noviembre 17, 2012

El enigmático Apocalipsis de Juan (1)


El  supuesto autor de la Revelación se dice que fue amigo personal y discípulo de Jesús. Juan (no confundirlo con Juan el Bautista),  parece haber sido el discípulo más influyente de Jesús, y uno de los más antiguos textos bíblicos atribuidos a él, el Libro de Juan, parece transmitir la fuerte inclinación mística de los partidarios de Jesús y de la
antigua iglesia cristiana. Por esta y otras razones, el nombre de Juan ha sido importante para los cristianos y para innumerables organizaciones místicas. Quizás no es sorprendente entonces que el nombre de Juan haya sido escogido para comunicar el último y enigmático Apocalipsis de la Biblia. La Revelación de San Juan o el libro del Apocalipsis es el quinto y último trabajo atribuido a Juan yes el último libro del Nuevo Testamento. Es conocido como Apocalipsis por el título que al principio se da a este libro  y en algunos círculos protestantes simplemente como Revelación. Por su género literario, es considerado por la mayoría de los eruditos el único libro del Nuevo Testamento de carácter exclusivamente profético. El Apocalipsis quizás sea el escrito más rico en simbología de toda la Biblia. La cantidad de símbolos, eventos y procesos complica la tarea de interpretar la totalidad de la revelación y como tal, ha sido objeto de numerosas investigaciones, interpretaciones y debate a lo largo de la historia.

El autor se identifica a sí mismo dentro del libro como Juan, discípulo de Jesucristo,y en condición de desterrado en la isla de Patmos (en el mar Egeo) por ser testigo de Jesús. La coincidencia de este nombre con el de Juan el Evangelista y el autor de otros escritos del Nuevo Testamento es en gran parte la razón por la cual se atribuye el libro de manera tradicional al apóstol San Juan, a quien se le atribuyen también el cuarto Evangelio y tres cartas. Sin embargo en el Apocalipsis, el autor sólo menciona su nombre, sin identificarse nunca como el apóstol Juan de los Evangelios. Cabe mencionar que se atribuye a todo el que sigue las doctrinas de Jesús el carácter de discípulo. Pero no necesariamente todo discípulo conoció a Jesús en persona. De cualquier manera, las investigaciones modernas suelen agrupar los escritos atribuidos a Juan y algunas llegan a afirmar que pertenecen a una comunidad denominadajuanina. Esta postura no indicaría necesariamente la autoría directa del apóstol Juan, pero sí que una comunidad ya sea fundada por él, o fuertemente influenciada por él, sería la que generaría estos documentos. Así, aunque Juan no hubiera escrito de puño y letra el Apocalipsis, sería como si lo hubiera hecho a través de esta comunidad. Además, asignar como autor de las obras a un personaje de renombre es común en la tradición de la literatura apocalíptica, no para darle un crédito extra a la obra, sino porque de hecho el autor verdadero se identifica plenamente con el personaje que se marca como autor de la obra. Los documentos sobre la autoría tradicional del Evangelio tienen ciertos puntos débiles que han sido explotados por los críticos. Ireneo es acusado de hacer a Papías de Hierápolis un discípulo de Juan el Apóstol para dar soporte a sus propias teorías.
San Ireneo, educado en Esmirna, fue discípulo de la San Policarpo, obispo de aquella ciudad, quién a su vez se dice fue discípulo del Apóstol San Juan. En el año 177 era presbítero en Lyon (Francia), y poco después ocupó la sede episcopal de dicha ciudad.  Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teología cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos y, según opinión de autores católicos,  salvar así a la fe católica del grave peligro que corrió de contaminarse y corromperse por las para ellos insidiosas doctrinas de aquellos herejesRecibió la palma del martirio, según se cuenta, alrededor del año 200. Eusebio mostró luego que Papías en realidad fue discípulo de Juan el Presbítero. Pero incluso Eusebio no escapa a la crítica. Sus citas a Juan el Presbítero parecen motivadas por sus argumentos con respecto a la autoría del Apocalipsis. Las memorias de Ireneo sobre el testimonio de Policarpo son memorias poco sólidas y carecen de claridad. Por ejemplo, cita las relaciones de Policarpo y “Juan”, pero nunca específica de qué Juan se trata.
