noviembre 01, 2012

Contactados por los dioses...(1)


Cuando empezaron las investigaciones en el campo de la Ufología, a mediados del siglo XX, cierto sector de la ciencia ponía en duda la presencia de los ovnis en los cielos del planeta. Pasaron algunos años, y dentro y fuera del estudio ufológico, surgió la siguiente interro­gante: ¿Quiénes tripulaban los ovnis? Aparentemente, detrás de un ovni suele 
haber una inteligencia extraterrena, que nos supera en tecnología. Ya sé que mucha gente es escéptica en relación al tema de los ovnis  y mucho más en relación a las personas contactadas por supuestos seres extraterrestres. De todos modos, aunque no se confíe en el testimonio de contactados modernos, solo hace falta leer los múltiples testimonios de las distintas tradiciones ancestrales para darse cuenta de que este es un tema que, como mínimo, requiere una mayor investigación. Gracias a algunos investigadores, salieron a la luz pública algunas de las experiencias y encuentros mantenidos entre algunos personajes de la Tierra y estos seres del espacio. Estos personajes fueron denominados “los contac­tados”, que fueron tachados de locos, visionarios o  alucinados. Pero tarde o temprano la verdad siempre se abre camino. Efectivamente, el abrumador testimonio aportado por los contactados: pilotos, médicos, ingenie­ros, hombres de ciencia, hombres de negocios, líderes políticos y religiosos, es difícil de rebatir.  Queramos o no, la presencia extraterrestre (o procedente del interior de la Tierra o de Universos paralelos) es una realidad en nuestro plane­ta. Todo parece indicar que los dioses de la antigüedad han regresado.

 

Los ovnis, ¿qué son? ¿de dónde vienen? Estrictamente hablando, el término objeto volador no identificado (ovni) se refiere a cualquier objeto aéreo que no sea positivamente identificado como una construcción hecha por el hombre o como algún fenómeno natural conocido. El término  en sí implica cierto misterio. En lenguaje común, ovni se usa con frecuencia para denotar cualquier objeto que pudiera ser una nave espacial de una civilización extraterrestre. La frase “objeto volador no identificado”, fue acuñada por el Capitán Edward J. Ruppelt de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. El Capitán Ruppelt condujo una investigación de la Fuerza Aérea sobre el fenómeno en el año 1951. Previamente a la investigación de Ruppelt, los ovnis eran comúnmente llamados “platillos voladores” porque los testigos oculares los describían como objetos en  forma de platos. Sin embargo, “platillo volador” rápidamente se convirtió en un término de mofa, debido a un escepticismo  generalizado. “Objeto volador no identificado” fue usado por el Capitán Ruppelt para dar a su estudio de la Fuerza Aérea un aire de respetabilidad. Ovni también es un término más preciso porque  no todos los objetos voladores no identificados tienen forma de platillos. Cientos de ovnis son reportados cada año a la policía, a los medios de comunicación o a los grupos de investigadores de ovnis. Esos reportes representan sólo una minoría del número total de ovnis realmente vistos, ya que muchos testigos oculares de  ovnis no revelan públicamente sus encuentros.

Según los investigadores, aproximadamente entre el 90% y 95% de todos los informes de ovnis reportados resultan ser naves construidas por el hombre o posibles fenómenos naturales. Aproximadamente entre el 1,5% y el 2% son falsos, acompañados con frecuencia de fotografías apócrifas. Aunque los reportes falsos constituyen un pequeño porcentaje de todos los reportes de ovnis, han creado una desproporcionada cantidad de problemas. Las falsificaciones son, de hecho, responsables del desprestigio de los estudios serios sobre los ovnis. Mientras  más convincente es el fraude, generalmente hará más daño. Del 3% al 8,5% restante de todos los ovnis reportados parecen ser naves de origen no humano. La mayoría de los investigadores tratan con este último grupo. En  el siglo XX raramente se reportaron ovnis en los medios de comunicación antes de 1947; así que mucha gente asume que el fenómeno ovni  debe ser relativamente moderno. En realidad los ovnis han sido registrados durante miles de años en todas las partes del mundo. Por ejemplo, en el año 216 a.C, el escritor Julius Obsequens reproduce en su libro Prodigorium liber  el siguiente relato:  “Cosas similares a barcos fueron vistas en el cielo sobre Italia… En Arpi (Italia) un escudo redondo fue visto en el cielo… En Capua, el cielo era todo fuego, y uno vio  figuras parecidas a barcos…”
  

