noviembre 03, 2012

El Triángulo de las Bermudas Charles Berlitz (2)


Trastornos del tiempo y el espacio. Otros mundos
 Los investigadores del Triángulo de las Bermudas han advertido hace tiempo la existencia de otra zona misteriosa en los océanos del mundo. Está situada al sudeste de Japón, entre este país y las islas Bonin, y más específicamente entré Iwo Jima y la isla Marcus, y su historia y su reputación la señalan como un lugar de grave peligro para barcos y aviones.


Ya sea que los barcos se han perdido allí como consecuencia de la erupción de volcanes submarinos, o de súbitas marejadas, lo cierto es que esta región, llamada Mar del Diablo, goza de una fama aún más siniestra —por lo menos oficialmente— que el Triángulo de las Bermudas. Después de la investigación realizada por un buque del gobierno, en 1955, las autoridades japonesas resolvieron declararla zona peligrosa.


El Mar del Diablo ha despertado temor desde antiguo entre los pescadores, que creen que está habitado por seres satánicos, demonios y monstruos que se apoderan de los barcos desprevenidos. Naves de mar y aire desaparecieron regularmente allí durante muchos años, pero en una época en que Japón gozaba de paz, entre 1950 y 1954, se perdieron nueve modernas embarcaciones, cuya tripulación total alcanzaba a varios centenares de personas y en circunstancias características (intensas búsquedas por mar y aire, falta de restos o manchas de aceite) de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas.



Las dos zonas presentan coincidencias impresionantes: el Triángulo incluye, casi en su extremo occidental, en una longitud 80° Oeste, una línea donde el Norte magnético y el Norte verdadero resultan alineados, sin necesidad de calcular una variación del compás. Esta misma longitud cambia su denominación cuando pasa por los Polos, convirtiéndose en 150° Este. Continúa desde el Polo Norte hacia el Sur, pasa al este del Japón y cruza por el medio del Mar del Diablo.


En este punto, la aguja del compás también señala hacia el Norte magnético y el Norte verdadero al mismo tiempo.
Las inexplicables desapariciones ocurridas en este equivalente japonés del Triángulo de las Bermudas movieron al Gobierno a realizar una investigación, que tuvo lugar en 1955.

Esta expedición incluía a un grupo de científicos que iban recogiendo datos mientras su barco, el Kaiyo Maru N.° 5, cruzaba el Mar del Diablo, y tuvo un final espectacular: de pronto, el barco investigador desapareció junto con su tripulación y los científicos.


La existencia de una o más zonas de desapariciones similares a éstas en los océanos del mundo ha movido a hacer algunas especulaciones bastante desusadas. Se han elaborado teorías relativas a trastornos antigravitacionales, suponiendo que hay zonas en que las leyes de gravedad y de atracción magnética normal no funcionan de la manera que nos es familiar.


Ralph Barker, autor del libro Great Mysteries of the Air, anota que los nuevos descubrimientos en el campo de la Física,
"demuestran la existencia de partículas de materias antigravitacionales" y sugieren "la presencia de materia antigravitacional o 'contraterrenal' de naturaleza totalmente distinta de las conocidas en este planeta..., de asombroso poder explosivo cuando (se) aproxima a alguna materia de las conocidas..., situada en ciertas regiones de la Tierra...".
Barker deja entrever la posibilidad de que esta sustancia haya llegado desde el espacio para depositarse bajo la corteza terrestre de los continentes y, con mayor frecuencia, de los océanos. Esta teoría ofrece una posible explicación de los trastornos electrónicos y magnéticos dentro de algunas zonas, pero no explica en cambio las numerosas desapariciones de barcos y aviones que se hallaban a la vista de tierra. En este sentido, cabe recordar los informes acerca de otras áreas de anomalías magnéticas, en que la fuerza de atracción de algo oculto bajo el agua resulta más poderosa que la del Norte Magnético Polar.


En su artículo titulado "The Twelve Devil's Graveyards Around the World" (Los doce cementerios diabólicos alrededor del mundo), escrito para la revista Saga,Ivan Sanderson hace un estudio más detallado del Triángulo de las Bermudas y otras regiones sospechosas.

