Los egiptólogos Howard Middleton-Jones y James Michael Wilkie, en su primer libro sobre la Gran Pirámide, “Giza-Genesis – The Best Kept Secrets“, muestran cómo la explicación bíblica de la construcción del Arca es una descripción del pasaje hacia adentro de la Gran Pirámide, donde dicen que se almacena la Alianza, llamada el Arca de la Alianza. Según se dice, el Arca de la Alianza es un portal, y reúne o hace puente entre bandas de frecuencia de dimensiones, algo similar a lo que es logrado por los llamados “agujeros de gusano” de la física y la ciencia ficción. Esta parece que es una de las funciones del Arca. Se afirma que La tecnología del Arca de la Alianza fue instalada en nuestro sistema planetario para contrarrestar desequilibrios y distorsiones creados por interferencias negativas. La Gran Pirámide fue construida, al parecer, alrededor del 46.000 a.C., y luego reconstruida varias veces alrededor del 28.000 a.C., 10.500 a.C., y 9500 a.C., después de distintos cataclismos. Podríamos añadir que este lugar es también un vórtice de energía central de la Tierra, correspondiente a un chakra en los humanos. Este vórtice fusionó las frecuencias de la tercera y cuarta dimensión. Y cuando está activo, dentro de la cámara de resonancia armónica de la Pirámide, crea una alineación interdimensional con un sistema similar en Sirio, lo que permite algún tipo de tele transportación. El Arca está asegurada y oculta dentro de la Esfinge, más allá del portal Interior de la Tierra alrededor de donde fue construida la Esfinge alrededor de la época de la Gran Pirámide. Pero la Tierra Interna no significa el centro de nuestra Tierra. La Esfinge fue construida, al parecer, por los Anunnaki, fundadores de la cultura sumeria. La cabeza era la de un Anunnaki como un recordatorio de su herencia.
Por motivos desconocidos para nosotros, los “dioses” y “ángeles”, probablemente seres extraterrestres, tuvieron interés en aislar a un determinado grupo humano respecto de su ambiente habitual, y mantenerlo durante más de dos generaciones apartado de todo contacto con el resto de la humanidad. A través de su mediador, un profeta, ordenaron la segregación del grupo elegido, alejándolo de la civilización. Moisés, aunque también pudo ser otro el elegido, condujo a los israelitas a través del desierto. Al principio estos “dioses” mantuvieron a raya a los enemigos del pueblo errante: Según el Éxodo, “las aguas vueltas a su curso sumergieron los carros y la caballería de todo el ejército del Faraón que había entrado en el mar en seguimiento de Israel: ni uno tan siquiera pudo salvarse”. Se argumenta, por ejemplo, que los israelitas habrían aprovechado el reflujo para vadear un estrecho cubierto de plantas acuáticas, mientras que los egipcios, al seguirles, habrían sido sorprendidos por el flujo o crecida de las aguas. Por muchas cualidades privilegiadas que atribuyamos al pueblo elegido, no podemos negarles a los egipcios, los primeros que calcularon la duración del año en 365 días, y precisamente gracias a la observación de las crecidas del Nilo, un conocimiento sobre los períodos de la bajamar y la pleamar por lo menos tan completo como el de los israelitas. Por ello, no parece que los egipcios corrieran a ciegas a su perdición. Fueron desorientados a propósito por unos misteriosos «ángeles»… y mediante una columna de fuego. Según el Éxodo: “En esto, alzándose el ángel de Dios que iba delante del ejército de los israelitas, se colocó detrás de ellos, y con él juntamente la columna de nube, la cual, dejada la delantera, se situó a la espalda, entre el campo de los egipcios y el de Israel; y la nube era tenebrosa (por la parte que miraba a aquéllos) al paso que (para Israel) hacía clara la noche, de tal manera que no pudieron acercarse los unos a los otros durante todo el tiempo de la noche”.
Esa nube no sería un meteoro casual, ya que Moisés manifiesta expresamente que la «columna de nube y fuego» era una señal de guía para los israelitas: “E iba el Señor delante para mostrarles el camino, de día en una columna de nube y por la noche en una columna de fuego, sirviéndoles de guía en el viaje, día y noche”. Nunca faltó la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego por la noche delante del pueblo. Los fenómenos meteorológicos casuales son esencialmente transitorios; podrán presentarse durante minutos, o durante horas si se quiere, pero no a lo largo de meses y años. Fue una aventura tremenda la de conducir a miles de seres humanos, mujeres, niños, ancianos, hombres y jóvenes por una región donde no hay frutos silvestres ni caza de que alimentarse. Los problemas de abastecimiento han hecho fracasar incluso a ejércitos modernos. Los naturalistas británicos George Sassoon y Rodney Dale reconstruyeron el ‘Antepasado de los Días» con arreglo a las descripciones del Zohar. Según su opinión, se trataba de una máquina capaz de producir un alimento albuminoide, el maná, por síntesis partiendo de algas irradiadas. En los desiertos cálidos, con su ambiente poco propicio al desarrollo de la vida, las temperaturas varían entre 58 grados centígrados y —10 grados centígrados. La precipitación media anual apenas llega a los diez centímetros. Allí la naturaleza no produce nada susceptible de aliviar el hambre de un grupo numeroso de gente. Y sin embargo, Moisés no tuvo reparos en lanzar a su pueblo a través del interminable desierto abrasado bajo el sol. Parece que los “dioses” extraterrestres proveyeron de alimentos a los israelitas y que Moisés lo sabía de antemano. Pues «el Señor» que se le había aparecido en medio de una «zarza ardiente» le facilitó una máquina maravillosa que iba a librarle del problema para todos los años que durase la migración. Según George Sassoon y Rodney Dale, durante la noche almacenaba el agua recogida del rocío y la mezclaba con algas microscópicas del tipo Chlorella para producir cantidades ilimitadas de alimento. La síntesis de materia alimenticia a partir del agua y de las algas verdes se operaba por irradiación.....
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