diciembre 23, 2012

EGIPTO Y EL DILUVIO......2


Albert Slosman, publicó un libro titulado “El gran cataclismo”, donde con gran detalle narra un acontecimiento ocurrido hace 12.500 años, concretamente el hundimiento de la Atlántida.


Slosman aseguraba que el origen de la civilización egipcia no había tenido lugar a orillas del Nilo, por consiguiente, el monoteismo tampoco, sino que los ancestros de los primeros faraones procedían de otra parte, con toda probabilidad del Atlántico, es decir, de Occidente. Slosman advirtió que en Marruecos, los nombres de determinados lugares eran extrañamente parecidos a los usados en los textos jeroglíficos que componían el Libro de los Muertos, como el “Duat” y ”Ta Mana” entre otros. Los supervivientes escaparon en todas direcciones, pero una buena parte de ellos se dirigieron hacia lo que había sido hasta entonces la Tierra de Poniente, que es precisamente lo que significa la palabra MOGHREB (actualmente se conoce como Magreb, el lugar por donde se pone el sol (poniente), la parte más occidental del mundo árabe). Desde allí se dirigieron en un largo éxodo hacia el Nilo.

En Taouz (Marruecos), en medio de un enclave funerario sagrado, los bereberes afirman que ese lugar sagrado, era aquel en el que yacía un “gigante”, hijo del Dios Único, con todos los soldados que lo habían defendido contra otro “gigante” hermano de sangre, pero traidor al Padre, que lo había asesinado a lanzazos.

En lenguaje jeroglífico, la Atlántida era conocida como Ahâ-Men-Ptah (Amenta para los griegos), o “Primogénito-Durmiente-de-Dios”, denominación que experimentó posteriormente una contracción en el conjunto de textos que conforman el Libro de los Muertos. El nombre continuaba evocando el significado original de “País de los Muertos”, “País de los Bienaventurados” y “País del Más Allá”.

Los sucesivos monarcas de este continente, fueron los Ptah-Ahâ (que significa en lengua jeroglífica “Primogénito-de-Dios”), puesto que todos los reyes descendían por línea directa del primer Hijo de Dios (del Primogénito). Ahâ se pronuncia Ahan, y Ptah también se escribe Phtah (de su fonetización en lengua griega), así que la letra “pi” se convierte en “phi” (fi), por lo que Phtah-Ahan fue fonetizado “Faraón”. Por consiguiente, de Primogénito-de-Dios pasó a ser “Hijo-de-Dios”. De esta forma, Ath-Kâ-Ptah (Segundo-Corazón-de-Dios), se convirtió en la fonetización griega, en Aegyptus (Egipto).

En la región de Dendera (Egipto), se encuentra un templo que se ha reconstruido seis veces, siguiendo los planos originales del primer templo construido en el mismo enclave. Es el emplazamiento donde los bisnietos de los supervivientes del éxodo del Gran Cataclismo, llegaron en primer lugar. En los muros de este templo, se puede leer: “En el principio, estas palabras enseñaron los ancestros, aquellos Bienaventurados de la Tierra primera: Ahâ-Men-Ptah. Los que convivían con las Creaciones del Corazón-Amado: el Corazón-Primogénito”.

Allí se narra el origen y la llegada de los primeros supervivientes, está autentificada no sólo por los textos, sino también por las sepulturas encontradas bajo la colina de los Pontífices, a menos de tres kilómetros del templo. Allí reposan los “Sabios entre los Sabios”, los Bienaventurados que poseyeron el “conocimiento de la voluntad divina”. Uno de ellos impartía enseñanzas bajo un “Maestro” de la II dinastía, en el IV milenio a.C. Un escriba Real, señala que el templo fue reconstruido por su señor (la 3ª reconstrucción), siguiendo los planos encontrados en los cimientos originales, escritos sobre rollos de cuero de gacela por los “Seguidores de Horus”. Es decir, por los propios Primogénitos, mucho antes de que el primer Rey de la I Dinastía ocupara el trono. Fueron, por tanto, estos descendientes directos, quienes transmitieron la Ley Divina, cuyas “Combinaciones-Matemáticas” permitirían a los hombres regirse por sí mismos según cánones de Justicia y de Bondad.

Según muchas pruebas e indicios, habría que retroceder 25.000 años (época en la que Ahâ-Men-Ptah existía como un continente de clima templado, vegetación exuberante, numerosas especies de una fauna hoy ya extinguida en su mayor parte, y en el que la especie humana habitaba pacíficamente en auténticas ciudades edificadas), para comprender muchos escritos que aparecen en Dendera.