(Figure 1: Vile Vortices Overview - from Ivan Sanderson's 1972 article in Saga magazine,
"The Twelve Devil’s Graveyards Around the World,"
plotted ship and plane disappearances worldwide, focusing attention on 12 areas
[&Arctic & Antarctic - see Hollow Earth Theory & Admiral Byrd])

Al señalar los lugares del mundo en que se han producido desapariciones de aviones y barcos, Sanderson y sus colaboradores descubrieron, en primer término, que la mayoría ocurrieron en seis zonas, todas las cuales tenían más o menos la misma forma oblonga y estaban situadas entre las latitudes 30° y 40°, al norte y al sur del Ecuador. Entre ellas figuraban el Triángulo de las Bermudas y el Mar del Diablo.


Al desarrollar aún más su teoría, Sanderson configuró una serie de doce "anomalías" en torno del globo, que se producen a intervalos de setenta y dos grados y tienen su centro exactamente en las latitudes 36° Norte y Sur. Son cinco en el Hemisferio Norte, cinco en el Sur y los dos polos. La razón por la cual el Triángulo de las Bermudas es el más célebre es que allí tiene lugar el mayor número de viajes. Las otras zonas en cambio, aunque menos recorridas, presentaban también evidencias notorias de perturbaciones magnéticas temporales y espaciales.



La mayor parte de estas regiones se halla al este de las masas terrestres continentales donde las corrientes oceánicas cálidas que se dirigen hacia el Norte chocan con las frías que van hacia el Sur. Además, allí se encuentran también los puntos nodales en que las corrientes de superficie toman una dirección y las submarinas otra.


Estas últimas fluyen tangencialmente, y al sufrir la influencia de distintas temperaturas provocan turbulencias magnéticas que afectan la comunicación radial y quizá también la gravedad. En algunos casos, y cuando se presentan condiciones especiales, provocan la desaparición de embarcaciones aéreas y de superficie, haciéndolos dirigirse a otros puntos del tiempo o el espacio.


Sanderson pone de relieve un aspecto muy interesante de la extraña situación que se advierte en estas zonas cuando describe cómo algunos vuelos cuidadosamente programados suelen llegar con un asombroso adelanto. Hay aviones que han arribado con tanta anticipación con respecto a su itinerario, que la única explicación es que hayan encontrado un viento de cola de una velocidad de 800 kilómetros por hora, por ejemplo.


Tales incidentes pueden ser el resultado de vientos no registrados, pero parecen producirse con más frecuencia dentro del Triángulo de las Bermudas y otras, zonas tormentosas, como si dichos aviones se hubiesen encontrado con la anomalía pero hubiesen logrado sortearla o evadirse del "agujero del espacio" que ha costado la vida a tantos viajeros.
Hace cinco años se produjo un incidente en el aeropuerto de Miami que significó un salto en el tiempo y que nunca ha sido explicado satisfactoriamente. El aparato afectado fue un Boeing 727 de la National Airlines que, al hacer la aproximación para aterrizar desde el Nordeste, y cuando se hallaba dentro de la pantalla de radar del centro de control, desapareció abruptamente y por un lapso de diez minutos.

Luego, reapareció y aterrizó sin dificultades. El piloto y la tripulación mostraron cierta sorpresa al advertir la preocupación del personal de tierra puesto que, según ellos, nada extraño había ocurrido.

A manera de explicación, uno de los funcionarios de control aéreo dijo a uno de los pilotos:
—Muchacho, durante diez minutos has dejado de existir.
En aquel momento, la tripulación verificó la hora en sus relojes y en los diversos instrumentos horarios del avión y descubrieron que todos estaban atrasados diez minutos respecto de la hora real. Fue algo particularmente notable, puesto que el avión había practicado un control horario de rutina veinte minutos antes del incidente, y en aquel momento no se advirtió ninguna discrepancia con el horario real.


Ivan Sanderson hace notar que nuestro planeta opera sobre la base del electromagnetismo y se pregunta si el Triángulo de las Bermudas y algunas otras zonas no funcionan como,

"...enormes máquinas generadoras de otro tipo de anomalías... ¿No podrían tal vez crear torbellinos, dentro o fuera de los cuales los objetos materiales quedarían sometidos a una continuidad de tiempo y espacio diferente?".
Porque, aparte de las numerosas desapariciones ocurridas, en los últimos años se han producido un número inmensamente mayor de apariciones. Ocurrieron en todo el mundo, durante más de dos siglos y parecen seguir produciéndose, a pesar de los desmentidos oficiales y del hecho de que, en estricta lógica, son "imposibles". Ningún investigador de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas puede eludir los informes acerca de apariciones de OVNI.

