octubre 10, 2012

La Tecnología Perdida de la Atlántida ...(3)

En medio de la batalla que la arqueología oficial llevaba adelante en contra de estos postulados, surgió otro descubrimiento, un descubrimiento que pasó casi desapercibido, y que podría catalogarse como uno de los más malditos de todos los sucesos relacionados con la Atlántida. Un verdadero oopart.

Tuvo lugar en 1970. Un submarinista, el doctor Ray Brown, "conocedor de las Islas Berry, en las Bahamas donde había buscado galeones españoles, con tesoros allí hundidos, se encontró de pronto con un tesoro inesperado. En una entrevista que le realizara Charles Berlitz, que incluyó en su popular obra "La Atlántida el Octavo Continente" contó:
"Cuando regresamos a donde habíamos estado con anterioridad en busca de galeones hundidos, se alzó un violento temporal. Fue tan violento, que tuvimos que capearlo, en vez de regresar a puerto. Nos embestían olas de 1,54 y 2,5 m, y perdimos casi todos nuestros aparatos. Por las mañanas advertimos que las brújulas giraban locamente y que los restantes instrumentos magnéticos no funcionaban. Emprendimos rumbo al nordeste de la isla. Las agujas estaban embarradas, pero, de repente, vimos edificios bajo el agua. Aquello parecía ser una amplia zona al descubierto de una ciudad sumergida. Éramos cinco submarinistas, y los cinco nos lanzamos al agua, en busca de cuanto pudiéramos encontrar. A medida que nadábamos, el agua fue aclarándose.
Me encontraba cerca del fondo, a unos 40 m, y preocupaba mantenerme a la par que submarinista que me precedía. Moví la cabeza hacia donde caía la luz del sol y, a través de las embarradas aguas, vi una forma piramidal que brillaba como un espejo. A unos 10 o 12 m de la cumbre había una apertura. Sentí cierta renuencia a meterme allí, pero entré. La apertura formaba un corto túnel que desembocaba en una habitación interior. Vi algo que brillaba. Era un cristal sostenido por dos manos metálicas. Tenía puesto los guantes e intenté arrancar el cristal. Conseguí sacarlo de su soporte. Y tan pronto lo tuve en mis manos, me di cuenta que había llegado el momento de irme de allí, para no volver. No soy la única persona que ha visto estas ruinas. Otras las han visto desde el aire y dicen que tienen una anchura de 7,5 km y una longitud de 1,5 km".
En posteriores entrevistas Brown amplió el relato, brindando detalles aún más desconcertantes:
"La superficie de la pirámide parecía un espejo; las piedras estaban perfectamente pulidas y el trabajo era fantástico. Le di vueltas a la cúspide tres veces. Durante la tercera vuelta descubrí una abertura. En mis vueltas anteriores no había visto ninguna atentamente aquella estructura. No puedo explicar porque al principio no había ninguna abertura y después sí". Sobre el templete hallado al trasponer la abertura dijo: "se trataba de un ara sobre la cual se alzaban dos manos de bronce, cuyas palmas parecían de oro y sostenían la Esfera de Cristal de Cuarzo, o el cilindro de unos 8 cms de diámetro que descendía de la bóveda piramidal del techo y cuyo extremo disponía de una piedra roja desgastada que, a modo de punta de lanza, apuntaba sobre la Esfera de Cuarzo, la cual despedía una luminosidad propia y radiante.
La Sala del Templo disponía de varios asientos, uno de los cuales quedaba más alto que los demás, como reservado al individuo de más alta jerarquía. El aposento estaba claramente iluminado, sin que resultara visible la fuente de luz que todo lo alumbraba. Así también se hallaba limpio, si bien ocupado por el agua. Singularmente, no habían introducido por la abertura, ni siquiera un grano de arena, ni un alga, ni polvillo de plancton. Tampoco se había adherido ningún organismo a la cara de la pirámide" En medio de esta situación Brown aseguró escuchar una voz en su cabeza que le recomendó: "Has venido; ahora tienes lo que viniste a buscar. Ahora vete y no vuelvas jamás. Cuando regresó a la superficie con la esfera geomagnética, vio sorprendido que sus demás compañeros de equipo habían hallado otras piezas demostrativas de la existencia de las ruinas arqueológicas del fondo submarino de aquella zona, y que también ellos coincidían en el hallazgo de la ciudad submarina. También la voz les había recomendado que jamás regresaran a aquellas profundidades".

Sobre la estructura piramidal declaró que presentaba semejanzas con las de Egipto "que a diferencia de las sudamericanas, eran totalmente lisas y sin ningún gráfico en sus caras. Así mismo, carecían de escalonamiento".
De los cinco submarinistas participantes, tres no aceptaron las recomendaciones de la voz, y volvieron en busca de más pruebas de la ciudad sumergida, que creyeron era la Atlántida. Jamás regresaron de su periplo, sobreviviendo tan solo dos testigos de aquella fabulosa experiencia uno de los cuales fue Ray Brown, quién jamás volvió a explorar esa zona. Sobre el sitio de extracción, nunca reveló las coordenadas exactas, aunque dejó en claro, que las ruinas se encontraban en algún punto de las Islas Andros y Bimini.
Los análisis que se le practicaron "al cristal revelaron que ampliaba la energía que pasaba a través de él".
El descubrimiento de Brown ponía otra vez el centro de atención algunas de las lecturas de Cayce, quién mencionó la utilización de cristales en la Atlántida como fuente de energía, y que según creía fueron causa del desastre que la hundió en el océano. El mismo año en que el vidente predijo el levantamiento del continente, 1940, hizo referencia a un poderoso cristal que denominó Tuaoi, la piedra de fuego, base de todo el sistema tecnológico atlante.
"Tenía la forma de una figura de seis lados, en la que aparecía la luz como medio de comunicación entre lo infinito y finito, o como medio por el cual se producían las comunicaciones con esas fuerzas de las que emanaban las energías, como centro que salían las actividades radiales que guiaban las diversas formas de transiciones o de viajes durante aquellos periodos de actividad de los atlantes. Estaba dispuesta como un cristal, aunque de manera muy diferente de la habitual entre nosotros. No confundáis las dos, por lo tanto, pues están a muchas generaciones de distancia. Eran en aquellos periodos en que se dirigían los aeroplanos, o los medios de transporte; aunque ellos, en aquellos tiempos, podían viajar por el aire, o por el agua, o bajo el agua, indiferentemente. Pero la fuerza con la que se gobernaban estaba en esta central de energía, la piedra de Tuaoi, que era como el rayo como el que actuaba. En un principio, era la fuente de la que procedía el contacto mental y espiritual".

jlgimenez.es


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