noviembre 01, 2012

EL PRISIONERO DE LA PIRÁMIDE ...(2)



Es decir, hubo que construir el segmento D con gran precisión (ver Fig. 70), a través de la Gruta y de la roca, antes que el resto de segmentos del Pozo.
  •   Pero, ¿por qué se ubicó en ese sitio?
  • ¿Por qué es exactamente vertical?
  • ¿Por qué no se continuó hacia arriba y se le dio la longitud que tiene?
  • ¿Por qué, de hecho -algo que ha pasado completamente inadvertido-, el segmento E se encuentra inclinado con respecto al D y con respecto a la línea base en un ángulo exacto de 45o?
  • ¿Y por qué el segmento E, si su única función era la de servir como conducto de conexión, no se prolongó hasta llegar al pasadizo descendente, en vez de girar en ángulo y formar así el segmento F?
  • ¿Y por qué este segmento, el F -otro detalle inadvertido-, está inclinado con respecto al pasadizo ascendente en un ángulo exacto de 90o?
Para responder a estas cuestiones, nos tenemos que preguntar:
¿cómo pudieron diseñar y conseguir estas simetrías, estos alineamientos perfectos y estas notables relaciones geométricas los arquitectos de la pirámide?
La solución que proponemos se puede ilustrar mejor con un dibujo (Fig. 71); es un plano de distribución del interior de la pirámide que hemos trazado, así nos parece, como lo podrían haber trazado los propios constructores: ¡un sencillo, aunque ingenioso, plano arquitectónico que consigue esos impresionantes alineamientos, simetrías y perfección a partir de unas cuantas líneas y tres círculos!
Fig. 71

La construcción de la pirámide comenzó con el nivelado de la prominencia rocosa sobre la cual se iba a elevar. Para darle a la estructura una mayor estabilidad, se cortó la roca al nivel de la base sólo cerca de la circunferencia de la pirámide; en su centro, la cara de la roca era más alta, se elevaba por niveles. Fue entonces, según creemos, cuando se eligió la Gruta -una deformación natural de la roca, o quizás una cavidad artificial- como punto en donde debían tener su inicio los alineamientos de la estructura. 


Allí se situó el primero de los conductos, el D, verticalmente, a través de la Gruta -en parte atravesando la roca y en parte construido con bloques de obra (ver Fig. 70). Su altura (Fig. 71) marca exactamente la distancia desde el nivel de la base, donde termina la roca y comienza la obra en el corazón de la pirámide. 

Hace tiempo que se reconoce que el valor de n -el factor que gobierna las relaciones entre un círculo o una esfera, sus elementos lineales y sus proyecciones de superficie- se utilizó para determinar la circunferencia, los lados y la altura de la pirámide. Como se puede ver en nuestro dibujo, no sólo la cubierta de la pirámide, sino todo en su interior, se determinó con la ayuda de tres círculos iguales. 

Con instrumentos teodolíticos situados dentro del conducto D se trazó la línea vertical clave, cuya función pronto describiremos. Pero, primero, se trazó con estos instrumentos una línea horizontal roca/obra, sobre la cual se situaron los centros de los tres círculos. El primero de éstos (Punto 1) estaba en D; mientras que los Puntos 2 y 3 se situaron donde su círculo intersecaba la línea, sirviendo como centros de otros dos círculos superpuestos. 

Claro está que, para trazarlos, los arquitectos de la pirámide tuvieron que decidir cuál debía ser el radio más adecuado. Los investigadores de la Gran Pirámide siempre se han visto frustrados en sus intentos por aplicar a sus perfectas proporciones cualquiera de las unidades de medida del antiguo Egipto -ni el codo común de 24 dedos, ni el codo real de 28 dedos (525 milímetros). Hace alrededor de tres siglos, Sir Isaac Newton llegó a la conclusión de que tanto en la construcción de la pirámide, como en la del arca de Noé y el templo de Jerusalén, se utilizó un enigmático «Codo Sagrado» de 641 milímetros.