Los OVNI han dado lugar a miles de documentos e investigaciones en los Estados Unidos desde 1947, en que se produjo la primera serie de visiones registrada en tiempos de paz. En el resto del mundo se han producido millares de apariciones; diez mil, solamente en 1966. Muchos millones de personas sostienen haber visto OVNI en Estados Unidos y en otros países. También han sido descritos por observadores competentes desde el punto de vista científico.

Como dijo el doctor J. Allen Hyneck, ex asesor de la Fuerza Aérea en esta materia,
"la inteligencia de los que se dedican a observar estos objetos, y de quienes han informado haberlos visto, es por lo menos normal. En muchos casos está por encima de lo normal y en otros es embarazosamente elevada".
Los OVNI han sido fotografiados con diversos grados de nitidez; se les ha observado siguiendo a aviones, en algunos casos los han interceptado o destruido, y en algunas ocasiones han aparecido en número considerable sobre capitales como Washington y Roma.

Los comunicados del Gobierno de los Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y la Marina han atribuido la mayor parte de las visiones a la Luna, a cometas, halos lunares, espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación, estrellas, meteoros, planetas (Venus, especialmente), aviones de prueba, luces antiaéreas, fuegos artificiales, autokinesis (cuando un objeto observado parece moverse), "postespejismos" (cuando un objeto observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo en otro lugar), fuegos fatuos, fraudes o, sencillamente, ilusiones ópticas masivas.

Sin embargo, los informes acerca de OVNI siguen apareciendo y las diversas e importantes sociedades dedicadas a estudiarlos, así como una verdadera proliferación de libros sobre la materia, hacen que el tema se mantenga vivo. En todo caso, parece seguro que no son armas secretas pertenecientes a las potencias terrestres. Por cierto, durante la Segunda Guerra Mundial, cada uno de los dos bandos pensaba que los "cazas fantasmas" luminosos que revoloteaban junto a los aviones de combate eran armas secretas del enemigo.

Como se ha observado con toda crudeza, si los OVNI fuesen armas secretas soviéticas, los rusos no lo callarían, por el orgullo que sentirían de haberlos inventado, y si fueran norteamericanas, los Estados Unidos no podrían mantenerlas fuera del alcance de su propia prensa. Es interesante anotar que aun cuando la posición oficial de la Fuerza Aérea estadounidense sigue siendo que los OVNI no tienen explicación, y por lo tanto no existen, su circular normativa AFR 80-17 dio instrucciones detalladas a los pilotos acerca de las medidas que deben adoptarse cuando se está a la vista de alguno de ellos.


Por una parte, muchas de las indicaciones de esta circular dejan en claro, que la Fuerza Aérea no descarta el seguir investigando estos fenómenos y, por otra, que los OVNI, tan a menudo desacreditados en las declaraciones oficiales, son muy persistentes.


Las instrucciones consisten,
"...en determinar si el OVNI constituye una posible amenaza para los Estados Unidos y en utilizar los datos científicos o técnicos derivados del estudio de los informes que se refieren a ellos".
Aunque la circular declara con mucha seguridad que,
"La mayoría de los OVNI de los que se ha informado a la Fuerza Aérea han resultado objetos convencionales o familiares, que no representan peligro alguno para nuestra seguridad", agrega: "Es posible que otros países hayan desarrollado vehículos voladores de formas o propulsión revolucionarias".
En la declaración hay sin embargo algo paradójico; por una parte se dice que "con frecuencia, algunos OVNI han resultado ser aviones".

Poco más adelante se agrega:
"En vista de que se ha establecido que los aviones han sido la causa de algunos informes acerca de OVNI, dichos aparatos no deben reseñarse según las normas de esta circular", ya que el observador que informara acerca de un objeto de aspecto extraño no sabría si se trata de un avión o no, puesto que estaría operando en el aire.
Además, la circular prescribe lo siguiente:
"El comandante de cada base de la Fuerza Aérea deberá estar en capacidad de realizar investigaciones acerca de los OVNI. Al recibir información sobre alguno, deberá determinarse cuál fue la causa que provocó la visión''.
La mayor parte del documento AFB. 80-17 está dedicada a establecer el orden jerárquico en que debe darse cuenta de las visiones de OVNI y a detallar las instrucciones para la investigación y el revelado de las fotografías que puedan tomarse de los objetos.