El Evangelio de Juan declara explícitamente que fue escrito por el “discípulo amado por Jesús“, por lo que se ha hecho un gran esfuerzo para determinar de qué persona se podría tratar. Tradicionalmente es identificado como Juan el Apóstol, ya que de otra manera, uno de los más importantes apóstoles de los otros Evangelios no sería mencionado dentro del cuarto evangelio. Sin embargo, algunos críticos han sugerido algunas otras posibilidades. Filson y Sanders sugieren a Lázaro, ya que en el libro de Juan se  indica explícitamente que Jesús lo “amaba”, y esto está indicado en el Evangelio secreto de Marcos. Sin embargo, el hecho de que Lázaro no sea mencionado en el ministerio de Galilea, y que no haya una tradición amplia sobre la actividad apostólica de Lázaro luego de la muerte de Jesús, deja esta teoría en duda. Parker sugiere que este discípulo podría ser Juan Marcos; sin embargo, los Hechos de los Apóstoles indican que Juan Marcos era muy joven y llegado posteriormente a ser discípulo. J. Colson sugiere que “Juan” era un sacerdote de Jerusalén, explicando así la mentalidad sacerdotal que se advierte en el cuarto evangelio. R. Schnackenburg sugiere que “Juan” probablemente era un residente desconocido de Jerusalén que se encontraba dentro del círculo de amigos de Jesús.
El Evangelio de Felipe y el Evangelio de María Magdalena identifican a María Magdalena como la discípula que Jesús amaba, conexión analizada por Esther de Boer y hecha notoria en la obra de ficción El código Da Vinci, de Dan Brown. Finalmente, algunos autores, como Loisy, Bultmann y Hans-Martin Schenke, ven a “Juan” como una creación puramente simbólica, un pseudónimo utilizado por un grupo de autores. Además de las dudas sobre la identificación del “discípulo a quien Jesús amaba” con el apóstol Juan, también queda la cuestión de si este apóstol fue el autor de los textos. Se han dado varias objeciones a la autoría de Juan el Apóstol. Primero que nada, el Evangelio de Juan es un relato de alto nivel  intelectual sobre la vida de Jesús, lo que requiere un muy buen nivel de educación y conocimientos. Pero los Evangelios Sinópticos están de acuerdo en que Juan era un pescador, quien seguramente no tendría mucha educación. El término evangelios sinópticos es utilizado para hacer referencia a tres de los evangelios canónicos, en concreto los de Mateo, Marcos y Lucas, entre los cuales existen grandes afinidades.  Contra esta objeción, se puede notar que Juan no era un pescador asalariado, sino alguien que podría tener su propio barco, y por tanto podría tener acceso a suficientes ingresos para pagarse una educación. Sin embargo, los Hechos de los Apóstoles se refieren a Juan como “iletrado“.
Una segunda objeción a la autoría de Juan el Apóstol está en la importancia dada a las tradiciones de Jerusalén, lo que sería inusual para un galileo. La respuesta usualmente dada a esta objeción es que el conocimiento de Jerusalén mostrado en el texto no es más que lo que un peregrino anual podría saber. El interés de Juan por Jerusalén parece ser totalmente dependiente de su interés en Jesús. Finalmente, se objeta que el “discípulo al que Jesús amaba” no es mencionado antes de la Última Cena, así que este discípulo no podría haber sido un testigo visual de los primeros eventos del Evangelio. Sin embargo, la tradición ha identificado a este discípulo con el discípulo sin nombre del primer capítulo. La estructura del Evangelio también explica parcialmente la “desaparición” de los discípulos del centro de acción. Los primeros doce capítulos, el “Libro de los Signos”, hablan de la prédica y milagros de Jesús a los judíos, mientras que el relato de la Última Cena se concentra en su relación particular con sus discípulos.
