Los egipcios adoraban dioses con cabeza de animal o con figura humana; incluso los imaginaban en forma de planta, esto es una característica encontrada en muchas culturas, así como en las mesoamericanas y la sumeria los dioses eran representados como parte humana y parte animal, incluyendo al lagarto. Su religión no era homogénea puesto que bajo la forma de numerosos dioses podía ser venerado un mismo principio religioso. Resulta imposible ordenar las divinidades egipcias en categorías precisas. Dos son las razones principales: la complejidad de las ideas religiosas en Egipto y el largo período de tiempo en el que se desarrollaron.
Ya hablamos en su momento de los grandes misterios que arropan a la cultura egipcia, de su relación con el cosmos y con la constelación de Orión, de sus grandes y majestuosas construcciones, de los antiguos dioses que les legaron los conocimientos y la sabiduría de la civilización. Les instruyeron en cultivo, pastoreo, matemáticas, arquitectura, ingeniería, leyes, arte, etc.; y de la estrecha relación que salta a simple vista con las construcciones de otras culturas como la Maya y la Sumeria.
Como se mencionaba en párrafos anteriores, existe demasiada coincidencia como para dejarlo pasar
Los dioses egipcios eran personalidades superiores. Habían precedido al hombre sobre la tierra y disponían de un gran poder que los hombres nunca podrían igualar.
Los antiguos egipcios pensaban que la suerte del mundo dependía del talante de los dioses. Los dioses eran para los egipcios seres superiores, con pasiones humanas y poderes extraordinarios, a los que se rendía culto según el principio do ut des (ofrezco dones a cambio de conseguir mi petición) y do quia dedisti (doy las gracias por los favores recibidos).
El faraón, como dios viviente, era el nexo de unión entre los hombres y los dioses que aseguraba el orden cósmico, sin el cual, retornaría el caos original, concepto que se esclarece con las leyendas sobre la creación que se comenzaron a elaborar en el Imperio Antiguo y que explican las líneas generales del origen egipcio. Por consiguiente, había que mantener con ellos las mejores relaciones posibles. Ése era el cometido del faraón, considerado, a su vez, como un dios en la tierra, como el Horus (dios de la realeza) viviente, y el único que podía entrar en contacto directo con los dioses en la intimidad del templo.
Pues bien, podemos ver que tenemos a dioses, moradores, dueños y supervisores del cielo, también a sus semidioses/faraones quienes estaban a cargo de la “ley local” y eran los únicos capaces de hablar directamente con los dioses. También hablamos de “orden cósmico”, que de alguna forma me hace pensar que no solo habían actividades en tierra sino por encima de ella. Esto de que los dioses estuvieran “arriba” y solo los faraones, de alguna manera “podían” comunicarse con ellos me deja pensando. Bien podría ser algún tipo de trance o meditación profunda, aunque podría ser por otros medios.Durante más de tres mil años (yo pienso que mucho más) de la Historia del Antiguo Egipto, la religión apenas evolucionó, al menos eso es lo que se piensa hasta ahora. Sin embargo, en algunos períodos, ciertos dioses se volvieron predominantes mientras que otros pasaban a un segundo plano pues, cada culto, era originario de una región diferente, y la importancia de cada dios también variaba según la influencia de dicha región en el resto de Egipto. Recordemos que los grandes dioses estaban en el cielo, aquí en la tierra estaban los faraones, considerados dioses.
Akenatón, conocido modernamente como el faraón herético, impuso, durante su corto reinado, un culto monoteísta (o henoteista) centrado en la veneración del disco solar: Atón. Esto resulta más que interesante, si hacemos comparaciones (nuevamente) con otras culturas, rápidamente nos daremos cuenta del culto no solo a las estrellas sino también al sol.
De la misma forma que en los yacimientos de las culturas precolombinas se han encontrado cráneos anómalos, en la antigua cultura egipcia, Akhenaton, que reino de c. 1353 a 1338 a. C, es representado con una cabeza extrañamente alargada. Los antiguos faraones de Egipto, decían proceder del linaje directo de los Dioses, es decir, que de alguna forma se entiende que los dioses tenían cabezas alargadas o amorfas.
De la misma forma que Akhenaton, su esposa Nefertiti tenía un cráneo extraño alargado, fruto de su especial herencia genética. Además el faraón poseía otra característica anómala, tenía un cuerpo extrañamente afeminado. Creo recordar que en otras culturas también se mencionaba algo similar, me parece que la biblia también menciona algo relacionado a hermafroditas, hombres con rasgos femeninos y viceversa.
Uno de los principales y más mencionados entre los dioses de la mitología Griega es Zeus, padre de los dioses y los hombres; era considerado rey de los dioses y supervisor del universo. Se podría decir que Zeus era el dios de dioses, generalmente representado junto a su rayo/trueno con el que impartía justicia en la tierra y castigaba a los impíos. Me hace recordar las escrituras del Mahabharata, en donde se narra una batalla en los cielos con truenos y rayos que destruyen a los humanos. Para profundizar en este tema ponemos a disposición el artículo Las Antiguas ruinas de Mohenjo-Daro.
Zeus es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles (Hércules), Helena, Minos y las Musas. Aquí tenemos a otro dios que se aparea con las mujeres de la tierra, de acuerdo a la literatura antigua. Su equivalente en la mitología romana era Júpiter. De nuevo, podemos evidenciar que hay “equivalentes” en otras culturas, aún así seguía siendo el mismo dios.
Otro dios de mucha relevancia es Ra, dios solar por excelencia, uno de los conceptos divinos egipcios de mayor espiritualidad. En mesoamérica podemos encontrar la pirámide del sol, que es la edificación más grande de Teotihuacán y una de las más grandes de Mesoamérica.
Es el mito de Ra el que nos describe los orígenes y creación del Mundo según las creencias del Antiguo Egipto. De él tenemos una primera referencia en los Textos de las Pirámides, una colección de grabados hechos en piedras sobre las paredes interiores de algunas pirámides egipcias y que describen no sólo estos orígenes, sino rituales, ceremonias y otras muchas creencias milenarias.
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