Tanto los egiptólogos como los piramidólogos aceptan ahora estas conclusiones, al menos en lo que respecta a la pirámide. Según nuestros propios cálculos, el radio adoptado para los tres círculos supuestos era de 60 de tales codos sagrados; siendo el número 60, no por casualidad, el número base del sistema matemático sexagesimal de los sumerios. Esta medida de 60 codos sagrados es la dominante tanto en longitudes como en alturas de la estructura interior de la pirámide, así como en las dimensiones de su base. 


Tras seleccionar el radio, se trazaron los tres círculos; y, entonces, la pirámide comenzó a tomar forma: donde el segundo círculo intersecara el nivel de la base (Punto 4), el lado de la pirámide se tenía que elevar con un ángulo de 52° -un ángulo perfecto, porque es el único que incorpora las proporciones de TC en la pirámide. 

Desde la base del conducto D, se perforó el conducto E hacia abajo, con una inclinación exacta de 45° con respecto a E. La línea teodolítica proyectada desdeE hacia arriba, intersecando el círculo 2 en el Punto 5, proporcionó la inclinación de la línea para el lado de la pirámide, marcando también el nivel de media área -sobre el cual tendrían que situarse la Cámara del Rey y la Antecámara (la línea 5-U-K)- y dónde tendría que terminar la Gran Galería. Proyectada hacia abajo, la pendiente E determinaría el punto P, donde tendría que terminar el pasadizo descendente, y la vertical de P determinaría la posición del escalón 5 en el pasadizo horizontal. 

Si observamos el tercer círculo, veremos que su centro (Punto 3) marcaba la línea central vertical de la pirámide. En el punto en donde esta línea intersecaba la línea de media área, se situó el gran escalón (U), marcando el final de la Gran Galería y el comienzo del suelo de la Cámara del Rey. También determinaba la posición de la Cámara de la Reina (Q), que estaba situada exactamente en la línea central. Conectando el Punto 2 con el Punto U, se obtenía la línea del suelo del pasadizo ascendente y de la Gran Galería. 

Después se perforó el conducto F, a partir del final del conducto E, de tal modo que su prolongación intersecara la línea de suelo ascendente 2-U en ángulo recto (90°). Desde su intersección con el primer círculo (Punto 6), se trazó una línea a través del Punto 2, hacia arriba, hasta llegar al lado de la pirámide (Punto 7). Así se delineó el pasadizo descendente, el cruce con el pasadizo ascendente (en el Punto 2) y la entrada a la pirámide. 

Así, los conductos DE y F, y los tres círculos, hicieron posible la mayor parte de los detalles esenciales de la Gran Pirámide. Sin embargo, faltaría por determinar el punto en donde debería terminar el pasadizo ascendente y comenzar la Gran Galería, así como dónde habría que situar el nivel del pasadizo horizontal que lleva a la Cámara de la Reina.


Y según creemos, es aquí donde entró en juego el conducto B. Hasta ahora, nadie ha señalado el hecho de que su longitud es exactamente igual a la de D, y que marca exactamente la distancia entre el nivel de la entrada y el nivel del pasadizo horizontal. B se situó allí donde la línea ascendente intersecaba el círculo 2 (Punto 8). Su prolongación vertical marca el comienzo del muro elevado de la Gran Galería; la distancia desde el Punto 8 al Punto 9, donde la línea de Dinterseca la línea horizontal de 8, es el lugar de la grandiosa intersección representada en la Fig. 68. 


El segmento B, conectado en el Punto 8 con los pasadizos a través del corto segmento A, permitió así a los constructores de la pirámide completar su interior. Una vez hecho esto, los segmentos del Pozo dejaron de tener utilidad arquitectónica o funcional, y la entrada a ellos se cubrió, colocando allí una piedra ajustada con forma de cuña (Fig. 72).