Se dan también instrucciones respecto de la información que el comandante puede proporcionar a la prensa local cuando le pregunten acerca de las visiones habidas en la región:
"Como respuesta a las averiguaciones relativas a los OVNI avistados en las proximidades de una base de la Fuerza Aérea, el comandante puede entregar información a los medios de prensa o al público después que la visión haya sido plenamente identificada. Si el estímulo de la visión resulta difícil de identificar a nivel de la base, el comandante puede declarar que se está realizando una investigación y que las conclusiones serán entregadas por el organismo SAFOI de la Fuerza Aérea, una vez que se la haya completado. También puede expresar que la Fuerza Aérea revisará y analizará los resultados de la investigación. Cualquier otra pregunta que se desee hacer deberá formularse al SAFOI".
Traducido a lenguaje civil, esto quiere decir:
"Si no se trata de un avión o de algo que usted pueda explicar, dígales que esperen y no hable de más...".
Como primer anexo a la circular se acompañaba un cuestionario a rellenar, compuesto de media docena de páginas llenas de diagramas, preguntas y respuestas posibles, destinado a servir de guía para una información exacta y secreta acerca de los OVNI. La pregunta número 13, por ejemplo, pide a la persona que informa que marque con un "sí", un "no" o con un "desconocido" el espacio relativo a las diversas actitudes del OVNI que dice haber visto.

Las preguntas están formuladas así:
"¿Cómo actuaba el fenómeno?: ¿se movía en línea recta?, ¿permanecía inmóvil?, ¿aceleró de pronto para alejarse?, ¿se partió en pedazos y estalló?, ¿cambió de color?, ¿echaba humo?, ¿emitía una luz fuerte o parpadeaba?, ¿desaparecía y volvía a aparecer?, ¿giraba como un trompo?, ¿hacía ruido?, ¿tenía un movimiento ondulante u oscilante?".
Las preguntas son interesantes, en el sentido de que se leen como un resumen de lo que los observadores han informado después que han visto, o han creído ver, platillos voladores o cualquier cosa, excepto los hombrecillos verdes u otros humanoides que algunos han creído distinguir en el interior de los OVNI.


La Fuerza Aérea, que es tal vez el servicio más estrechamente relacionado con los OVNI, firmó un contrato con la Universidad de Colorado para elaborar un estudio final sobre los mismos, que fue puntualmente entregado en 1968. Este proyecto, bajo la dirección del doctor Edward A. Condón, director científico del informe, titulado "Estudio científico de los Objetos Voladores No Identificados", llegó a la conclusión, después de un estudio detallado acerca de una amplia gama de casos, de que la mayor parte de los informes presentados eran explicables de una manera u otra y que sólo un pequeño porcentaje no tenía explicación.


Se concluyó también que la cantidad de tiempo y dinero empleado en investigar los OVNI no justificaba la información científica obtenida, dando a entender que cualquier nuevo esfuerzo sería inútil. Mientras tanto, las visiones de OVNI continuaron y se siguió informando sobre su presencia en los cielos de diferentes lugares del mundo, y también en el espacio, en vuelos individuales o masivos.


Aparte de los desmentidos oficiales, otra circunstancia que obviamente atenta contra un estudio serio acerca de los OVNI es el sentimiento generalizado acerca de la falta de seriedad con que los medios de comunicación se refieren a las visiones de estos objetos.


En el mes de octubre de 1973, cuando los testimonios de observadores aumentasen notoriamente, dando cuenta de visiones en Louisiana, Ohio, Mississippi, Minnesota, Georgia y Florida, y cuando entre ellos figuraron personas tan importantes como el gobernador de Minnesota y numerosos funcionarios de policía y soldados, se despertó suficiente interés entre el público como para que la prensa y las cadenas de radio se ocuparan frecuentemente del tema.

La radio de la Columbia Broadcasting System, por ejemplo, ofreció a sus auditores un reportaje bastante detallado... ¡escrito en verso! Otra crónica aseguró que la policía de Detroit había preparado todo un procedimiento para arrestar a los ocupantes de los OVNI, incluso teniendo en cuenta su separación, en caso de que se trate de entes de sexo masculino o femenino (como si las diferencias biológicas terrestres pudieran darse en igual forma en los centenares de millones de planetas potencialmente habitados).


