septiembre 28, 2012

Los textos sagrados de las religiones y los “dioses” que vinieron de las estrellas


Hace muchos milenios se escribieron unos textos que nos han sido transmitidos por las distintas religiones en forma de libros sagrados.  Se supone que fueron dictadas personalmente por los propios dioses o por algún ser celestial. Nos estamos refiriendo a textos que tienen miles de años de antigüedad y que, en muchos casos,  eran difíciles de entender. Por ejemplo, en los “Relatos judíos de la Antigüedad” se relata lo siguiente: “El Señor creó mil mundos al principio; después creó todavía más mundos; y todos no son nada comparados con él. El señor creaba mundos y los destruía, plantaba árboles y los arrancaba de raíz, pues crecían desordenadamente y se estorbaban los unos a los otros. Y siguió creando mundos y destruyéndolos, hasta que creó nuestro mundo. Entonces dijo: «Éste me agrada; los demás

no me agradan»”. Las antiguas tradiciones afirman (sorprendentemente) que la escritura se inventó antes que la creación del mundo. Y existía un libro que, según se cuenta,tenía la forma de una piedra de zafiro  (es curioso lo mucho que nos suena a un sofisticado tipo de soporte de libros digitales). Según los escritos, Raziel, un ángel (o arcángel) que se sentaba junto al río que brotaba del Edén, es el autor de este libro llamado “Sefer Raziel HaMalach” (el libro del arcángel Raziel), donde «está anotado todo el conocimiento celestial y terrestre».  El ángel Raziel entregó este misterioso libro a Adán. Debía de ser algo especial, pues no sólo contenía todo el conocimiento, sino que también predecía el futuro. El ángel Raziel dijo a Adán que encontraría en el libro todo «lo que te sucederá hasta el día que mueras». Y no sólo Adán se beneficiaría de este enigmático libro, sino también sus descendientes, tal como Raziel le explicó: “También tus hijos, que vendrán después de ti, hasta el último de la raza, sabrán por este libro lo que habrá de pasar cada mes y lo que habrá de pasar entre el día y la noche; a cada uno le será conocido (…) si habrá de padecer desventuras o hambre, si el trigo será abundante o escaso, si habrá lluvia o sequía”.

En el misticismo judío de la Cábala el arcángel Raziel es el «guardador de secretos», «el secreto de Dios» y el «arcángel de los misterios». En hebreo el nombre Rzial significa ‘secretos del dios cananeo El’. Según varios Rabinos es un querubín y el jefe de los Ofaním. Los Ofaním son considerados ángeles extraños y misteriosos ya que, según se relata en Ezequiel,   ”su aspecto es el de ruedas luminosas que giran continuamente, están cubiertas de grandes ojos y su única misión es mover el carro que transporta a Dios hasta los límites del mundo material “(¿¿¿). A Raziel se le describe como un arcángel de alas azules, aura dorada brillante alrededor de su cabeza y ropas azules que poseen propiedades sorprendentes. Se dice que Raziel estaba cerca del trono de Dios (Yahveh o Jehova) y por lo tanto oía todo lo que allí se decía y discutía.