La posibilidad de una autoría colectiva del cuarto Evangelio se basa en diferencias estilísticas y de discurso narrativo. En particular, el capítulo 21 es muy diferente estilísticamente del cuerpo principal del Evangelio, y se piensa que podría ser una adición posterior. R.E. Brown (1970) distingue cuatro etapas de desarrollo: la tradición conectada directamente con el apóstol, una edición parcial de sus discípulos, una síntesis hecha por el apóstol y las adiciones del editor final. Muchos críticos fechan la escritura del Evangelio en los últimos cuatro o cinco años del primer siglo, aunque como ya se ha dicho, algunos eligen incluso una fecha muy posterior, típicamente en la época de Ireneo. Si este fuera el caso, y si el “discípulo amado” y autor hubiese sido Juan el Apóstol u otro seguidor de Jesús, debería haber tenido unos 90 años en la fecha de la composición, lo que sería una edad muy avanzada para el siglo I, cuando las esperanzas de vida eran mucho más cortas. Por otro lado, si en realidad vivió hasta tal edad, se explicaría entonces la tradición sacada de Juan 21, de que muchos creían que Jesús había dicho que el “discípulo amado” nunca moriría.
Tal como hemos dicho, históricamente se considera que el Apocalipsis fue escrito a finales del siglo I o principios del siglo II (aunque otros historiadores lo ubican en distintas fechas de toda la segunda mitad del siglo I), cuando las persecuciones romanas contra los cristianos se hicieron más cruentas, en tiempos del emperador Domiciano (que fue César del imperio romano a fines del siglo I). Este, como algunos otros emperadores, exigían (ya sea por simple vanidad o como estrategia de coerción a sus súbditos) que sus estatuas fueran adoradas a lo largo de todo el imperio, cosa que los cristianos se negaban a hacer por motivos religiosos: los Césares se autoproclamaban ‘Señor de Señores’, además de ‘hijos de Dios’, títulos que los cristianos reservan exclusivamente para Jesucristo. Por ello, el Apocalipsis conllevaría también un trasfondo histórico que haría referencias múltiples a estas persecuciones y a los consejos que el autor daría a sus lectores, cristianos, de mantenerse en la fe para soportar las angustias, poniendo la esperanza final de la nueva Jerusalén como premio seguro para los que se mantuvieran firmes.
La siguiente es una lista (incompleta) de algunas fechas importantes a tener en cuenta en el contexto histórico de la escritura del Apocalipsis: Década de los años 30: muerte (y resurrección para los cristianos) de Jesús;  Años 60: probables fechas de las muertes de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso. Persecución de los cristianos bajo el emperador Nerón;  70 – 73: destrucción por parte de los romanos del templo de Jerusalén, expulsión de los judíos de Jerusalén; Luego del año 73: los conflictos crecen entre cristianos y judíos. Para los años 90, en que probablemente fue escrito el Apocalipsis, la separación es casi completa; 81 – 96: Domiciano es emperador de Roma. Impone con fuerza el culto divinizante al emperador. Las persecuciones de cristianos se acrecientan. El Apocalipsis es considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la multiplicidad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico del Nuevo Testamento no fue nada fácil, ya que  la polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a la canonicidad del Apocalipsis duró varios siglos.
Al final del siglo II el Apocalipsis fue reconocido por los representantes de las iglesias principales como una obra genuina del apóstol Juan. En Asia, Melitón, obispo de Sardes, reconoció elApocalipsis de Juan y escribió un comentario sobre él (Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, IV, 26). En la Galia, Ireneo de Lyon creía firmemente en su autoridad divina y apostólica. En África, Tertuliano citó frecuentemente el Apocalipsis sin dudas aparentes sobre su autenticidad.Quinto Septimio Florente Tertuliano, más comúnmente conocido como Tertuliano (160 –  220) fue un líder de la Iglesia y un prolífico escritor durante la segunda parte del siglo segundo y primera parte del tercero. Nació, vivió y murió en Cartago, en el actual Túnez. En Roma, el obispo Hipólito asignó su autoría al apóstol Juan, y el Fragmento Muratoriano lo enumera junto con las otras escrituras canónicas. La Vetus Latina contenía el Apocalipsis. En Alejandría, Clemente y Orígenes creían sin vacilación en su autoría joánica. Orígenes aceptaba el Apocalipsiscomo inspirado, y lo catalogaba como parte del Homologoumena. Atanasio, obispo de Alejandría, lo reconoció plenamente en su carta pascual 39 en el año 367.