La persistencia de los testimonios y el no reconocimiento oficial del fenómeno provoca en los creyentes sentimientos como los expresados por E. J. Ruppelt, quien dirigió una investigación de la Fuerza Aérea sobre esta materia, en su libro The Report on Unidentified flying Objects (El informe sobre Objetos Voladores No Identificados):

¿Qué puede constituir una prueba? ¿Tendría un OVNI que aterrizar en la entrada al Pentágono que da hacia el río, cerca de las oficinas de los jefes del Estado Mayor? ¿O es prueba suficiente el que una estación de radar lo detecte, envíe un avión a chorro a interceptarlo, que el piloto del avión lo vea y lo identifique en su radar, hasta que el OVNI huya a una velocidad fenomenal? ¿Constituye prueba el que un piloto de otro avión a chorro dispare contra uno de esos objetos y luego insista en su versión, incluso luego de verse amenazado con ser sometido a una Corte Marcial?...

Los informes acerca de OVNI registrados en la zona sur de Florida - las Bahamas han sido y siguen siendo numerosos, mucho más que en cualquier otra región. Se les ha visto bajo aguas transparentes, en el cielo y viajando del cielo al mar y del mar al cielo.


Los testimonios han provenido de observadores dignos de crédito y los lugares en que se han producido las visiones han dado pie a algunas teorías según las cuales su presencia está relacionada con las desapariciones que ocurren dentro del Triángulo de las Bermudas; o mejor dicho, para ser más explícito, que los OVNI han estado secuestrando aviones y barcos durante varias generaciones.


Uno de los partidarios más elocuentes de esta versión es John Spencer, autor del libro Limbo of the Lost (Limbo de los perdidos). El autor está familiarizado con los aviones, puesto que fue piloto de la Fuerza Aérea durante 10 años. Es además un estudioso del fenómeno de los OVNI y miembro de NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), un organismo investigador muy serio, que incluye entre sus miembros a altos funcionarios del Gobierno, la Marina y organismos especializados en cohetería de los Estados Unidos.


Spencer comenzó a interesarse por el Triángulo de las Bermudas —al que prefiere llamar "Limbo de los Perdidos"— durante la época de la desaparición del submarino atómico Scorpion, que muchos relacionaron con otras pérdidas ocurridas dentro del Triángulo. Sin embargo, la pérdida de este submarino no constituyó un misterio, porque fue finalmente localizado a más de 650 km de las Azores, gracias, en parte, según Spencer, a los datos proporcionados gentilmente por los rusos a la Marina de los Estados Unidos.

Luego siguió estudiando la zona de las desapariciones y, mediante la proyección de las pérdidas en un mapa, llegó a la conclusión de que la mayoría tienen lugar en la plataforma continental que va desde Cape May, en New Jersey (cerca de Nueva York) hasta el extremo de Florida, y aún más allá, siguiendo por el Oeste hacia el Golfo de México, y por el Sudeste hasta las Antillas. Incluye también un círculo de 700 km de radio con centro en las Bermudas, y todos los bancos de las Bahamas.


Spencer ha realizado estos estudios durante muchos años y piensa que la única explicación plausible en torno de la pérdida de aviones y barcos con sus tripulaciones y pasajeros, es que han sido y son arrebatados físicamente de los mares y cielos por los que viajaban.


Señala:
Puesto que la desaparición total de navíos de más de 175 metros de largo, en mares totalmente en calma y a 80 km de la costa, lo mismo que la de aviones a punto de aterrizar, no puede ocurrir, según, las normas terrestres, y sin embargo, siguen ocurriendo, me veo obligado a concluir que se los están llevando de nuestro planeta.


El examen de los detalles de las visiones de OVNI, no sólo en nuestra época sino a lo largo de toda la historia escrita, le han llevado a creer que existen dos tipos principales de objetos: uno sería el omnipresente "platillo volador", que mediría unos 25 metros de circunferencia, y el otro un enorme navío-madre, capaz de transportar una docena o más de "platillos", o tal vez grandes ejemplares de muestra de embarcaciones terrestres. Este gigantesco aparato espacial de transporte correspondería a los de enorme tamaño y forma oblonga o cilíndrica de los que algunas veces se ha hablado (llamándolos objetos "con forma de puro"), pero no con la frecuencia con que se menciona a los "platillos".
Spencer piensa que la razón de que se produzcan tantos "golpes" en el Triángulo, o Limbo, es que allí las oportunidades de capturar ejemplares humanos son más numerosas, ya que, en general, los presuntos captores parecen evitar las operaciones de aterrizaje y los contactos con seres humanos.

La zona está atestada de viajeros por mar y aire, y a esos entes extraños les resultaría fácil entrar y salir de allí. Según su opinión, la fuerza motriz de los OVNI podría estar basada en una utilización muy sofisticada de las frecuencias radiales como propulsor. Esto explicaría los fallos electrónicos advertidos en casi todos los incidentes.