En el primer siglo después de Cristo, el famoso estadista romano Cicerón relata una noche durante la cual,  el sol,  acompañado de fuertes ruidos, fue repetidamente visto en el cielo nocturno. El cielo pareció abrirse desgarradoramente y revelar extrañas “esferas”. Los ovnis llegaron a perturbar tanto durante el siglo VIII y XIX, que el emperador Carlomagno se vio obligado a promulgar  un edicto prohibiendo que ellos perturbaran el aire y provocaran tormentas. En un episodio, algunos de los súbditos de Carlomagno fueron llevados en una “nave” aérea, señalándoles las maravillas, y luego regresándolos a la Tierra para que una turba enardecida los matara. Aquellas naves molestas también fueron acusadas de destruir cultivos. No sólo han sido vistos los ovnis, también han sido admirados a través de la historia. Las religiones de la antigua Mesopotamia, Egipto y América fueron dominadas por la adoración de “dioses” similares a humanos venidos de los cielos. Se decía que muchos de esos “dioses” viajaban en “barcos” y “globos” volantes. Antiguas declaraciones de este tipo son hoy la base de la teoría moderna de los “antiguos astronautas”, la cual postula que una raza espacial visitó alguna vez a la Tierra y se involucró en los asuntos humanos. Algunos investigadores de ovnis han ido un paso más allá para sugerir que esta  raza espacial ha creado y conquistado la sociedad humana muchos miles de años atrás y desde entonces ha mantenido un ojo vigilante sobre sus posesiones.
  
Para muchos, tales teorías parecen ser pura ciencia-ficción. Sin embargo, estas ideas son el resultado de investigar hechos que han preocupado a los historiadores. ¿Cómo las antiguas civilizaciones del Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, localizadas en sitios opuestos de la Tierra, son tan semejantes unas a otras?  ¿Por qué  los pueblos de esas civilizaciones remotas desarrollaron notoriamente tan similares creencias religiosas?  Una visión ampliamente extendida es que un puente de tierra o hielo surgió una vez en el Estrecho de Bering entre Siberia y Alaska por el cual emigró la gente del Viejo Mundo hacia el Nuevo. Otro de los puntos de evidencia arqueológica es el de que los antiguos fenicios navegaron a través del Océano Atlántico siglos antes que los vikingos escandinavos o Cristóbal Colón. Tales investigaciones concluyen que los fenicios habían adquirido mucha información  de la civilización egipcia y los habían trasladado al Nuevo Mundo. Otra hipótesis es que los mismos antiguos egipcios habían navegado a través del océano. A pesar de las evidencias que  soportan todas esas posibilidades, ninguna de las teorías encaja completamente con los hechos conocidos. Esto ha conducido a una cuarta teoría, bien expresada en 1919 por el profesor de Oxford y  Premio Nóbel, Frederick Soddy: “Algunas de las creencias y leyendas legadas a nosotros por la Antigüedad están tan universalmente y firmemente establecidas que nosotros hemos llegado a acostumbrarnos a considerarlas como si fueran tan antiguas como la humanidad misma. No obstante, estamos tentados a preguntarnos cuán lejanos los hechos de algunas de esas creencias y leyendas que tienen tantos hechos en común es debido a la casualidad y si la similitud entre ellos no puede apuntar a la existencia de una antigua, totalmente desconocida e insospechada civilización de la cual toda otra huella ha desaparecido”.
  