En occidente, el libro fue definitivamente aceptado por el decreto del papa Dámaso I, en el año 382, confirmado luego en los concilios de Hipona (en el 393) y de Cartago (en el 397), junto con todos los demás escritos del Nuevo Testamento. En oriente, fue incluido en el canon después de mucha polémica (que se prolongó hasta el siglo IX) aunque es el único libro del Nuevo Testamento que no es leído como parte de la liturgia en la Iglesia Ortodoxa. Algunos, como el romano Cayo, a principios del siglo III rechazaron el Apocalipsis por fomentar el milenarismo. El antagonista más importante de la autoridad del Apocalipsis fue Dionisio, obispo de Alejandría, discípulo de Orígenes. Él no se oponía a la idea de que Cerinto fuese el autor delApocalipsis como se puede leer en su obra “Sobre las promesas”“Esta es la doctrina que enseñaba Cerinto: el reino de Cristo será terrenal. Y como amaba el cuerpo y era del todo carnal, imaginaba que iba a encontrar aquellas satisfacciones a las que anhelaba, las del vientre y del bajo vientre, es decir del comer, del beber, del matrimonio: en medio de fiestas, sacrificios e inmolaciones de víctimas sagradas, mediante lo cual intentó hacer más aceptables tales tesis”.
 

Cerinto fue un líder de una secta de finales del siglo I o principios del siglo II, una ramificación de los Ebionitas, corriente del cristianismo primitivo es el nombre con el que eran conocidas algunas comunidades cristianas primitivas que se mantenían fieles a la ley mosaica, similar al Gnosticismo en algunos aspectos, interesante porque muestra el amplio rango de conclusiones a las que podían llegarse a partir de la vida y enseñanzas de Jesús. Cerinto es recordado en la historia primitiva de la Iglesia cristiana por haber sido un Heresiarca, o sea un líder herético de una secta. Se cree que fue contemporáneo de San Juan quien escribió el cuarto Evangelio contra él y sus enseñanzas. Se desconocen las fechas de su nacimiento y muerte. En la provincia romana de Asia fundó una escuela. Ninguno de los escritos de Cerinto han sobrevivido y, en realidad, es muy poco probable que alguna vez hubieran sido muy diseminados. Como es usual, se pueden interpretar sus enseñanzas sólo a través de lo que reportaban sus enemigos ortodoxos.
El recuento más temprano sobre Cerinto lo da Ireneo en su refutación del Gnosticismo,Adversus haereses,  escrito alrededor del año 170. De acuerdo con Ireneo, Cerinto, un hombre educado en la sabiduría de los Egipcios, decía tener inspiración angélica. Enseñó que el mundo visible y los cielos no fueron hechos por un ser supremo, sino por un poder menor (el Demiurgo) distinto de él. No Yahveh sino los ángeles hicieron el mundo y le dieron sus leyes. Estos ángeles-creadores no conocían la existencia de Dios. La ley judía se volvía entonces sagrada y esencial para la salvación. Cerinto distinguió entre el hombre Jesús y el Cristo. Negó el nacimiento sobrenatural de Jesús, haciéndolo hijo de José y María, y distinguiéndolo de Cristo, que descendió sobre él en el bautismo y lo dejó de nuevo en su crucifixión. También se decía que Cerinto enseñó que Jesús será levantado de entre los muertos en el Último Día, cuando todos los hombres se levantarán con Él. En ese sentido, era similar a un ebionita en su cristología, pero gnóstico en su doctrina de la creación. Cerinto creía en un milenio feliz que sería realizado en la tierra antes de la resurrección y en el reinado espiritual de Dios en el cielo. De acuerdo con Ireneo, Policarpo de Esmirna contaba la historia de que San Juan el Divino, en particular, se decía que temía tanto a Cerinto que una vez huyó de un baño cuando se enteró que Cerinto estaba dentro, gritando “¡Huyamos, antes de que el edificio se venga abajo; pues Cerinto, el enemigo de la verdad, está adentro!”. Entre las enseñanzas de Cerinto, que eran opuestas a las de los apóstoles y otros padres de la Iglesia, podemos señalar el de una deidad menor que creó el mundo físico; Jesús el hombre y “Cristo” el espíritu divino no eran el mismo; Justificación por las obras, en particular la observancia ceremonial del Judaísmo
Cerinto podría haber sido el supuesto receptor del Apócrifo de Santiago (codex I, texto 2 de los Manuscritos de Nag Hammadi), aunque el nombre escrito ahí es casi ilegible. Algunos Padres de la Iglesia detractores del libro conocido como Apocalipsis de San Juan atribuían la autoría del mismo a Cerinto, debido principalmente a la semejanza doctrinal entre sus enseñanzas y la época del Milenio descrita en el libro. Otro discípulo de Orígenes, Eusebio de Cesarea discrepaba de su maestro alejandrino al rechazar el Apocalipsis como escrito bíblico, aunque se vio obligado a reconocer su casi universal aceptación. En “Historia Eclesiástica”  afirmó lo siguiente: “El Apocalipsis es aceptado por algunos entre los libros canónicos, pero otros lo rechazan”.  Cirilo de Jerusalén no lo nombró entre los libros canónicos; tampoco aparece en la lista del Sínodo de Laodicea, o en la de Gregorio de Nacianzo. Otro argumento en contra de la paternidad apostólica del libro es su omisión de la versión Peshita, la Vulgata siria,  en arameo. En el siglo IV, san Juan Crisóstomo y otros obispos argumentaban contra la inclusión de este libro en el canon del Nuevo Testamento, sobre todo debido a las dificultades que planteaba su interpretación y el peligro latente que podía entrañar.
