Todo parece indicar que era un mundo muy distinto al actual. Pero esta edad de oro del hinduismo no es más que un deseo proyectado al futuro. El hinduismo cree que tal como fue la «edad dorada» así volverán a ser las cosas en el futuro. Volverá una era de belleza y de armonía. El hinduismo no tiene una pareja inicial como Adán y Eva; ya que se dice que Brahma creó a ocho mil personas de una vez, mil parejas de cada una de las cuatro castas, que eran como los seres divinos. Los miembros de estas parejas se amaban entre sí, pero no engendraron hijos.Sólo al final de sus vidas engendraron dos hijos cada una de estas parejas; pero no mediante un acto sexual, sino mediante el poder de la mente. Por esta razón la Tierra se pobló de seres espirituales. Pero este feliz estado de cosas perduró hasta que los espíritus negativos, además de dioses de todo tipo, introdujeron el caos y la confusión entre los seres humanos. Se describía a los dioses como seres enormemente poderosos e inmortales, pero que eran semejantes a los seres humanos en todos los demás sentidos y que estaban dotados de personalidades individuales. La más alta de estas deidades era el «Príncipe del universo, que lo gobernaba todo». Los dioses hindúes son tantos, tan diversos y están tan interrelacionados entre sí que se necesitaría todo un libro para describirlos en mayor detalle. Pero lo que es significativo son las muchas referencias a que los dioses dominaban el arte de viajar por el aire y por el espacio por medio de máquinas voladoras de toda clase y de todo tipo. Y todos estos objetos voladores se describían como reales y con estructura física, por lo que no podemos considerarlos como espirituales o fruto de la fantasía y la imaginación.
En los textos religiosos hindúes se describen con gran detalle aparatos voladores con terribles armas. Sobre todo en los Vedas, que se tienen por las fuentes más antiguas. La palabra veda significa «conocimiento sagrado». Uno de estos textos, el Rigveda, es una colección de 1.028 himnos a los dioses. Afirma sin ambigüedades que estas máquinas voladoras venían del cosmos a la Tierra y que los dioses descendieron personalmente a impartir conocimientos a los seres humanos. Del mismo modo que en las leyendas judías, en los textos hindúes se describen batallas entre los dioses; pero no en un cielo indefinido de gloria espiritual, sino «en el firmamento sobre la Tierra». En el «Vanaparvan», que pertenece al Mahabharatahindú, se describen las residencias de los dioses como lugares situados en el espacio, que giraban en órbita muy por encima de la Tierra. Lo mismo puede encontrarse en elSabhaparva. Estas enormes estaciones espaciales tenían nombres tales como Vaihayasu, Gaganacara y Khecara. Eran tan grandes que las naves-lanzadera, llamadasvimanas, podían entrar en su interior por enormes puertas. Vamos, igual que una novela de ciencia ficción.
El origen ario de las religiones de la India puede verse en el uso de la esvástica, que se encuentra por todas partes en los templos de la religión hindú, así como en símbolos, altares, escenas e iconografía en India y Nepal, tanto en el pasado como en nuestros días. En el hinduismo, los dos símbolos representan las dos formas del Brahman (el concepto impersonal de Dios). En sentido de las agujas del reloj representa la evolución del universo (pravritti), representada por el dios creador Brahmá, mientras que en sentido antihorario representa la involución del universo (nivritti), representada por el dios destructor Śiva. En el budismo la esvástica se usa en posición horizontal (a diferencia de la esvástica nazi, que aparece rotada 45 grados en la bandera del III Reich alemán). Al menos desde la Dinastía Liao forma parte de la escritura china (como 卍 (en pinyin: wan4), simbolizando el carácter 萬 (wan4) quiere decir ‘todo’, y ‘eternidad’, y como 卐 que apenas se usa.) Las esvásticas (girando a derecha o a izquierda) aparecen sobre el pecho de algunas estatuas de Buda. En el jainismo el motivo de la esvástica se combina con el de una mano. La razón es que, en el jainismo, este símbolo representa a su séptimo santo, y las cuatro manos son también usadas para recordarle al adorador los cuatro posibles lugares de nacimiento; el mundo animal o de las plantas, el infierno, la Tierra, o el mundo de los espíritus.
