octubre 10, 2012

Ish-rÁ - La Luz - Capítulo 4ª -





El Pueblo que mira a Dios



El pueblo elegido se puso en marcha. Los híbridos superiores tenían un lugar donde establecerse para crear una nueva civilización. Los lideres estaban perfectamente establecidos y pertenecían a su propia especie. Los Padres Creadores les dieron las normas que serían la base de su posterior desarrollo y las leyes para garantizar sus estructuras sociales. Mi Señor Ish-rÁ, había solicitado ayuda a otras razas del universo para que enviaran a sus mejores instructores con el fin de crear gremios de especialistas entre los Hu-ma-dos-apienS y todos, llevados por la gran amistad y respeto que sentían por el Señor de La Luz, respondieron. Allí estaban los fieles Atlantes que formarían a unos extraordinarios arquitectos, los Reptilianos, ingenieros, los hijos de Sirio, que enseñarían las bases de la Astronomía, Las guerreras madres Sejmet, que formarían jefes militares, los Apis que enseñarian los secretos de la agricultura y todo un gran número de maestros que convertían la marcha hacia Ke-M-eT en una auténtica universidad en movimiento.

Cada seis ciclos de día y noche, la gigantesca comitiva se detenía para celebrar fiestas en honor de su Dios de La Luz  y enterrar a los que fallecían durante la marcha para evitar así que quedaran expuestos a los animales  carroñeros que persistentemente seguían al Pueblo Elegido para alimentarse con los restos que quedaban esparcidos por el camino. Mi Señor dejó claramente establecido que, bajo ningún concepto, debería ser permitido que los muertos fueran mancillados durante su eterno viaje. La preparación de los cuerpos inertes y la ceremonia de enterramiento, ocupaban un papel relevante en la nueva sociedad por expreso deseo de Mi Señor que quiso así honorar a los seres que marchaban al templo de Rab-nuN de Os-iriS, agradeciendo con ello lo realizado en la cadena de la vida que continuaba con sus descendientes y que perpetuaba la obra maestra de Dios Creador. También se aprovechaba el día de descanso para el acto del "apareamiento" fundamental para la continuidad  y aumento en su número del Pueblo de Dios.

Ab-rÁ-aM, el máximo líder de la nueva  especie, tomó tanta responsabilidad en las decisiones que, el propio Nar-meR, el Pharaon elegido por Mi Señor para gobernar a su pueblo, autorizaba todo lo que éste le proponía  mientras que  él se dedicaba exclusivamente a la selección de  las más  hermosas hembras de los Hu-ma-dos-apienS para aparearse con ellas, sin respetar vínculos o relaciones que las hembras ya habían contraído con otros hombres, lo que causó gran malestar e indignación entre el pueblo y el ejemplo se apoderó de la inmensa mayoría, de tal manera que la lujuria y  la promiscuidad se extendió. Llegó a tal extremo la situación que, teniendo conocimiento Mi Señor de lo que estaba sucediendo, mandó detener la marcha y decidió intervenir personalmente en el asunto. Quedó todo el pueblo acampado y a la espera de las decisiones que el Dios Creador RÁ tomara. Pasó mucho tiempo y ante la falta de noticias aumentó la desidia y la falta de respeto hacia los lideres que no podían mantener el orden y la convivencia llegando a vivirse momentos de una amoralidad total. Un reducido grupo  de Hu-ma-dos-apienS que seguía a un joven líder llamado Mo-seS, mantenía el orden y el respeto de forma excepcional lo que llamó la atención a los seres de luz y éstos se lo hicieron saber así a Mi Señor. Después de mucho tiempo, el Padre Creador, habló en sueños al joven Mo-ses y le indicó que subiera a una gran montaña que se encontraba cerca de donde acampaba el Pueblo Elegido y que una vez en su cumbre, le entregaría las nuevas leyes que el propio Dios Sol había redactado y le nombraría nuevo líder para que llevara a su pueblo hacia  su destino final la Tierra Prometida de Ke-M-eR.

