diciembre 18, 2012

PIEDRAS DE ICA ....UN FRAUDE REVELADO....?




La gran mayoría de las piedras grabadas de Ica de la colección del Dr. Cabrera son falsas. Fueron diseñadas y fabricadas por el inescrupuloso artesano y huaquero Basilio Uchuya, en complicidad co
n su familia y otros artesanos de la zona. Luego, estas piedras falsas fueron vendidas al Dr. Cabrera como si fueran auténticos tesoros arqueológicos.

Basilio Uchuya, es quien inflamó la mente del Dr. Cabrera con ideas de humanos peleando con dinosaurios, pájaros mecánicos, y trasplantes de órganos realizados hace millones de años. Los burdos y primitivos dibujos de Uchuya y su mafia encontraron en el Dr. Cabrera a su mecenas intelectual, dispuesto a pasar la noche entera frente a una piedra grabada, filosofando sobre lo que podría significar cada dibujo, cada personaje, cada trazo.

Basilio Uchuya, es para Los Divulgadores, uno de los representantes más terribles de los ese grupo de delincuentes que son culpables de la desaparición masiva de tesoros arqueológicos del Perú: los miserables huaqueros. (Huaquero es la persona que saquea sitios arqueológicos)

En las siguientes líneas, veremos cómo y cuándo empezaron las falsificaciones, evidenciaremos el fraude a traves del análisis visual de algunas piedras, revisaremos los supuestos estudios realizados a las piedras, descubriremos el modus operandi de Basilio Uchuya y su banda de estafadores, y revelaremos una sorpresa inimaginable que, a nuestro parecer, es la broma final de esta tragicomedia.

Este artículo se basa fundamentalmente, en el trabajo del investigador de temas paranormales, José Antonio Caravaca, en el reportaje que Santiago París realizó en 1998 para la revista Año Cero, en el libro “Existió otra humanidad” de J.J. Benítez, y en el artículo que el investigador de temas paranormales Philip Coppens, le dedicó a laspiedras de Ica.

Conozcamos la historia detrás de las piedras grabadas de Ica.


Según nuestra hipótesis, la aparición masiva de las piedras falsas en el mercado iqueño, está relacionada con la desviación del rio Ica de 1960.

Un reportaje titulado “El enigma de las piedras”, aparecido en el periódico “La Prensa” en 1975, nos cuenta lo sucedido:

“Se comenzaron a encontrar piedras, de forma masiva, hace unos 15 años (alrededor de 1960), cuando una especie de desviación del río Ica hizo afluir sus aguas sobre las tierras vírgenes de la zona del Ocucaje. Se hallaron entonces grandes cantidades de piedras grabadas. Seguidamente, los huaqueros (saqueadores de tumbas, buscadores de tesoros) abundaron para negociarlas, y más recientemente, falsificaron algunas. Estos últimos son los responsables de la confusión y la incertidumbre”.

Hoy, cincuenta años después, es imposible conocer el paradero de esas auténticas piedras grabadas. Tampoco podemos saber si la abundancia de piedras grabadas de las que habla el artículo de “La Prensa” se debió a que el desvío del río reveló grandes cantidades de piedras grabadas, o si por el contrario, el río sólo dejó un numero reducido de piedras al descubierto y fueron los huaqueros-artesanos quienes empezaron a falsificarlas en grandes cantidades.

En cualquiera de los dos casos, lo cierto es que la falsificación de las piedras grabadas empezó alrededor de 1960.

Las primeras falsificaciones

Aunque parezca extraño, el primer coleccionista de las piedras grabadas que empezaban a aparecer en Ica no fue el Dr. Cabrera. Antes que él, los hermanos Soldi llegaron a tener una colección de cientos de piedras y más de mil de piezas arqueológicas.

Durante los sesentas, muchos de los trabajadores de la hacienda de los hermanos Soldi ubicada en Ocucaje, complementaban sus ingresos con la práctica del lucrativo oficio de huaquero. Al parecer, eran los mismos trabajadores de la hacienda quienes vendían las piedras grabadas y otras supuestas piezas arqueológicas a los Soldi. Según declaraciones de varios trabajadores de la hacienda, la persona que estuvo detrás de la mayoría de las ventas de esos supuestos hallazgos arqueológicos fue Basilio Uchuya, el verdadero creador de la humanidad gliptolítica.

Los hermanos Soldi, como otros compradores, habían adquirido la mayoría de las piedras de su colección creyendo que estas eran verdaderas piezas arqueológicas que pertenecían a alguna de las culturas del antiguo Perú.