Cuando surge tal conjetura, mucha gente piensa en los continentes o islas desaparecidas, tales como las legendarias Atlántida y Lemuria. Sin embargo, uno de los contemporáneos del Dr. Soddy, Charles Hoy Fort,  hizo una aproximacióndiferente al tema y especuló con que sociedades extraterrestres estaban envueltas en la prehistoria de la Tierra. Charles Hoy Fort (1874 a 1932) fue un investigador estadounidense, conocido por dedicarse al estudio de hechos supuestamente no solucionados por la ciencia de su época. “El libro de los condenados”, su obra más conocida, es una colección de hechos despreciados por la ciencia ortodoxa.Recopiló y publicó un catálogo con 25 mil entradas de fenómenos inexplicables hasta entonces, que iba clasificando en cajas de zapatos, como son lluvias de ranas, precipitación de grandes trozos de hielo, barro, carne y azufre, nieve negra, bolas de fuego, cometas caprichosos, desapariciones misteriosas, meteoritos con inscripciones extrañas, ruedas luminosas en el mar, lunas azules, soles verdes o  aguaceros de sangre. Fort, como los científicos que criticaba, reivindicaba la supremacía de “los hechos”. EL magnífico escritor H. P. Lovecraft consideraba a Fort uno de sus maestros. Y autores de ensayos antropológicos como Pauwels y Bergier reconocen haber utilizado el método fortiano de búsqueda para gestar su obra  “El retorno de los brujos“.
  
Charles H. Fort es quizás el más antiguo escritor del siglo XX en sugerir seriamente que los extraterrestres han estado involucrados en los asuntos humanos. Fort empleó muchos años de su vida adulta amasando informes sobre fenómenos extraños aparecidos en diarios científicos, periódicos y revistas. Las historias que él coleccionó eran de sucesos como extrañas luces móviles en el cielo, “lluvias” de animales y otros hechos que parecían desafiar las explicaciones científicas convencionales. Fort concluye que los cielos de la Tierra han sido surcados por una enorme cantidad de naves extraterrestres,  a las cuales él denominaba “superconstrucciones”. Fort desarrolló otras teorías como resultado de sus investigaciones, varias de las cuales aún hoy son provocativas. Escribió: “Yo pienso que nosotros somos la propiedad de alguien; Yo diría que nosotros pertenecemos a algo: Que alguna vez hace tiempo, esta tierra era una Tierra de Nadie. Que otros mundos la exploraron y colonizaron y combatieron entre sí por la posesión. Pero que ahora pertenecemos a alguien y todos los demás se fueron”Fort concluye que la raza humana no posee un status muy alto en relación con los extraterrestres propietarios de la Tierra. Y en referencia al acertijo de porqué ellos (los propietarios de la Tierra) nunca se muestran públicamente, él filosofa: “¿Podríamos nosotros, si quisiéramos, educar y sofisticar cerdos, gansos y reses? ¿Estarían ellos dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con gallinas?”.
 

