noviembre 21, 2012

Grandes extinciones en la historia de la Tierra – ¿Por qué se extinguieron los dinosaurios y otras especies? 1


Para entender mejor este artículo, antes se recomienda leer el artículo “Eras geológicas de la Tierra
La práctica totalidad de especies animales y vegetales que han vivido en la Tierra están actualmente extinguidas y parece que la extinción es el destino final de todas las especies. Estas extinciones han tenido lugar continuamente a lo 

largo de las eras geológicas.  La extinción del Cretácico-Terciario, durante la cual se extinguieron los dinosaurios, es la más conocida, pero la anterior extinción Permo-Triásica fue aún más catastrófica, causando la extinción de casi el 96% de las especies. Pero la extinción del Holoceno es una extinción que todavía está en marcha y que está asociada con la expansión de la humanidad. El ritmo de extinción actual es de 100 a 1.000 veces mayor que el ritmo medio, y hasta un 30% de las especies pueden estar extintas a mediados del siglo XXI. Las actividades humanas son actualmente la causa principal de esta extinción,  que aún continúa,  y es posible que el calentamiento global la acelere aún más en el futuro.

Cuando el Dr. Immanuel Velikovsky propuso una evolución cataclísmica y no gradual, con el consecuente pánico de los evolucionistas darwinianos que vieron venir abajo parte del andamiaje de sus teorías, un eminente profesor de la Universidad de Harvard, trató de impedir la publicación de sus libros sin ningún éxito. Los argumentos utilizados por Velikovsky exponen con claridad cómo, cuándo sobreviene un cataclismo de origen cósmico, las especies, a fin de sobrevivir, tienen que presentar modificaciones genéticas, casi inmediatas, en la siguiente generación o de lo contrario perecen. Algunos eslabones que faltan nunca se encuentran en los registros fósiles. Y la razón, según Velikovsky, es que nunca existieron. Existieron grandes cambios geológicos y climatológicos hacia los comienzos y finales de cada era, en donde las especies animales y vegetales se vieron afectadas. La extinción de los dinosaurios se debió a uno de esos cambios, hace unos 65 millones de años, con el impacto sobre la península de Yucatán de un aerolito enorme, cuyo cráter formó lo que es hoy día conocido como el golfo de México. Las probabilidades son que tengamos un impacto planetario cada millón de años. Los científicos especulan si el más antiguo de los períodos glaciales fue hace 600 millones de años, o si hubo algún otro antes que ese. La verdad es que la respuesta todavía elude a la ciencia. Las “pruebas erráticas”, cuando aparecen, de nuevo lanzan al suelo todas las teorías.
Para poner un ejemplo de civilización antigua desaparecida a consecuencia de grandes catástrofes, podemos hacer referencia a la leyenda sobre Hiperbórea: “Última Thule  había sido la capital del primer continente colonizado por los arios. Éste se llamaba Hiperbórea y habría sido más antiguo que Lemuria y la Atlántida (continentes sumergidos, habitados antaño por grandes civilizaciones). Existe en Escandinava una leyenda con respecto a “Última Thule” un país maravilloso en el Gran Norte donde el sol no se pone jamás, y donde vivirían los ancestros de la raza aria. El continente “hiperbóreo” habría estado situado en el Mar del Norte y habría desaparecido en las aguas con ocasión de una era glacial. Se supone que sus habitantes habían venido antaño del sistema solar de Aldebarán, que es el astro principal de la constelación de Tauro, y que medían cerca de cuatro metros de alto y tenían la piel blanca. No conocían las guerras, eran vegetarianos y tenían una tecnología muy avanzada”.

Pareciera que la verdad quisiera escapársele a quien cree tener completo el rompecabezas de la historia. Algunas de las piezas que los científicos pretenden encajar basándose en mediciones paleo-magnéticas, muestran otro período glacial hace unos 435 millones de años, cuando el polo sur quedaba al oeste del África. ¿Qué fauna y flora existieron durante esos períodos antiguos? La respuesta es sorprendente: ¡Aunque conocemos algunos rastros, no lo sabemos con certeza! En el relato del Critias de Platón, los sacerdotes de Sais le explican a Solón: “Mil destrucciones de hombres se han verificado de mil maneras y volverán a suceder: las mayores por el fuego y el agua y las menores por una infinidad de otras causas. Lo que también se refiere en nuestro país (Grecia), que Faetón, hijo del Sol, colocó un día los arreos a los caballos de su padre y los enganchó al carro y no pudiendo conducirlos por la misma vía (órbita), incendió todo lo existente sobre la tierra y él mismo pereció abrasado por el rayo. Esta historia tiene el carácter de una fábula; pero lo que sí es verdad es el cambio de movimiento de los cuerpos celestes alrededor de la Tierra y en el cielo, así como la destrucción por el fuego de todo lo existente sobre ella, lo que ocurre después de largos intervalos de tiempo. Cuando se presentan estas circunstancias, sucumben los habitantes de las montañas y en general de los lugares elevados antes que los que residen a orillas de los ríos o del mar. A nosotros nos salvó de esta calamidad el Nilo, nuestro protector de siempre, desbordándose”.
 En Bolivia podemos encontrar fósiles de la familia de los trilobites, algunos de los cuales aparecieron durante el período carbonífero y tal vez durante el periodo devoniano. Estos fósiles son un testimonio vivo de la historia. Por ejemplo, la cola partida de algunos de los fósiles  es un mudo testimonio de cómo el animal había muerto por el impacto sufrido por causa de algún material o animal marino, o por una ola gigante o Tsunami que debió arrastrarlo cientos o miles de metros y que, al estrellarlo contra alguna roca, le fracturó su espina dorsal. Si la extinción de los trilobites coincidió con la de los dinosaurios, estos fósiles tendrían unos 65 millones de años. Por otra parte, los trilobites estaban contando otra historia del altiplano boliviano, en donde deben existir grandes depósitos de petróleo, de gas y de carbón. Pero lo más extraordinario de todo fue comprender que en algún pasado lejano estos trilobites habían caído al fondo del mar y fue allí donde tuvo lugar su proceso de fosilización. ¡Sin embargo, el altiplano boliviano se encuentra a casi 4000 metros de altura! Esto retrotrae a Tiahuanaco, pues tanto los trilobites como las ruinas de la antigua ciudad tenían una explicación para estar allí: o la tierra había subido empujada por inmensas fuerzas hasta esa altura, o el mar se había ido retirando en forma gradual. Cualquiera que sea la verdadera razón, si la primera teoría no es la verdadera, las ruinas de Tiahuanaco continuarán siendo un verdadero misterio.

