Todo parece indicar que la Atlántida no era un centro avanzado de civilización humana sino más bien el hogar de seres extraterrestres que colonizaron la Tierra. Hay numerosos textos en todo el mundo, que han permanecido intactos a través de los milenios, que hablan de esta visita. Se supone que fueron los originales Campos Elíseos. Y los cuentos y leyendas de hadas celtas se referían a sus hogares ancestrales como Finias, Murias, Lorias y Falais, Tir Tairngire (la tierra Prometida), Mag Mell (el plano de la Felicidad), Tir fa tonn (tierra más allá del Mar), Tir nam beo (la tierra de los Vivos) y Tir nan og (la Tierra de la Eterna Juventud).
A este respecto es interesante la curiosa historia de Oisín. Un día, vigilando la costa cercana a Kerry, el héroe irlandés Fionn y sus soldados, los Fianna, vieron salir del mar a una bellísima mujer de cabellos dorados. Ella se detuvo frente a Fionn y le contó que estaba enamorada de un hombre de Irlanda y quería casarse con él y llevárselo a Tír Tairngire, la tierra de la promisión…y en ese momento miró y sonrió a Oisín, el hijo de Fionn. Oisín se montó entonces en el corcel blanco de la bella Niamh y partieron ambos a Tír Tairngire. Allí fueron recibidos calurosamente por Manannán mac Lir, señor de aquellas tierras y padre de Niamh y parecía que esta historia iba a tener un final feliz…Pero Oisín añoraba a Irlanda, a su padre y a sus compañeros y le pidió a su esposa que le diese el corcel blanco con el que poder visitar su tierra natal. Ella le rogó encarecidamente que no se marchase pero al final accedió con la condición de que permaneciese constantemente montado en el caballo y no tocase el suelo. Y así Oisín marchó de vuelta a su patria a través del Océano…
Al llegar a Irlanda Oisín notó que todos los lugares que su padre y sus compañeros frecuentaban estaban ahora deshabitados y no veía a ninguno de los Fianna por ninguna parte. Únicamente a hombres normales y corrientes…¿Qué había sucedido con ellos? Preguntó entonces a los hombres del lugar y ellos le dijeron: “¿Los Fianna? ¿Fionn mac Cumhail? Nunca hubo nadie llamado así, antiguamente se solían contar historias acerca de los Fianna, una raza de gigantes que se comían a la gente, pero ya nadie las cuenta”. Oisín se dio cuenta de que habían pasado trescientos años desde su partida, mientras que él había pensado que habían sido únicamente tres. Le contó a los hombres la verdadera historia de los Fianna y tras ello pensó en regresar de nuevo a Tír Tairngire, pero antes de partir un hombre le dijo que probase la historia de los Fianna levantando una gran roca con una sola mano. Oisín lo hizo, pero mientras levantaba la roca, se desprendió la silla de montar cayendo él al suelo…y en ese momento los trescientos años que habían pasado cayeron sobre él y se convirtió en un anciano. Es curiosa esta historia tan familiar para los que han leído a Einstein. ¿Estuvo Oisin viajando por el espacio?
Hay magia en los nombres y el más poderoso entre estos nombres es Atlántida. Es como si esta visión de una civilización perdida tocase la fibra de los más recónditos pensamientos de nuestra alma. La visita de seres de fuera de nuestro sistema solar no es tan fantástico o increíble como pudiera parecer, y es una posibilidad reconocida por muchos científicos reconocidos, incluyendo a Albert Einstein. Carl Sagan personalmente estimó que este planeta había sido visitado por lo menos unas.5.000 veces. El Dr. Harrison H. Brown del Instituto Californiano de Tecnología, afirma lo siguiente: “se estima que virtualmente cada estrella en nuestra galaxia tiene un sistema planetario, en cada uno de los cuales, de dos a cuatro planetas pudieran tener un ambiente y química parecidas a las de la Tierra, que favorece la existencia de nuestra clase de vida”. Además da la enorme cifra de 100 billones de estrellas con sistemas planetarios solo en la Vía Láctea.