Mo-seS, después de despedirse de su familia y de sus fieles seguidores, partió hacia la montaña para cumplir lo ordenado en sueños por su dios RÁ. Escaló durante muchos días hasta llegar a la cumbre y un vez allí, esperó. A fin de comprobar la devoción y lealtad del joven lider Hu-ma-dos-apienS, Mi Señor Ish-rÁ tardó varias Ekras en pronunciarse y cuando estuvo totalmente seguro de la pureza de alma de Mo-seS el cual esperó sin perder la fe hasta el punto que su pelo se tiñó con las nieves del tiempo, le habló durante varios ciclos de día y  noche, Mo-seS escuchó la palabra de Dios sin apartar sus ojos de la maravillosa luz que este emanaba. Durante todo este tiempo yo, Da-neL del circulo de Tro-noS fiel explorador de Mi Señor y por expreso deseo de él, fui testigo de lo que acontecía. Al terminar su mensaje,  Dios le comunico al Hu-ma-dos-apienS Mo-seS lo siguiente: Tu Mo-seS, esposo y padre, seras el nuevo líder de mi pueblo, recibirás de mi las trece leyes que yo ordeno cumplir a los que te sigan, toma las tablas que contiene los Trece Mandamientos y antes de partir repitelas en voz alta para que no quede duda alguna de aquello que yo ordeno. Mo-seS, muy emocionado tomó las tablas de piedra en las que se encontraban escritas las nuevas leyes y comenzó a leerlas en voz alta. 

Primero: Amarás al Creador como agradecimiento de su obra.
Segundo: Jamás utilizaras el nombre del creador con fines oscuros. 
Tercero: Descansarás el séptimo día en honor del Creador.
Cuarto: honrarás y cuidarás a tus padres en igual medida.
Quinto : No arrebatarás la vida a los de tu propia especie.
Sexto: Respetarás a la mujer que tenga el vinculo del matrimonio con otro hombre.
Séptimo: No robarás.
Octavo: No levantarás falso testimonio. ni mentirás.
Noveno: No cometerás actos carnales impuros.
Décimo: Honrarás y  enterrarás a tus muertos.
Décimo: No seguirás a los falsos dioses.
Decimoprimero: Tomarás de la tierra solo lo justo y necesario.
Decimosegundo: Comerás del fruto de tu trabajo.
Decimotercero: Respetarás a la que da la vida como a ti mismo.

Al terminar de leer Mo-seS levantó la vista en dirección a la luz pero ésta ya no estaba, abrazó contra su pecho las Tablas de la Ley e inició el descenso para encontrarse con su pueblo y dar la buena nueva. 