Fort cree que ha estado ejerciéndose, por parte de los aparentes propietarios de la Tierra, una influencia directa sobre los asuntos humanos: “Yo sospecho que, después de todo, nosotros somos útiles; que entre los reclamantes antagónicos se han establecido acuerdos y que alguien ahora tiene derechos legales sobre nosotros por medio de  la fuerza o por haber pagado por nosotros. Todo esto ha sido conocido durante milenios por algunos sobre la Tierra, bien sea por parte de un culto o de una orden, cuyos miembros actúan como cabecillas del resto de nosotros o como esclavos superiores o supervisores, comportándose de acuerdo con instrucciones recibidas en virtud de nuestra misteriosa utilidad”. Fort no especula acerca de cómo puede ser esa “misteriosa utilidad” de la humanidad, excepto para sugerir brevemente que los humanos pueden ser esclavos. Fort piensa que  la Tierra ha tenido una prehistoria espléndida: “Pero yo acepto que en el pasado, por todo lo que sé, antes de que fuese establecida la propiedad, los habitantes de otros mundos han venido, cazado, pescado, volado y caminado aquí. A veces han venido solos y otras  en grandes cantidades. Han hecho visitas ocasionales o periódicas, para cazar, negociar, reabastecer sus harenes, explotar minas…. Han fundado colonias y  se han extraviado aquí; pueblos mucho más avanzados y  pueblos primitivos,  o cualquier cosa que fueran: unos blancos, unos negros, amarillos otros”. Fort, ciertamente, ha expresado algunas ideas atrevidas. Ellas fueron publicadas en un tiempo en que sencillos biplanos y balones dirigibles volaban por los cielos. Faltaban todavía ocho años para el histórico vuelo de Charles Lindberg atravesando el Océano Atlántico.
Pero es difícil saber las razones de sus visitas y de su elección de los posibles contactos.  Tal vez el acercamiento a nuestro planeta forma parte del  estudio del terreno y sus habitantes; un fin de carácter científico, con un plan general de observaciones.  Las abducciones entrarían en esta finalidad investigativa y de análisis. Nosotros seríamos para ellos simples cobayas. Esto es muy duro para nuestro egocentrismo, pero es una perfecta posibilidad. Por otro lado, al tener una concepción temporal distinta, así como quizá un metabolismo más lento, el contacto se producirá en forma definitiva en el tiempo de ellos y no en el nuestro.  Además si “somos nosotros en el futuro“, como opinaba Albert Einstein, nunca nos contactaremos con nosotros mismos. Tal vez ellos están en el siglo XXIII y nosotros en el XXI.  De todos modos generalmente se ha impuesto la idea de que nos vienen a invadir. Esto ha sido ampliamente explotado en las obras de ciencia ficción. También muchos investigadores indican la asiduidad de observaciones sistemáticas en lugares donde hay centros militares, sistemas de alta tensión, reservas de agua, centros de comunicación, aeropuertos militares, etc. 
Investigando libros antiguos, tales como el Ramaya­na, el Mahabharata, el Drona Parva (todos ellos de la India), el Popol Vuh maya, la Biblia etc…, vemos como en ellos aparecen los Señores, los Dioses, los Elohim, los Arquetipos, los Ánge­les; viajando en sus vimanas, en sus nubes resplandecientes y en sus carros de fuego. Estos Señores aparentemente vinieron del espacio exterior y manipularon a nuestra especie. Contactaron con nuestros antiguos Padres, Patriarcas y Profetas. Y su presen­cia, ha sido una constante en las antiguas culturas y civilizaciones. Investigando la Revelación y la Tradición Bíblica, vemos que personajes como Enoc, Elías, Moisés, Abraham, Lot, Jonás etc…, viven unas experiencias cla­ramente ufológicas y de contacto extraterrestre. El estudio de estas experien­cias nos lleva a deducir que probablemente los Ángeles, Señores y Dioses de ayer son los Extraterrestres que hoy día nos visitan. Esta deducción queda reafirmada por la revelación y testimonio que los propios extraterrestres les han dado a algunos contactados de nuestro tiempo. Para ilustrarlo, vamos a analizar algunos fragmentos de los textos bíblicos con respecto a algunos personajes de la antigüedad, explicando las experiencias de algunos contactados durante la historia de la Humanidad. De todos modos, en otras múltiples antiguas culturas en India, China, América, África, etc.,  podríamos encontrar también múltiples ejemplos.