Podemos deducir que en la colección de los Soldi habían varios tipos de piedras: unas provenían de tumbas precolombinas, otras provenían del lugar del desvío del rio y algunas eran falsas.


El arqueólogo Herman Busse nos cuenta que en la colección de los hermanos Soldi se podían encontrar figuras antropomorfas, lobos marinos, langostas, aves, serpientes y sapos. Nada tan alucinante como los dinosaurios, hombre gliptolíticos, mutantes, y trasplantes de órganos que aparecen representados en las piedras de la colección del Dr. Cabrera. Por ese entonces, los artesanos que falsificaban las piedras realizaban grabados que imitaban la cerámica precolombina de la zona. De esta manera, tenían más posibilidades de ganar dinero vendiendo la piedra falsa al precio de una auténtica pieza arqueológica.

El reportaje que la revista Mundial realizó en 1975, nos presenta una declaración concluyente sobre el tema.

“Santiago Agurto insiste en subrayar que ninguna de las piedras que estudió hasta 1966, las cuales forman ahora su colección particular, ni en otra alguna de las que pudo ver en manos de huaqueros y turistas, había grabados con representaciones de dinosaurios, operaciones quirúrgicas o seres que estuvieran utilizando lupas o telescopios… Absolutamente todas las piedras grabadas que obtuvo Agurto entre 1962 y 1966, año en que cerró y detuvo sus investigaciones, muestran grabados que representan motivos de la flora y fauna regional, muy parecidos y semejantes a los motivos que aparecen en la cerámica y en la textilería de la zona: Paraca, Nazca, Tiahuanaco, Ica e inca. Estos motivos, en todos los casos, son flores, maíz, pájaros, peces y animales de la región”.
El inescrupuloso Basilio Uchuya

En 1966, el Dr., Cabrera recibe su primera piedra grabada de manos de su amigo Félix Llosa. La figura no tenía nada de extraordinario, era un simple pez. Sin embargo, el regalo marcaría la vida de Cabrera para siempre.

Dos años después, en 1968, ya existía un círculo de personalidades que adquirían regularmente las piedras grabadas ofrecidas por los huaqueros. Entre los compradores estaban: Carlos Soldi, Santiago Agurto, Jaime del Solar y el compulsivo Dr. Cabrera, quién, para esta época, ya tenía más de 1,500 piedras. Las piedras eran vendidas sin ningún tipo de información sobre su procedencia. Los huaqueros decían que las desenterraban de un lugar secreto que sólo ellos conocían.

Basilio Uchuya era un artesano de Ocucaje que se había convertido en el principal vendedor de piedras grabadas de la región. Basilio tenía una numerosa familia de ocho hijos, y era un experto huaquero que conocía bien los restos arqueológicos que se podían encontrar en el desierto de Ocucaje.

Una tarde de 1970, Basilio tuvo la suerte de conocer a su mecenas, al hombre que pasearía su arte lítico por el mundo, el ilustre Dr. Javier Cabrera Darquea.

Cabrera cuenta que se hizo amigo de los hermanos Uchuya y que un buen día, uno de los hermanos de Basilio le regaló dos piedras grabadas. Desde ese día, el Dr. Cabrera compraría todas las piedras que Basilio le ofrecía.

A partir de ese encuentro entre Basilio Uchuya y el Dr. Cabrera los motivos de las piedras cambiaron radicalmente. Aparecieron los famosos dinosaurios, las operaciones, los mapas estelares, los mutantes y demás alucinaciones gliptolíticas.

¿Cómo sucedió este cambio?

El cliente sabe lo que quiere

Dicen que el mercado es el que determina la oferta, y en el caso de las piedras de Ica, es lo que sucedió.

Para cuando conoció a Basilio Uchuya, el Dr. Cabrera ya había tratado, sin éxito, de atraer la atención de los medios de comunicación y de la comunidad arqueológica del Perú. Sus más de mil piedras grabadas no habían sido suficiente para capturar el interés de arqueólogos e historiadores.

Para Los Divulgadores, fue el Dr. Cabrera quien, desesperado por haber sido ignorado, le pidió a Basilio que le trajera piedras con otro tipo de diseños más extraños. Lo que no sabía Cabrera es que es Basilio no iba a buscar ninguna piedra, la iba a fabricar como siempre había hecho.
Está claro, Basilio iba a grabar lo que sea con tal de que el Dr. Cabrera siguiera comprando sus piedras. Lo mismo había hecho con los hermanos Soldi y los otros compradores, darles exactamente lo que querían. A ellos les había dado diseños similares a los encontrados en las cerámicas de las culturas precolombinas de la zona. El problema era que Cabrera ya no se conformaba con los diseños de peces, serpientes y aves. Necesitaba algo que atrajera la atención del mundo entero.
Basilio Uchuya, en complicidad con su familia, con la artesana Irma de Acarpana, y quién sabe con cuantos artesanos más, empezó a fabricar las piedras que el Dr. Cabrera deseaba.