El profesor Hermann Oberth, uno de los padres de la ciencia aeroespacial, creía que el planeta Tierra era observado por seres de otros planetas. De hecho, antiguos registros también confirman que las visitas en épocas remotas eran un acontecimiento relativamente frecuente. Inicialmente los visitantes respetaron la soberanía de la Tierra y gestionaron sus investigaciones sin intentar interferir con las tribus indígenas de la Tierra. Sin embargo la Biblia y el Libro de Enocrelatan que la soberanía de la Tierra fue violada por un contingente de antiguos visitantes, llamados Nefilim. Según el Génesis, los Nefilim son hijos de los “hijos de Dios” (elohim) y las “hijas del hombre“. El término nefilim se ha traducido como “gigantes” o “titanes“. Y en otras versiones se los describe como la descendencia de los ángeles caídos y de las hijas de Caín, de donde surgió esta raza con el fin de sabotear los planes de Dios, cruzándose y contaminando la descendencia de Adán. Para los arameos, el término Nephila se refirió específicamente a la constelación de Orion, y así los Nefilim serían descendientes medio divinos procedentes de esta constelación. Según la Biblia, los Nefilim aparecen como el deseo contranatural de algunos ángeles de tener relaciones sexuales con las mujeres de la Tierra.
En la Biblia y otras escrituras se habla de estos “Ángeles Caídos” y su estancia en la Tierra. En la antigüedad su llegada y actividades no fueron encubiertas como aparentemente lo son hoy en día. Según el Génesis “había gigantes en la Tierra en estos días, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, y procrearon con ellas ….”. Y según Isaías: “Vienen de un país lejano, desde el final del cielo…¿Quiénes son estos que vuelan en una nube, como las palomas a sus ventanas…?”. La Biblia considera que los Nefilim eran una presencia maligna e insiste que sus líderes cometieron un gran “pecado” interfiriendo en la evolución de la humanidad. Según el Apocalipsis: “Y el gran dragón fue echado hacia abajo, la vieja serpiente, aquel que es llamado el Diablo y Satanás, el engañador del mundo entero, él fue expulsado a la tierra y sus ángeles fueron echados abajo con el”.
Y según el Génesis: “Y vino a suceder, cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la Tierra, y les nacieron hijas, que los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, las tomaron por esposas a todas las que eligieron”. Hay varias hipótesis y teorías sobre la presencia de estos seres. Según el Enuma Elish, poema babilónico que narra el origen del mundo: “Ve y corta la vida de Tiamat, y dejemos que los vientos transporten su sangre a lugares secretos”. Según algunas fuentes, hace aproximadamente 50.000 años un cuerpo planetario de nuestro sistema solar fue destruido. Este cuerpo ha sido llamado Tiamat. Faetón, Lucifer, Marduk, Maldek, Rahab, y aun Luna (aunque sin relación con nuestro satélite). Se cree que existió entre Marte y Júpiter, y se referían a el como el “segundo sol” porque su atmósfera era resplandeciente por los reflejos del sol.
Ya actualmente tenemos que Venus, la “Estrella de la Mañana”, el segundo planeta del Sistema Solar y el tercer objeto más brillante en el cielo, es tan luminoso que proyecta una sombra distinta en una noche sin luna. En la época de este cataclismo, el Sistema Solar, y más tarde la Tierra, fueron colonizados por seres extraterrestres que fueron atraídos por aquella conflagración o vinieron aquí causando posiblemente ellos mismos la catástrofe. Ya sea si el desastre fue natural o no, el resultado fue que la humanidad en la Tierra experimentó un caos total. La superficie del planeta Tiamat consistía principalmente de grandes océanos y, después de su destrucción, estas extensas aguas salinas fueron lanzadas al espacio, llegando parte a la Tierra, causando el primero de los dos terribles diluvios prehistóricos que sufrió la humanidad. Se piensa que los invasores extraterrestres se aprovecharon de la situación para colonizar el planeta.