En el siglo IX, fue incluido junto con el Apocalipsis de Pedro entre los libros discutidos en laStichometría de san Nicéforo, patriarca de Constantinopla. Martín Lutero consideraba que elApocalipsis “no es ni apostólico ni profético“, y decía que “Cristo no se enseña ni se sabe de él aquí“. La lectura del libro del Apocalipsis se puede hacer en varios niveles:literal, simbólico, por su género literario, en el contexto histórico en que fue escrito, por el mensaje de fondo del que habla, etc. Antoine François Prévost (1697 – 1763), más conocido por su título eclesiástico deAbbé Prévost, fue un novelista, historiador y traductor francés. Según Prévost es necesario comprender todos estos niveles para entender el libro del Apocalipsis y para evitar interpretarlo solamente desde la perspectiva de actitudes de los movimientos apocalípticos que se centran únicamente en el terror que causaría un supuesto fin del mundo. Una lectura literal del libro puede dejar distintas impresiones en el lector, pero es importante no quedarse solamente en este nivel, sino profundizar más para una mejor comprensión.
El nivel de género literario es muy importante, pues permite ubicar al Apocalipsis dentro del contexto de otros libros, tanto bíblicos como no bíblicos, que con una estructura o simbología similar puedan dar luz para entender lo que el autor del libro en realidad haya querido decir al escribirlo. El Apocalipsis de Juan pertenece de hecho al género Apocalíptico, aunque presenta algunas características que lo diferencian del resto de la literatura apocalíptica. El nivel históricopermite también ubicar la época del autor, junto con las crisis y sucesos que podrían haber influido en la escritura tanto del libro en general, como de ciertos pasajes particulares. A nivelsimbólico es posible entender también lo que para el autor representarían los numerosos símbolos que aparecen en el libro. Es importante no olvidar que, en último término, el libro es un escrito cristiano, y que como tal, lleva implícito el mensaje que se encuentra en los Evangelios, centrado en la figura de Jesucristo. Igualmente, se pueden incluir análisis que contemplen la estructura desde el punto de vista del idioma griego en que fue escrito el libro.
Según  el escritor, teólogo y apologista católico Scott Hahn, básicamente existen cuatro escuelas interpretativas del contenido del Apocalipsis, a saber: Preterista, que subraya el cumplimiento de las profecías del Apocalipsis durante el siglo I. Tiende a identificar a los personajes del libro con personajes históricos de la época del siglo I. Idealista, que ve alApocalipsis como una alegoría del combate espiritual entre el bien y el mal que debe tener todo fiel. Futurista, que conlleva la identificación de los personajes del Apocalipsis con distintos personajes que han surgido a lo largo de la historia humana, como la identificación de las Bestias del Apocalipsis con Napoleón Bonaparte, Hitler o Stalin, etc. Historicista, que sostiene que elApocalipsis expone el plan maestro de Dios para la historia, de principio a fin, incluyendo la historia particular de la Iglesia. Para Hahn, todas estas escuelas tienen su razón de ser y su parte de veracidad, y aunque dicho autor favorece ante todo la visión preterista, no rechaza del todo ninguna de las otras escuelas.
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