El período durante el cual ha vivido en este planeta un hombre racional y de
inteligencia comparable a la del que hoy conocemos podría extenderse unos 40.000
o 50.000 años hacia atrás, o incluso más allá. En consecuencia, si consideramos
que una civilización como la actual tardaría alrededor de 10.000 años en
progresar hasta el punto en que la ciencia y la tecnología alcanza la capacidad
de consumar su propia destrucción, todavía tendríamos un amplio margen de tiempo
en que podrían haber existido una o más culturas anteriores a la nuestra en este
mundo.
Cualquier
civilización técnicamente adelantada conseguiría tal vez desarrollar,
intencionalmente o por casualidad, el poder inherente a la fisión nuclear (a la
nuestra le costó bastante menos de 10.000 años) y, en este momento, tendría que
decidir si adopta algún sistema para controlar su avance o prefiere arriesgar su
propia ruina.
Si semejante cultura
hubiese existido y causado su destrucción, desapareciendo luego, su recuerdo
habría quedado tal vez conservado en las leyendas, o nos sería sugerido por
algunos artefactos anacrónicos de antigüedad incierta, o por grandes ruinas
imposibles de identificar o explicar. Y éstos son precisamente los elementos que
tienden a señalar el emplazamiento de dicha cultura en la zona ahora cubierta
por las aguas del Triángulo de las Bermudas.
En sus
conferencias sobre la Atlántida, Edgar Cayce insistió reiteradamente en las que
parecen ser referencias a fuentes de energía nuclear, rayos Láser y Maser
comparables a los nuestros y utilizados en general en los mismos campos en que
hoy los disfrutamos, si es que podemos usar esa palabra. Sus descripciones
acerca de los usos que les daban y su observación sobre el peligro que encierra
su utilización inadecuada podrían pasar hoy por crónicas y comentarios
editoriales corrientes.
Pero, ¿cómo sabía
Cayce todo esto, hace más de 35 años?
El vidente
describió estas fuentes de energía con bastante detalle. Eran grandes
generadores que producían fuerza para impulsar naves aéreas y submarinas y con
capacidad para producir iluminación, calor y alimentar sistemas de comunicación.
Con ellas se operaban ciertas formas de radio y televisión y se las utilizaba
también para enviar fotografías a larga distancia. Proporcionaban igualmente la
potencia necesaria para modificar y rejuvenecer tejidos vivos, incluso del
cerebro, y eran también utilizadas para controlar y disciplinar clases sociales
completas.
Sin embargo,
debido al mal empleo de las fuerzas naturales que habían creado, y a trastornos
civiles y externos, los Atlantes desencadenaron finalmente ciertas fuerzas
incontrolables de la Naturaleza que fueron la causa de su propia destrucción.
Esta creencia de Cayce aparece también en las leyendas acerca de muchas antiguas
culturas que existieron en el mundo.
Según las palabras
del "profeta":
...El hombre introdujo las fuerzas destructivas... que, combinadas con las propiedades naturales de los gases, de fuerzas existentes en la Naturaleza y en su forma natural, causaron la peor de las erupciones en las profundidades de la Tierra en lento proceso de enfriamiento, y esa porción (de la Atlántida) que ahora se halla cercana a lo que podríamos llamar el Mar de los Sargazos desapareció bajo el océano...
En su relato acerca
de la prehistoria, Cayce parece haber predicho específicamente el uso de rayos
láser y maser, para cuyo conocimiento faltaban muchos años entonces (1942).
Describió una
gigantesca fuente de energía de cristal:
...En la que la luz aparecía como medio de comunicación entre lo infinito y lo finito o como un sistema utilizado para lograr las comunicaciones con las fuerzas del exterior. Más tarde llegó a ser un punto de irradiación, así como un centro desde el cual partían las señales radiales que guiaban las diversas formas de transición y viaje a través de los períodos de actividad de los atlantes.
Estaba dispuesto como un cristal, aunque de manera muy distinta a la del primero que fue utilizado (originalmente) aquí. No deben confundirse estos dos... porque había muchas generaciones de diferencia. Fue en aquellos períodos cuando se produjo la orientación de aeroplanos o sistemas de viaje, aunque en aquella época ellos viajaban lo mismo por aire que por encima o por debajo del agua. Sin embargo, la fuerza desde la cual estaban dirigidos se hallaba en la estación central de energía; o piedra Tuaoi que era... y el rayo sobre el que actuaba...