No encontraron resistencia por parte de los debilitados habitantes de la Tierra, quienes creyeron que estos visitantes eran poderosos dioses. Algunos teóricos también han determinado que hubo una gran guerra intergaláctica entre dos (o posiblemente más fuerzas) en una galaxia o sistema solar vecino. El resultado de esta guerra titánica tuvo enormes consecuencias para la Tierra, porque los perdedores, siendo perseguidos en nuestro sistema solar, pretendieron tomar refugio en Tiamat, en donde erigieron una estación de radar, como trampa para sus perseguidores. Los cazadores, los vencedores de la guerra en los cielos, pensando erróneamente que sus enemigos estaban en Tiamat, lo aniquilaron completamente, dando lugar al cinturón de asteroides. Sin embargo, los vencidos realmente tomaron refugio en el planeta Tierra y no en Tiamat. A su llegada, se fueron inmediatamente al mundo subterráneo, dentro de cavernas existentes, que sabían que existían mediante previas exploraciones del planeta, o en cavernas construidas artificialmente.
Había por lo menos cinco continente en la Tierra en las épocas primitivas, llamados Appalachia, Tyrhennia, Beringia, Fennoscandia, y Oceanía. Nuestros continentes actuales se han derivado de estos y de los grandes cambios geológicos que se han ido produciendo a lo largo de los milenios. Debajo de estos continentes había miles de kilómetros de pasajes subterráneos, cavernas y refugios. Algunos de estos permanecen todavía ahora, y los expertos saben que muchos de ellos no fueron hechos naturalmente. Muchos de nuestros pintorescos mitos y cuentos, como aquellos de los gnomos, trolls, duendes, etc.., se refieren a pobladores de aquellos mundos subterráneos. Casi todas las tribus nativo-americanas hablan de su residencia original debajo de la superficie de la Tierra.
Y aquí hacemos un inciso para explicar algo sobre estos antiguos continentes. Hace millones de años, cuando un mar inundó la región central de América, partió el continente en dos, siendo Appalachia la parte este y Laramidia la zona oeste. El continente de Tyrhennia aparece mencionado en “Los trabajos de Hércules”. Hércules, después de colocar las dos columnas, prosigue su viaje, pero, recibiendo del Sol un calor excesivo apunta su arco contra el Sol. Admirado éste de tanta audacia, le proporciona una vasija de oro que le sirva de embarcación para llegar a la isla de Erítia atravesando el Océano. Así lo hace Hércules, llega a su destino, golpea al perro Orto con la maza y mata al vaquero Euritión. Se lleva las vacas, mata también a Gerión, que acude a rescatarlas avisado por otro pastor llamado Menetes, mete las vacas en la vasija de oro, emprende la travesía de regreso y llegando a Tartessos, devuelve la vasija al Sol, continuando su viaje a pie, con el rebaño, por España e Italia, en dirección a Grecia.
Al pasar por Liguria, dos hijos de Poseidón (supuesto rey de la Atlántida) llamados Yalebíon y Dercino intentan robarle el ganado y mueren a manos de Hércules. Continúa su viaje por Toscana o Tirrenia, y aquí se inserta el episodio de Caco, un ser extraño y monstruoso, hijo de Vulcano, que habitaba en una caverna del monte Aventino y que exhalaba llamaradas. Le roba a Hércules algunas de las vacas y se las lleva, tirándoles de los rabos y haciéndolas así andar hacia atrás a la cueva donde solía vivir. Hércules descubre el hurto y el lugar donde había escondido Caco las reses robadas, ya sea porque éstas mugen contestando al mugido de las otras o al percibir por el olor su proximidad, ya por delación de Caca, la hermana de Caco. Hércules acomete a Caco, descuajando los peñascos que formaban el techo de la cueva, y le da muerte, recuperando luego las reses.
El poblamiento de América es un proceso por el cual se diseminó la especie humana en el continente americano. Los científicos no tienen dudas de que los seres humanos no son originarios de América, por lo que ésta fue poblada por hombres provenientes de otra parte. La evidencia paleoantropológica apoya la hipótesis de que los humanos llegaron a América procedentes de Siberia, en el extremo noreste de Asia. Desde el punto de vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia. Este evento ocurrió hace unos 13 mil años. A la investigación paleoantropológica se suma la información producida por la genética, que ha servido para reforzar algunas conjeturas sobre el origen de los americanos. En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia.
Los pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en el flujo migratorio más reciente. Después que los paleoamericanos entraron al continente, el paso de Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron prácticamente aislados del resto de la humanidad. Salvo el caso de una breve colonización vikinga en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay evidencia contundente que respalde un posible contacto transoceánico posterior entre la América precolombina y el resto del mundo. Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel.