El descenso de la montaña fue largo y penoso, Mo-seS, había envejecido ostensiblemente pero una hermosa luz emanaba de sus ojos y su corazón rebosaba de alegría.  Seguí a corta distancia el camino de regreso y en más de una ocasión, la mirada del nuevo líder del Pueblo Elegido se dirigió hacía mi luz lleno de agradecimiento por ser su compañía y conocedor que le seguía por expreso  deseo del Dios Creador.  Con las tablas de la ley pegadas a su corazón se dirigió hacia el campamento para cumplir, lleno de orgullo, las ordenes de Su Señor. Después de varios días de duro camino con las sandalias tan rotas que apenas le protegían sus llagados pies  y su túnica sucia y raída, llegó a poca distancia del  gran asentamiento. A nuestro encuentro  llegaron uno de los pocos Quer-ubiN que se mantuvo  fiel a las ordenas de Mi Señor Ish-ra y no cayó en el pecado de la carne como lo hicieron otros vigilantes, el leal Ama-nieL, que llegó junto a uno de los más firmes seguidores de Mo-seS llamado Josué. Los dos híbridos se fundieron en un largo y sentido abrazo, mientras que el vigilante me puso al corriente de lo que había sucedido durante nuestra larga ausencia. A poca distancia, los dos humanos se sentaron y entre lágrimas y sin dejar de abrazar  a su leal amigo, Mo-ses, escuchó con gran pesar lo que éste le fue contando. Su alma se llenó de dolor al saber que su amada esposa había fallecido de pena y desesperación por lo que estaba viviendo y la incertidumbre de lo que pudiera suceder a su amado esposo tanto tiempo ausente. Que  sus seguidores más fieles, pudieron alejarse del campamento para no ser masacrados por los más violentos y depravados de los híbridos que habían abandonado el camino de Dios y que, gracias a la protección de unos pocos vigilantes que levantaron murallas de fuego, evitaron el exterminio de éstos quedando así a salvo y a  la espera del regreso de Mo-seS. Los nobles Atlantes, después de consultar con Nuestro Señor, llevaron en sus naves al Pharaon Nar-meR y a todos sus descendientes, así como a sus hembras de apareo y todos sus servidores a la Tierra de Ke-M-eR,  así como también a todos los especialistas que milagrosamente se mantuvieron al margen de lo que sucedía y fieles a sus maestros instructores. Las pocas naves atlantes, transportaron a todos los que pudieron pero, muchos de los formados, al no tener espacio en ellas tuvieron  que quedarse y se entregaron al pecado arrastrados por los impuros. Las otras especies instructoras se marcharon  por deseo expreso de Mi Señor, después de agradecerles todo lo que hicieron para enseñar a su pueblo. También supo Mo-seS que muchos Hu-ma-doS descendientes de Do-ye-caíN se unieron a los Hu-ma-dos-apienS mezclando su sangre con ellos. Un buen número de los híbridos, formando varios grupos, se habían marchado en diferentes direcciones y el grueso del pueblo caído estaba totalmente entregado a nuevos y déspotas dioses. Después de  la marcha de Ab-rÁ-aM con un grupo de sus seguidores en dirección a Ke-M-eR, no quedó ningún  líder relevante entre lo infieles, lo que creó muchas y diferentes facciones.
Al término de tan dolorosa explicación, Mo-seS me pidió que le acompañara para recibir consejo de Mi Señor mientras que su amigo Josué, protegido por el Quer-ubiN, quedó esperando. Nos desplazamos a poca distancia, en un lugar entre rocas y con un viento caliente y seco, Mo-seS se arrodilló quedando a la espera de recibir la palabra de Dios que no tardó en llegar. Mo-ses, (dijo El Creador), ve a mi pueblo caído y lee a todos los Trece Mandamientos, di en mi nombre que yo los maldigo por el enorme dolor que me han causado y que, como castigo, vagarán por el planeta eternamente y al terminar de hablar, lanza las tablas sobre ellos para que mi palabra se cumpla, después coge a tu tribu que  será protegida  durante el viaje por los vigilantes que se han mantenido fieles a mí  y llévalos a la tierra de Ca-na-aN a la cual  yo te guiaré para fundar un nuevo pueblo que será  diferente al que ha sido creado en la tierra de Ke-M-er y que llevará el nombre de Is-RÁ-eL, "El que mira a Dios". Al terminar de escuchar la palabra de Dios, Mo-seS acompañado de Josué, del Quer-ubiN y de mí, se dirigió al campamento y desde una elevación próxima hizo todo lo que Su Señor le ordenó, ante unos aterrorizados seres que oyeron con una voz atronadora uno a uno los Trece Mandamientos de la Ley de Dios y después dictó la maldición de Dios hacia su pueblo caído lanzando sobre ellos las sagradas tablas las cuales,  al contacto con la tierra,  produjeron una gigantesca explosión seguida de fuego y enormes grietas, por las  que cayeron muchos de los pecadores y que creó tal pavor entre el resto de  los impíos, que huyeron de allí presa del terror, marchando despavoridos en todas direcciones, abandonando las destruidas figuras de sus nuevos dioses y todo lo que tenían producto de la generosidad del Dios Sol RÁ. Mo-seS se reunió con su tribu y después de decirles de memoria los Trece Mandamientos, asegurándose que fueran memorizados, se puso al frente y dirigió al nuevo pueblo " que mira a Dios" hacia la tierra de Ca-na-aN.
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