Todo empezó para Erich von Däniken con la lectura del libro del profeta Enoch. Pero la suya fue una lectura diferente. Von Däniken era un muchacho imaginativo y crítico. «Había sufrido una educación católica muy conservadora», cuenta.Por entonces, él tenía diecisiete o dieciocho años y el único lenguaje que dominaba era el de la Biblia. A fuerza de tanto leerla, su mente imaginativa se planteó la posibilidad de entender de otro modo ese mundo angélico que nos han transmitido nuestros antepasados. Esas deidades luminosas, radiantes, energéticas, mensajeros del cielo..., ¿qué son en realidad? «Allí, en los textos bíblicos y en los apócrifos», explica, «se habla de figuras como nosotros, que no comen ni beben y que vuelan. De repente, comprendí que las mismas palabras pueden tener diferentes significados. Donde se dice ángeles, ¿por qué no leer robots o extraterrestres?Mientras Von Däniken explica, con la pasión narrativa que le caracteriza -es un narrador excepcional, capaz de crear suspense en cualquier instante-, su duda sobre los dioses de su infancia y su búsqueda en las piedras viejas de este planeta, pienso en el boom editorial de las obras de este suizo, capaz de gastarse hasta el último céntimo de su fortuna (contra la voluntad de su mujer y de su banco, según dice) para colocarse en cualquier punto del planeta donde surja una nueva pista que hable de la presencia de inteligencias superiores a la humana en el pasado histórico de la humanidad.El no comparte la fe de los ufólogos, según la cual este mundo está siendo visitado ahora por inteligencias extraterrestres. «Yo nunca he visto un ovni», sonríe escéptico, «la gente anda por ahí diciendo que ve ovnis, pero yo nunca he visto ninguno». Para él, el encuentro se produjo en el pasado. Su esperanza en la divinidad y sus ángeles, en versión mecanizada y nuclear, se orienta hacia el pasado, hacia las raíces históricas de las culturas de este planeta, en un punto que sitúa entre hace 2.000 y 3.000 años. Allí es donde se registró el encuentro; según Von Däniken, un encuentro evidente, como lo es para él la infinidad de pruebas testimoniales que existen en la literatura primitiva, en el lenguaje bíblico o en los grabados hechos piedra, testimonios de que «este mundo fue visitado por astronautas». Así, donde la Biblia habla de aquel objeto casi mágico que fue el Arca de la Alianza, que galvanizó a todo en pueblo que marchó en su compañía y donde los psicólogos sociales hablarían de fenómenos de líderes, transferencia y objeto mágico, él está seguro de que aquello era un instrumento, alimentado de radiactividad, capaz de transformar materia orgánica en un valioso alimento, el maná. Con rigor descriptivo, va atando cabo con cabo, narrando, en escalofriante relato, todas las vicisitudes que suscitó el Arca de la Alianza, las disputas que provocó y su misteriosa y final desaparición. Todo siempre se resume para Von Däniken en desaparición y misterio. Quizá por eso hace del pasado, perdido e irrecuperable, el objeto de su investigación.«Pero, ¿dónde está ahora el Arca?», le pregunto, seducido por su relato, pregunta a la que él contesta con firmeza que está casi seguro de que, tras su periplo de secuestros, raptos, compras y ventas, peripecia sorteada de muertes y accidentes misteriosos y de enigmáticas descargas mortales, el Arca de la Alianza está hoy enterrada bajo la catedral de Axum, centro del culto cristiano copto. ¿Por qué no excavar allí?«No sabemos exactamente dónde podemos encontrarla», responde, «aunque gracias a los detectores de radiactividad se vería facilitado el trabajo de su búsqueda. Los sacerdotes no admiten allí excavaciones. Es necesaria la fuerza del público o de los políticos para obtener el permiso de excavaciones.» Posiblemente, Erich von Däniken, increíble éxito editorial, conseguiría, si se lo propusiese, la realización de las excavaciones. ¿Qué sucedería entonces? ¿Y si el Arca no está allí? «Aunque el Arca de la Alianza no estuviese allí, la investigación habría sido positiva. También existe investigación negativa. Sabríamos más ... », concluye.Una clave para el pasado de piedra. Descubierta la clave, todo empezó a tener sentido en el pasado para Erich von Däniken. Por ejemplo, según él, un texto de inspiración bíblica, aunque apócrifo, El libro de Enoch, nos «muestra una relación completa de los nombres de una expedición de extraterrestres, descritos como ángeles: Gekun, el líder; Gadreel, que enseñó la forma de hacer armas a los humanos ... ».
Los textos bíblicos y del Mahabarata están llenos de sorpresas cuando se leen las cosas con esta actitud.
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