En la Región brasileña de la supuesta ubicación de Akakor, se han descubierto cientos de geoglifos.
En el suroeste de la Amazonia -especialmente en la zona de Río Branco, estado de Acre, Brasil y del río Beni, Bolivia- la tala masiva de árboles hizo visibles en las últimas décadas del siglo XX, geoglifos de formas geométricas.
En 1977 el profesor Ondemar Dias, del Instituto Brasileño de Arqueología de Río de Janeiro, los incluyó en el inventario nacional arqueológico; desde entonces ya se han detectado más de 250 geoglifos. Se trata de prolijas zanjas o fosos de 1 a 4 metros de profundidad y unos 12 metros de ancho -reforzadas en sus lados por la propia tierra de la excavación- que forman diferentes diseños, algunos de 300 m2 de superficie: círculos, cuadrados, rectángulos, rectas, paralelas o en forma de “U”.
Las figuras, cuya perfecta geometría habla de un significado simbólico, están conectadas entre sí por una especie de camino formado por dos líneas paralelas más elevadas; al parecer no eran lugares de habitación, especulándose podrían ser centros ceremoniales de peregrinación.
Hay dataciones de movimientos que se remontan al 1.200 a. C., pero la mayoría de los geoglifos fueron realizados alrededor del año 1250 d. C.
Los geoglifos datados entre los años 100 a. C. y 400 d. C., pueden estar relacionados con la expansión general de montículos y cerámica barrancoide en el área sur del Amazonas, producto de la expansión de grupos arawak; mientras que los construidos hacia el año 1.200 d. C. estarían asociados a las migraciones Tupi-Guaraní.
Las sociedades del sito -al parecer, densamente poblado- debieron ser sedentarias y organizadas, haciendo trabajos en cooperación.
26 de junio de 2012:
Acaban de ser descubiertos 20 nuevos geoglifos en Brasil, entre los Estados de Acre y de Amazonia. El Blog da Amazonia ha publicado esta tarde en exclusiva las fotografías de dos de estas nuevas estructuras arqueológicas con diseños geométricos de varios formatos.
Uno de los 20 nuevos geoglifos recién descubiertos a 20 kilómetros de Boca de Acre
Con el nuevo descubrimiento, Brasil cuenta ya con 300 de estas misteriosas estructuras que pueden tener hasta dos mil años y que pertenecen a pueblos hasta ahora desconocidos.
Todos ellos están situados en la Amazonia Occidental y han aparecido por obra y gracia de un pecado ambientalista: la desforestación de la selva para convertirla en pasto para el ganado.
No acaso, la mayoría de estos geoglifos, de los que se está pidiendo que sean considerados patrimonio artístico nacional para que no puedan ser destruidos ni deteriorados, se han encontrado en el estado de Acre, donde la selva ha sido más castigada.
Quizás porque el nuevo descubrimiento ha sido dado a conocer a la clausura de la conferencia de la ONU sobre el medio ambiente de Rio+20, el Blog da Amazonia, que acaba de dar la noticia y publicado algunas fotos en exclusiva, ha sido enseguida bombardeado de comentarios, casi todos insistiendo en que ello ha sido posible gracias a la destrucción de la Amazonia.Los sentimientos, pues, ante la aparición de estos nuevos, interesantes y siempre misteriosos geoglifos, son contrastantes en Brasil. Los amantes de la arqueología y del conocimiento de los pueblos primitivos que pudieron poblar la Amazonia, se felicitan. A los ecologistas, el motivo que ha hecho posible ese descubrimiento, les apaga la emoción.
Entre los comentarios de ayer tarde en Brasil los hay de todos los colores. Algunos irónicos que apuntan que ahora el gobierno se puede felicitar de no haber puesto freno todos estos años a la destrucción del gran pulmón de la Amazonia, para no privarnos ahora de la contemplación de estos geoglifos.
Otros, como el de Mingana Jones divertidos. Escribe Jones: “Durante mis aventuras en la Amazonia descubrí que esos dibujos fueron hechos por la extinguida tribu de las Amazonas, tribu famosa por estar constituida por lesbias que aún odiaban a los hombres. El diseño de un hombre enorme en el suelo fue hecho con la intuición de espantar a los hombres de las montañas vecinas. Al no aceptar tener relaciones con los hombres, esa tribu se extinguió”.
Lo cierto es que aún nadie sabe a ciencia cierta la funcionalidad de tales geoglifos. Podrían ser, según los investigadores, desde estructuras defensivas a centros de ceremonias religiosas, o bien lugares de encuentros y peregrinaciones.
No hay que ser muy perspicaces para entender que si existen tantas hipótesis sobre su origen y utilidad, es porque en realidad son un misterio que aún el hombre moderno no ha sido capaz de descubrir .
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