No es difícil imaginar que Basilio Uchuya se dio cuenta del interés especial que el Doctor Cabrera guardaba por los temas relacionados con la medicina, así nacieron piedras grabadas tan célebres como la del trasplante de órganos y la del hígado gigante.

Con el tiempo, el Dr. Cabrera se volvió adicto a la piedras grabadas. Las piedras eran su vicio, y Basilio quién le vendía su dosis semanal. Cada cierto tiempo, el cruel artesano fue inventando nuevas representaciones para mantener interesado al Dr. Cabrera. La destreza artística de Uchuya no tenía limites: pájaros mecánicos, hombres-pájaro, hígados gigantes, mapas estelares y trasplantes de órganos.

Algunos investigadores como J.J. Benítez sostienen que el precio al que se vendían las piedras es prueba de que no eran falsificadas, porque este no justificaba el trabajo que habría tomado hacerlas. El señor Benitez está equivocado. Las piedras más grandes (mas de cincuenta centímetros de largo y varios kilos de peso) se vendían a precios que iban desde los 100 soles a los 150 soles. Una de esas piedras podía ser grabada en un par de días de trabajo como máximo. 120 soles en el Perú de los setentas equivalen a 100 dólares en el Perú de hoy, la tercera parte del salario minimo legal. Nada despreciable por uno o dos días de trabajo.

Los precios de las piedras pequeñas (seis centímetros de largo) y medianas (doce centímetros de largo) iban desde dos soles hasta veinte soles. Como demostró Irma de Acarpana al periodista París, dependiendo de la complejidad del diseño, el grabado de estas piedras podia tomar de cinco a quince minutos. Si calculamos que en una hora se podían grabar de cuatro a seis piedras de mediano tamaño, tenemos un ingreso promedio de 20 a 25 soles. Nada mal para una hora de trabajo.

Para los artesanos, las piedras eran un buen negocio. Basilio Uchuya le relató al periodista J.J. Benítez que un millonario llamado Rizzi se había llevado más de mil piedras para ponerlas en su su casa en los Estados Unidos.

No olvidemos que el mismo Dr. Cabrera reconoció que había gastado miles de dólares en su su colección de piedras. El negocio de las piedras fue tan importante para la subsistencia de la familia Uchuya que aún hoy los hijos de Basilio continúan con el negocio de la venta de piedras grabadas. No ganan el mismo dinero que antes pero igual es un ingreso que ayuda a llenar la olla.

Para el pérfido Basilio Uchuya, decidir que nuevos diseños se deberían grabar en las piedras era muy simple, bastaba con escuchar al Dr. Cabrera. Los dos personajes se alimentaban mutuamente en una simbiosis tragicómica. Un ilusionado Dr. Cabrera le contaba sus incipientes teorías sobre la humanidad gliptolítica y un ruin Basilio Uchuya se inspiraba para crear nuevos tipos de representaciones.

Las pruebas de la culpabilidad de Uchuya y su banda no son pocas:

Las representaciones de dinosaurios, mutantes, operaciones y demás no aparecieron hasta después de 1970, año en el que se conocieron Basilio y Cabrera.
Los mismos Basilio Uchuya e Irma de Acarpana han confesado que fueron ellos quienes hicieron los grabados en las piedras. Primero dibujando con lápiz en la superficie de la piedra, luego tallando con una pequeña sierra y una especie de taladro de dentista. Finalmente embadurnando las piedras con excremento de burro para luego quemarlas por varias horas.
El reportaje de Santiago París encontró rastros de lápiz gris y de lápiz de colores en los surcos de los grabados de las piedras.
Basilio Uchuya cambió su versión de los hechos varias veces dependiendo de la ocasión. A la policía del Perú le dijo que él fabricaba las piedras. Luego le diría a J.J. Benítez que eso lo dijo para salvarse de las autoridades. A Von Daniken le contó, una vez más, que él las hacía y a un periodista alemán le dijo lo contrario. Uchuya fue capaz de olfatear lo que querían escuchar aquellos que lo interrogaban y se convirtió en un maestro en el arte de confundir. Después de tantas confesiones y negaciones, Uchuya relativizó la verdad hasta casi desaparecerla.
Los artesanos, como veremos más adelante, usaron como inspiración las cerámicas de las culturas precolombinas de la zona.
Los dinosaurios representados en las piedras son sólo los más conocidos. El estegosaurio, el triceratops, el pterodáctilo y unos cuantos más. ¿Dónde están los otras trescientas especies de dinosaurios? ¿Por qué la humanidad gliptolítica sólo conocía cinco especies? Precisamente, las mismas cinco especies que todos conocemos.
¿El Dr. Cabrera diseño los dibujos?

