julio 08, 2012

QUIÉN LAS CONSTRUYÓ........









Dashur es un compendio de misterio. Según la arqueología oficial, allí empezaron las verdaderas pirámides. Tras las tentativas de Imhotep y su famosa pirámide escalonada dedicada a su rey, Zoser, las construcciones realizadas por Snefru, fundador de la lV Dinastía, fueron las primeras en tener sus caras rectas.Por motivos desconocidos, los sacerdotes de las principales civilizaciones del pasado coincidieron en la forma piramidal para elevar sus monumentos al cielo. Pero en ese común acuerdo de estructuras, e incluso de proporciones, existe una clara diferencia que hace que las distintas pirámides repartidas por todo el mundo pertenezcan a dos grupos distintos: por un lado, las construcciones atribuidas a la IV Dinastía egipcia y, por otro, todas las demás. Las cinco pirámides más grandes de Egipto -las atribuidas a Keops, Kefrén, Micerinos y las dos de Snefru- plantean tantos enigmas que suponer que se sabe todo en cuanto a su técnica de construcción y el propósito de sus arquitectos es no atender a las evidencias palpables que proponen un origen sobrenatural a tales obras. Es imposible que en tan sólo 25 años los arquitectos egipcios pasasen de las elementales construcciones de la III Dinastía a dominar la piedra de forma tan especializada. Es impensable también que 25 años después de Micerinos se les olvidara cómo edificar. No se entiende por qué estas cinco pirámides no tienen el más mínimo dato que señale su , procedencia, mientras que todas las demás -e incluso las tumbas contemporáneas- poseen su interior repleto de connotaciones a su cultura. Admitir que Snefru, el teórico constructor de la pirámide de Meidum y de las dos pirámides de Dashur, en sus sólo 24 años de reinado, manejó, erigió y finalizó de forma tan extraordinaria la cantidad de 12 millones de metros cúbicos de piedra, es, simplemente, ingenuo. Resulta abrumador pensar cómo durante los 150 años de la IV Dinastía se iban a haber podido colocar, milimétricamente, cerca de 30 millones de metros cúbicos de piedra, aparte de otros misterios no explicados.Tampoco se concibe cómo Snefru -si realmente fue él- eligió el árido desierto de Dashur para edificar sus pirámides, dejando libre la maravillosa meseta de Gizéh, que domina bella y perfectamente el delta del Nilo y las ciudades sagradas de Menfis y Heliópolis. La atribución de tan vasta obra a estos faraones se basa en meras suposiciones y en noveladas historias que conforman, desgraciadamente, la base en que se sustenta oficialmente el conocimiento del Antiguo Egipto.Veamos un ejemplo. El 3 de Marzo de 1927 el egiptólogo G. Reisner, bajo el patrocinio de la Universidad de Harward y el Museo de Boston, llegó al interior de una tumba que resultó ser de la esposa de Snefru, la reina Hetep-Heres. La apertura del sarcófago se vivió con gran excita
ción, aunque, como tantas otras veces, resultó que estaba vacío. Ningún cuerpo había sido depositado allí y la mastaba de tan ilustre personaje quedó archivada y olvidada. A falta de argumentos sólidos que expliquen el fenómeno de las tumbas vacías, la Egiptología ha formulado dictámenes como el del profesor Kurt Lange, que a continuación transcribimos: "...Sólo quedaba una hipótesis plausible. Al morir la reina en vida de su esposo, Snefru, fue enterrada en la tumba de éste, en Dashur, circunstancia de la que se aprovecharon seguramente los ladrones de tumbas. Llegó el día en que ya no pudieron ocultarle al nuevo faraón Keops que el sueño eterno de su augusta madre había sido turbado por los bandidos, y entonces Keops decidió que el cadáver fuese enterrado en otro sarcófago y colocado en un escondrijo de su propia pirámide (la Gran Pirámide). Nuevas ceremonias y nuevo entierro. Seguramente nunca nadie se atrevió a confesar al monarca toda la verdad La momia de la madre no sólo había sido profanada en la primitiva tumba y despojada de sus joyas, sino también robada, y seguramente destruida. En todo caso se ignoraba su paradero. El faraón nunca llegó a enterarse de la magnitud del desastre. Tuvieron que pasar 5.000 años para que encontrásemos la clave del enigma..."Esta "reconstrucción histórica", aventurada en un principio como mera hipótesis, ha pasado a ser "verdad" y, a falta de otras evidencias, como tal consta en los anales egiptológicos. Pero lo lamentable no es sólo que se escondan pruebas, sino que se manipulen. Resulta escandalosa la historia que se han tenido que inventar para justificar otra realidad: que la madre de Keops tuvo una mastaba en la necrópolis oeste de la Gran Pirámide. Pero, ¿cómo es posible esto si, cuando murió su madre, Keops aun no era el faraón (se sabe que, cuando Hetep-Heres, Snefru aún vivía) y, por tanto, no pudo haber ordenado erigir tal monumento? Sólo este dato debería cambiar la historia de Egipto o, cuando menos, la referida a la IV dinastía.La interpretación del profesor Lange quizá no sea la "única plausible" más aún cuando la explicación a los grandes misterios del Antiguo Egipto pasa por considerar como anacrónicas para su tiempo a estas construcciones, realizadas con una técnica que, por supuesto, nada tenía con las elementales herramientas de cobre usadas en la IV Dinastía .



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