octubre 20, 2012

El Pescador...¿ ERA REALMENTE EL ÚLTIMO HOMBRE EN LA TIERRA ?...(6)



LA NUEVA RAZA -

Una suave lluvia despertó al pescador de su profundo sueño. Las nubes habían aparecido por primera vez desde que la furia del océano le llevó a la nueva tierra y ahora estaba recibiendo en su cuerpo la maravillosa sensación de su frescura. Abrió la boca de forma instintiva dejando que el azar humedeciera su garganta, permaneciendo así un buen rato. Junto a él, continuaba durmiendo plácidamente la pequeña mujer, totalmente ajena al regalo que la naturaleza les estaba ofreciendo. La hoguera que su salvadora encendió para mitigar con su tenue luz la oscuridad de la noche, hacía tiempo que había dejado de cumplir su cometido. Los rayos del Dios Sol, mitigados por las espesas nubes portadoras del líquido de la vida, Iluminaban de nuevo la tierra de Levante. Lentamente, comenzó a realizar una serie de leves movimientos que le permitieron comprobar que iba recuperando sus fuerzas y que le posibilitaron el poder incorporarse, no sin gran esfuerzo, hasta quedar sentado. Animado por la respuesta de su todavía débil cuerpo, continuó levantándose hasta que pudo ponerse en pie.

Erguido, quedó junto al cuerpo de la mujer contemplando como el agua de la lluvia iba disolviendo el barro que cubría su cuerpo y su cabello. Le fascinaba aquel ser, su pelo negro, su piel morena y su pequeña estatura, representaba una ruptura con los estereotipos propios de lo que se suponía que era la única especie humana del planeta, la del reino de los hombres y, sin embargo, ella pertenecía a otra raza pero la mutua pertenencia a la misma especie, era incuestionable.

La lluvia continuaba regando la tierra, pero la mujer seguía durmiendo plácidamente. Era evidente que estaba habituada a vivir a la intemperie y dormir al raso, sin que afectara a su descaso la climatología existente. El pescador se sentó junto a ella y dejó que la templada llovizna refrescara su cuerpo y lo librara de los restos del salitre y de la suciedad acumulada durante los días anteriores. El acompasado sonido de las gotas impactando sobre el suelo y la visión del sosegado dormir de su pequeña salvadora, crearon en el pescador un ambiente de extraña y agradable serenidad pero, de repente, aparecieron de improviso y a poca distancia, las figuras de dos hombres que de inmediato asoció a la misma raza a la que pertenecía la hembra que se hallaba junto a él y que continuaba dormida.

No hizo ningún movimiento mientras contemplaba como los recién llegados se acercaban cautelosamente. A una prudente distancia, ambos individuos se detuvieron y quedaron contemplando la enorme figura del pescador que continuaba sentado junto a la pequeña mujer. Comenzaron a hablar entre ellos, a la vez que hacían gestos señalando la presencia en el suelo de la hembra y que por su postura y la distancia a la que se encontraban, pudieron pensar que había sido atacada por aquel gigante de cabello y barba dorada. El pescador comprendió de inmediato lo que estaba sucediendo y decidió despertar a la mujer, sacudiendo suavemente el hombro de la muchacha con su enorme mano. Al percibir las sacudidas en su cuerpo despertó de repente y al ver junto a ella la impresionante figura del gigante y posiblemente aturdida por el repentino despertar, comenzó a proferir desgarradores gritos al tiempo que gateando desesperadamente se alejó del hombre al que había salvado la vida. Fue entonces cuando uno de los que estaban contemplando lo que sucedía, puso en su boca uno de los extremos de una especie de larga caña que llevaba y dirigió el otro extremo en dirección al gigante. Atónito, el pescador vio como el hombre apuntó hacia él y, sin tiempo a reaccionar, sintió un doloroso pinchazo en su pecho. La mujer, que se había refugiado en unas rocas próximas, reaccionó al sobresalto inicial y rápidamente se dio cuenta de la situación que se estaba produciendo. Con una agilidad felina, volvió sobre sus pasos y regresó junto al gigante, que continuaba sentado en el suelo y que comenzaba a percibir sensaciones de mareo y un progresivo hormigueo en sus extremidades. La muchacha dirigió sus negros y rasgados ojos hacia donde había impactado el pequeño y punzante trozo de madera y con gran delicadeza lo extrajo del cuerpo del pescador, después, de forma compulsiva, puso sus labios sobre la herida y comenzó a chupar la sangre que podía extraer para posteriormente escupirla. Durante un buen rato, la muchacha repitió una y otra vez la acción mientras que el hombre que había lanzado el dardo y el que lo acompañaba se acercaron.