En otra "conferencia"
se refirió a un lugar en "Poseidia"; en otras palabras, la zona de las Bahamas,
que entonces se hallaba sobre el agua. La describió así:
...La acumulación de fuerzas motivadoras de la Naturaleza provenientes del gran cristal que condensaba las luces, las formas, las actividades, de manera de guiar a las naves no sólo por el mar, sino por el aire, en muchas de las aplicaciones del hombre ahora conocidas, como la transmisión del cuerpo y de la voz, como el registro de aquellas actividades en lo que pronto será algo práctico, creando vibraciones para hacer posible la televisión —como se le llama en el presente-.(¡El "presente" en este caso era 1935!)
En una "conferencia"
de 1932 hizo una interesante alusión al transporte de cargas y materiales de
gran peso:
... Por medio del uso de... los recientemente descubiertos gases y los de las formaciones eléctricas y aéreas en la desintegración de las fuerzas atómicas para producir energía propulsora de aquellos medios o modos de transporte o viaje, o para levantar grandes pesos o cambiar las fuerzas mismas de la naturaleza.
El hecho de que los
pueblos supuestamente primitivos de la prehistoria hayan dejado enormes piedras
que aún se encuentran en su sitio, tras miles de años, y sobre las cuales las
razas que les siguieron han levantado nuevas construcciones, ha constituido,
desde hace mucho tiempo, un misterio arqueológico.
Las piedras colocadas
por razas anteriores desconocidas son tanto más grandes y difíciles de
transportar que las dispuestas por las culturas subsiguientes, de manera que su
presencia y modo de transporte resultan inexplicables. Uno de los ejemplos que
podrían citarse es el de los bloques de pórfido de Ollantaytambo y
Ollantayparubo, en Perú, que fueron transportados a lo largo de grandes
distancias, sobre montañas y abismos y luego colocados en las cumbres de otros
acantilados de 300 metros de altura.
Otro, el de los
enormes sillares de piedra de Sacsahuamán, en Perú, tan grandes y laboriosamente
encajados unos con otros, que los incas atribuyeron su construcción a los
dioses. O los bloques de cien toneladas de los cimientos de Tiahuanaco, en Bolivia, sobre los cuales se
construyeron, de alguna manera, enormes edificios, a pesar de que la altura es
de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
O las grandes piedras
del calendario u observatorio de Stonehenge, en Inglaterra; o los bloques
masivos de la pared submarina o cimientos o contrafuerte marino; o las piedras
verticales de la Bretaña prehistórica, uno de los cuales pesaba más de 340
toneladas y tenía una altura de 20 metros, y las enormes piedras de las
fundaciones del templo de Júpiter, en Baalbek, Siria, emplazadas allí
mucho antes de la construcción del templo y una de las cuales pesa 2.000
toneladas.
Como casi todas estas
construcciones resultan extremadamente difíciles de explicar en términos de
nuestra apreciación de las habilidades ingenieriles de las culturas que pensamos
que las erigieron, se ha sugerido que una civilización superior fue la autora de
su construcción. Esta teoría se ve apoyada por el hecho de que muchas de estas
ruinas inexplicables se parecen mucho.
Cayce
señaló específicamente a las Bimini como uno de los diversos puntos donde podía
hallarse información respecto de las supuestas fuentes de energía de la
Atlántida:
"... En la posición sumergida de Atlántida o Poseidia, donde aparece una parte de los templos bajo el limo de épocas enteras de agua oceánica, cerca de lo que se conoce como las Bimini, frente a las costas de Florida...".
En 1935 hizo una
detallada descripción de estas fuentes de energía (¿o plantas nucleares?). El
hijo de Cayce, Edgar Evans Cayce, ingeniero y escritor, comentando la
paradoja de que los relatos de su padre acerca de la prehistoria hubiesen
anticipado en varias décadas nuestros propios descubrimientos científicos,
escribió en su libro Edgar Cayce on Atlantis:
"Un observador profano de nuestra época difícilmente podría describir con mayor claridad nuestros últimos adelantos científicos".
El relato de Cayce
(recogido en 1933, aunque publicado en 1968), se refiere a un edificio donde
estaría guardado un complejo "refractario" o de cristal:
En el centro de un edificio construido sobre piedra no conductora; algo similar al asbesto y con... otros no conductores, como los que actualmente se están fabricando en Inglaterra bajo un nombre que es muy conocido para muchos de los que se ocupan de esas cosas.
El edificio construido sobre la piedra era oval; o tenía forma de cúpula, dentro de la cual podía haber... una sección que se desplazaría hacia atrás, de manera que la actividad de las estrellas; la concentración de energías que emanan de los cuerpos en ignición y de elementos que se encuentran y no se encuentran en la atmósfera terrestre.