Fig. 72

Los segmentos D, E y F también desaparecieron de la vista cuando la obra de la pirámide se elevó sobre su base rocosa. Quizás se construyó entonces el segmento G, para permitir la extracción de los teodolitos de los segmentos D-E-F o para hacer comprobaciones de última hora. Finalmente, en el punto donde el pasadizo descendente conectaba con este segmento G, se cubrió la abertura con un bloque de piedra ajustado, con lo que estos segmentos inferiores desaparecieron también de la vista. 


La pirámide se terminó, con todos sus segmentos ocultos del Pozo; todos menos uno, que, como hemos visto, no tenía ninguna función o propósito en la planificación y construcción de la pirámide. 

La excepción la constituye el irregular e insólito segmento C, extrañamente sinuoso, que toscamente atraviesa la caliza dejando muchos bloques de piedra rotos y con salientes. ¿Cuándo, para qué y cómo se hizo esta enigmática sección? 

Creemos que esta sección no existía aún cuando la pirámide fue terminada. Como expondremos, se hizo precipitadamente con posterioridad, cuando se encerró vivo a Marduk en la Gran Pirámide. No hay duda de que se encerró vivo a Marduk en la «Montaña Tumba»; los textos que se han encontrado y traducido así lo atestiguan. Otros textos mesopotámicos arrojan luz sobre la naturaleza de su delito. Y todos juntos nos permiten llegar a una reconstrucción plausible de los acontecimientos. 

Desterrado de Babilonia y Mesopotamia, Marduk volvió a Egipto y se estableció en Heliópolis, potenciando su papel como «centro de culto» suyo al reunir sus objetos personales celestes en un santuario especial, al cual los egipcios peregrinaron durante mucho tiempo después. 

Pero, al intentar reestablecer su hegemonía en Egipto, Marduk se encontró con que las cosas habían cambiado desde que se fue de allí en su intento de golpe de estado en Mesopotamia. Aunque Toth, según parece, no planteó una lucha por la supremacía, y Nergal y Gibil estaban lejos del centro de poder, un nuevo rival había aparecido mientras tanto: Dumuzi. Hijo menor de Enki, cuyos dominios tenían fronteras con el Alto Egipto, estaba mostrándose como un pretendiente al trono de Egipto. 

Y por detrás de sus ambiciones no había otra que su novia Inanna/ Ishtar -otro motivo para las sospechas y la antipatía de Marduk

El relato de Dumuzi e Inanna -él, hijo de Enki; ella, nieta de Enlil- es algo así como un antiguo relato de Romeo y Julieta. Al igual que en el drama de Shakespeare, también aquí hay un final trágico de muerte y venganza. 

La primera presencia de Inanna/Ishtar en Egipto se menciona en el texto de Edfú que habla de la Primera Guerra de la Pirámide. Llamada aquí Ashtoreth (su nombre cananeo), se dice que apareció en el campo de batalla entre las fuerzas de Horus.


El motivo de su inexplicable presencia en Egipto pudo ser el de la visita a su novio Dumuzi, a través de cuya región estaban pasando las fuerzas de combate. Por un texto sumerio sabemos que Inanna había ido a visitar a Dumuzi («El Pastor») a su lejana región rural. Aquí se nos cuenta que Dumuzi estaba esperando su llegada y deja constancia de sus tranquilizadoras palabras ante una novia desconcertada por un futuro en una tierra extranjera:
El joven estaba esperando; 

Dumuzi abrió la puerta. 

Ella llegó a él como un rayo de luna... 
Él la miró, se regocijó en ella, 
la tomó en sus brazos y la besó. 

El Pastor puso su brazo alrededor de la doncella; 
«No te he llevado a la esclavitud», [dijo]; 
«Tu mesa será una espléndida mesa, 
la espléndida mesa en donde yo mismo como...».
En aquel momento, Inanna/Ishtar tenía la bendición de sus padres, Nannar/Sin y Ningal, así como la de su hermano Utu/Shamash, en esta historia de amor a lo Romeo y Julieta entre una nieta de Enlil y un hijo de Enki. Algunos hermanos de Dumuzi, y probablemente el mismo también dieron su consentimiento. Le hicieron a Inanna un regalo de lapislázuli, la azulada piedra preciosa que ella tanto se estimaba.

