junio 27, 2013

“El Libro perdido de Enki” de Zecharia Sitchin. (2)




Las alusiones a una “serpiente” maligna hacen una clara referencia al símbolo con que se representaba el propio Enki, conocedor de los secretos de la manipulación genética y director de todo este proyecto de la creación del Trabajador Primitivo.

Y de esta forma la humanidad comenzó a proliferar; Adamu y Tiamat tienen tres hijos, y el relato de los acontecimientos que siguieron en gran medida están recogidos con mayor o menor fidelidad en el Antiguo Testamento, sin embargo, no eran los únicos que procreaban.

Enki siempre había sido conocido por sus dotes amorosas y la incontinencia de sus apetitos sexuales.

Una de las tablillas describe cómo Enki encuentra en el Edin dos hembras de gran atractivo y ambas procrean de él dando a luz uno cada uno de ellas:
Adapa
Titi
Adapa, sumamente inteligente, se convierte en el primer hombre civilizado. Adapa y su hermanastra Titi a su vez se emparejan dando a luz a Kain y Abael (en clara referencia a Caín y Abel).

En el Antiguo Testamento podemos encontrar multitud de casos en los que el varón tiene por esposa a su hermanastra (es el caso de Abraham y Sara). Esto está íntimamente relacionado con la Ley de herencia de los Anunnaki, así llamada, de la Simiente, que convierte en herederos legítimos a los hijos de la hermanastra, antes que al primogénito, si éste ha sido concebido por una mujer de otra clase social.

Esta ley Anunnaki marcó el destino de toda la Misión de la Tierra multitud de veces.
Enki tuvo otro hijo más con otra terrestre, al que llaman Ziusudra (Noé).

Después del gran Diluvio producido, tal y como describe una de las tablillas, por la cercanía de Nibiru y las inestabilidades creadas en la atmósfera de la Tierra, Enlil decreta el final de la Misión en la Tierra (en la forma en que se había llevado a cabo hasta el momento) y se niega a salvar a la humanidad; nunca había visto con buenos ojos el proyecto de creación humana y aprovecha el momento para obligar a todos por juramento a que ningún humano sea salvado de la catástrofe.

Sin embargo, Enki, su hermano y creador intelectual del “trabajador primitivo” tiene una visión o sueño que le dice que debe salvar a Ziusudra, su hijo, dándole instrucciones claras sobre cómo construir una barcaza cerrada y sellada con pez, donde se colocan algunos pequeños animales (las esencias de otros mamíferos y plantas ya habían sido extraídas y conservadas por Enki para evitar el fin de la vida de la Tierra y poder reconstruir la vida tras el Diluvio).

De esta forma, Ziusudra, así como algunos descendientes de Kain en otra parte del mundo, ya que habían sido desterrados del Edin tras el asesinato de Abael a manos de su hermano, se salvan del Diluvio.

¿Se han podido encontrar la prueba de alguno de estos hechos narrados en las tablillas sumerias? Sorprendentemente sí y además no una ni dos, sino múltiples pruebas.

He aquí sólo algunos de ellos:
Los descubrimientos de objetos estelares como satélites o planetas de nuestro Sistema Solar que se produjeron a finales del siglo XX ya se mencionaban en tablillas de miles de años de antigüedad (ver referencias “El Génesis Revisado”) demostrando que el conocimiento sumerio de nuestro Sistema Solar era muy superior al nuestro.

La naturaleza física y aspecto de algunos de los planetas de nuestro Sistema Solar, así como su composición, como es el caso de Urano, Neptuno o Júpiter ya se mencionaban en las tablillas sumerias (ver referencias “El Génesis Revisado”).

Hechos asombrosos como el descubrimiento del ADN mitocondrial han demostrado que todos provenimos de una misma “Eva” primitiva.

El laboratorio genético en el que Enki y su hermana Ninki trabajaron en el diseño de un trabajador primitivo que pudiera reproducirse se situó en el Abzu (África Suboriental) que fue el territorio que Anu, padre de Enki y Enlil le concedió para el mandado a Enki en la Tierra, después de darle e Enlil el honor de ser “El Señor del Mandato” y gobernar en Eridú, ciudad donde se situó el primer Edén.

El Abzu es el territorio de África Sudoriental que corresponde a Kenia, Etiopía y Somalia. Los últimos hallazgos científicos sitúan al primer Homo Sapiens Sapiens en África, en la región de Etiopía, hace unos 200.000 años.
¿Contradice todo esto plenamente a los conocedores del Antiguo Testamento que defienden el origen histórico de los hechos que narra?.

