octubre 09, 2012

Ish-rÁ - La Luz - capítulo 3º -





Hu-ma-dos-apienS



Pasaron varios Ekras y la población de E-de-eN aumentó de forma considerable. La no existencia de depredadores y la alimentación abundante, permitió tal hecho. La gran capacidad de procreación de la nueva especie aconsejó  a Nuestro Señor Ish-rÁ, la conveniencia de abrir la cúpula protectora y permitir que ocuparan toda la zona de Pa-rá-dei-soS. Después de más tiempo y con un gran número de nuevos Hu-ma-dos-apienS, comenzó a tomar forma la siguiente fase del gran proyecto, llevarlos a la tierra prometida. 


Yo, en mi labor de explorador, estuve al margen de tal extraordinario suceso y siempre a la espera de recibir nuevas órdenes. Sin embargo y en mis centros de memoria, quedaban las imágenes de los dos Hu-ma-doS que fueron expulsados de Pa-rá-dei-soS por el impuro acto que cometieron. Me preocupaba saber que suerte habían corrido tanto Des-A-daN como Do-ye-caíN. Reconozco y así se lo hice saber a Mi Señor, que tomé gran afinidad con ellos, posiblemente por ser los primeros con los que tuve contacto y por no tener asumida realmente la razón por la cual llegaron a alimentarse de los cuerpos de Des-E-vA y de Do-ye-dabeL. En algunas conclusiones a las que pude llegar, contemplé la posibilidad que tal acto se debiera al desespero producido por la muerte de sus seres queridos y un sentimiento inexplicable de evitar que fueran de alguna manera ultrajados procediendo a unirlos a sus cuerpos de forma eterna. Este razonamiento al que llegué, lo transmití a Mi Señor Ish-ra, que también sentía pesar por lo sucedido, y obtuve de él la autorización de averiguar que suerte habían corrido ambos.  

Comencé mi búsqueda por las cercanías de Pa-rá-dei-soS pero no obtuve resultado alguno por lo cual  procedí a ampliar  mi radio de exploración. Pasado algún tiempo y comenzando a creer que no encontraría rastro de ellos,  sucedió un hecho que cambió todas mis expectativas. Cerca del nacimiento de un gran río, encontré un Hu-ma-doS que acababa de matar a un pequeño mamífero y que al percibir mi presencia se mostró desafiante al percibir mi presencia. Se mantuvo erguido mientras sostenía una gran piedra en una de sus extremidades superiores con gesto amenazante. No se asustó de mi luz como lo hubiera hecho otro de su especie y comprendí de forma inmediata que algo en su memoria genética, me había reconocido. Al separarme a una distancia prudencial, recogió del suelo a su inerte victima y se marchó del lugar sin dejar de volver su cabeza hacia mí con gritos que producían temor. Pasado un breve espacio de tiempo, seguí el rastro de aquél ser que me llevó hasta una enorme cavidad rocosa donde una vez dentro, apareció ante mi un gran número de ellos. Los había de todos los tamaños y a su alrededor, se encontraban innumerables restos de otras especies. Mi luz causó en todos  mucha alteración y agresividad pero en un determinado momento un autoritario grito hizo callar al grupo. De entre todos, avanzó hacia donde me encontraba uno de los Hu-ma-dos quien clavó sus negros ojos en mi y comprendí que a pesar de su cambiada fisonomía me hallaba ante el líder y que no era otro que Do-ye-caíN.

Marché de allí con una triste sensación. Era evidente que los que fueron expulsados, se habían cruzado con una especie similar y el resultado fue lo que encontré en aquella cueva, una nueva hibridación con capacidad de matar y de alimentarse de otros seres incluidos los de su misma especie, provistos de gran agresividad  y con un grado de raciocinio  sólo superado por los Hu-ma-dos-apienS. Por la presencia de Do-ye-caíN como padre iniciador, entendí que todos ellos recibieron la marca que produjo el dolor y el odio causado por la expulsión de Pa-rá-dei-soS,  lo que les convertía en enemigos nuestros  a causa de  una memoria genética impregnada por el rencor. Había nacido la raza terrestre de los futuros seguidores  del  todopoderoso Ya-ha-vÉ. 