Fenoscandia y Feno Escandinavia son términos geográficos y geológicos utilizados para describir el conjunto de la península escandinava, la península de Kola, Karelia y Finlandia. Geológicamente, el término también alude a la placa fenoescandinava que comprende Noruega, Suecia, Finlandia, parte de Rusia y el norte de Dinamarca, y que es la porción expuesta del escudo Báltico, que integra la mayor parte de Europa. La placa fenoescandinava en Escandinavia tiene más de 3.100 millones de años de antigüedad. En un sentido cultural, Fennoscandia representa históricamente el estrecho contacto entre los pueblos y culturas sami, finlandés, sueco y noruego. A diferencia de la expresión «países nórdicos», Fennoscandia no incluye Dinamarca, Estonia, Islandia, Groenlandia u otras zonas de ultramar geográficamente desconectadas. La geografía de Fenoscandia se caracteriza por una gran cantidad de lagos, fiordos y una cordillera erosionada que corre paralela al mar de Noruega. El nombre Fenoscandia es una mezcla de Escandinavia y Finlandia. El canal Mar Blanco-Báltico separa Fennoscandia del resto del territorio ruso.
Oceanía es un continente insular de la Tierra constituido por la plataforma continental de Australia, las islas de Nueva Guinea y Nueva Zelanda, y los archipiélagos coralinos y volcánicos de Micronesia, Polinesia y Melanesia. Todas estas islas están distribuidas por el Océano Pacífico. El origen del nombre Oceanía fue acuñado por el geógrafo Conrad Malte-Brun en 1812, en donde Océanie proviene del griego okeanòs (océano). Los primeros pobladores humanos de Oceanía procedían del sureste de Asia: de ellos descienden los actuales papúes y nativos australianos. A esta primera oleada humana siguió la de los austronesios, también de origen asiático, que se extenderían hacia el este hasta la Isla de Pascua.
Esta guerra global y su devastación también produjeron una modificación del clima de la Tierra, así como una distinta estructura de continentes. Los grandes continentes de Apalachia, Oceanía, Tyrhennia, Beringia y Fennoscandia se hundieron bajo las olas, así como también islas, como Lochlann, Lyonnesse, Hy Brasil y Avalón, para mencionar unas pocas. Lochlann, también Laithlinn o Lothlend, es un reino de la era vikinga que aparece en algunos anales irlandeses y otros escritos contemporáneos y que algunos historiadores han identificado como Noruega, aunque el argumento no está aceptado universalmente. Otros historiadores han propuesto que anteriormente, hasta la batalla de Clontarf en 1014, Laithlinn se refería a las tierras hiberno-nórdicas de las islas Hébridas, la Isla de Man y parte de Escocia. En el manuscrito irlandés de San Gallo se cita: «Colérica esta noche ruge la tempestad. La blanca cabellera de las aguas revuelve. En las aguas de Irlanda ya no son de temer esta noche las velas de los fieros guerreros de Lochlann». Al margen del concepto original, cuando Magnus III de Noruega emprendió sus incursiones hacia el oeste es cuando realmente tomo significado Noruega.
En los antiguos mitos que narran las aventuras de los caballeros de la Mesa Redonda aparece el reino de Lyonesse. Es una misteriosa tierra sumergida donde se alzaba Camelot, la mítica ciudad del rey Arturo. Cuando el día es claro y se disipan las brumas que habitualmente cubren los ásperos promontorios rocosos del Fin del Mundo (así llaman los lugareños al extremo oeste de Cornualles, en la parte meridional de Inglaterra), se divisan a unos 30 kilómetros de distancia las diminutas islas Scilly, barridas por los poderosos vientos del Atlántico. Entre el rocoso archipiélago y tierra firme se extiende un mar poco profundo en cuyo fondo la leyenda sitúa al antiguo y misterioso reino de Lyonesse. ¿Allí se alzaba Camelot, la ciudad dorada (de las hadas) del rey Arturo? A mitad de camino entre el Fin del Mundo y las islas hay un conjunto de rocas, llamado “las siete piedras“, que delimitan un sector denominado “la vivienda” por los pescadores de la zona, donde éstos dicen haber extraído del agua trozos de puertas y ventanas. Estos restos serían la prueba de que la región estuvo emergida a principios de la era cristiana y que luego el mar la cubrió.