Todo lo que sucedía, era presenciado por el marinero rodeado de una progresiva y cada vez más espesa niebla, que se estaba apoderando irremediablemente de su conciencia. Lenta y pesadamente, el cuerpo del pescador no pudo mantenerse sentado y, a pesar de los intentos de la mujer por evitarlo, terminó cayendo bruscamente contra el suelo.

Lo último que pudo contemplar, antes de perder completamente el conocimiento, fue la figura de los tres pequeños seres que se hallaban junto a él, lo último que pudo escuchar fue los gritos de reproche de la mujer, dirigidos hacia los hombres y su desesperado llanto de impotencia.


Al ver el estado de desesperación que mostraba la muchacha, el más viejo de los hombres y autor de la situación se situó junto al inerte cuerpo del pescador y sacando una pequeña y afilada piedra de su zurrón, procedió a realizar una profunda incisión en forma de cruz, justo en el lugar donde había impactado el proyectil de madera. La sangre comenzó a brotar de forma abundante y a medida que el anciano presionaba con sus dedos la zona, más aumentaba el flujo que manaba del cuerpo del gigante. Después de provocar, durante un buen rato, que la máxima cantidad posible e infectada de sangre saliera, el hombre procedió a extraer de una bolsa de piel unas hierbas que, con la ayuda de agua, convirtió en una especie de masa maleable introduciéndola en el orificio de la herida para, posteriormente, distribuirla de tal manera que impidiera que la sangre continuara fluyendo. La mujer, que en todo momento se mantuvo junto al desvanecido, dirigió su mirada hacia el otro hombre pronunciando unas palabras que dieron como resultado que éste abandonara inmediatamente el lugar.



La lluvia había cesado, pero las espesas nubes todavía se mantenían en el cielo, evitando así que la presencia del sol agravara con su calor la ya crítica situación del herido. Cuando el viejo dio por terminada su intervención, en el intento por mitigar los efectos del veneno, la mujer procedió, con los restos del agua, a limpiar las zonas manchadas que atraían, de forma alarmante, a los ávidos insectos de la zona. No pasó mucho tiempo hasta que el más joven de los hombres regresó con un odre lleno de agua, lo cual permitió que la muchacha limpiara más concienzudamente los restos del vital fluido para, posteriormente, refrescar la cabeza del último superviviente del reino de los hombres.



Mientras que el anciano intentaba ahuyentar con una rama a los insectos que, por momentos, aumentaban en número, la pequeña mujer continuó refrescando el cuerpo del pescador hasta que agotó por completo el agua que poseía. Nuevamente, dirigió unas palabras al más joven, el cuál, tan rápido como la vez anterior volvió a abandonar el lugar, llevándose el odre vacío. Al cabo de un tiempo, regresó de nuevo pero, ésta vez, además de agua, trajo ensartado en su lanza de madera a un pequeño mamífero. Después de entregar el odre lleno a la mujer, procedió a cortar la cabeza del animal y con gran habilidad quitó su piel para, posteriormente, abrir su vientre y extraer sus órganos. Trasladó los despojos del animal a una prudente distancia y cuando los insectos percibieron el olor del nuevo y abundante banquete, aliviaron con su marcha el insano efecto que su presencia ejercía sobre la ya muy afectada salud del pescador.



Ahora, la posibilidad de que la acción del veneno no surtiera efecto dependía del destino, ese mismo destino que había jugado anteriormente con la vida del pescador y que, de nuevo, se obstinaba en volver a hacerlo.

avenir52.blogspot.com

No hay comentarios:

Entradas populares