Ahâ-Men-Ptah (la Atlántida), debió sufrir una primera devastación volcánica, que provocó el hundimiento de tierra que dio lugar el Mar del Norte. Un período de fuertes heladas fue la constante en esta zona, acumulando hielo en un casquete polar uniforme. La propia Siberia, que era entonces una región bastante templada, vio cómo desaparecía su vegetación y eran aniquilados los mastodontes que no pudieron escapar a tiempo de las heladas.

Los mamuts congelados de Siberia y Alaska presentan diversos enigmas inexplicables. Cuando se hicieron las autopsias a algunos ejemplares, se encontró en el estómago hierba recién ingerida. Esto confirma que estaban pastando en una región con un clima más cálido que el de los polos. Sin embargo, han permanecido congelados durante el período cálido del Holoceno (hace 11.500 años). La pregunta es: ¿Qué hacen unos animales de la Edad de Hielo, congelados durante el interglaciar?.

Muchos cuerpos de estos animales, fueron encontrados con evidentes signos de haber sido devorados por los lobos y habitantes de la zona, lo que demuestra que la carne estaba en perfectas condiciones y estado de conservación. El análisis de los tejidos de los mamuts, demostraron que un frío excesivo los sorprendió pastando, congelándolos al poco tiempo (en unas cuantas horas), significando la extinción de esta especie. Los mamuts son una muestra científica, que una glaciación sobrevino repentinamente en la Tierra, un cambio muy brusco que originaría grandes cataclismos.

No fue un cambio climático progresivo, sino que fue repentino, a escala global, una catástrofe donde coincidieron alteraciones climáticas que provocaron diluvios a escalas enormes en numerosos puntos del planeta, que dieron lugar a inundaciones y a una subida del nivel mar. Es decir, una consecución lógica de acontecimientos, que sepultaron bajo sus aguas muchas extensiones de tierra, y que perfectamente pudo destruir un pueblo y una civilización como la atlante.

Los eruditos de esta época, comprendían cada vez mejor los movimientos y las combinaciones celestes, así como las consecuencias metereológicas resultantes de ellos. Por este motivo, empiezan a anotar el movimiento de los planetas, del sol y la luna, sus configuraciones, así como las formas geométricas de las doce constelaciones de la elíptica ecuatorial celeste, incluso de Orión y Sirio. De aquí derivaron las repercusiones de las Combinaciones sobre la Tierra, tanto en relación al comportamiento humano, como a la evolución de la Naturaleza.



En esta escena encontrada en una de las paredes de una tumba predinástica (Nagada), se representa la huida, el día del Gran Cataclismo. La tumba es de la época del Rey Escorpión y es anterior a la Dinastía I (5.000 a.C.).

Después de este cataclismo, la vida de Ahâ-Men-Ptah se reagrupó más al sur de forma pacífica durante 5.000 años, hasta el momento que nació el primer Ahâ, el Primogénito Usir (u Osiris), engendrado por la Divinidad en Nut, inminente esposa de Geb (que fue debidamente prevenido del hecho) quien sería el penúltimo rey de aquella tierra. Geb desposó a Nut, y tras el nacimiento de Usir, la pareja tuvo tres hijos más: Usit, cuyo nombre en la rebelión posterior pasó a ser Sit (Seth en griego), y dos gemelas llamadas Nek-Bet e Iset, conocidas como Nephtys e Isis, de las cuales, la última se convirtió en la esposa de Usir (Osiris).

Usir e Iset, anunciaron que el Hijo que naciera de su unión, sería el generador de la nueva nación que surgiría de los supervivientes del Gran Cataclismo. De esta forma, nació un varón al que se le llamó Hor (Horus). Y fue poco antes de que Hor sucediese a su padre, cuando Usit atacó la capital de Ahâ-Men-Ptah con tropas rebeldes reclutadas al efecto, iniciando así el proceso de hundimiento del continente, pues al asesinar a Usir a lanzazos, la cólera de Dios se desencadenó sobre las criaturas y sobre Su creación.

Estos hechos ocurrieron en el año 9.800 a.C. aprox., fecha inequívoca gracias a la lectura e interpretación de los acontecimientos narrados en el planisferio celeste grabado en el techo de una de las salas del Templo de Hathor, más conocido con el nombre de “Zodíaco de Dendera”.

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