diciembre 23, 2012

GIGANTES Y DIOS PEZ



En lo poco que menciona el gigantismo de los anunnaki, Sitchin dá a entender que una estancia muy prolongada en la Tierra puede haber sido causa de una disminución de estatura ( estamos muy de acuerdo ) y también hace mención al enigmático “dios pez” de cabeza y lenguaje humanos del cual hacen mención muchísimos textos antiguos además del mesopotámico que fue el encargado de transmitir a los hombres la sabiduría, el arte, la ciencia y el conocimiento anunnaki.
Los sumerios llamaban Oannes ( presente en todas las culturas antiguas del planeta bajo otros diversos nombres ) a este enigmático ser que fue nuestro maestro en el entendimiento profundo de las artes y de la ciencia. ¿ qué era Oannes ? ¿ un tritón ? ¿un anunnaki con traje de buzo?.Sitchin no trata de explicar su extraña apariencia.( a nosotros nos intriga de sobremanera este personaje: no se trataba de un anunnaki en su traje espacial, pues los sumerios estaban habituados a ver a sus dioses con esas vestimentas ).En cambio, este dios estaba específicamente individualizado del resto, o sea que su apariencia o uniforme era único entre los dioses. Además, aparece sólo para enseñar las ciencias a los hombres y no se lo vuelve a mencionar nunca más. ¿Tal vez una especie de androide-maestro?. Un misterio.
LA REALEZAAclara Sitchin que los textos antiguos son muy específicos en el principio fundamental de que La Realeza había sido traída a la Tierra no sólo figurativamente, sinó también REALMENTE desde los cielos y que los arqueólogos deberían tomar en cuenta este asunto durante sus búsquedas y descubrimientos.
PISTAS DEL FUTURO EN REGISTROS DEL PASADOAl igual que Beroso y otros muchos autores, Sitchin deja entrever que en los escritos del pasado se podrían encontrar pistas acerca de lo que nosotros llamamos “El Fin De Los Días”, y reconoce que al principio había una sola lengua y una sola cultura, según su pensamiento diversificada a partir del suceso de Babel ( que era “para alcanzar a dios” pero nó en el sentido que se nos ha dado a entender: se deseaba “alcanzarlo” con misiles intercontinentales, ya que era una torre de control de lanzamientos ): él lo sitúa en un marco de guerra entre dioses que habría incluído el uso de armas nucleares ( lo circunscribe a la península de Sinaí mientras nosotros sostenemos que la conflagración atómica fue global y los desiertos del mundo son sus cicatrices ).La torre de naves y misiles estaba ubicada en Baalbek ( en el Líbano ) – que luego mutaría a Babel - y recibía el nombre de Triliton ( hoy día los restos de la misma aún existen y son ni más ni menos que los restos de la mítica “torre de babel” ).
A partir de la confusión de las lenguas, los idiomas ( persa antiguo, sánscrito, hebreo ) se van diferenciando cada vez más del idioma madre y con ellos los nombres de las deidades celestes y los héroes humanos implicados en los acontecimientos primigenios ( junto con la distorsión irremediable de los sucesos ).Es el nacimiento del “virus del rumor”, el “teléfono roto” que aún padecemos intacto y que no hace más que evidenciar la pérdida del tercer ojo, de la visión en 3 D que antes compartíamos con las “divinidades”.
Es por todo eso que los arqueólogos se equivocan en la metodología para “destejer la madeja” del asunto ( lo hacen exactamente al revés, y por lo tanto sólo consiguen amontonar más y más hilo sobre la misma madeja ).
DIOSES HUMANOS, DEMASIADO HUMANOS…
Sitchin introduce aquí una idea que nosotros ya presentamos en nuestra nota sobre los sumerios: que los dioses NO eran inmortales, sinó muy longevos ( al igual que con la altura, sugiere muy acertadamente que la larga permanencia en la tierra pudo haber acortado sus años de vida, las mismas degradaciones que sufrieron los semidioses cuanto más se alejaron de la infusión genética ), y que sólo parecían inmortales a la visión de los humanos, ya que tres o cuatro generaciones de terrícolas veían reinar a la misma deidad.Para quienes escrutamos con recelo las teologías tendenciosas, Sitchin fue uno de los autores que nos dejó la reconfortante y mágica sospecha de cierta afinidad e igualdad de puntos de vista, otro prisma filtrando similares colores.Los dioses no fueron una invención de la moral ni todo lo que su patética enfermedad expresa.Los dioses, nuestros dioses, al igual que nosotros, eran contradictorios, vanidosos, viciosos, vengativos, misericordiosos. Encontraban erizados interrogantes y problemas en las derrotas y tambièn en las victorias, su avidez vivía insatisfecha, su orgullo se agitaba peligrosamente, curioso e indagador merodeando alrededor de lo más prohibido con su propio interrogante de una curiosidad cada vez más peligrosa, tal cual resultamos sus hijos, con quienes estuvieron furiosos y orgullosos como nos pone cualquier espejo, medio y anzuelo del conocimiento.Este mundo interno se llama hombre, y la medida de lo superior también se llama hombre.
nadanoslibradeescorpio

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