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Cuenta la leyenda que esa lanza fue la que perforó el costado de Cristo cuando estaba en al cruz. Hitler descubrió que había por lo menos otras tres lanzas santas en Europa en esa época: una estaba en el Vaticano, otra había sido llevada a París en tiempos de las Cruzadas, y una más estaba en una iglesia de Cracovia, Polonia. Pero la lanza Longinos, llamada así por el centurión romano que la usaba, había atraído más la atención porque tenía en su asta un clavo supuestamente usado en la Crucifixion. En evangelio de Nicodemo identifican al soldado que perforó el lado de Cristo con un centurión llamado Longino o Longinus (llamada Lancea Longini en latin). Una tradición cristiana más reciente, escuchando de nuevo a la novela la lanza de Louis de Wohl (1955), lo identifica como Gaius Cassius. Se dice que esta lanza fue un talismán poderoso para Constantino el Grande, el primer emperador cristiano de Roma; para el rey franco Carlos Martel, que expulsó de Francia a los árabes en el siglo VIII; para Carlomagno y también para el sacro emperador romano Federico Barbarroja. Según la tradición todos los que la habían poseído resultaron victoriosos. Estas cualidades místicas de la lanza de Longinos fascinaron a Hitler. Hay muchos prototipos y análogos de la lanza en otras leyendas, puede ser comparada a la arma irlandesa antigua, la lanza Luin, y es similar a la lanza de sangría en la mitología del Santo Grial, que fue demandada eventualmente de ser la lanza del destino. Las tradiciones germánicas, que no coinciden demasiado con esas fechas, afirman que la lanza de los Habsburgo fue llevada como talismán por Carlomagno, en el siglo IX, durante 47 campañas victoriosas. También le había conferido poderes de clarividencia. Carlomagno murió cuando la dejó caer accidentalmente. La lanza pasó a manos de Heinrich el Cazador, quien fundó la casa real de Sajonia y empujó a los polacos hacia el este... una prefiguración de su propio destino, pudo haber pensado luego Hitler. Después de pasar por las manos de cinco monarcas sajones, llegó a manos de los Hohenstauffen de Suabia, que les sucedieron. Un destacado miembro de esta dinastía fue Federico Barbarroja, nacido en 1123. Antes de morir, 67 años más tarde, Barbarroja conquistó Italia y obligó al Papa a exiliarse; de nuevo, Hitler bien pudo haber admirado la dureza brutal de aquel personaje, combinada con una personalidad carismática que fue la clave de su éxito. Pero, al igual que Carlomagno, Barbarroja cometió el error de dejar caer la lanza mientras vadeaba un arroyo en Sicilia. Murió pocos minutos después. El hombre que reveló la obsesión que tenía Adolfo Hitler por la lanza que supuestamente había pertenecido a Longinos era un sabio austriaco, el doctor Walter Stein, amigo de Hitler desde antes de 1914. Según el doctor Stein, la creencia de Hitler en los poderes sobrenaturales de la lanza de Longinos lo llevaron a la magia y el ocultismo. Se consideraba a sí mismo como una reencarnación de Landulfo II de Capua, el terrible tirano siciliano del siglo IX que, se supone, también estuvo en posesión de la lanza. Stein creía que el ascenso de Hitler al poder había sido por la magia negra y la lanza de Longinos. Cuando en 1938 Hitler anexó Austria al Tercer Reich, una de sus primeras disposiciones fue visitar el Museo Hofburg para reclamar su lanza. Hizo todos los arreglos necesarios para que la transladaran a Nu
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