Con gran desánimo, tomé la decisión de volver para informar de todo lo que pude averiguar sobre la suerte que habían corrido los expulsados de Pa-rá-dei-soS. A mi llegada, observé la febril actividad en la que se hallaba dedicado Mi Señor Ish-rÁ para formar a los que él denominaba "su pueblo elegido". Tuve que esperar durante algún tiempo a fin de entregar el informe de mi exploración. Mientras llegaba el momento de ser recibido, contemplé el desarrollo de la nueva especie y los cambios que en ella se habían producido. Mi Señor, seleccionó a varios de los Hu-ma-dos-apienS para ser los lideres indiscutibles y venerados, con los que mantuvo continuas encuentros con el fin de conseguir la total comprensión de sus deseos. De entre todos, quien obtuvo el mayor grado de confianza de Mi Señor fue el llamado Ab-rÁ-aM, el cual demostró la mayor capacidad de asimilación y tenía entre sus virtudes una gran inteligencia así como una total devoción al que todos los mutados llamaban nuestro Dios Rá. y que por la conversión de su lenguaje no era otro que Mi Señor Ish-rÁ. Los ya no tan primitivos seres,  llamaban a su estrella Sol y por la luz que emanaba nuestro Señor, le llamaron también  en su lengua  El Dios Sol.

Llegó el momento de presentar mi informe sobre la exploración realizada y Mi Señor tomo la decisión de que estuvieran presentes los diferentes lideres del nuevo pueblo. La exposición que realicé sobre lo observado, dejó muy apenado a Mi Señor y reconoció que posiblemente, cometió un grave error al ordenar la expulsión de Des-A-daN y de  Do-ye-caíN de Pa-rá-dei-soS al permitir que estos pudieran mezclar su especie con otras, como así sucedió. Nosotros no tenemos la capacidad de destruir y la posibilidad de que pudiéramos anular en  sus inicios a la nueva especie, quedó totalmente descartado a pesar de las recomendaciones que hizo al respecto el Hu-ma-dos-apienS  Ab-rÁ-aM.

Con un número suficiente de seres, llegó el momento de iniciar el camino hacia la Tierra Prometida. Mi Señor Ish-rÁ dejó todo preparado para que el viaje, que duraría más de 10 Ekras, tuviera su fin en una zona que él personalmente eligió y que se hallaba al norte de Pa-rá-dei-soS. La región elegida tenía un gran río  que desembocaba en un mar interior de enormes proporciones. El nombre elegido por nuestro Señor para la nueva tierra fue el de  Ke-m-eT por la negrura que presentaba el limo depositado en las orillas del gran río tras las inundaciones periódicas y que eran responsables de la gran fertilidad de aquellas tierras, lo que permitiría a su pueblo tener suficiencia en alimentos. Aquel río madre sería llamado desde entonces como It-e-rU.

El único de nuestra especie que acompañaría con forma física de Hu-ma-dos-apienS  en su viaje al pueblo elegido, sería Nar-meR del circulo de Phar-A-oN que se encargaría de gobernar sobre ellos con el titulo de  Pharaon Hijo del Dios Sol y tras un prudencial periodo de tiempo elegiría varias hembras sanas  con las que aparearse para crear el híbrido linaje divino que los dirigiría durante las generaciones posteriores. Para garantizar el supremo fin de guardar de forma perpetua la memoria del Dios Creador, viajaría con ellos  Luz-E-feL del circulo de Guar-dA que sería venerado como Horus Hijo de Rá  quien velaría por la supremacía de la luz  del creador sobre todas la cosas. Al frente de todos ellos y como guía elegido personalmente por Mi Señor Ish-rÁ, marcharía Ab-rÁ-aM, hijo elegido de la especie Hu-ma-dos-apienS como depositario híbrido de todos los conocimientos y bondades del Dios Rá, Señor de La Luz. 

Nosotros los exploradores del circulo de Tro-noS, recibimos la orden de, una vez alejado el pueblo elegido, borrar totalmente todo  rastro de la existencia de Pa-rá-dei-soS para que nadie en el futuro conociera el origen de los elegidos  ni el lugar de creación de los Hu-ma-dos-apienS el salto evolutivo de los originarios Hu-ma-doS.


Continuará.......

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