Después que el ángel Raziel entregó el libro a Adán, sucedió algo maravilloso: “Y en la hora en que Adán recibió el libro surgió un fuego en la orilla del río, y el ángel ascendió al cielo entre las llamas. Entonces supo Adán que el mensajero era un ángel de Dios, y que el libro se lo había enviado el santo Rey. Y lo conservó con santidad y con pureza”. En el libro estaban grabados los símbolos de la sabiduría sagrada, y en él se contenían setenta y dos categorías de conocimientos, divididas en 670 símbolos de los misterios superiores. También contenía 1.500 claves secretas. Adán leyó el libro que le otorgaba el poder de dar nombre a todos los objetos y a todos los animales. Pero cuando cometió su famoso “pecado original”, el libro sorprendentemente «salió volando de entre sus manos». Adán lloró amargamente y se sumergió en las aguas de un río. Cuando su cuerpo se quedó hinchado, el Señor tuvo misericordia de él y ordenó al ángel Rafael que le devolviese la misteriosa piedra de zafiro.
Adán entregó el mágico libro a su hijo Set y le explicó «en qué consistía su poder y su maravilla. También le habló de cómo había usado él el libro, y le dijo que lo había escondido en una fisura de las rocas». Set también recibió instrucciones de como usarlo y de cómo «conversar con el libro». Sólo podía acercarse al libro con veneración y humildad. Debía lavarse a fondo antes de utilizarlo y no debía comer cebolla, ajo u otras especias (¿¿¿). Set siguió las instrucciones de su padre y aprendió durante toda su vida de la piedra sagrada de zafiro. Finalmente construyó «… un cofre de oro; guardó en él el libro y escondió el cofre en una cueva en la ciudad de Enoc». El libro permaneció en aquel escondite  hasta que «al patriarca Enoc se le reveló en un sueño el lugar donde estaba escondido el libro de Adán». Enoc, el patriarca antediluviano que era el hombre más sabio de su época, fue a la cueva y por algún medio misterioso se le reveló cómo debía utilizar el libro. Y «en el momento mismo en que le quedó claro el significado del libro, se le encendió una luz».
Enoc comprendió entonces todo lo referente a las estaciones, los planetas,  las estrellas y los ángeles que dirigen sus cursos. Y ¿qué sucedió con el libro? En este caso fue otro arcángel, Rafael, el que lo hizo llegar a las manos de Noé y le explicó el modo de utilizarlo. El libro seguía estando «escrito sobre una piedra de zafiro», y Noé, después del diluvio, lo leyó y aprendió los cursos de todos los planetas, así como «los cursos de Aldebarán, Orion, Sirio». También aprendió de él «… los nombres de todas las diferentes esferas del cielo (…) y los nombres de todos los servidores celestiales». Es realmente sorprendente que a Noé le pudiesen interesar los cursos de la estrella Aldebarán, la constelación de Orion y la estrella doble (o triple) de Sirio, o conocer los nombres de los misteriosos «servidores celestiales». Luego se dice que Noé depositó el libro en un cofre de oro y fue lo primero que metió en el arca. Y cuando Noé salió del arca, conservó el libro hasta el final de su vida. Para comprender cuan sorprendente es el hecho de que una referencia a la época antediluviana haga referencia a estas estrellas y constelaciones, explicaremos brevemente algo sobre las mismas.   
Aldebarán es la estrella más brillante de la constelación de Tauro y la decimotercera más brillante del cielo nocturno. El nombre Aldebarán proviene del árabe y su significado es «la que sigue», en referencia a que esta estrella sigue al cúmulo de las Pléyades en su recorrido nocturno a través del cielo. En el siglo XVII, el astrónomo Giovanni Riccioli la denominó más específicamenteOculus Australis («ojo del sur»). El astrónomo persa Al Biruni citaba Al Muhdij («el camello hembra») como nombre árabe para esta estrella. En la astronomía hindú se identifica con la nakshatra, mansión lunar de Rohini, y es una de las veintisiete hijas de Daksha y la esposa del dios Chandra.  Situada a 65,1 años luz de distancia, Aldebarán es una estrella gigante naranja. Puesta en el lugar que ocupa el Sol, se extendería hasta la mitad de la órbita de Mercurio,. Su velocidad de rotación proyectada es de 5,2 km/s, por lo que su período de rotación puede ser de hasta 400 días. Aldebarán es 425 veces más luminosa que el Sol pero su masa es solamente de 1,7 masas solares; dado el enorme tamaño de esta estrella, su densidad media resulta ser muy inferior a la del Sol.
Orión, (el Cazador), es la constelación  mejor conocida del cielo. Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios hacen que esta constelación sea reconocida universalmente. La constelación es visible a lo largo de toda la noche durante el invierno en el hemisferio norte, verano en hemisferio sur; es asimismo visible pocas horas antes del amanecer desde finales del mes de agosto hasta mediados de noviembre y puede verse en el cielo nocturno hasta mediados de abril, al menos en el hemisferio norte. Orión se encuentra cerca de la constelación del río Eridanus y apoyado por sus dos perros de caza Canis Maior y Canis Minor peleando con la constelación del Tauro. El Complejo de Nubes Moleculares de Orión es una gigantesca estructura de hidrógeno, polvo, plasma y estrellas nacientes que abarca la mayor parte de la constelación. El complejo está ubicado a una distancia de 1.500 años luz de la Tierra  y destaca especialmente por ser una región de intensa formación estelar y por las extraordinarias nebulosas que la forman.
En la mitología griega Orión fue un gigante que, según algunas versiones, nació de los orines de los dioses Zeus, Poseidón y Hermes. Un día los dioses visitaron a un anciano llamado Hirieo que no podía tener hijos pero deseaba tener uno. En agradecimiento por su hospitalidad le concedieron su deseo: orinaron en la piel del buey que se habían comido. Cuando finalizaron le dijeron que enterrara la piel y que dentro de nueve meses tendría a su hijo. Después del plazo mencionado nació un niño que fue llamado Orión en recuerdo de los orines que lo habían engendrado. Existen diversas versiones del mito de Orión. Una de ellas cuenta que Orión había violado a Mérope, hija de Enopión, quien por ello, lo dejó ciego. Helios le devolvió la vista y a continuación Orión se convirtió en compañero de caza de Artemisa y Leto. Prometió aniquilar todo animal que hubiera sobre la tierra, por lo que Gea se enfadó e hizo nacer un escorpión enorme que picó a Orión y lo mató. En otra versión fue Artemisa la que lanzó el escorpión contra Orión.

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