 Si bien es cierto que la abundante vegetación y fauna marina del período carbonífero resultaron en grandes depósitos de material orgánico, no podemos descartar la teoría expuesta por Velikovsky de que parte de los grandes depósitos de petróleo en ciertas zonas,  como Irak, se deben al paso de uno o más grandes cometas en el pasado. Estos cuerpos celestes, según Velikovsky, depositaron a su paso grandes cantidades de rocas y gravilla, así como polvo de granito o de arcilla;  y un líquido, al que los egipcios en el papiro Ipuwer, que se conserva en el Museo de Berlín, llamaron nafta. Si las grandes cantidades de óxido de hierro que tiñen de rojo las rocas de Catskill en Inglaterra o las que pueden observarse al noroeste de Nueva York,  son producto de la descomposición de material orgánico o del polvo producido por el paso de un cometa, está por demostrarse. Lo que sí conocemos, de acuerdo con el relato de Platón, es que la Atlántida estaba construida con rocas de color blanco, rojo y negro. Esta herencia fue pasada a los egipcios. La tercera pirámide (pirámide de Menekaura o Mikerinos), se encontraba dividida en su línea media, de tal manera que su parte inferior era de granito rojo y la superior de mármol blanco. Desde lejos, la parte inferior de acuerdo con lo que nos relata el historiador griego Diodoros, se veía negra debido a la refracción de la intensa luz que se observa en el desierto. Los egipcios gustaban particularmente de estos efectos visuales de brillo y contrastes de luz. Esta mezcla de colores es todavía guardada por algunos pueblos que acostumbran decorar ciertos edificios importantes con estas franjas de color. Los pueblos árabes han heredado estos usos. Basta recordar los colores de la mezquita de Córdoba.
 Una extinción masiva  es un acontecimiento en el cual desaparece un número muy grande de especies. Desde que se supone la vida empezó en la Tierra se han detectado seis momentos de extinción masiva. Existe la teoría que atribuye todas, o casi todas, las grandes extinciones a impactos de grandes meteoritos. Estadísticamente se considera  que  cada 100 millones de años impacta contra la Tierra un gran asteroide. Las otras posibles causas atribuidas a glaciaciones globales o a erupciones masivas se consideran los efectos secundarios que un gran impacto podría producir. Otras causas apuntan a las fluctuaciones del campo magnético terrestre, mediante una sucesión de cambios de polaridad, que provocan una fuerte disminución de la protección de la Tierra frente a la fuerte radiación cósmica. Si se tiene en cuenta que la vida pluricelular en la Tierra se considera que existe desde hace unos  600 millones de años,  deberían haber habido 5 o 6 grandes extinciones desde entonces, que es lo que realmente puede comprobarse que ha ocurrido. También se considera como causa probable de extinciones las explosiones de supernovas cercanas. De hecho existe otra teoría que dice que dado que cada 25 millones de años aproximadamente, la Tierra entra en la zona densa de la galaxia donde ésta se ve sometida a un mayor riesgo de explosiones violentas o al azote de vientos estelares intensos. Así mismo, la nube de Oort tiene un mayor riesgo de verse deformada y perturbada por el paso de estrellas cercanas con el consiguiente envío de cometas y asteroides hacia el sistema solar interior, como refleja la hipótesis Shiva, que es un modelo astrogeológico que trata de explicar la aparente periodicidad de las extinciones masivas en el registro geológico y toma su nombre del dios de la destrucción hindú. La hipótesis la formuló Michael Rampino, de la Universidad de Nueva York, y mantiene que las extinciones masivas se producen de acuerdo a unos ciclos originados por el movimiento del Sistema Solar al cruzar el plano medio galáctico (más denso) cada 30 millones de años, provocando una mayor probabilidad de inestabilidad en las nubes de Oort y el cinturón de Kuiper. Este fenómeno podría desviar cometas hacía el interior del sistema solar, provocando un impacto sobre la Tierra, que originaría un cataclismo.
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