Como sorpresa, le escondieron gran cantidad de cuentas y de cuadritos de esta piedra debajo de un montón de su fruta favorita: los dátiles. En su dormitorio encontró «un lecho de oro, adornado con lapislázuli, que Gibil había refinado para ella en la morada de Nergal». 


Y entonces comenzaron los combates, y lucharon hermano contra hermano. En la medida en que la pelea era sólo entre los descendientes de Enki, nadie vio ningún problema particular en que estuviera por ahí una nieta de Enlil. Pero, tras la victoria de Horus, cuando Set ocupó tierras que no eran suyas, las cosas cambiaron por completo: la Segunda Guerra de la Pirámide arrojó a los hijos y nietos de Enlil contra los descendientes de Enki. «Julieta» tuvo que separarse de su «Romeo». 

Cuando, después de la guerra, los amantes se volvieron a reunir y consumaron su matrimonio, pasaron muchos días y noches de dicha y éxtasis -motivo de numerosas canciones de amor sumerias. Pero incluso cuando estaban haciendo el amor, Inanna le susurraba a Dumuzi palabras provocadoras:

¡Tan dulces como tu boca son tus partes, 

merecedoras de una condición principesca! 

¡Somete al país rebelde, deja que la nación se multiplique; 
yo dirigiré al país con justicia! 

En otra ocasión, le confesó su visión a su amado: 
Tuve la visión de una gran nación en la que se elegía a Dumuzi como Dios de su país... 
Pues yo he hecho que se exalte el nombre de Dumuzi, le di prestigio.
Aún con todo, no fue una pareja feliz, pues no tuvieron un heredero -requisito esencial, según parece, para llevar adelante sus ambiciones divinas. Y así sucedió que, en un intento por conseguir un heredero varón, Dumuzi recurrió a la táctica que adoptara tiempo atrás su propio padre: intentó seducir y tener relaciones sexuales con su propia hermana. Pero, mientras en el pasado, Ninharsag accedió a las pretensiones de Enki, la hermana de Dumuzi, Geshtinanna, se negó. Desesperado, Dumuzi transgredió un tabú sexual: violó a su propia hermana. 


El trágico relato está anotado en una tablilla catalogada por los expertos como CT.15.28-29. El texto cuenta que Dumuzi se despidió de Inanna diciéndole que se iba a la llanura desértica donde estaban sus rebaños. Había quedado allí con su hermana: «su versada en canciones hermana estaba allí sentada». Ella creía que la había invitado a un picnic. Mientras estaban,

«comiendo alimentos puros, aderezados con miel y mantequilla, mientras estaban bebiendo la fragante cerveza divina», y «estaban pasando el rato de buen humor... Dumuzi tomó la solemne decisión de hacerlo».
Para preparar a su hermana para lo que tenía en mente, Dumuzi tomó un cordero y lo hizo copular con su madre; después, hizo que un cabrito copulara con su hermana. Mientras los animales estaban perpetrando el incesto, Dumuzi comenzó a tocar a su hermana por imitación, «pero su hermana aún no lo había comprendido».

A medida que las acciones de Dumuzi se fueron haciendo más y más obvias, Geshtinanna «gritó y gritó protestando»; pero «él la montó... su simiente fluyó en su vulva....» «¡Detente!», le gritó, «¡Esto es una deshonra!» Pero él no se detuvo. 