La concentración a través de prismas o cristales (como se les llamaría hoy) tenía tales características, que actuaba sobre los instrumentos conectados con los diversos sistemas de viaje a través de métodos de inducción que llevaban a cabo un control (igual) al que hoy se llamaría remoto por medio de vibraciones o instrucciones de radio; por medio del tipo de fuerza emanada de la piedra y que actuaría sobre las fuerzas de motivación de las naves mismas.
El edificio fue construido de manera que, cuando la cúpula se retiraba, prácticamente no había obstáculo para la aplicación directa de la energía sobre varias naves que iban a ser impulsadas a través del espacio, ya fuera dentro de su radio visual o dirigidas bajo el agua o por debajo y a través de otros elementos.
La preparación de esta piedra estaba en mano; exclusivamente de los iniciados de la época y la entidad se hallaba entre las que dirigían las influencias de la radiación, que se alzaba en forma de rayos invisibles al ojo humano pero que actuaban sobre las piedras mismas, según se hubiesen dispuesto en las fuerzas de motivación, aunque la nave aérea fuese alzada por los gases del período. O bien guiaba a los vehículos de placer que pudieran pasar cerca de la Tierra, o a las naves submarinas o de superficie.
Estas eran entonces impulsadas por la concentración de rayos de las piedras que estaban concentradas en el medio de la estación central de energía, o planta generadora (para utilizar la expresión actual).
Cayce se refiere
constantemente al uso inadecuado de las tremendas fuerzas desarrolladas por esta
supercivilización:
"... La extracción de los poderes del mismo Sol, para trasladarlos al rayo que causa la desintegración del átomo... provocó la destrucción de aquella parte de la Tierra".
En el caso, y sólo en
el caso de que ocurriese un cataclismo, o una serie de cataclismos, la gran
fuente energética se habría precipitado al mar, junto con las populosas
ciudades, murallas, canales y otras construcciones de la Atlántida. Es
interesante tener en cuenta que los propios emplazamientos sugeridos por esta
teoría corresponden a los lugares en que se producen muchas de las aberraciones
electromagnéticas características del Triángulo de las Bermudas, la Lengua del
Océano, por ejemplo, o las Bimini.
Aunque resulta
difícil suponer que semejantes complejos energéticos puedan seguir funcionando
después de miles de años, es interesante observar lo que sucede con las
misteriosas "aguas blancas" que han sido advertidas por muchos exploradores,
desde Colón hasta los astronautas. Pareciera que los canales o corrientes de
agua blanca tienen su origen en el misino o los mismos puntos de emanación,
siguen una dirección similar y luego se desvían a lo largo de un kilómetro y
medio o más. Las líneas son nítidas al comienzo y luego se hacen menos precisas,
casi como si encerraran algunos gases liberados bajo presión.
Las desviaciones
del compás y las perturbaciones eléctricas podrían ser causadas por una enorme
concentración de metal depositado bajo el agua. Esto ha sido observado en varios
lugares del mundo donde existen conocidos depósitos de hierro que provocan
variaciones en los compases. Las masas del substrato o de la subsuperficie
podrían incluso provocar alteraciones en el oleaje de los mares.
En un informe
elaborado por la NASA en 1970, acerca de una "cavidad" en la superficie
del océano sobre la fosa de Puerto Rico, los científicos atribuyeron el fenómeno
a una "extraña distribución de masa debajo del fondo del océano", que sería la
causa de la deflección de la fuerza de atracción de la gravedad. En el caso del
Triángulo de las Bermudas se ha sugerido que algunas fuentes de energía
destruidas han conservado sin embargo algo de su fuerza y que, al ser accionadas
en ciertas oportunidades, podrían ser no sólo la causa de las desviaciones
magnéticas y electrónicas, sino también la fuente de impulsos eléctricos de las
tormentas magnéticas.
Esta teoría, una
de las más extrañas entre las elaboradas para explicar los incidentes del
Triángulo de las Bermudas, es la que se sugiere en las "conferencias" de Cayce.
Sin embargo, cabría preguntar si existe alguna razón por la cual las personas
que sienten curiosidad científica deben atribuir seriedad a cualquiera de las
declaraciones de Cayce, y sin que esto obste para que las admiren, como producto
de su viva imaginación.
Aunque es cierto que
algunas de las fuentes energéticas que él describió hace 35 años no habían sido
aún descubiertas o imaginadas siquiera en el "mundo real" (y otras no habían
sido todavía desarrolladas) debe recordarse que Cayce no era médico, ni
historiador, sino simplemente un curandero clarividente de gran reputación. Sin
embargo, algunas de las profecías que hizo durante sus charlas y que no tienen
nada que ver con curaciones, han resultado perturbadoramente exactas. Por
ejemplo, las relativas a la bomba atómica, el asesinato de presidentes y a
disturbios raciales en Estados Unidos e incluso a deslizamientos de lodo en
California.