Según una antigua tradición, cuando el agua avanzó, un caballero logró escapar al galope de su corcel. Y curiosamente el escudo de armas de la familia Trevelyan, apellido tradicional de Cornualles, es un caballo blanco saliendo del mar. Pero si bien parece posible que una extensa porción de tierra fuera cubierta totalmente por el mar, la relación entre ese hecho geológico y la inasible Lyonesse es bastante más imprecisa. Zona de mareas de enorme amplitud, el Fin del Mundo fue identificado por el historiador William Carew, en 1602, como el lugar donde mil años antes había existido Lyonesse, el reino de los siluros de Camelot, gobernado por Arturo Pedragón, un monarca bretón a quien la leyenda atribuye haber derrotado a los sajones y conquistado Escocia, Irlanda, Noruega, Dinamarca e Islandia hacia el año 530.
Los siluros fueron una poderosa y belicosa tribu que habitó en la isla de Britania, y ocuparon aproximadamente los territorios de Monmouthshire, Breconshire y Glamorganshire. Según la biografía de Tácito sobre el general Cneo Julio Agrícola, los siluros se caracterizaban por tener una fuerte complexión y el pelo rizado. En su obra, Tácito insinua que, partiendo de su apariencia, los siluros habrían llegado a Britania desde Hispania. Estudios genéticos realizados por las universidades de Londres, Oxford y California han sugerido que la mayor parte de pueblos galeses y celtas comparten gran parte de sus cromosomas y de su ADN con los pueblos vascos asentados en el norte de España durante el Paleolítico. Sin embargo, aún no se ha esclarecido si este vínculo es específico entre celtas y vascos o si simplemente estos son los familiares más cercanos de entre los primeros habitantes de Europa.
Según el folklore y la tradición popular, la relación entre Irlanda y la Atlántida se hallaba en la misteriosa isla hundida de Hy-Brazil, situado en algún punto del Atlántico. Se dice que esta isla, que supuestamente recibió su nombre del rey de Irlanda, Bressal, sólo puede verse una vez cada siete años en la costa oeste de Irlanda. Hay quien piensa que Hy-Brazil pudiera ser la Atlántida. Hy-Brazil (también llamada Bersil, Brazir, O’Brasil, O’Brassil, Breasil, Brasylle) aparece claramente en algunos mapas, como por ejemplo en el de Wagenhaer de 1583 y en el mapa de las islas del Atlántico de Giovanni Magini de 1597. En el libro de P.A. Ó Síochán, “Irlanda – un viaje hacia el tiempo perdido“, el autor afirma que la conciencia de un mundo perdido es algo inherente a lo largo de toda la literatura y la historia celta. En Irlanda, asegura, “la leyenda se refleja en una isla perdida en el Atlántico, en la costa oeste, llamada Hy-Brasil: Hy significa ‘isla’ y Brasil (Breasal) significa ‘poderoso y hermoso’ en gaélico. Se encontraba al oeste y noroeste de la intersección con la islas de Arán y los Cliffs of Moher”.
Las islas Aran, son las más románticas de Irlanda. Las tres turísticas islas Aran poseen una próspera población de granjeros y pescadores que conservan su lengua gaélica. Se hicieron populares en todo el mundo a través de la obra de J.M. Synge y gracias a la película de Robert Flaherty de 1934 “Man of Aran“. Islas en el oeste de Irlanda, conservan todas las tradiciones irlandesas con un paisaje muy salvaje y tenebroso con grandes acantilados en mar abierto, su cultura celta, leyendas de piratas y naufragios recuerdan en éstos y otros muchos aspectos a Galicia. Es rica en monumentos megalíticos, castros celtas y es tierra de leyendas druidas y celtas. Dun Aengus es donde se esconden algunos de los tesoros más valiosos de las Islas Aran. Es un fuerte de rocas en el punto más al oeste de Europa, considerado el lugar más romántico de Irlanda. Sólo en la isla principal se concentra el mayor número de fortalezas y edificaciones de la Edad del Hierro de toda esta zona del Atlántico.