Tras perpetrar su acción, «el Pastor, sin temor y sin vergüenza, le habló a su hermana». Desgraciadamente, lo que pudo decir se perdió, debido a las fracturas de la tablilla. Pero sospechamos que, «sin temor y sin vergüenza», tal como dice el texto, pasó a explicar a Geshtinanna los motivos de su comportamiento. Que había sido premeditado, queda claro en el texto; también se dice que Inanna estaba al tanto del plan: Dumuzi, antes de partir, «le habló a ella del plan», e Inanna «a su esposo respondió acerca del plan, a él le dio su consejo». 

La violación, según el código moral de los anunnaki, era una grave transgresión sexual. En tiempos primitivos, cuando los primeros equipos de astronautas llegaron a la Tierra, un consejo de guerra sentenció a su comandante supremo Enlil al exilio por haber violado a una joven enfermera (con la que después se casó).


Dumuzi debía de ser consciente de todo esto, por lo que o bien esperaba que su hermana se entregara libremente a la relación, o bien los motivos de su acción eran tan imperiosos que se impusieron sobre la prohibición. El consentimiento previo de Inanna nos trae a la mente el relato oiolico de Abraham y de su estéril esposa Sara, que le ofreció a su Joven sierva para que pudiera tener un heredero varón. 


Consciente de haber perpetrado un acto horrible, Dumuzi fue detenido poco después con la premonición de que tendría que pagar su acción con la vida, tal como dice en el texto sumerio SHA.GA.NE.IR IM.SHI -«Su Corazón Estaba Lleno De Lágrimas». Compuesto en la forma de un sueño autogratificante, el texto relata que Dumuzi se durmió y soñó que el «Pájaro Principesco» y un halcón le iban arrebatando de uno en uno todos sus atributos de estatus y propiedad. La pesadilla terminaba cuando Dumuzi se veía a sí mismo muerto en medio de sus rediles. 

Al despertarse, le pidió a su hermana Geshtinanna que le explicara el significado del sueño. «Hermano mío», dijo ella, «tu sueño no es favorable, me resulta muy claro». En él se predecía que «bandidos emboscados se levantan contra ti... las manos tendrás sujetas con esposas, los brazos sujetos con grilletes». Tan pronto Geshtinanna terminó de hablar, aparecieron los malvados por detrás de la colina y capturaron a Dumuzi. 

Sujeto con esposas y grilletes, Dumuzi gritó invocando a Utu/ Shamash:

«¡Oh, Utu, tú eres mi cuñado, yo soy el marido de tu hermana... Convierte mis manos en manos de gacela, convierte mis pies en pies de gacela, para que escape de los malvados!».
Tras escuchar su llamada, Utu propició la huida de Dumuzi. Y, después de algunas aventuras, éste buscó un escondite en la casa de la Vieja Belili -un personaje dudoso que juega un doble papel. Dumuzi fue capturado de nuevo y volvió a escapar, y al final se ocultó una vez más en los rediles. Soplaba un fuerte viento, las copas se habían volcado; los malvados lo estaban cercando -todo lo que había visto en su sueño. Y, al final:
Con las copas tiradas a su lado; 

Dumuzi estaba muerto. 
El redil arrojado por el viento.
En este texto, el escenario de los acontecimientos es una llanura desértica cercana a un río. El marco geográfico se amplía en otra versión de los hechos, un texto titulado «El Más Amargo de los Lamentos». Compuesto como un lamento de Inanna, nos cuenta que siete enviados de Kur entraron en el redil y sacaron a Dumuzi de su sueño.

A diferencia de la versión anterior, que se refería simplemente a la captura de Dumuzi a manos de «malvados», en este texto se deja claro que éstos venían por orden de una autoridad superior: «Mi señor nos ha enviado a por ti», le dice el jefe de los enviados al dios recién despierto. Y procedieron a despojar a Dumuzi de sus atributos divinos:
¡Quítate el tocado divino de la cabeza, 

que tu cabeza quede desnuda; 
quítate la toga real del cuerpo, quédate desnudo; 
deja a un lado el báculo divino que tienes en la mano, 
que queden tus manos vacías; 
quítate las sagradas sandalias de los pies, quédate descalzo!

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