mayo 28, 2012

CUZCO....EL ENIGMA...


Discuten los historiadores el origen y la antigüedad de los primeros pobladores del Cuzco anteriores a los Incas, a base de los restos arqueológicos, de las huellas lingüísticas, de la toponimia y de la remota tradición oral recogida por los cronistas españoles. La investigación arqueológica ha dado, hasta ahora, escasos resultados por la superposición en el mismo sitio de las poblaciones preincaica, incaica y española.Cuzco era una ciudad fundamentalmente incaica, sin antecedentes en el tiempo prehistórico. Los hombres, según la tradición imperial recogida por Garcilaso, habrían vivido, antes de Manco, entre ciénagas y breñales, en pueblos sin calles ni plazas, como recogedero de bestias, en el valle del Cuzco, que estaba entonces todo él hecho montaña brava.La arqueología no ha podido despejar aún la niebla mítica que envuelve a piedras y relatos primitivos. Dos esfuerzos en la investigación han pretendido, sin embargo, hendir el pasado misterioso del Cuzco: el del doctor Luis E. Valcárcel, con sus excavaciones en la fortaleza de Sacsayhuaman en 1933 y 1934 y el del arqueólogo norteamericano John H. Rowe, en 1941, junto al templo del Sol y en Carmenca, donde halló el estilo preincaico cuzqueño denominado Chanapata.La excavación de Valcárcel y su equipo arqueológico puso al descubierto gran parte de los baluartes y torreones de Sacsayhuaman descritos por Garcilaso, terrazas, galerías, explanadas y, particularmente, un sector de ruinas aledaño de Sacsayhuaman –la fuente bellísima de Tambomachay, la fortaleza en miniatura de Pucara, el laberinto de Lanlacúyoc y el grandioso ídolo del adoratorio de Quenco–, conjunto ciclópeo que constituyó, según Valcárcel, el recinto del antiguo Hanan Cuzco. En todos ellos sólo se encontró la cerámica inca de formas clásicas –conopas, queros, aríbalos– y colores opacos, grises, ocres y rojos oscuros. Tan sólo en la proximidad del antiguo torreón de Mullucmarca, en Sacsayhuaman, se halló un ceramio de clásica forma de Tiahuanaco, de colores brillantes y dibujos geométricos, que no basta para establecer un marcado estrato cuzqueño de esta civilización.En sus excavaciones científicas Rowe logró romper el invulnerable circuito de lo preincaico –el Purun pacha de los Incas–, hallando tres clases de cerámica preincaica, que ha bautizado con los nombres de Chanapata clásico, Chanapata derivado y estilo Huari. El sitio de Chanapata se halla en las afueras del Cuzco, en la carretera a Abancay cerca a la parroquia de Santa Ana. Las vasijas extraídas del pequeño basural en el que subsisten, como restos de una pequeña población, algunos muros de piedra tosca y empedrados, son de color negro y dibujos incindidos en el estrato más lejano y se parecen a los estilos más antiguos de la costa peruana. Rowe les señala la fecha tope de 800 años antes de Cristo. El tercer estilo preincaico es el semejante al llamado Huari en la región de Ayacucho, con huellas del difundido estilo tiahuanacoide.En el estrato netamente incaico Rowe señaló, aguzadamente, tres estilos de cerámica y de arquitectura, concordantes con las épocas históricas: un primer período provincial, al que corresponde la cerámica Quilque, el período Inca Imperial, al que corresponde el estilo Cuzco, y el período Colonial español, al que pertenecen muchos edificios tenidos por incaicos, como la casa de los seis pumas en Santa Teresa, en que, conservando el estilo incaico, se han adaptado ciertas reglas de arquitectura española. Rowe le llama el estilo Cuychipuncu.La tradición oral de los Incas, celosa de su predominio político y cultural, ahogó todo recuerdo anterior a la aparición de Manco y toda alusión a las tribus poseedoras del sitio del Cuzco, lo que descubrieron las investigaciones del virrey Toledo en la propia ciudad imperial y sus tribus aledañas.No es posible fijar cronológicamente el momento en que, sobre el herbazal de la marca primitiva, se hincó el primer usnu o piedra de la justicia, se trazó el cuadro inicial del Aucaypata o ágora india y surgió el perfil en talud de la primera pucara o huaca, fortaleza o templo, que habían de servir de centro a la ciudad futura. La dubitante tradición oral recogida por Toledo y la nomenclatura confusa de los ayllus primitivos, conservada por Sarmiento de Gamboa, nos permiten vislumbrar que fueron los Huallas, alfareros y sacrificadores de llamas, los primeros pobladores de la urbe sagrada. Junto a ellos y a la "fuente de agua salobre para hacer sal", se situaron en las tierras más fértiles los Poques y los Lares.

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