Los acantilados de Moher (en inglés Cliffs of Moher; en gaélico irlandés, Aillte an Mhothair, literalmente, «acantilados de la ruina») se encuentran en el límite suroccidental de la región de El Burren, cerca de Doolin, en el condado de Clare de la República de Irlanda. Los acantilados se elevan 120 m sobre el océano Atlántico en el punto llamado Hag’s Head y se extienden a lo largo de 8 kilómetros hasta alcanzar una altura de 214 m. La torre de O’Brien (O’Brien’s Tower) es una torre circular de piedra que se encuentra aproximadamente en la mitad de los acantilados. Fue construida por Sir Cornellius O’Brien en 1835 como mirador para los cientos de turistas que acudían al lugar incluso en aquel tiempo. Desde lo alto de la atalaya se pueden ver las Islas de Aran y la Bahía de Galway, y al fondo las montañas Maumturk en Connemara. La península de Hags se ubica al sur de los acantilados y parece a un rostro de mujer mirando al mar. La leyenda dice que una vieja bruja llamada Mal se enamoro del guerrero irlandés famosa Cú Chulainn. No se puede decir que este le retorno el favor, un tuvo que huir de ella a través del país. Acabo su carrera a la punta del Loop, al sur del condado de Clare. Mal pensó que él no podría huir más, pero Cú Chulainn lo consiguió, saltando por encima del mar hacia los acantilados. Mal intento hacer lo mismo, pero no pudo saltar lo suficiente lejos, y se estrello al pie de los acantilados, donde murió. Se dice que su sangre dio al mar un color rojo. El pueblo vecino de Miltown Malbay recibió su nombre de Mal, cuya leyenda sobrevive en esos lugares.
Ávalon o Avalón es el nombre de una isla legendaria de la mitología celta en algún lugar de las islas Británicas donde, según la leyenda, los manzanos dan sabrosas frutas durante todo el año y habitan nueve reinas hadas, entre ellas Morgana. En un principio se creía que la palabra Ávalon era una adaptación de la palabra celta Annwyn o Annuvin, que designa al legendario reino de las hadas, pero, ya en el siglo XII, Geoffrey de Monmouth pensaba que el nombre deriva de la traducción de “isla de las manzanas“. Esto es altamente probable, debido a que, en el idioma bretón, manzana se dice aval, y en idioma galés se dice ‘afal‘ (con la pronunciación de la “f” como “v”). Avalón también fue llamada Ynys Witrin, que significa Isla de Cristal. La leyenda sitúa Ávalon en algún lugar no especificado de las Islas británicas, aunque ya a principios del siglo XI algunas de las tradiciones artúricas indican que este lugar puede estar situado en Glastonbury, donde antes de que la zona de la llanura de Somerset fuera dragada, existía una colina (Glastonbury Tor) que se elevaba como una isla en medio de los pantanos. Significativamente Glastonbury es el hogar del Santo Grial y uno de los principales vórtices de energía de la Tierra. Según el cronista medieval Giraldus de Cambrai, durante el reinado de Enrique II, el abad Hernry de Blois patrocinó una búsqueda en la zona, lo que, al parecer, llevó al descubrimiento de un enorme ataúd de roble con una inscripción que rezaba “Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia” (“Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon“).
De Cambrai cuenta cómo los restos fueron trasladados en una gran ceremonia a la que asistieron el Rey Eduardo I y su consorte, y, según él, ahora estarían en el altar mayor de la abadía de Glastonbury, sitio que se convirtió en un foco de peregrinaje hasta la reforma anglicana. En cualquier caso, muchos son los que reclaman para sí la verdadera ubicación de Avalón, la isla de las manzanas. Parece que las brumas de Avalón cubren con su mítico velo el lugar de reposo de Arturo Pendragon. Tras la batalla con Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Avalón por Morgana, la hechicera y hermanastra del rey. En la barca de Morgana iban varias mujeres: Algunas conocidas (Igraine, Elaine, Nimue) y otras cuyos nombres no se mencionan (La Reina de Gales del Norte, la Reina de las Tierras Baldías o la Reina de las Tempestades). En algunas leyendas sólo tres hadas escoltan al rey a la Isla de los Manzanos. Se dice que Arturo fue acostado en una cama dorada y el Hada Morgana sigue velando el cuerpo de su hermano. También se piensa que Avalón y el mundo nórdico de Helheim son el mismo lugar pero con distinto nombre.
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