Presentación de un famoso manuscrito alquímico de 1570, cuyas páginas están unidas para formar un rollo que describe la Gran Obra en su totalidad
En la imaginería alquímica destaca por su singularidad el famoso rollo (en inglésscroll) atribuido a George Ripley. Existen distintas replicas de él, siendo el mejor conservado el que se guarda en la Universidad de Yale y que es el que presentamos. Este scroll mide más de 5 metros de largo y 57 centímetros de ancho y está compuesto por siete hojas de papel de vitela.
La imagen sorprende por sus dimensiones, mientras que por la suma de tantas escenas distintas se hace incomprensible. Pero estas características no pueden ocultar que se trata de un alquimista, ya sea Hermes Trimegisto o el propio Ripley, que sostiene el matraz donde se producen las operaciones que conducen a la Piedra Filosofal y a la obtención del Elixir. El alquimista contempla la realización de la Gran Obra como si fuera algo ajeno a él, cuando de hecho es él quien la ha realizado, pero no es el autor. El autor es Dios, el alquimista tan solo permite que Él pueda actuar en la materia purificada. Dentro del primer matraz se contemplan ocho círculos que representan siete operaciones alquimias, basadas en el Solve et coagula, y una última que representa a Adán y Eva. Las siete operaciones están directamente enlazadas con un libro. El libro secreto de la creación. Sobre el libro se halla un sapo de color rojo, que parece resumir el arte de la alquimia, tal como lo explica Ripley en una famosa visión que reproducimos después de la imagen.
La visión de George Ripley, canónigo de Bridlington:
“Esta visión que describo aquí apareció ante mi vista confusa estando una cierta noche ocupado con mis libros. Vi un sapo rojo beber el jugo de unos racimos con gran avidez, fuertemente, hasta estar sobrecargado de este licor y reventar. De su cuerpo emponzoñado echó un veneno mortal; el dolor que sintió hizo que empezara a hincharse en todas las partes de su cuerpo. Se aproximó a su secreta caverna, repugnante del todo por su sudor infecto y con los vapores apestosos y humeantes de su aliento, envenenó toda su guarida. De esos vapores se formó un humor dorado, después de algún tiempo, en el espacio de este lugar; que fue goteando de lo alto de la bóveda, manchó la tierra de un rocío de color rosado. Cuando su cuerpo empezó a coger fuerzas, el aliento vital le faltó. Y este sapo moribundo se tornó primero semejante al carbón a causa de su color negro; así sumergido en el diluvio, emponzoñado por sus propias venas, durante el espacio de 80 días se estuvo asando. Intenté eliminar este veneno y a este efecto puse su esqueleto sobre un fuego suave; lo que produjo una cosa sorprendente de ver, pero aún más de contar. Este sapo estaba penetrado por todas partes por colores raros, y cuando toda esta diversidad de colores pasó, apareció el blanco. Tiñéndose a continuación de color rojo, permaneció siempre en ese estado. Seguidamente hice una medicina de este veneno así preparado; de este veneno, digo, que mata y que cura a aquel que se aventura a tomarlo. Gloria sea a aquel que da estos secretos, honor y alabanzas eternas, con acción de gracias. Así sea.” (L. Vert, Trece fábulas alquímicas)
Cortesía: George Ripley
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