No exactamente.

En realidad, los primeros interesados en conocer el contenido e información de las tablillas sumerias deberían ser los propios defensores de la Biblia (en particular el Antiguo Testamento) y de la idea de que ésta refleja hechos históricos, especialmente en su versión hebrea, menos manipulada por posteriores interpretaciones lingüísticas y religiosas.

El mismo Sitchin asegura que “un día” de la Biblia equivale a 1000 años y que al margen de este hecho particular, relacionado con la cuenta sumeria, y a tener en cuenta, los hechos mencionados en el Antiguo Testamento son literales y son reflejo de acontecimientos ya recogidos en crónicas y tablillas sumerias.

Un ejemplo de mala interpretación que ha dado origen a muchos problemas es que la Biblia Hebrea recoge la palabra “Elohim” o “Dioses” (es una palabra plural), algo que no se respeta en las posteriores versiones cristianas y que modifica completamente el sentido original.

¿Quiere todo esto decir que Dios o Creador del Todo no existe?.

En absoluto, quiere decir lo que quiere decir, que nosotros no somos fruto de la evolución homínida, sino de una inteligencia superior, superior a la nuestra, no a la de Dios Creador del Universo. Eso lo tenían claro, y así lo reflejan las propias tablillas, hasta los propios protagonistas de esta historia, los Anunnaki, que en muchas ocasiones se plantean si sus acciones serán del agrado de “Dios Creador de Todo”.

Por supuesto, lo que contradice plenamente el contenido de las tablillas sumerias es la naturaleza de la “autoría” de la obra en la Tierra o la naturaleza del “autor” o “autores”, tal y como la interpretan las tradiciones religiosas, es decir todo aquello que ha sido introducido en la mente religiosa a golpe de dogma de fe.

Uno de los pensamientos que me rondaron al leer esto es que, teniendo en cuenta esta crónica, nuestros orígenes iniciales, por lo tanto, son más Anunnaki que terrestres.

Si tenemos en cuenta que pocos sobrevivieron al Diluvio Universal y que sólo Ziusudra y su prole (Noé, hijo de Enki con una terrestre que a su vez se había creado de Anunnaki y bípeda homínida) entre muy pocos y contados pudo hacerlo, nos viene a decir, que el Padre Genético de toda la Humanidad es Enki, un ser Anunnaki de una inteligencia y capacidades extraordinarias (recomiendo leer los libros para darse cuenta de hasta dónde llegaban/llegan estas capacidades de Enki en particular y en general en la raza Anunnaki), y que nuestro componente de “mamífero bípedo” es menor desde el punto de vista de la composición genética.

La mitad de nuestra genética, a tenor de todo esto, es cien por cien Anunnaki y la otra mitad es Anunnaki en un porcentaje superior al cincuenta por ciento.

Sin embargo, es cierto que no somos ni el pálido reflejo de lo que fueron los primeros humanos creados que, si bien no habían heredado la longevidad Anunnaki, vivían, como bien atestigua el Antiguo Testamento cientos de años. Abraham vivió más de 900 años, sus hijos un poco menos y en cada generación el número de años hasta llegar a nuestros días ha sido menor.

¡Qué ironía que digamos a menudo que cada vez vivimos más años, gracias a los adelantos de la Ciencia!.

La duodécima tablilla habla de la designación, por parte de los líderes de la Misión Tierra, de tres regiones de civilización para la Humanidad.
La primera región e instalaciones espaciales eran tierras de Enlil. La primera civilización del hombre comienza en la Primera Región, Sumeria.
A Innana, nieta favorita de Anu, se le concede la tercera región, Valle del Indo.
Marduk se apodera de la Segunda Región, el Antiguo Egipto, depone a Ningishzidda (Thot) y se declara a sí mismo Ra, o dios supremo, dando inicio a una nueva religión, e inicia los reinados de los faraones.
¿Es entonces cuando comienza el reinado de la mentira en la Tierra con objeto de encerrar al humano creado en una concepción falsa de la realidad?

Sabemos que los misterios que atesoran las sociedades secretas de la masonería tienen su raíz en el Antiguo Egipto y la época de los faraones y es sencillo poder imaginar que la clave de los misterios se encuentra en lo que ellos saben y los demás desconocemos, nuestro origen y la realidad que sin embargo nos gritan los protagonistas de todo esto desde el pasado plasmado en las tablillas sumerias.
del Sitio Web TrinityATierra

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