Además, las
"conferencias" de Cayce se basaban en las visiones o recuerdos que sus
personajes conservaron de sus vidas durante pasadas encarnaciones. Esta
circunstancia ha hecho que aquellas personas que por motivos religiosos, por
convicción científica o por razones de lógica no aceptan la teoría de la
reencarnación, nieguen verosimilitud a los dichos de Cayce. Sin embargo, cabe
preguntarse si no habrá otra explicación que justifique esas descripciones tan
detalladas y científicamente válidas sobre las civilizaciones anteriores y su
potencialmente peligroso desarrollo.
En los documentos
filosóficos y religiosos de la India, que a menudo contienen conceptos
asombrosamente modernos sobre la materia y el Universo, se encuentran
referencias a lo que suele llamarse "conciencia cósmica"; es decir, la
persistente presencia de recuerdos de lo que ha ocurrido antes.
Hoy, la existencia de
la telepatía, la influencia y la oculta presencia de la memoria y el poder de
las emanaciones psíquicas, lejos de verse despreciados por la moderna
investigación científica, están siendo seriamente estudiados, no sólo en la
Tierra sino también en el espacio, y no sólo como fenómenos sino también como
medios de comunicación. Los Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos
potencias espaciales más adelantadas, están realizando experimentos que sugieren
que la ciencia ficción podría estar experimentando una metamorfosis, y
convirtiéndose en ciencia del futuro.
Es posible esperar
adelantos sorprendentemente novedosos en esta área, en la que hasta ahora
algunos individuos muy bien dotados han tenido la habilidad de recoger, casi sin
estar conscientes de ello, los pensamientos actuales de otros, y tal vez también
sus escondidos recuerdos del pasado. En este caso, el pasado podría estar
constituido por las memorias heredadas con los cromosomas de nuestros
antecesores.
Del mismo modo como
heredamos atributos físicos y tendencias de nuestros padres y abuelos, así
también heredamos esos recuerdos, aunque posiblemente en un grado menor, de
nuestros ancestros más distantes. Estos cromosomas de la memoria podrían formar
parte de este legado. Dentro del cerebro humano hay amplio espacio (que según se
estima sólo se utiliza en un diez por ciento para la recolección de un banco de
recuerdos heredados.
Estos explicarían
la existencia de memorias incompletas en algunas personas; la aguda sensación de
haber estado antes en un lugar en el que nos consta no haber estado jamás; la
desoladora certeza de haber vivido un largo espacio de tiempo en un sólo sueño;
el hecho de que algunas personas recuerden en ciertas ocasiones —y no siempre
bajo hipnosis— detalles de vidas pasadas que a menudo suelen resultar
históricamente exactos, cuando se descubren informaciones ignoradas acerca del
período en cuestión; los casos de repentina capacidad para hablar fluidamente
los idiomas de sus antepasados que se dan en los niños, en circunstancias que es
imposible que los hayan aprendido y que posteriormente vuelven a olvidarlos.
Estos factores
conocidos se suelen atribuir a menudo a la reencarnación de las almas, en la que
creen los hindúes, los budistas y los devotos de la que tal vez es la religión
más antigua: la del antiguo Egipto. Sin embargo la posibilidad de una memoria
heredada ofrece una alternativa que, si bien resulta casi lo mismo, se ve de
alguna manera modificada cuando pensamos que el alma del individuo no sería la
de una persona cualquiera, situada en cualquier época, sino la de nuestros
antepasados, que se reencarnan en nosotros y nos legan sus memorias acumuladas y
sus demás atributos.
Es lo mismo que
ocurre con las "generaciones" de computadoras, que pueden programarse de tal
manera que la totalidad de sus bancos de datos pueden implantarse en las nuevas
máquinas que han de sucederías.
En todo caso, ya
sea que Edgar Cayce se comunicara realmente con las almas o con las
memorias reencarnadas de la gente a quien servía, el efecto era similar y el
interés por la Atlántida que despertaron sus "conferencias" dio al tema un
renovado atractivo, que aumentó constantemente, a medida que los descubrimientos
inesperados de la última década parecieron dar notable respaldo a sus alusiones
al continente perdido.
Aquellos que se
aferran a la teoría de que antes de que aparecieran las primeras manifestaciones
de una cultura en Egipto y Sumeria existió una civilización mundial altamente
desarrollada, han sido considerados durante mucho tiempo cultistas,
sensacionalistas, visionarios, o, sencillamente, tontos.
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