enero 29, 2014

“Y OCURRIÓ” (1)




Es altamente significativo que en esta documentación de Súmer y de la temprana civilización sumeria, la Biblia escogió dar relevancia al incidente de la conexión espacial—aquel conocido como el relato de la ‘Torre de Babel’:
Y ocurrió mientras viajaban desde el oriente
que encontraron un plano en la tierra de Shin’ar
y ahí se establecieron.
Y se dijeron unos a otros:
“Vengan, hagamos ladrillos y los cocemos por fuego.”
Y los ladrillos servirán como piedras,
y el betún servirá como mortero.
Y ellos dijeron: Vengan, construyámonos una ciudad
Y una torre cuya cabeza alcance al cielo.”
Génesis 11: 2–4
Así es como la Biblia grabó el intento más audaz—¡Por Marduk!—por imponer su supremacía al establecer su propia ciudad en el corazón de los dominios enlilitas y, más aun, para construir ahí su propia instalación espacial con su propia torre de lanzamiento. El sitio es llamado en la Biblia Babel, Babilonia en español.

Este relato bíblico es notable en varios aspectos. Documenta, antes que nada, la instalación humana en el valle Tigris-Éufrates después del Diluvio, luego que el suelo se había secado lo suficiente para permitir el re-asentamiento.

Menciona correctamente la nueva tierra Shin’ar, el nombre hebreo para Súmer. Contribuye con la importante clave desde donde—de las regiones montañesas hacia el oriente—los asentados habían venido. Reconoce que fue ahí donde comenzó la primera civilización urbana—la edificación de ciudades. Señala correctamente (y explica) que en esa tierra, donde el suelo consistía de capas de fango seco y no hay roca nativa, la gente empleaba ladrillos de barro para construir y que por endurecer los ladrillos al horno podían ser empleados en vez de la piedra.

También habla del uso del betún como mortero en la construcción—una asombrosa cantidad de información, ya que el betún, un producto natural del petróleo, escapaba del suelo en la zona sur de Mesopotamia pero era totalmente ausente de la Tierra de Israel.

Los autores de este capítulo de Génesis estaban bien informados en lo que se refiere a los orígenes y las innovaciones clave de la civilización sumeria; también reconocieron la significancia del incidente de la Torre de Babel.

Como en los relatos de la creación de Adán y del Diluvio, mezclaron varias deidades sumerias en el plural ‘Elohim’ o dentro de un omni-abarcante y supremo Yahweh, pero dejan en el cuento el hecho que le tocó a un grupo de deidades decir:
“descendamos y pongamos fin a esta insolencia
(Génesis 11:7).
Los documentos sumerios y más tarde los babilonios dan testimonio de la veracidad del relato bíblico y contienen muchos más detalles, enlazando el incidente con las ya tensas relaciones entre los dioses que causaron el estallido de las dos ‘Guerras de las Pirámides’ después del Diluvio. Los arreglos para la ‘Paz en la Tierra’, cerca del 8.650 a.C. dejó al antiguo Edin en manos enlilitas. Eso conforme a las decisiones de Anu, Enlil, e incluso Enki—pero jamás fue aceptado por Marduk/Ra.

Y fue tanto así que cuando las Ciudades del Hombre comenzaron a ser ubicadas en el antiguo Edin de los dioses, Marduk sacó a juicio el asunto,
¿Qué hay conmigo?
Aunque Súmer era el corazón de los territorios enlilitas y sus ciudades eran ‘centros de culto’ enlilita, hubo una excepción: al sur de Súmer, al borde de la marisma, estaba Eridu; fue reconstruida después del Diluvio en el exacto sitio donde estuvo el original asentamiento de Ea/Enki en la Tierra. Fue insistencia de Anu, cuando la Tierra fue dividida entre los clanes anunnakis rivales, que Enki retuviera a perpetuidad Eridu como propia. Cerca de 3460 a.C. Marduk decidió que él podía extender el privilegio de su padre al tener también su propio punto de apoyo en el corazón de la tierra enlilita.

Los textos disponibles no proveen la razón por qué Marduk escogió ese específico sitio en los bancos del Éufrates para su nuevo cuartel general, pero su ubicación provee una clave: estaba situada entre la reconstruida Nippur (el Centro de Control de la Misión) y la reconstruida Sippar (el puerto espacial pre-Diluvio de los anunnakis), de modo que lo que Marduk tenía en mente pudo haber sido una instalación que sirviera ambos propósitos.

