido en una ocasión anterior, según las leyendas.
Figura 76


En el extremo opuesto de esta parte -sagrada y real- occidental de Machu Picchu, justo al sur del distrito real, se eleva otro magnífico (e inusual) edificio de la ciudad. Llamado el Torreón por su forma semicircular; está construido con sillares -piedras talladas, modeladas y desbastadas- de una perfección nunca vista, sólo pareja a la de los sillares del muro semicircular que rodeaba el Santo de los Santos de Cuzco.

El muro semicircular, que se alcanza a través de siete escalones (Fig. 77), crea su propio recinto sagrado, en cuyo centro hay una roca tallada y modelada con incisiones de ranuras. Bingham encontró evidencias de que esta roca y las paredes cercanas sufrían los efectos de fuegos periódicos, y llegó a la conclusión de que tanto la roca como el recinto se utilizaban para sacrificios y otros rituales relacionados con la veneración de la roca.
Figura 77


(Esta roca sagrada en el interior de una construcción especial nos trae a la cabeza la roca sagrada que forma el corazón del Monte del Templo en Jerusalén, así como la Kaaba, la piedra negra oculta en el interior de la mezquita de La Meca.)


La santidad de la roca de Machu Picchu no proviene de su protuberante extremo superior, sino de lo que se encuentra debajo. Es una enorme roca natural en cuyo interior existe una cueva, ampliada y modelada artificialmente con formas geométricas precisas que, aunque no lo son, parecen escaleras, asientos y antepechos (Fig. 78).


Además, el interior se mejoró con sillares de granito blanco del color y el grano más puros. Bingham supuso que la cueva natural original se amplió y se realzó para conservar momias reales, traídas allí por la sacralidad del lugar. Pero, ¿por qué era sagrado, y tan importante como para albergar a los reyes fallecidos?

Figura 78


Esta pregunta nos lleva de vuelta a la leyenda de los hermanos Ayar, uno de los cuales fue encerrado en una cueva en el Refugio de las Tres Ventanas. Si elTemplo de las Tres Ventanas era aquel lugar legendario, y la cueva también lo era, las leyendas confirmarían el lugar como la legendaria Tampu-Tocco.


Sarmiento, uno de los cronistas españoles que a su vez fue también un conquistador, daba cuenta en su Historia de los incas de una leyenda local según la cual el noveno Inca (hacia el 1340 d.C),.

bibliotecapleyades.net

No hay comentarios:

Entradas populares