Investigando el fascinante mundo de la temática extraterrestre, se llega a la evidente conclusión de que, desde la más remota antigüedad, seres venidos del espacio cohabitaron con humanos, modificando nuestra raza o bien se llevaron a sus planetas características genéticas de la nuestra. Es válida para este razonamiento la frase bíblica: “Los hijos de los Dioses se juntaron con las hijas de los hombres y las fecundaron”. Lógicamente de tal unión salimos nosotros, los habitantes del planeta Tierra, que al fin y al cabo terminamos siendo posiblemente mitad terrestres por nuestra madre y mitad extraterrestres por nuestros padres venidos del espacio exterior. Citar, dentro de nuestra cultura judeo‑cristiana, así como en otras, las numerosas vírgenes o mujeres aparentemente estériles que parieron hijos engendrados por seres aparentemente venidos desde el espacio, sería tedioso debido a la gran cantidad de hechos como lo son el caso de Jesús, Zaratrusta, Buda, Moisés,  Ana, la madre de María, Noé, etc. Existen bastantes casos de contactados que aseguran que estas fecundaciones provocadas artificialmente  no solo se habría dado en remotas etapas de la Historia sino que se viene realizando con cierta asiduidad para completar un supuesto plan trazado por estos Jardineros del Cosmos. Sabemos por otra parte que estamos entrando en la Era de Acuario y que, tal vez,  un nuevo hombre debe habitar el nuevo tiempo. Tal vez un hombre que tiene en su memoria genética el programa para el que fue creado por sus supuestos padres celestiales y, probablemente, ahora mismo se está produciendo una intervención por parte de estos seres que, aparentemente, siguen tutelando nuestra marcha evolutiva.
Los extraterrestres, por medio de sus contactados, nos dicen que todo cambio, mutación o programación planetaria viene o parte del Sol. Entonces: ¿Qué pasaría si la longitud de onda y frecuencia del Sol cambiasen? Y suponiendo que se acepte la energía psíquica, prana o principio vital, ¿qué sucedería si dicha energía o código psíquico fuera alterado para la Era de Acuario?  Muchos quieren ver el fin del mundo a través de unas inevitables catástrofes que nos aniquilarían, pero existen otras formas de cambio que quizás no se han tenido en cuenta y que seguramente realizarán un cambio en la Humanidad. El investigador Peter Krassa hace referencia a los misterios de la antigua China, donde de nuevo se alude a nacimientos e intervenciones extrañas. Vemos a aquel héroe extraterrestre, que como Hijo del Sol aparece en las leyendas chinas. Como ejemplo tenemos a Huang‑Ti, el Emperador Amarillo, que era hijo de Fu­-Pao(Sumiso Bien). Su esposa fue al parecer visitada por un extranjero, pues, según la leyenda, vio ella un gran destello como un remolino  en torno a la Osa Mayor  y la estrella central brilló con tanta intensidad que iluminó todo el país. Y como consecuencia de que la rozara el rayo luminoso, quedó preñada, y parió al cabo de 25 meses (lo que puede ser un error o deberse a algún hecho desconocido). Es notable el paralelismo con el nacimiento de Jesús, para el que se dice que no intervino ningún hombre. Lo que en la Biblia se identifica como el Espíritu Santopudiera ser en esa versión china de un rayo luminoso.
En el año vigésimo de su subida al trono, ocurrió un extraordinario fenómeno ante los propios ojos de Huang‑Ti. Aparecieron en el Cielo abigarradas y brillantes nubes, en que una zona de un rojo incandescente se alternaba con una zona verde. La parte roja tenía dos estrellas en medio y la verde solo una como punto central. Según esta leyenda, las tres estrellas brillaban al alba con extraordinario y bello color, por lo que se las llamaba las resplandecientes estrellas. Aún es más misterioso el origen del soberano Yao. Su madre era Ch’ing‑tou y parece que nació  en el desierto. Los cronistas cuentan que la mujer estaba rodeada permanentemente por una nube amarilla, que venía de arriba. Una mañana, vino un dragón rojo a Ch’ing‑tou trayéndola un mensaje sellado, así como un retrato. La misiva decía: “El rojo será protegido por el Supremo”. Entonces sucedió que el dragón rojo rozó a la mujer;  y ello, en unión de un frío viento, hizo que Ch’ing‑tou quedase embarazada. He aquí también una especie de concepción artificial, semejante a la que el rosario de leyendas de todo el mundo atribuye el nacimiento de los seres divinos. Al cabo de 14 meses llegó Yao al mundo, en Tanling. Es interesante al respecto que Tanling significa “Montículo bermellón” y que la criatura se parecía a aquella imagen que se le había mostrado a Ch’ing‑tou.
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