Un mapa posterior de Babilonia, dibujado en una tableta de arcilla (Fig. 10) lo representa como el ‘Ombligo del Mundo.’—cercana al título-función original de Nippur. El nombre que Marduk le dio al lugar, Bab-Ili en acadio significa ‘Portal de los dioses’—un sitio desde el cual los dioses pudieran ascender y descender, donde la apropiada instalación iba a ser una ‘torre cuya cúspide pueda alcanzar los cielos’— !una torre de lanzamiento¡
Como en el relato bíblico, se halla contado en paralelo (y antes) en versiones mesopotámicas que este astuto intento por establecer una instalación espacial se desplomó por completo. Aunque fragmentados, los textos mesopotámicos (primero traducidos por George Smith en 1876) dejan claro que los actos de Marduk enfurecieron a Enlil, quién “en su ira decretó” un ataque nocturno para destruir la torre.

La documentación egipcia reporta que un período caótico que duró 350 años precedió el inicio del reinado faraónico en Egipto, cerca del 3110 a.C. Es el marco de tiempo que nos conduce a fechar el incidente de la Torre de Babel cerca del 3460 a.C., para el fin del caótico período que marcó el retorno de Marduk/Ra a Egipto, la expulsión de Thot, y el inicio del culto a Ra.


Esta vez frustrado, Marduk nunca desistió de sus empeños por dominar las instalaciones espaciales oficiales que servían como el “Enlace Cielo-Tierra”, el puente entre Nibiru y la Tierra—o disponer de su propia instalación. Dado que, al final, Marduk alcanzó sus objetivos en Babilonia, la pregunta interesante es: ¿Por qué falló en 3460 a.C.?

La igualmente interesante respuesta es: Fue una cuestión de oportunidad.

Un texto muy conocido describe una conversación entre Marduk y su padre, Enki, en la cual un descorazonado Marduk pregunta a su papá en qué había fallado por aprender. En donde se equivocó fue en tomar en cuenta el hecho que en esa época—el Tiempo Celeste—era la Era de Tauro, la Era de Enlil...

Entre las miles de tablillas inscritas desenterradas del antiguo Cercano Oriente, una buena cantidad proveyó información relacionada con los meses asociados con una deidad particular. En un complejo calendario iniciado en Nippur en 3760 a.C., el primer mes, Nissanu, era el EZEN (tiempo festivo) para Anu y Enlil (en un año bisiesto con trece meses lunares, el honor se dividía entre ambos).

La lista de ‘honores’ cambió a medida que pasó el tiempo, igual que la composición de los miembros del supremo Panteón de Doce. Las asociaciones mensuales también cambiaban localmente, no sólo en varias tierras sino a veces en reconocimiento del dios local. Sabemos, por ejemplo, que el planeta que llamamos Venus fue inicialmente asociado con Ninmah y más tarde con Inanna/Ishtar.

Aunque tales cambios dificultan la identificación de quién estaba ligado celestialmente a qué, algunas asociaciones zodiacales pueden inferirse con facilidad a partir de escritos o dibujos.
Enki (llamado primero E.A., “Aquel cuyo hogar es el agua”) estaba claramente asociado con el ‘Portador de Agua’ “Acuario” (Fig. 11), e inicialmente aunque no permanente también con los Peces, Piscis.
La constelación que fue llamada Los Gemelos, ‘Gemini’, sin duda fue nombrada en honor de los únicos mellizos divinos nacidos en la Tierra—los hijos de Nannar/Sin, Utu/Shamash e Inanna/Ishtar.
La femenina constelación de ‘Virgo’ (la ‘Soltera’ más que el inexacto ‘Virgen’) que, como el planeta Venus, fue probablemente nombrada primero en honor a Ninmah, fue renombrada AB.SIN, ‘Cuyo padre es Sin’, lo que sólo podría ser correcto pata Inanna/Ishtar.
El Arquero o Defensor, ‘Sagitario’, hizo juego con los numerosos textos e himnos ensalzando a Ninurta como el Arquero Divino, guerrero y defensor de su padre.
Sippar, la ciudad de Utu/Shamash, que después del Diluvio no fue más el puerto espacial, era considerada en los tiempos sumerios como el centro de la Ley y la Justicia, y el dios era considerado (incluso por los últimos babilonios) como el Jefe de Justicia del reino; es cierto que la Balanza de la Justicia representó su constelación.
Y estaban los sobrenombres comparativos de fuerza, destrezas, o características de un dios con un animal agarrado en sobrecogimiento; Enlil, como lo reiteran texto tras texto, era el Toro. Fue representado en sellos cilíndricos, en tablillas relacionadas con astronomía, y en el arte.
Zecharia Sitchin
New York
Noviembre 2006

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