La teoría de Spencer acerca de la razón por la que los raptos espaciales se producen en tan grande escala resulta inquietante y es compartida por diversos otros investigadores, que parecen haber llegado a la misma conclusión de manera independiente.


Sostiene que, entre el asombroso número de planetas de los demás sistemas solares situados dentro de nuestra galaxia (¡existen aproximadamente 1021 estrellas, cada una dotada presumiblemente de su sistema solar!), hay que suponer, de acuerdo con la ley de probabilidades, la existencia de civilizaciones altamente desarrolladas; en consecuencia, es posible que las poblaciones de otros planetas se hayan desintegrado en épocas remotas, debido al mal uso de la energía, y convertido en soles llameantes, sin haber dejado huella alguna de su historia, población y desarrollo científico y cultural.

De ahí que los visitantes de otros mundos podrían estar interesados en mantener una reliquia viviente de la Tierra en otros planetas, o tal vez desean impedir el avance de nuestra actual civilización, antes que el mal empleo de la energía nuclear se convierta en un peligro para otros mundos. O tal vez tienen otros motivos, que nos resulta imposible concebir.


Podría ser incluso que estas inteligencias foráneas estuviesen dispuestas a dejarnos seguir nuestro camino, observándonos, pero capturando ejemplares de muestra que conservarían como un ejemplo de la vida terrestre, tal como era antes de la autodestrucción del planeta, lo que, en el caso de los demás planetas, no habrían tal vez logrado realizar a tiempo.



Cuando se examinan las numerosas descripciones de los que quizás fueron OVNI anteriores a la era del aeroplano, se tiene la impresión de que la Tierra ha estado sometida desde hace mucho tiempo a la observación de otros mundos y otras civilizaciones.


Sin embargo, puesto que a lo largo de toda su historia el hombre ha elevado la mirada al cielo en busca de signos y portentos (que casi siempre encontró), a veces resulta difícil establecer la diferencia entre los verdaderos OVNI (si es que lo eran) y los numerosos y rojizos fenómenos celestes, que han sido interpretados en formas diversas, como advertencias, estímulos o profecías. Un párrafo de los anales de Tutmosis III (1500-1450 A.C.), un faraón de la XVIII dinastía, podría constituir el primer testimonio acerca de un OVNI visto en la Antigüedad.

A diferencia de lo que ocurre con algunos de los relatos visionarios de siglos posteriores, éste describe la desusada aparición con una laudable objetividad:
En el año 22, tercer mes de invierno, a la sexta hora del día, los escribas de la Casa de la Vida... notaron que un círculo de fuego se estaba acercando desde el cielo... su cuerpo tenía cinco metros de ancho y cinco metros de largo... se posaron sobre sus vientres... (luego) fueron a dar cuenta al faraón. Su Majestad estaba meditando sobre lo que estaba ocurriendo entonces... estas cosas se hicieron más numerosas que antes en el cielo... brillaban más que el sol radiante y se extendía hasta los cuatro pilares del cielo.


El ejército del faraón observó... Su Majestad estaba en el centro... Después de la cena estos círculos de fuego ascendieron a lo alto en el cielo, hacia el Sur.



El faraón hizo que se quemara incienso para restablecer la paz en la tierra, y ordenó que lo ocurrido fuese escrito en los anales de la Casa de la Vida... para que fuese recordado para siempre...
Cabe advertir que el faraón mantuvo el aplomo en medio de aquella tensión, como corresponde a un dios, que era como se le consideraba y como tal se consideraba a sí mismo, aunque posiblemente quedó algo confundido por esta manifestación de otros dioses superiores.


En Gilgamesh, narración épica de la antigua Babilonia, heredada probablemente de la anterior civilización sumeria, describe al héroe Etana cuando los dioses le transportaron más allá de la Tierra, hasta que estuvo tan lejos que el mar le parecía un estanque de agua y la Tierra un cereal. Esto es más o menos lo que habría visto, si hubiese contemplado el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y las tierras vecinas desde una gran altura, o una trayectoria orbital.



La ardiente visión presenciada por Ezequiel —"el torbellino del Norte... un fuego que se envolvía a sí mismo... del centro surgieron cuatro criaturas vivientes..."— ha sido citada con frecuencia como un OVNI que aterrizó y posteriormente llevó a Ezequiel como pasajero. Esta visión celestial, que tal vez era una nave espacial, se produjo en el siglo VII A.C. y es el tema de gran parte del Libro bíblico de Ezequiel.

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