Anteriormente nos hemos referido a antiguos textos hindúes, que no están perdidos, sino que se encuentran en importantes bibliotecas (incluso digitales) a disposición de quien quiera leerlos. En la parte del Mahabharata llamada «Drona Parva», podemos leer que “tres ciudades grandes y hermosamente construidas giran alrededor de la Tierra. De éstas se extiende la discordia a las gentes de la Tierra, y también a los propios dioses, en una guerra de proporciones galácticas.Siva, que viajaba en un carro muy excelso que estaba compuesto de todas las fuerzas del cielo, se preparó para la destrucción de las tres ciudades celestiales. Y Sthanuy, jefe de los destructores, azote de los Asuras, gran luchador de valor sin límite, dispuso sus fuerzas en excelente formación de combate (…). Cuando las tres ciudades volvieron a cruzarse entre sí en sus caminos por el firmamento, el dios Mahadeva las atravesó con un terrible haz de luz de la boca triple de su arma. Los Danavas no podían mirar el camino de este haz de luz, que tenía el alma del fuego-yuga y contenía el poder de Visnú y de Soma. Mientras los tres asentamientos empezaban a arder, Parvati se apresuró a acercarse para contemplar el espectáculo”. Como podemos ver, los dioses del hinduismo libraban batallas entre sí «en el firmamento», como el arcángel Ismael (o Lucifer) en la tradición judía.
El la tradición judía leemos “Ismael era el mayor príncipe de los ángeles del cielo (…). E Ismael se unió con todos los ejércitos más altos del cielo contra su Señor; reunió a sus ejércitos a su alrededor y descendió con ellos y se puso a buscar una compañera en la Tierra”. Y Enoc describió el motín de los ángeles, enumerando sus nombres. Estas tradiciones de batallas en el cielo y de luchas entre los dioses, es realmente impactante, aunque las religiones ofrecen una versión muy simplista e infantil de estos hechos. En el hinduismo, los seres humanos alcanzan la serenidad absoluta por sus propios medios, a través de ciclos continuos de nuevos nacimientos durante los cuales mejoran y limpian su karma.Pero en esta tarea son ayudados por los dioses y, en último extremo, por el dios universal Brahma. Pero los hinduistas también están familiarizados con la idea del regreso de los dioses. Visnú nacerá un día como Krishna y salvará a la Tierra de sus tribulaciones. Para los occidentales es un misterio el papel que desempeña en todo ello el concepto del karma o de la reencarnación. ¿Quién informó a los hinduistas de un ciclo continuo de renacimientos, en el que llevan a cuestas sus obras buenas y malas de una vida a otra?
La compleja doctrina del karma se describe con gran detalle en la sorprendente religión jainista. El jainismo es, con el budismo y el hinduismo, una de las tres grandes religiones de la India. El jainismo surgió en el norte de la India siglos antes de la aparición del budismo y se difundió por todo el subcontinente. Sus seguidores afirman que fue fundado en tiempos muy antiguos y creen que sus enseñanzas son eternas e imperecederas. La religión jainista aparece recogida en una serie de extraordinarios textos prebudistas. La literatura teológica y científica del jainismo contiene relatos que hablan de hombres santos, canciones sobre los creadores primigenios, así como preceptos de todo tipo. Estos textos, de modo similar a la Biblia, están recopilados bajo el título genérico de Shvetambaras. Se dividen en 45 secciones, cuyos títulos son todos auténticos trabalenguas. El «Vyahyaprajnaptyanga» presenta todas las enseñanzas del jainismo con diálogos y leyendas. El «Anuttaraupapatikadashan-ga» cuenta las historias de los santos primigenios que ascendieron a los mundos celestiales más altos. La sección titulada «Purvagata» contiene libros y descripciones científicas. Dentro de ésta, el «Utpada-Purva» trata de la formación y de la disolución de todas las diversas sustancias químicas. El «Viryapravada-Purva» describe las fuerzas que están activas en la sustancia de los dioses y de los grandes hombres. El «Pranavada-Purva» estudia el arte de la curación. El «Lokabindusara-Purva» trata de las matemáticas y de la redención. Por si todo esto no fuera suficiente, existen también los 12 «Upangas», que describen todos los aspectos del Sol, la Luna y de otros cuerpos planetarios, así como de las formas de vida que los habitan. Además, el «Aupapatika» nos explica el modo de alcanzar la existencia divina. También en «Prakirnas» se nos proporciona una lista de reyes divinos.