Algunos reportajes sobre las piedras de Ica sostienen que fue el mismo Dr. Cabrera quien indicaba a los artesanos lo que estos debían grabar. Basilio Uchuya le contó al arqueólogo Federico Kauffmann que “para la temática fueron guiados por el médico iqueño que les ofreció material grafico y de cómo por cuenta propia se inspiraban en los dibujos fantásticos de los animales prehistóricos de las tiras cómicas publicadas en diarios nacionales que aun guardaban y exhibieron al autor de la presente nota”. (Foto de arriba)

Irma de Acarpana y otros artesanos declararon para el reportaje de Vicente París de la revista Año Cero, que fue el Dr. Cabrera quién le entregaba los diseños a los artesanos. Aún más, en 1981, el mismo Basilio Uchuya le mostró al periodista Alex Chionetti algunos de los dibujos que el Dr. Cabrera le proporcionó como modelo para grabar las piedras.

Para Los Divulgadores, Uchuya y los demás artesanos mintieron. El primitivo nivel de las representaciones grabadas en las piedras habla por sí mismo.El Dr. Cabrera era una persona inteligente, al menos lo suficiente como para idear algo menos primitivo que los diseños vistos en las piedras grabadas de su colección. No olvidemos que el Dr. Cabrera era un cirujano graduado en Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú. Si el Dr. Cabrera hubiera sido quien daba las instrucciones sobre como debían ser los diseños, estos habrían sido más elaborados. Se habrían representado otros dinosaurios con más detalles, los hombres-pájaro no serían una caricatura y los órganos del cuerpo humano no parecerían haber sido copiados de una lámina de segundo grado de primaria.

No es muy probable que el Dr. Cabrera haya sido responsable de los arcaicos grabados de corazones e hígados que están en varias de las piedras de su colección.

Cabe preguntarse, ¿qué pensaba o decía el Dr., Cabrera cuando los artesanos declaraban que era él quién les entregaba los diseños?

Para el Dr. Cabrera era simple: los artesanos mentían para no tener problemas con la ley, porque si aceptaban que las piezas eran auténticas irían a prisión. No sería extraño que el mismo Dr. Cabrera haya sido quien les aconsejó a los artesanos que lo hicieran responsable de los diseños, que digan que fue él quien encargaba y decidía los dibujos. Para Cabrera, este habría sido un acto de sobrevivencia, pues estaba protegiendo a quienes le proveían regularmente de sus preciadas piedras.

Los únicos indicios que podrían indicar que Cabrera fue el cerebro detrás de esta farsa, se encuentran en su libro “El mensaje de las piedras grabadas de Ica” (1976). En este libro, Cabrera afirma que las piedras grabadas de Ica son mencionadas en dos crónicas del siglo XVII, la de Juan Santa Cruz Pachacuti y la de Fray Pedro Simón. No solo lo afirma, sino que cita los pasajes relacionados a las piedras grabadas.

El investigador José Antonio Caravaca revisó exhaustivamente estas dos crónicas y no encontró mención alguna a las piedras grabadas.

¿Cabrera nos engaño premeditadamente? ¿se inventó los pasajes de las crónicas que mencionaban a las piedras? ¿su locura lo hizo ver referencias dónde no había nada? o ¿simplemente se negó a aceptar que había sido víctima de una farsa y siguió adelante?¿Todas las piedras eran falsas?

Si bien, según la mayoría de versiones, el desvío del rio Ica, alrededor de 1960, dejo auténticas piedras grabadas al descubierto, no lo podemos confirmar. No sabemos donde están esas piedras.

Lo que podemos afirmar es que existe un reducido grupo de piedras grabadas que sí son auténticas.

En 1966, el arquitecto peruano Santiago Agurto Calvo encontró una piedra grabada en una tumba de la cultura Paracas (ilustración de arriba).Esta piedra no medía más de siete centímetros de largo, y tenía grabada la figura de una flor estilizada. Analizando los otros objetos encontrados en la tumba, se estableció que la piedra podría haber sido grabada entre el 900 y el 1,200 d.C.

Los divulgadores

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