Aquí vale la pena detenernos en una descripción de esta verdaderamente sorprendente religión, casi desconocida, que creo habría que investigar más a fondo. El jainismo es una religión de la India, que se dice fue fundada en el siglo VI a. C. por Mahāvīra. Se trata de una religión no teísta y no reconoce la autoridad de los textos Vedas ni de los brahmanes. En la actualidad, el jainismo está presente en la India oriental (Bengala), centro occidental (Rajastán, Maharastra y Guyarat) y meridional (Karnataka). Se calculan aproximadamente unos cuatro millones de fieles jainistas, siendo la séptima en número de fieles entre las religiones de la India. Originario del Subcontinente Indio, el jainismo (o más apropiadamente el dharma jainista), fue fundado por el indio Mahavirá (549 – 477 a. C.). No se conoce mucho acerca del origen del jainismo, aunque según sus seguidores es una de las religiones más antiguas de la región y también del mundo, porque sus orígenes prehistóricos datarían de antes del 3000 a. C. y de los comienzos de la cultura índica del río Indo, con sus misteriosas ciudades, ahora en ruinas, de Mohenho Daro y Harappa. En el Matsia Purānáaparece una mención al jina-dharma, la doctrina de los jainistas. Dharma es una palabra sánscrita que significa ‘religión’, ‘ley natural’, ‘orden social’ o ‘virtud’.
El jainismo es único en el hecho de que durante su historia es la única religión que nunca ha transigido en el concepto de la no violencia ni en el principio ni en la práctica. Sostiene que la no violencia es la suprema religión (ahimsa paramo-dharma) y ha insistido en su observancia en pensamiento, palabra y acción a nivel individual y social. El texto sagrado Tattvartha Sutra lo resume con la frase “parasparopagraho jivanam” (toda la vida se sustenta mutuamente). Un dios arhat se destaca de los 24 dioses jinas (‘victoriosos’) principales, que vivieron en cada uno de los 3 ava-sarpinīs (períodos descendentes de larga duración), que están divididos en seis etapas: bueno-bueno, bueno, bueno-malo, malo-bueno, malo, malo-malo. Los avasarpinís alternan con los ut-sarpinī, largos períodos ascendentes, cuyas etapas comienzan por malo-malo y terminan con bueno-bueno. El último arhat que estuvo en la Tierra (en este último avasarpiní) fue Mahāvīrá; el verdadero fundador del jainismo. Se cree que vivió en Bihar poco tiempo antes de la época de Buda (siglo VI a. C.). Los historiadores creen que las menciones al jaina-dharma que aparecen en algunos Purānas, demuestran que los textos védicos no son tan antiguos como pretenden los eruditos hinduistas.
La religión jainista tiene una cosmología y creencias elaboradas; llenas de nombres, categorías, clases, jerarquías, grados, órdenes, entre otros. Ellos creen que el mundo es eterno y carece de principio. No existe una divinidad personal, y todas las posibles divinidades —las almas de los perfectos arhat (divinidades humanas), por ejemplo— no son emanación ni manifestación de ninguna Unidad (el Todo o Absoluto), conceptos y realidades que son igualmente negadas y rechazadas en el jainismo junto con la de un dios creador. En su concepto de Pananimismo toda la realidad es vida. Para el jainismo el universo es una totalidad viviente; todo ser posee un alma, más o menos compleja, diáfana o pesada. Desde la tierra o el viento, a los insectos o los mamíferos, todos los seres reflejan el universo y son dignos de respeto. El mayor pecado para el jainismo es causar daño a un ser vivo, aunque también hay que evitar dañar a la tierra o a las almas del agua o del aire. En coherencia con lo anterior, los jainistas practican la no violencia, el ayuno y la mortificación del propio cuerpo. A través de estas actividades esperan descargar su alma del peso de la materia kármica y evitar posteriores reencarnaciones.
La religión jainista presenta una perspectiva igualitaria de las almas, sin importar las diferencias en las formas físicas: humanos, animales y organismos vivientes microscópicos. Los humanos son los únicos poseedores de los seis sentidos: vista, oído, gusto, olfato, tacto y pensamiento; por lo tanto de los humanos se espera que actúen con responsabilidad hacia toda la vida, siendo compasivos, sin egoísmo, sin miedo, racionales y misericordiosos. Desde el punto de vista epistemológico, el jainismo es relativista, defiende que el conocimiento del mundo sólo puede ser aproximado y que, con el tiempo, incluso su propia religión acabará por desaparecer. La comunidad jainista distingue entre monjes y seglares. Los monjes se someten a una disciplina ascética superior a la de los laicos, aunque no ejercen el monopolio de la religión. Viven en unjina-sadman (monasterio jainista). Un jina-rshi (asceta jainista) asume cuatro votos: la no violencia, la sinceridad, la rectitud y la renuncia a las cosas y a las personas. Los jina-kalpa son las ordenanzas practicadas por los jinas (opuestas a aquellas de los sthaviras). Consiste en cinco votos: ahimsa (no violencia); satya (veracidad); asteya (no robar); brahmacharya (castidad) yaparigraha (desapego de lo material).
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